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STOP HIPOCRESIA
La masacre sufrida por el pueblo de Timor Este se ve agravada -si cabe- con
la demostración de hipocresía de que hacen gala los gobiernos occidentales.
El recurso a una intervención armada se nos pretende mostrar nuevamente
como un medio eficaz -y el único posible- para paliar lo que el propio
militarismo ha provocado.
Las que hoy se autoproclaman "fuerzas internacionales de paz" han mantenido
políticamente al régimen genocida Indonesio, abastecido su ejército y
entrenado a sus torturadores durante años de olvido y desprecio "occidental".
Es de destacar la responsabilidad del estado español en este asunto. El 4
de diciembre de 1.992, el Consejo de Ministros aprobó la concesión de un
crédito FAD a Indonesia para compra de material militar por valor de 970
millones de pesetas.
Y es que España siempre ha mantenido estupendas relaciones militares con
Indonesia, a cuyo ejército ha servido aviones, armas cortas y munición en
grandes cantidades sin importarle su destino asesino. Por ejemplo, en
octubre de 1.996, y en respuesta a una pregunta formulada en el Congreso
por el diputado Joan Saura, el gobierno español respondía: "Indonesia no
está sujeta a ningún embargo internacional de armas, por lo que España no
está obligada a excluirla de posibles exportaciones". Carpetazo al asunto y
aplausos patronales al negocio criminal.
Pero claro, qué podemos esperar del gobierno de España que prefiere
gastarse en 1.999 un presupuesto superior a la suma de los de Educación y
Cultura, Agricultura, Pesca y Alimentación y Medio Ambiente, que destina a
investigación militar 50 veces más que a la investigación educativa, 18
veces más que a investigación sanitaria y 50 veces más que a investigación
agraria situándose ya en 1.996 en el sexto país del mundo en gasto de
investigación militar.
Nosotr@s acusamos al gobierno español y los fabricantes de armas españoles
de tener las manos manchadas de sangre timorense. Estos son algunos datos
obtenidos de este secreto y "jugoso" negocio (los datos entre paréntesis
son estimaciones):
Indonesia no tiene ningún derecho sobre el territorio que invadió y ocupó,
a no ser el que le concede el apoyo de las grandes potencias. Apoyo sin el
que difícilmente hubiera sido posible la tragedia anunciada de Timor. Por
eso los "amigos extranjeros" de Indonesia podían haberse ahorrado allí su
intervención militar. Bastaba con que Washington hubiera hecho en su día
una declaración pública y clara para informar a los generales indonesios de
que "el juego ha terminado". Porque EEUU y sus aliados, al margen de que
deberían por humanidad rectificar su política militarista provocadora e
intervencionista, tienen medios de sobra a mano para evitar masacres como
la de Timor: como cortar a tiempo su venta de armas a los asesinos. Hacerlo
después, "a toro pasado", no sólo es una patada estúpida a la política
preventiva, la única capaz de resolver los conflictos, sino una decisión
tremendamente cínica. ¿De qué otra forma, si no es dejando "pudrirse" la
situación en Timor, podría EEUU y sus vasallos aliados representar una vez
más la comedia de la incompetencia, endiabladamente programada, de la ONU
para seguir a continuación imponiendo al mundo la "necesidad" de un nuevo
orden militar internacional con la OTAN a la cabeza?
Por tanto.., más allá de pasear mediáticamente la matanza "de turno" para
ganar audiencia a cambio de "espectáculo morboso y dramático", ¿el imperio
occidental está interesado en el sufrimiento del pueblo timorense? En el
caso de Timor, como en tantos otros, queda una vez más de manifiesto la
catadura moral carroñera de la comunidad capitalista internacional,
especialista en encender la mecha militarista y quedarse al acecho del
conflicto para explotar la tragedia como una campaña más de imagen militar
y afianzamiento de su control económico.
Nos sigue correspondiendo a los ciudadanos y ciudadanas, a la sociedad
civil, solidarizarnos con las víctimas, con los movimientos de resistencia
noviolenta repartidos por todo el mundo que, aunque lentamente, promueven
cambios seguros y luchar por erradicar definitivamente de nuestro mundo
próximo la lacra del militarismo. Afirmamos que la solución a las guerras,
al militarismo y a la injusticia que las sostiene está en nuestras manos,
comprometiéndonos a no colaborar con ningún tipo de guerra y a luchar por
la abolición de todas sus causas, rebelándonos contra la guerra y sus
preparativos.
Nosotr@s no queremos que haya ejércitos, no queremos pagar la guerra ni
consentirla, no queremos ser cómplices del sufrimiento de pueblos como el
de Timor y si estalla una guerra preferimos desobedecer y tener la
conciencia de no haber fomentado o cometido semejante crimen. Por eso es
apostamos por la deserción en la guerra, o la insumisión en los cuarteles,
y la objeción al gasto militar, para defendernos de la insensatez, de la
dominación, del exterminio y el terror militar. Porque nuestra seguridad
depende de la desaparición de las fuerzas armadas que amenazan diariamente
en todo el planeta la vida y la dignidad humana. Fuerzas militares
improductivas que arrebatan grandiosas cantidades económicas que
necesitamos para combatir y prevenir la enfermedad, el hambre, el
desempleo, el analfabetismo, el deterioro medioambiental o los desastres
naturales, por ejemplo.
Los ejércitos ponen en peligro la paz y nuestra seguridad. Para evitarlo no
olvides que impulsar la insumisión al gasto militar o la deserción es
querer parar la guerra, es poder parar la guerra.
COLECTIVO DE OBJECION Y ANTIMILITARISMO
Colectivo de Objeción y Antimilitarismo- M.O.C. - C/Cantín y Gamboa 26,
local - 50002 Zaragoza
JESUS PAZ
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