Timor Oriental

 

¿Cuándo se pondrá fín al cinismo?

José Saramago

¿Qué importa al mundo que yo me sienta humillado y ofendido?

¿Qué importa al mundo que yo haya llorado lágrimas de indignación impotente delante las imágenes infames de un crimen infame?

Si esta desgraciada humanidad, faltando una vez más al respeto que se debe a sí misma, no impuso a Indonesia, en nombre de la simple moral, el acatamiento inmediato e incondicional de la voluntad del pueblo de Timor Este, ¿qué importa que un escritor acuda ahora a protestar utilizando las palabras de toda la gente, que demasiados callan, porque están más preocupados con sus intereses en el presente y en el futuro que con la sangre que corre y las vidas que se pierden?

¿Cuánto pesa el pueblo de Timor Este en las balanzas políticas de China y de Rusia? ¿Cuál es la cotización de un habitante de Dili en la bolsa de Nueva York? Indonesia tiene más de 3.000 islas y Timor Este es apenas mitad de una de ellas. ¿Valdrá la pena por tan poco levantarse el mundo para reclamar responsabilidades a los culpables directos e indirectos de las atrocidades que delante de nuestros ojos se cometen, para exigir el castigo de los asesinos y de sus mandantes?

¿Cuánto hace falta, entonces, para que nos levantemos? ¿Un continente? ¿Dos continentes? ¿Se levantará el mundo cuando ya este a punto de perderse el mundo? ¿Qué pasa con el ser humano? ¿Y la democracia, para qué ha servido? ¿Sirvió de algo en Timor? ¿Se hace un referendo para luego negarlo antes que los votos sean contados? ¿No será un crimen contra la dignidad y el honor despreciar y violar la voluntad de independencia de un pueblo? ¿Y qué sentido tienen hoy aquellas palabras? ¿Hay honor en un ministro, hay dignidad en un general, si son el ministro y el general los que arman el brazo de los criminales? ¿O son ellos mismo los criminales? ¿Cuándo se pondra fin al cinismo de la mal llamada comunidad internacional? ¿Cuándo se acabará la hipocresía de los que mandan? ¿Y la inercia de los que son mandados, cuándo acabará? ¿Cuándo dejaremos de llorar por nosotros mismos? ¿Cuándo dejaremos de decir que no tenemos la culpa? No se salve el Timor, y nosotros no tendremos salvación.

(Traducción de Cristina de Azeredo)