Biológico, Químico y nuclear: terrorismo militar

 

Apenas ojeamos el material de formación de la Escuela Militar de Defensa Nuclear, Biológica y Química (NBQ) del Ejército, nos recorre un escalofrío. Es fácil percibir a los ejércitos como una institución criminal desde los parámetros ideológicos y la práctica política que desarrollamos los miembros de Tritón, pero acostumbrados a la "dulzura" semántica y lavados de imagen propios de publicaciones como la RED, de repente topas con este manual de formación (del que hemos sacado la práctica totalidad de la información para elaborar este artículo) y la paranoia te invade, chocas con la dureza del verdadero lenguaje de la guerra (de baja o alta intensidad), lenguaje de destrucción y muerte:

"La guerra biológica consiste en el empleo intencionado de seres vivos o sus productos tóxicos con el fin de producir la muerte, incapacidad o lesiones al hombre, animales o plantas.

El objetivo de destrucción o sometimiento del adversario puede conseguirse actuando directamente sobre el combatiente o bien sobre sus medios de ataque o resistencia. Esta doble acción puede lograrse con el arma biológica, bien causando bajas entre las tropas o debilitando la economía enemiga a través de su agricultura y ganadería.

Se suman a estos efectos materiales de la guerra misma, el efecto psicológico sobre la población, tanto más a tener en cuenta que el arma biológica es silenciosa, artera, subrepticia y puede alcanzar gran extensión y amplitud"

Al utilizar diversos adjetivos como artera (engañosa, tramposa) y subrepticia (oculta, furtiva, disimulada), el autor o autora del manual, resalta las cualidades rastreras del arma en cuestión, se enorgullece de sus potencialidades de destrucción.

Es un horror descubrir como a quienes son formados en materia NBQ se les despierta una curiosidad agresiva, excitante, en la muerte y la devastación. Se resaltan las propiedades de estas armas del pánico no desde un conocimiento estrictamente formativo, sino desde los planes estratégicos desde donde todo el horror de éstas puede mostrarse más eficaz: se habla de destruir a la población civil, de contaminar el agua, los víveres, el terreno: "es particularmente eficaz en aglomeraciones urbanas o en explotaciones pecuarias importantes, donde la facilidad de contagio es mayor y el número de bajas más elevado actúa sembrando el pánico en la retaguardia".

En esta escuela de Hoyo del Manzanares se imparten las enseñanzas sobre la guerra NBQ a oficiales de los tres ejércitos y a la Guardia Civil. De ella saldrán los 105 hombres de la unidad adscrita a la Fuerza de Acción Rápida con base en Madrid, especializada en operaciones de reconocimiento y descontaminación en áreas afectadas por armas nucleares, biológicas o químicas: la compañía NBQ II de las FAR.

 

Plagas de Guerra.

La posibilidad de menguar el potencial enemigo causándole epidemias de forma intencionada se lleva utilizando desde hace muchos años.

Era costumbre de los persas, griegos y romanos envenenar los pozos y fuentes de agua con animales y seres humanos muertos por enfermedades contagiosas.

En el siglo XIV, Europa fue asolada por una epidemia de peste que produjo la muerte a una cuarta parte de su población. Al parecer ésta surgió en la guerra que mantenían los tártaros y los genoveses, allá por el año 1346, en la ciudad de Kaffa ( hoy Ucrania). Los tártaros sufrieron una epidemia de peste natural de la que culparon a los genoveses, por lo que antes de su retirada, y por orden del militar tártaro Djanisberg catapultaron varios cadáveres al interior de la ciudad amurallada, extendiendo la peste entre los genoveses que más tarde en sus viajes comerciales la llevarían a toda Europa.

Ésta es al parecer la primera utilización voluntaria de microorganismos que matan o incapacitan a los enemigos que reconoce la historia. A partir de aquí el método tártaro se convertiría en uso común durante la Edad Media.

En 1763, en su lucha contra los indios norteamericanos, los ingleses usaron mantas impregnadas de viruela que anteriormente habían utilizado otros enfermos para repartirlas a los indios durante los crudos meses de invierno. El Coronel Bouquet, se hizo famoso en el Fuerte Pitt por conseguir diezmar hasta casi la desaparición a la población indígena del lugar, que tenían una nula resistencia a esta nueva enfermedad. Murió el 95% de la población.

"Durante la invasión de Manchuria, Japón bombardeó aquella tierra con millones de pulgas infectadas por la peste bubónica.

