SECCIONES
Se cumplen cien años del asesinato legal de Joe Hill, un obrero sueco
que emigró a los Estados Unidos, donde descubrió el anarquismo.
Militante de los IWW (Industrial Workers of the World, Trabajadores Industriales
del Mundo, un sindicato revolucionario), se convirtió en un propagandista
activo a través de la acción y la palabra, también por
medio de la canción, pues compuso muchas, algunas adaptando melodías
de canciones religiosas o patrióticas, otras ocupándose él
mismo de la música. Pasaron a la historia, y se siguen cantando hoy,
temas suyos como "The rebel girl", "We will sing one song"
o "The preacher and the slave", esta última poniendo una
letra jocosa y atea a un himno del cristianísimo Ejército de
Salvación.
Partidario decidido de la acción directa, la llevó a la práctica
en las luchas obreras en las que participó. Cuando los hermanos Flores
Magón organizaron una fuerza libertaria durante la Revolución
mexicana, Hill les ayudó.
En un momento en que el mundo estaba en guerra, el gobierno norteamericano
sirve en bandeja de plata a la burguesía la cabeza del revolucionario:
en un juicio-farsa se le acusa sin ninguna prueba de haber cometido un asesinato.
Será ajusticiado el 19 de noviembre de 1915. Tenía 36 años.
Se despidió de los compañeros con la frase que da título
a estas líneas.
Pero Joe Hill tuvo una segunda muerte aún más demoledora, la
que le dieron los socialistas autoritarios de todo tipo, que presentaron su
figura como la de un poeta radical y sindicalista sin más, despojándola
de las ideas y de las prácticas anarquistas que definieron su vida.
Así se escribe la historia.
Canción compuesta en 1936 por Earl Robinson con letra de Alfred Hayes. La cantaron los combatientes del Batallón Lincoln (Brigadas Internacionales) en la Guerra Civil española. Se hizo muy popular en los años 70 tras cantarla Joan Baez en el festival de Woodstock (agosto de 1969); con la figura de Joe Hill quiso evocar a todos los jóvenes que se oponían a la guerra de Vietnam. Ofrecemos a nuestros lectores la traducción de este canto: Soñé que vi a Joe Hill ayer por la noche, / vivo como tú y yo. / Le dije: "Pero Joe, llevas diez años muerto". / "Nunca morí", dijo él. // "En Salt Lake City, Joe", le dije. / Se puso de pie junto a mi cama, / "te condenaron por asesinato". / Dijo Joe: "Pero no estoy muerto". // "Los jefes del cobre te mataron, / te dispararon, Joe", dije yo. / "Se necesitan más que armas para matar a un hombre", / dijo Joe, "no estoy muerto". // Y allí de pie, tan grande como la vida, / sonriendo con sus ojos, / Joe dijo: "Lo que nunca pueden matar / es el deseo de organizarse. // Desde San Diego hasta Maine / en cada mina y molino, / donde los trabajadores defiendan sus derechos / allí encontrarás a Joe Hill.
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