James Petras
Después
de los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono, los
teóricos de la conspiración han prosperado. Si bien en el
pasado las teorías conspiratorias tenían su origen en grupos
marginales situados más bien en las periferias del poder político,
en el caso que actualmente nos ocupa los conspiradores se encuentran en
las altas esferas de gobierno, en medios de comunicación que cuentan
con las mayores audiencias a nivel mundial, y entre los más respetados
académicos. Las teorías conspiratorias enunciadas desde EEUU
y Europa se extienden por todo el planeta, y son repetidas por líderes,
ilustres personajes religiosos, y medios de comunicación por todo
Asia, África y América Latina.
La "conspiración",
de acuerdo con lo argumentado por sus máximos exponentes en EEUU,
es la de un entramado de conspiradores secretos islámicos agrupados
en torno a un líder fundamentalista, Osama Ben Laden. [Según
esta teoría], Ben Laden y sus seguidores estarían organizados
en torno a una red global terrorista, , y estarían conspirando para
derrocar a los gobiernos occidentales y al-Qaeda establecer regímenes
islámicos en todo el mundo, comenzando con los ataques sobre el
World Trade Center y el Pentágono. Los formuladores de estas teorías
contra el fundamentalismo islámico no se basan sobre ninguna evidencia
concreta.
Incluso la identificación
de los terroristas sospechosos ha empezado ya a ser cuestionada, por no
hablar de todo lo relativo a sus creencias políticas, sus afiliaciones
organizacionales y su conexión con redes internacionales.
Como ocurre
con la mayoría de teorías conspiratorias, las pruebas son
las primeras en caer víctimas de las nociones preconcebidas que
cada uno tenga. Las bases sobre las que Washington atribuye al fundamentalismo
islámico en general y a Ben Laden y al régimen talibán
en particular los ataques terroristas se fundamentan sobre generalizaciones
extrapoladas de incidentes previos ocurridos en otros contextos, así
como en nociones preconcebidas acerca de la capacidad, la política
y las actividades de los fundamentalistas islámicos.
Los formuladores
de teorías conspiratorias sacan sus conclusiones de la siguiente
manera: Ben Laden en particular y el fundamentalismo islámico en
general se han visto envueltos y han apoyado incidentes terroristas en
el pasado. Ambos son enemigos declarados de EEUU y de Occidente y han emitido
edictos llamando a la "guerra santa" contra Washington. Ben Laden y sus
seguidores dirigen una red clandestina internacional (al-Qaeda). En consecuencia,
y de acuerdo con los conspiradores, esta caracterización general
lleva a la conclusión de que la red internacional de Ben Laden es
responsable de los ataques de Nueva York y Washington.
Esta lógica
deductiva sería impecable si no fuera porque carece de pruebas sobre
las que asentarse. Ninguno de los sospechosos identificados tiene las características
que se atribuyen a los seguidores más próximos de Ben Laden,
los talibán, o ningún otro grupo fundamentalista islámico.
Los sospechosos
clave no seguían ninguno de los preceptos básicos del código
de conducta islámico, por no hablar ya de las prácticas austeras
de Ben Laden o los talibán. Según la BBC (22 de septiembre
del 2001), a uno de los principales sospechosos, Ziad Jarrahi, "le gustaba
beber de vez en cuando, divertirse, era sociable, y nunca expresó
ningún sentimiento anti- norteamericano". La familia de Ziad tiene
un vídeo que muestra a Ziad bailando en la boda de uno de sus primos
en enero del 2001, bailando, bebiendo, y recién afeitado. Otras
informaciones previas sobre los terroristas sospechosos les describen bebiendo
en un bar de Florida.
También
según la BBC, "los 19 sospechosos del secuestro identificados por
la BBC tenían una procedencia similar en el Medio Oriente... Eran
miembros de una pequeña clase media capaz de pagar unos estudios
de calidad en países como Alemania y los Estados Unidos". Ziad había
pedido un préstamo de $2.000 a su familia antes del ataque para
pagarse el viaje. Aparentemente, el apoyo familiar resultó ser mucho
más importante que cualquier red de financiación internacional
vinculada a Ben Laden.