El Ejército español atacó con gas mostaza las famosas Kábilas rifeñas del norte de Marruecos en 1925. Ese mismo gas (la iperita) fue profusamente empleado por los combatientes en la I Guerra Mundial -por primera vez en la localidad francesa de Ypres, de donde le viene el nombre-, cuando se fotografiaron aquellos escalofriantes ataques de soldados de aire fantasmal con sus máscaras antigas, sus fusiles y sus capotes dirigiéndose hacia una muerte que flotaba en el aire" (El Norte de Castilla, Marzo del 98). Hubo más de 2 millones de herid@s y varios centenares de miles de muert@s. El primer ataque a gran escala con este tipo de armamento costó más de 5.000 vidas humanas, y se calcula que durante los años que duró esta primera gran guerra se utilizaron como mínimo 125.000 toneladas de estas sustancias

La utilización de las armas biológicas en los primeros años de este siglo, dio pie a que se investigaran de una forma más científica y a que se generalizara su uso entre todos los países del mundo.

Así, en los años 40 los ingleses esparcieron en la isla de Gruinard, al oeste de Escocia, el bacilo de la "enfermedad del carbón", utilizando bombas de antrax. En la actualidad aún permanece la contaminación, lo que ha convertido la isla en inhabitable.

En 1950, los habitantes de San Francisco estuvieron expuestos durante una semana a una nube bacteriológica, con ocasión de unas maniobras militares. Durante un tiempo hubo muchísimas muertes por neumonía que se atribuyeron a la nube tóxica aunque nunca se llegó a saber.

En la antigua Unión Soviética, allá por el año 1979 en la ciudad de Sverdlovsk, en los Urales, se observó una epidemia de antrax pulmonar, que provocó la muerte de más de 200 personas. Se sospecha que tal epidemia se originó por una explosión de un laboratorio militar, situado cerca de la ciudad, en el que 9.000 científicos y 30.000 trabajadores trabajaban con armas biológicas. El terreno aún permanece contaminado.

Desgraciadamente, las más conocidas de la época actual son la Guerra de Vietnam y la del Golfo Pérsico, en las que este tipo de armamento se utilizó de forma masiva, causando daños que perdurarán por siglos entre la población y en el Medio Ambiente.

 

Los convenios internacionales.

Como suele ocurrir, tras el panorama de desolación que alentó la I a G.M. (en el que sin duda podrían verse imágenes como la de la mujer vietnamita que corre por un camino abrazada a una niña, carbonizada por la explosión de algún proyectil infectado de sustancias biológicas o químicas), la opinión pública se manifiesta contra este tipo de armas y las consecuencias devastadoras que producen; comienzan a firmarse acuerdos internacionales sobre el empleo de armas no convencionales.

Al igual que con casi todos los tratados que se firman (meras estrategias mediáticas, que aún así muchos países ni siquiera ratifican) los diferentes acuerdos que se acordaron desde el año 1925 han quedado en papel mojado.

En 1.925 se firmó en Ginebra el Protocolo prohibiendo el empleo de los agresivos químicos y bacteriológicos como arma de guerra. Sin embargo, no prohibía la investigación, producción y almacenamiento de dichas armas. El Estado español lo ratificó en 1.929.

En 1972 se firmó el Convenio sobre prohibición del desarrollo, producción y almacenamiento de armas biológicas y tóxicas, y sobre la total destrucción de las existentes. Este Convenio lo firmaron 80 países (el Estado español lo ratificó en 1.979). Autoriza la fabricación de agentes biológicos y toxinas con fines estrictamente pacíficos y en cantidades adecuadas para atender a los mismos.

Sin embargo, el propio manual reconoce "el difícil control de la fabricación y almacenamiento de productos biológicos con fines militares".

Incluso en muchas ocasiones, se utilizan estos supuestos fines científicos o pacíficos (aplicados a otros campos como la s investigaciones sanitarias con animales) como tapaderas para proporcionar informes y firmar convenios con instituciones militares con el único fin de fabricar artilugios prohibidos (lo prohibido también despierta la curiosidad en el Poder, con la ventaja de que nadie puede prohibir aquello que en teoría no existe, no se hace).

