ORIENTACIÓN EDUCACIONAL

Y

EDUCACIÓN INTEGRAL

RICARDO ARTURO OSORIO ROJAS

PROFESOR

MAGISTER © EDUCACIÓN

 

¿Cuál es el fin de la educación...qué alumnos queremos formar...a dónde y cómo orientar el proceso educativo y a las personas que en el participan...?, entre muchas otras, son preguntas que han acompañado toda la historia de la educación. El desarrollo de sus respuestas ha sido múltiple. Desde la educación misma, como de fuera de ella se han propuesto y aplicado diversas salidas. Hacia dónde se orienta la educación, en cuanto situación dinámica, es una interrogante siempre válida.

La problemática anterior es una cuestión que debe enfrentar no sólo la sociedad en general, sino también, y con mayor propiedad, todas las disciplinas sumidas en el campo de las Ciencias de la Educación.

A esto último no escapa la Orientación Educacional; ella, con interés y rigor, debe hacer suya esta temática. La Orientación Educacional, si pretende validarse y servir a los sujetos que participan en el proceso educativo intentará entonces buscar una salida a este cuestionamiento.

Con el fin de iniciar posibles atisbos de respuestas, es que deseo reflexionar sobre este desafío.

"La Orientación es un proceso consustancial a la Educación", se afirma en la Circular N° 600, del 18 de Febrero de 1991, del MINEDUC. En otras palabras, la Orientación es de la misma sustancia, naturaleza o esencia que la Educación. La Orientación como la Educación, en cuanto participan de un mismo proceso, comparten objetivos y se necesitan recíprocamente. En ellas, se establece una relación dialógica.

A lo anterior, hay que sumar que la Orientación se erige como la que debe mediatizar y mostrar la dirección , sentido o fin del quehacer educativo: "Los principios (de la orientación) aparecen organizados en torno a un postulado que los fundamenta y explica cuál es: considerar a la Orientación consustancial al proceso educativo, siendo dentro de este, el núcleo o hilo conductor".

Para poder cumplir con este desafío, la Orientación Educacional debe adentrarse en la pregunta clave: ¿Qué alumnos queremos formar?. Esto implica buscar claridad sobre quién es el alumno y quiénes son los que participan del proceso educativo. En último término, debe saber a quién desea educar, debe saber cuál es la visión de hombre, y por ende de alumno, más cercana a la naturaleza de la condición humana.

Desde este supuesto, toda praxis educativa tiene una forma de pensar al hombre, como sustento teórico que le da sentido y le imprime ciertas valoraciones. Si todo desarrollo educativo se fundamenta, entonces, desde una perspectiva filosófica o idea de hombre (antropología), esta fundamentación determina la dirección o sentido (orientación) de la actividad educativa, priorizando, por medio de su idea fuerza, sólo algunos aspectos en desmedro de una visión más totalizante de la realidad, del hombre y del quehacer educativo. De este modo,"... la educación puede fijarse fines que maximizen algunos aspectos y minimicen otros. Así, una educación proselitista, de tipo ideológico o religioso atenta contra el espíritu de una educación integral. Igualmente errática puede resultar una educación que maximice lo puramente científico-tecnológico en desmedro de otras importantes esferas o expresiones humanas. También una educación puramente competitiva-economicista atenta contra el espíritu de una educación genuinamente integral. Finalmente, perversa puede resultar también una educación de tipo positivo-reduccionista que atente contra las esferas o dimensiones de significado o sentido, ocultando aspectos genuinamente humano". Se concluye, por ende, que nos enfrentamos a un hombre y a una educación polarizados, sesgados e incompletos y a una Orientación Educacional unidireccional y parcial. Cualquier filosofía tiene el riesgo de ser parcial y excluyente.

No obstante lo anterior, frente a esta situación surge como posibilidad de respuesta a la cuestión de saber a quién se desea educar, de saber cuál es visión de hombre, y por ende de alumno, más fiel a la naturaleza de la condición humana, el pensar en un Humanismo Integral para una Educación Integral.

