Después de Karol Józef Wojtyła (Juan Pablo II, vaya), azote de rojos, maricas, teólogos de la liberación y otras malas hierbas, que con Reagan y Thatcher formaron la mejor delantera, el sagrado tridente ideológico del neoliberalismo (que Dios los tenga en su gloria); después también de Ratzinger Z; después de estos ejemplares más malos que la grama pero que cuando hablaban a la gente se les pitufaba la voz, después ha venido a nosotros Francisco y, reconozcámoslo, nos ha parecido majete y nos han gustado algunas cosas que ha dicho (otras nos siguen pareciendo retrógradas y antimodernas y tal).