Durante el mes de Abril del 98, la diputada por I.U. Angeles Maestro, denunció, desde la Comisión de Sanidad del Parlamento al Centro de Investigación de Sanidad Animal (CISA) sito en Valdeolmos (Madrid), dependiente del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), por "gestionar y producir residuos peligrosos sin autorización y sin cumplir con los requisitos exigidos". Al parecer, el Centro no disponía de Plan Integral de Residuos, los científicos que trabajan allí no disponen de información sobre los virus con los que trabajan y tienen que someterse a vacunaciones masivas sin conocer las circunstancias que conllevan.

Pero lo que queremos resaltar, en línea con lo que estábamos argumentando, y que la propia diputada reflejo en su intervención en una sesión parlamentaria, es que "con ocasión de la Guerra del Golfo y ante el riesgo de guerra biológica, el director de este centro - Sánchez Vizcaíno- se ofrece a la OTAN para la elaboración de vacunas, recombinantes contra agentes químicos y biológicos por ataques bélicos a condición de que nunca se hable de guerra biológica. Ante las denuncias surgidas, este proyecto parece que no continúa adelante. No obstante, con ocasión de un Congreso, en Santiago de Compostela, en septiembre de 1997, el comandante veterinario Luis Martín Otero, de la unidad contra la guerra nuclear, química y biológica, con toda naturalidad informa a los investigadores de la existencia de un acuerdo entre el INIA y el Ministerio de Defensa que se refiere a las vacunas contra agentes patógenos de la guerra biológica.

El propio presidente del INIA en 1997, ante la Junta de personal del INIA, ratifica, como una experiencia que pueden desarrollar los Centros, la existencia de un Convenio con el Mº de Defensa en relación con actividades de la OTAN y del Cesid", a lo que contesta el diputado del PP Fdez. de Capel que " todo lo que hay es un convenio con Defensa para transferir información y tecnología en materia científica y hay unos científicos de Defensa que van al área de investigación de sanidad ambiental para aprender tecnología de detección de tóxicos, que es muy importante a todos los niveles y no sólo al de Defensa".

Lo mejor de todo, es que este personal de Defensa, que se estaba formando en detección de biotóxicos procedía de La Marañosa. ¡Casualidades de la vida!. Más tarde trataremos este asunto.

En definitiva: se investiga, desarrollan y utilizan armas NBQ, ora de forma directa, ora mediante triangulaciones, como se hace para salvar las prohibiciones de venta de armas a determinados países.

Podría parecer una película de ciencia-ficción, pero la realidad es que en el CISA (uno de los centros de investigación animal más importantes del mundo), con laboratorios de nivel 3 y 4, se trabaja con agentes biológicos de máximo riesgo, como el Ébola, o el virus de la enfermedad de las vacas locas, pasando por la peste porcina y otros que todavía no conocemos (en los primeros meses del año 98, en el zoológico de Barcelona murieron varios monos, al parecer por estar infectados con el virus Ébola. Los resultados de la investigación se ocultaron totalmente. Los científicos encargados de toxiinfecciones alimentarias no vieron a ningún mono).

 

Los principales agentes secretos.

Los principales protagonistas, los agentes biológicos y químicos con los que nadie trabaja, que nadie produce y que nadie usa, son los mismos que se utilizaron en Laos, Camboya, Afganistan, Vietnam. El famoso "agente naranja", el agente VX, el gas sarín...son comúnmente utilizados en todas las guerras.

Durante la operación "tormenta del desierto", muchos soldados yanquís e ingleses quedaron infectados por sus propias armas. Padecen secuelas de origen "desconocido", tienen descendientes con malformaciones; el llamado síndrome del golfo, presenta al menos seis formas diferentes.

A pesar de la oficialidad que excluye al Estado español como productor de este tipo de armamento, durante esta guerra se encontraron numerosos obuses, troquelados con las firmas de Santa Bárbara y Expal, cargados de gas mostaza.

Y es que en La Marañosa se trabaja con todos estos agresivos biológicos y químicos. Según fuentes militares, justifican la investigación de estos productos porque "hay que conocer todas las armas que podría utilizar contra nosotros un hipotético enemigo". La Marañosa fabrica equipos de protección para ataques químicos (caretas, detectores o descontaminantes), uniformes NBQ y "no sabemos si son eficaces si no tenemos gases tóxicos para probarlos" (El País, 23 de agosto de 1.993).

A pesar de la enorme capacidad destructiva de estos gases, incluso en pequeñísimas dosis, el Ministerio de Defensa afirmaba recientemente en el Parlamento, por escrito, que "no existe ningún plan de emergencia ciudadana porque en la Fábrica Nacional de la Marañosa no se producen residuos industriales y los ensayos a escala de laboratorio están perfectamente controlados y de ninguna manera, por las cantidades que se manejan, se justifica un plan de emergencia". El agente VX o el gas mostaza, cuya presencia en la Marañosa está confirmada, precisan unas cantidades ínfimas para provocar enormes daños.

