De lo macro al micro

Dice el refrán que solo nos acordamos de lo rural cuando truena. O algo así. El capital hace ya tiempo que viene acordándose. Así hemos pasado de los macrovertederos a las macrogranjas industriales, ya sean vacas o cerdos quienes las sufran; macroplantas fotovoltaicas; macroparques eólicos; macrourbanizaciones para los que nunca pasan hambre; macrocárceles para quebrar voluntades y engordar a las constructoras; embalses para macrocentrales hidroeléctricas; y, por qué no, macrofestivales para macrogilipollas. Es de sentido común que la cantidad y la calidad están y estarán siempre reñidas. Que porque haya un millón de moscas comiendo mierda seguirá siendo eso, mierda. Y es ahí cuando te cuelan que un festival que puede reunir a más personas que las que habitan un entorno ya infradimensionado en cuanto a sus servicios dotacionales (sanidad, recogida de residuos, alcantarillado/depuración…) puede ser sostenible porque te dan un vaso que puedes, y debes, ir rellenando en sus negocios. Puede haber muy buenas intenciones detrás del apartado “Sostenibilidad” de la página web del festival pero hay que ser muy inocente, muy blandito, como la música que promueven, para creerte eso. El comportamiento gregario, el del rebaño, conlleva en voluntades flojas dejarse llevar y con ella una merma en aquello de las obligaciones -ya sea no arrojar colillas o reciclarlo todo, como dicen en su web-. La elección de los escenarios también tiene su mérito. Poco parece importar estar todo el municipio incluido en la Red Natura 2000: “Disfrutemos de la riqueza de los ecosistemas de la Sierra Oeste de Madrid”, ¿cómo? Citaremos solo de pasada eso del peligro de incendios forestales y algo de un tal COVID19, minucias.

¿Y por qué no usar ese formidable auditorio que el Ayuntamiento, corporación tras corporación, tiene abandonado? Habiendo padrino por parte del mismo parece fácil que pueda usarse, no tanto para según qué asociaciones culturales de la zona. Y ese es otro punto delicado de este festival, ¿quién está detrás de esto? Parece ser que es la izquierda caviar la que ha dado facilidades para que este bochorno se perpetre aquí, en una Zona de Especial Protección para las Aves. Habrá una empresa (Producciones Brillante) que será la que se coma el pastel, un pequeño reparto de migajas para algún bar amigo y luego, todo lo demás que no se cuantifica, se pagará a escote entre los habitantes y el entorno (perturbaciones, ruidos, basuras, destrozos). Esto es, lo mismo que pasa con las macrogranjas, macroplantas fotovoltaicas, macrovertederos, macro… lo que vemos en el tercer mundo pero ahora a 50kms de la capital, del Capital.