En la introducción al texto del MINEDUC, " Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios de la Educación Media", se establecen las Orientaciones sobre el conocimiento y el aprendizaje; en ellas se lee lo siguiente: "La orientación genérica del conjunto de la experiencia educativa, que luego se define como Formación General, es aquella que sea relevante para la vida integral de alumnos y alumnas, con independencia de sus opciones de egreso". En el mismo documento, en su capítulo I se lee lo que sigue: "La Formación General responde a las necesidades de un proceso de formación integral...". Dada tal orientación genérica, cabe preguntarse en qué consiste una formación o educación Integral.

Esta interrogante y perspectiva supone entender primero que "el hombre está abierto a infinitas posibilidades que le ofrece su humana naturaleza...". por tanto, se hace necesario, indagar, con mirada abierta, en la naturaleza de la condición humana. Muchas son las respuestas que, a lo largo de la historia, que se han elaborado para abordar esta cuestión. Pero, no basta con recogerlas y hacer una mezcla sintética. Estas ideas antropológicas deben responder a un criterio integrador y perfeccionador de lo que es, y puede llegar a ser, el hombre desde su naturaleza. De aquí que esta apertura a lo antropológico, está llamada a recoger todo aquello que dignifique, plenifique y enaltezca la condición humana.

Al constatar que "...el niño entero va a la escuela" (Knapp), necesariamente el proceso educativo requiere para que deje de ser sesgado, que la Orientación Educacional enfrente el desafío de fundarse en un humanismo integral donde se asuma, abierta y críticamente, bajo esta visión totalizante todo aquello que se descubre como naturalmente humano y humanizante: "El humanismo integral se constituye como tal en la medida en que sabe subsumir los aspectos universales que plantea cada concepción filosófica que sustenta un determinado humanismo; pero, sabe también integrar aspectos válidos de cada uno de ellos. Sin caer en un eclecticismo contradictorio, por la naturaleza propia de estas concepciones, el humanismo integral debe saber rescatar una idea adecuada del mundo, del hombre y de su fin o debe asumir una cosmovisión que deje abierta la posibilidad indagativa de la naturaleza en la cual el mismo se incluye. Un humanismo integral concebido de esta forma debe, por otra parte saber limitar los aspectos privativos y limitativos de concepciones humanistas específicas".

Por otro lado, es también importante no cerrase a nuevas dimensiones de lo propiamente humano sobre las cuales se puedan tomar conciencia: "La multiplicidad de las dimensiones humanas debe ser descubierta; más aún, debe existir una perspectiva abierta a la consideración de nuevas expresiones humanas aún no desarrolladas ni necesariamente conocidas".

Desde este humanismo integral, consecuentemente la educación se orientará en términos, también, más totalizantes: una educación orientada hacia el alumno en su totalidad buscará llegar a todas las dimensiones del educando. La Orientación Educacional está llamada, desde esta visión, a preocuparse por todas las dimensiones del alumno: "Cada niño posee un conjunto de potencialidades, todas las facetas del cual son capaces de desarrollo en varias áreas y en diferentes proporciones al mismo tiempo...las responsabilidades de orientación para con el niño total deben interesarse ... por el desarrollo de todas sus potencialidades..." . Resulta así que la "... Orientación es un proceso unitario que asiste al alumno en todas sus necesidades, tanto en las que permanentemente requieren satisfacción para un adecuado desarrollo, como en las específicas que señalan su evolución personal y las exigencias del medio en que vive... Arthur Jones con relación a esto, escribe: Las necesidades humanas son la base de la Orientación... La necesidad humana constituye su fundamento".

Un valor y actitud imprescindible para desarrollar esta tarea lo constituyen el respeto y la tolerancia; sin ellos se hará difícil construir un humanismo integral para una educación integral. El Educador como el Orientador deben superar polarizaciones y reduccionismos educacionales, ideológicos, religiosos, políticos, nacionalistas, etc., para acceder a una actitud que vaya más allá (meta) de sus incompletas e imperfectas valoraciones; ellos procurarán constantemente lo que sea expresión universal de la naturaleza humana: "Esta formación integral debe mantener un sentido ético en cuanto expresión de valores universales".