Hoy por hoy, en La Marañosa se podrían estar produciendo los principales agentes biológicos conocidos, pues como bien reflejan los militares en el manual NBQ " hay que tener en cuenta que en una posible guerra biológica no tiene porqué desencadenarse, ni mantenerse, mediante el empleo de agentes biológicos conocidos, pues caben múltiples posibilidades de asociaciones de gérmenes, así como el descubrimiento de nuevos agentes o toxinas no conocidas actualmente y el empleo de mutantes genéticos de gérmenes ya conocidos".

Agrupados, los principales agentes biológicos son:

- Bacterias: producen gran cantidad de procesos patológicos en el ser humano, animales y plantas. Los estafilococos, estreptococos, gonococos, meningococos, producen la fiebre reumática, escarlatina, gonorrea y meningitis, respectivamente. Otros producen difteria, tuberculosis, tétanos, botulismo, fiebre tifoidea, peste bubónica...

- Rickettsias: producen tifus marino, fiebre manchada de las Montañas Rocosas, fiebres Tsutsugamushi, con un cuadro de fiebre, erupción en la piel y alteraciones del sistema nervioso central.

- Virus: causantes de enfermedades sumamente importantes para el ser humano, como la poliomielitis, rabia, viruela, fiebre amarilla, encefalitis, parotiditis, gripe epidémica, etc.

así como hongos, protozoos (causante de la disentería y la malaria) y toxinas (causante de la gangrena, el tétanos y la difteria).

Entre los agresivos químicos, en La Marañosa está confirmado que poseen gas mostaza, y agente VX, un neurotóxico organofosforado más dañino y persistente que el gas sarín, que utilizó el año pasado una secta en el metro de Tokio. Los más dañinos conocidos, y que se podrían estar utilizando en La Marañosa se agrupan de la siguiente manera:

- Por su persistencia: tiempo en que conservan una eficacia suficiente. Actúan de forma líquida, sólida, gaseosa y como aerosol.

- Por su rapidez de acción: capaces de poner a un individuo "fuera de combate" en segundos, minutos, horas...

- Por su forma de dispersión: en frío, en calor, por explosión

- Según sus efectos. Aquí caben tres subclasificaciones:

* Letales : sofocantes, neurotóxicos, tóxicos sanguíneos, toxinas y vesicantes

* Incapacitantes: físicos, psíquicos y neutralizantes

* Fitotóxicos: defoliantes, herbicidas y esterilizantes del terreno.

Entre los letales:

- Los agentes sofocantes dañan el aparato respiratorio (nariz, garganta y principalmente los pulmones) impidiendo la respiración. Generalmente son bioacumulativos. Los más conocidos son el fosgeno, el difosgeno, el cloro y la cloropricina.

- Los neurotóxicos, son agentes incoloros, inodoros e insípidos, y penetran a través del aparato respiratorio y también por vía digestiva, ojos y piel. La acción de estos agentes es muy rápida: la muerte sobreviene inmediatamente. Entre los más conocidos están el Gas Sarín, tres veces más tóxico que el Tabún, y el agente VX.

- Los tóxicos sanguíneos penetran normalmente a través de las vías respiratorias, difundiéndose por la sangre, ejerciendo una acción tóxica sobre todo el organismo. Es conocido el CHN (ácido cianhídrico) que afecta a las células nerviosas, paralizándolas e impidiendo el reflejo respiratorio, provocando la asfixia.

- Las toxinas " utilizan el aparato digestivo como principal vía de penetración, por ello son aptas para su empleo en sabotajes a centros de suministros o poblaciones" (Manual NBQ). Provocan vómitos, hemorragias nasales, diarreas sangrantes y multitud de pequeñas pústulas en la piel.

- Entre los vesicantes, tenemos la Iperita, que produce quemaduras de 1º, 2º y 3 er grado.

Entre los incapacitantes están diferentes agente físicos (nauseas, vómitos y diarreas) y psíquicos (taquicardias, alucinaciones, vértigo, dolor de cabeza, fiebre, desorientación) como el agente BZ, y el archiconocido LSD.