Todos estos
hechos se contradicen con lo afirmado por las teorías conspiratorias
en todos y cada uno de sus puntos fundamentales. En primer lugar, los sospechosos
no son musulmanes practicantes, y mucho menos fundamentalistas. Beben,
bailan, salen con chicas... se comportan en realidad como cualquier persona
de clase media laica de cualquier parte del mundo. En segundo lugar están
educados, son profesionales de clase media, y frente a los seguidores terroristas
de Ben Laden y otros grupos islámicos o que reciben el apoyo de
los talibán, no eran pobres, semi-educados, ni eran personas que
hubieran crecido en barrios o pueblos o hubieran sido adoctrinados por
maestros de religión. En tercer lugar, los sospechosos comparten
una experiencia educativa común en el mismo área geográfica:
siete de los sospechosos estudiaron en Hamburgo, la mayor parte de ellos
en disciplinas técnicas. No fueron reclutados en campos de refugiados
ni fueron adoctrinados en escuelas religiosas por maestros de religión
fundamentalistas.
Un estudio
a fondo del perfil de los principales sospechosos no encaja con ninguna
de las especulaciones de los conspiradores para justificar su guerra contra
el "fundamentalismo islámico", Ben Laden, al-Qaeda, o el régimen
talibán en Afganistán.
Las pruebas
que existen sobre los terroristas sugieren que los atacantes conformarían
casi con toda probabilidad un pequeño y cohesionado grupo independiente
de personas laicas y educadas, que probablemente se conocían personalmente
con anterioridad y durante un largo periodo de tiempo. La pertenencia a
este grupo se habría visto limitada a personas que se conocieran
entre sí durante mucho tiempo, sin ninguna o escasa conexión
con grupos terroristas, fundamentalistas o de otro tipo. Estas características
explicarían los fallos de los servicios de inteligencia, puesto
que los mencionados servicios controlan y se infiltran en los grupos fundamentalistas.
Mientras algunos de los terroristas podía haber sido una persona
religiosa, lo más probable es que sus acciones fuesen dirigidas
por una ideología laica. La elección de sus objetivos pone
de manifiesto que su elección estuvo basada en un análisis
económico y político de los centros de poder global económico
y militar.
Es muy
improbable que los talibán o Ben Laden hayan podido planificar,
dirigir, y llevar a cabo estas acciones desde sus escondrijos en Afganistán,
debido a la precisión de detalles y la coordinación requeridas.
Es muy improbable que Iraq, Siria o Irán hayan tomado parte en este
tipo de acciones y con estos sospechosos sin ser detectados, dado el alcance
de los servicios de inteligencia de EEUU, la UE y el Mossad.
Si la teoría
de la conspiración es tan endeble como parece y existe una teoría
alternativa, más plausible, sobre la existencia de un grupo autónomo,
pequeño, y muy localizado [responsable de los ataques], ¿por
qué Washington prepara la guerra contra Afganistán y otros
países del Golfo y del Próximo Oriente?
Una hipótesis
es que Washington, antes de los ataques terroristas [subrayado en el original],
estaría ya planeando derrocar al régimen talibán y
está utilizando los ataques para justificar su política.
Un alto oficial paquistaní ha confirmado que en agosto del 2001
un oficial estadounidense le contó que Washington planeaba eliminar
a los talibán a principios de octubre del 2001. La razón:
los talibán ofrecían sus bases para el entrenamiento de militantes
islámicos opuestos al poder de EEUU y su presencia en el mundo islámico.
Una segunda hipótesis es la de que la movilización de guerra
y las regulaciones que la acompañan permitirá a Washington
y a otros países de la UE movilizar tropas de tierra para el combate,
acabando así con la oposición ciudadana a las guerras sobre
el terreno (el llamado "Síndrome de Vietnam"). Admitir que el ataque
fue llevado a cabo por un pequeño grupo autónomo de profesionales
laicos sin conexión alguna con redes internacionales y sin contar
con el apoyo de algún Estado, debilitaría la movilización
para la guerra y las políticas de intimidación y fuerza que
se utilizan para reafirmar el poder de EEUU en todo el mundo.
Las teorías
conspiratorias pueden servir para justificar los ataques violentos contra
Iraq, Siria, y posiblemente Irán y Libia, así como contra
cualquier otro país que se oponga a la construcción del Imperio
norteamericano. La doctrina Bush de que "quien no esté con nosotros
está contra nosotros" refuerza el terrorismo de Estado israelí
dentro de los Territorios Ocupados y justifica la represión de los
movimientos anti-globalización en el Norte y de los movimientos
de masas del Sur contra el liberalismo.
La teoría
de la conspiración divide el mundo en dos: entre el imperio norteamericano
y el terrorismo. Y también mitifica el conflicto verdadero entre
un imperio en crisis y los movimientos sociales de oposición en
auge.
Comité
de Solidaridad con la Causa Arabe
(Traducción:
CSCAweb)