Para esta propuesta, una misión importante para el éxito de ella recae en el docente. Tanto el Orientador como el profesor, en su teoría y praxis educativa, que busca el perfeccionamiento intelectual y moral del alumno, desde un humanismo integral, por consecuencia, y coherentemente, deben practicar una educación integral. Si existe disonancia entre lo que piensa y lo que vive en el aula, todo esfuerzo de perfeccionamiento totalizante del alumno está destinado al fracaso. El Orientador Educacional está invitado a superar sus propias ideas, en virtud de la búsqueda común de aquello que hará más grande a sus discentes. Cuando el maestro realiza este ejercicio no solo ayuda al perfeccionamiento de sus alumnos, sino también alcanza su propio perfeccionamiento: "la misión esencial del educador lo obliga, por ende, a un modus vivendis. No puedo aceptar, por ejemplo, que un educador, se enmarque teóricamente en esta concepción filosófica y a la vez contradiga de hecho lo que enseña con una vida que rompe de plano lo que afirma en la sala de clase. Esta crítica debe caer primero sobre sí mismo. La misión esencial del educador implica un desafío que lo enmarca de por vida en una actividad holística".

Lejos de una actitud ecléctica simplista y cómoda, al hombre y su perfeccionamiento, que se realiza por la educación, no se le puede abarcar acotándolo desde una visión parcial y restringida. "La educación integral supone, obviamente, una perspectiva filosófica. La concepción filosófica que sustenta esta educación se basa en una idea de hombre abierto a una multiplicidad de dimensiones que implican incluso lo trascendente". El hombre es un Ser Complejo y Abierto, por tanto requiere para su comprensión una mirada integral: el hombre es un ser vivo, animal, corpóreo, espiritual, racional, psíquico, social, libre, responsable, ético, etc. En este sentido, "sólo una educación que busque adecuarse a lo que el ser humano es en esencia, podrá ser realmente educativa".

La apertura crítica del humanismo, como del proceso educativo y la Orientación Educacional, a lo que es la naturaleza humana debe ser también equilibrada. En este humanismo o filosofía "la educación integral postula un desarrollo equilibrado de la personalidad". Este desarrollo que debe incluir todos los factores de la personalidad: somático, afectivo, conativo y cognitivo; donde la educación se involucra con todas las dimensiones de la personalidad humana y con un conocimiento, cada vez más pleno y consciente, de las posibilidades de ser que nos guarda la naturaleza del hombre: "el equilibrio de las diferentes expresiones o dimensiones humanas debe responder a una filosofía que comprenda nuestra naturaleza. Para mientras mejor nos conozcamos, más nos desarrollemos y mejor integremos en la educación lo que pretendamos ser en el futuro, estaremos mejor preparados para la vida individual y desarrollaremos con mejor eficacia un equilibrio vital con nosotros mismos, con el ambiente en que vivimos; a la vez, que nos abriremos voluntariamente a nuevas dimensiones perfeccionadoras del hombre".

De este modo la Educación Integral cimentada en un Humanismo Integral busca favorecer todo lo que perfeccione al ser humano: "la educación integral debe entregar metas, fines y propósitos educativos dirigidos a relaciones de sentido conducentes al perfeccionamiento humano. Los valores educativos más importantes deben orientar la acción hacia dichas metas".

Finalmente, frente a este mundo globalizado, la Educación Integral puede constituir una respuesta inter y meta nacional a los desafíos de una mejor y más humana comunicación y convivencia entre las personas.

BIBLIOGRAFÍA

1.- AA.VV. Diccionario de Ciencias de la Educación. Ediciones Paulinas. Madrid. 1990.

2.- CIRO E. SCHMIDT A. Pensando La Educación. San Pablo. Santiago. 1994.

3.-AA. VV. Educación, Valores y Desarrollo. Tercer seminario Internacional. UCV, MINEDUC, OEI. Valparaíso, Santiago. 1997.

4.- AA. VV. Primer Congreso de Educación Internacional, Integración y Desarrollo. USACH, UNESCO. Santiago. 1996.

5.- Las notas a pie de página 2, 3, 4, 5, 8, 9, 10, 11, 12, 13, y 14 corresponden a citas textuales tomadas de los artículos citados del Prof. Dr. Victor Huaquín Mora, publicados como documentos de estudio en la USACH.