Además de toda esta lista de agresivos biológicos y químicos descrita, en La Marañosa se fabrican con plena seguridad diferentes fumígenos, con los que producir sus botes de humo, gases lacrimógenos, señuelos infrarrojos... harto utilizados desde las instancias policiales en numerosos encuentros.

El armamento NBQ "tiene la ventaja" de que puede ser producido por muy poco dinero: "con apenas cinco millones de pesetas, y un técnico bien capacitado se puede crear un laboratorio para armas químicas. Cualquier biólogo puede reproducir unas cuantas bacterias. Otra cosa es producir miles de litros de sustancias nocivas. Por ejemplo, apenas diez laboratorios en todo el mundo -uno de ellos en Alicante- podrían manejar con garantías el virus Ébola. Pero cualquier fábrica de insecticidas puede crear gases de guerra. Sólo hay que tener la voluntad de hacerlo" (Capitán Alberto Cique, entrevista publicada en el "Norte de Castilla", el 8 de Marzo de 1998). Por si la voluntad no es suficiente, las previsiones de gasto en material NBQ, en los Presupuestos Generales del Estado es la siguiente:

 

 Año 98

Año 99

Año 2.000

Año 2.001

COSTE TOTAL

  30

 90

 130

160

410

(Fuente: La socialización del miedo.Un análisis del gasto militar y del control social". Colectivo TRITON)

 

"Los militares han hecho cálculos sobre cuanto cuesta destruir un Km. cuadrado de territorio enemigo: unas 300.000 pesetas con explosivos convencionales; si se usa un ingenio atómico 100.000 pesetas. Los gases son aún más baratos. Para sembrar un Km. cuadrado con una toxina mortal apenas cuesta cien pesetas. Además sus efectos duran años" (Norte de Castilla, marzo del 98).

 

La Marañosa es un peligro para la población de Getafe.

Como much@s de vosotr@s sabréis, La Marañosa se remonta al año 1923, fundada al inicio de la dictadura de Primo de Rivera , junto con Construcciones Aeronaúticas S.A. ( que curiosa coincidencia) bajo el nombre de "Fábrica de Productos Químicos del Jarama". En esta época, se investigaba y producía numeroso armamento químico, utilizando agentes como la iperita, fosgeno y otros gases vesicantes y asfixiantes.

Por estar cerca del frente en la Guerra Civil Española, se trasladó a Cortes (Navarra) aunque al acabar el conflicto en 1940 y coincidiendo con la creación del Regimiento de Defensa Química, La Marañosa volvió a ponerse en funcionamiento con la ayuda de técnicos Nazis.

La Marañosa ocupa 715 Has dentro del Parque Regional del Sureste, en la zona declarada de máxima protección de este espacio protegido. En su interior se encuentra una Fábrica de Productos Químicos, un Laboratorio Químico de Armamentos, un Polígono de Tiro y una Galería de Experiencias.

Además, se realizan maniobras y prácticas de tiro de forma habitual en la zona. En una nota oficial emitida por el Ministerio de Defensa el 13 de agosto de 1.998, se afirmaba que "a iniciativa de La Marañosa, se ha hecho un estudio ecológico de la flora, fauna e hidrología y se ha observado que las zonas acotadas para actividades de Defensa están en mejor situación de conservación que las adyacentes" y que "como consecuencia de ellas (las pruebas de tiro) no se ha observado ninguna variación en el entorno ecológico de la zona".

Estas mismas argumentaciones eran utilizadas por el ejército con respecto al campo de tiro instalado en las cercanías del Teleno (León) hasta que el 14 de septiembre de 1.998, dos misiles provocaron un incendio que arrasó 6.000 hectáreas de bosque, tras caer " por error" en una zona de pinar. Además, quedaba arrasado uno de los parajes naturales más importantes de la región, el monte de Tabuyo, donde existen (o existían) especies vegetales y animales protegidas.

Tras el incendio, el ejército no colaboró en las tareas de extinción. El Cuartel General de la Región Militar Noroeste afirmó que "la no intervención militar de inmediato en las tareas de extinción se debió a que no la había solicitado la Subdelegación del Gobierno". (El País, 15 de septiembre de 1.998). Podemos imaginar que ante un "accidente" de las mismas características en La Marañosa la reacción sería la misma.

Además, en el año 93, el Grupo Ecologista ECOLON paralizó mediante una acción directa la ampliación de un campo de tiro al plato que se había situado en el territorio de La Marañosa de forma ilegal (sin permisos, sin estudios de impacto ambiental…), promovido por un militar del complejo. Da buena fe del espeto al entorno que tanto predican. Tan sólo hay que darse una vuelta por los alrededores para observar los diferentes impactos negativos que provoca este complejo.

La Marañosa sigue siendo propiedad del Mº de Defensa. Las restantes fábricas de armamento fueron transferidas a la empresa pública Santa Bárbara. El Ejército de Tierra es el que controla el complejo.

En el año 97 contó con un presupuesto de 358 millones de pesetas. Entre las actividades de este centro, contestadas mediante una pregunta parlamentaria, aparecían:

 

* En Investigación más Desarrollo (I+D)

- Sistemas de filtración y ventilación NBQ

- Biotecnología aplicada a descontaminación y detección

* En fabricación y mantenimiento:

- Fabricación de equipos de Defensa NBQ

- Fabricación de artificios

* En pruebas

- Evaluación de señuelos infrarrojos

- Control de calidad y recepción de material de Defensa NBQ

* En proceso de fabricación

- Botes de ocultación

- Botes de señales

- Candelas de ocultación

- Artificios fumígenos de ocultación de Vehículos

* En investigación NBQ

- Programa de Vigilancia Medioambiental (NBQ) - al que aludíamos de CISA-.

- Investigación y protección sobre NBQ

- Detección toxicológica de productos de alto riesgo y biodegradación TNT

 

Otras tareas, consisten en asistencias y estudios de documentación para la OTAN y la UEO, en los que La Marañosa pone en común con sus aliados los resultados de las investigaciones llevadas a cabo con material NBQ. No olvidemos que algunos de los países que pertenecen a estas organizaciones tienen menos reparos a la hora de utilizar estas mortíferas tecnologías (Turquía y EE.UU. son buenos ejemplos), por lo que parece claro que el uso militar real de los experimentos llevados a cabo en La Marañosa es algo más que una mera sospecha. Además, mantienen la que siempre será la jugada magistral de los poderosos: investigaciones llevadas a cabo clasificadas por su interés para la defensa. La sola idea de pensar que en este complejo militar se producen armas químicas nos produce horror.

Este potencial químico puede ser el motivo de su hermetismo, avalado por la complicidad voluntaria de numerosos políticos y sindicalistas que saben del "buen hacer" de esta fábrica y que, ante la bomba de relojería que supondría el destapar ante la opinión pública internacional información de este calibre, prefieren callar, mentir e hipotecar la vida de numerosas personas que están expuestas sistemáticamente a estas sustancias, además de aquellos animales en quienes son experimentadas y las personas que las sufren (no olvidemos que todo material se hace para ser usado y rentabilizado).

Y aunque parezca una afirmación demagógica, desde que se adquiere el material químico indispensable para experimentar, hasta que éste llega a su destino (en este caso, La Marañosa), se recorren muchos Km., que al igual que ocurre con los residuos nucleares, van exponiendo a la población civil a riesgos de contaminación por estos agresivos químicos, biológicos y nucleares. La población de Getafe está expuesta a este peligro casi a diario. Por sus carreteras pasan diariamente convoyes de militares, que unas veces trasladan tropas, otras armamento convencional, y otras, la peligrosa mercancía. ¿Que ocurriría si un día hubiera un accidente?. Algunos estudios de las NN.UU., de la OMS y el SIPRI (Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo), aseguran que en una población de 80.000 personas (Getafe tiene unos 140.000 habitantes), un escape de gas neurotóxico podría ocasionar más de 40.000 víctimas, de las cuales, más de la mitad morirían. Dosis de 0.1 miligramo bastan para causar la muerte por vía respiratoria de forma inmediata.

Dado que aún no hemos conseguido cerrarla, ¿existe un mapa de riesgos y un plan integral de prevención y seguimiento de riesgos biológicos?, ¿hay elaborados protocolos que garanticen la seguridad en materia de salud del conjunto de ciudadanos y ciudadanas que por residir en zona geográfica próxima a este centro -la población de Perales del Río se encuentra a escasos 7 Km.- pudieran verse afectad@s por un escape de estas peligrosas sustancias? ¿hay planes de formación para estas personas con el objetivo de poner en su conocimiento el comportamiento a adoptar ante una situación así?

Demasiados enigmas sin resolver. Demasiado hermetismo y complicidad.

Esperemos que no sean estas cuestiones, con los mismos términos que los manejados en el material de formación NBQ, las que enseñen en los programas que el Ejército pretende desarrollar en las escuelas, institutos y Universidades.