La lucha por el poder obrero y popular, por el socialismo
y la liberación nacional, es inseparable de la lucha contra el populismo
y el reformismo, graves enfermedades políticas e ideológicas
existentes en el seno del campo popular. El populismo es una concepción
de origen burgués que desconoce en los hechos la diversidad de clases
sociales; unifica la clase obrera, el campesinado pobre y mediano, la pequeña
burguesía y la burguesía nacional media y grande bajo la
denominación común de pueblo. Al no diferenciar con exactitud
el rol y posibilidades de estas diversas clases, tiende constantemente
a relacionarse, con prioridad, con la burguesía nacional y a alentar
ilusorias esperanzas en sus líderes económicos, políticos
y militares, incluso en aquellos como Gelbard, Carcagno o Anaya, íntimamente
ligados a los imperialistas norteamericanos. La corriente popular más
importante gravemente infectada con la enfermedad populista, es Montoneros.
Su heroica trayectoria de lucha antidictatorial se ha visto empañada
por la confianza en el peronismo burgués y burocrático, que
ha causado grave daño al desarrollo de las fuerzas progresistas
y revolucionarias en nuestra patria.
Con el profundo y sincero aprecio que sentimos por
esa organización cimentado por la sangre de nuestros héroes
comunes que se entremezclara en Trelew, pensamos que es obligación
de todo revolucionario dar con franqueza la lucha ideológica, reflexionar
en conjunto sobre la experiencia de su apoyo a Perón y al peronismo
burgués y combatir las latentes expectativas en Carcagno, Gelbard
u otros líderes de las clases enemigas. A partir de su inevitable
ruptura con el peronismo burgués y burocrático que ha comenzado
a concretarse definitivamente en las últimas semanas, Montoneros
tiende y tenderá cada vez más a retomar lazos con las organizaciones
progresistas y revolucionarias, entre ellas con nuestro Partido. Tiende
y tenderá cada vez más a reintegrarse a su puesto de combate,
a enfrentar con las armas en la mano, al gobierno y las fuerzas policiales
y militares de la burguesía y el imperialismo. Pero ello no implica
un cambio de fondo en la concepción populista. De ahí que
al mismo tiempo que saludamos la nueva orientación Montonera, estamos
convencidos de la necesidad imperiosa de combatir intensamente la enfermedad
ideológica y política llamada populismo para exterminarla
definitivamente del campo popular, principalmente de Montoneros, la más
afectada por esa temible enfermedad burguesa.
Cuando a principios de 1973 la dirección
de FAR caracterizó entusiasmada al Gral. Perón como líder
revolucionario y calculó que el gobierno peronista, denominado por
ellos gobierno popular, llevaría adelante una política consecuentemente
antiimperialista y pro-socialista, nuestra organización planteó
a estos compañeros:
"Estamos en presencia de un claro plan del enemigo consistente en el
acuerdo entre la Dictadura Militar y los políticos burgueses, con
el objeto de salvar al capitalismo, detener el proceso revolucionario en
marcha. Para ello el conjunto de la burguesía pretende volver al
régimen parlamentario y de esa manera ampliar considerablemente
la base social de su dominación, reducida estrictamente a las FF.AA.
durante el Onganiato, aislar a la vanguardia clasista y a la guerrilla,
para intentar su aplastamiento militar. La ambición de la burguesía
es detener y desviar a las fuerzas revolucionarias y progresistas en su
avance, y llegar a una estabilización paralela del capitalismo argentino.
Este plan es irrealizable a corto y mediano plazo porque la crisis económico-social,
así como la potencia actual de las fuerzas revolucionarias progresistas,
lo impedirán. Sin embargo, el plan enemigo pese a su elementalidad
encierra ciertos peligros fundamentalmente el que motiva la presente carta,
debido, pensamos a la juventud, debilidad política e inexperiencia
de sectores de la vanguardia revolucionaria".
"...el éxito fundamental que ha comenzado
a lograr y que debemos enfrentar con todas nuestras fuerzas, es poner una
cuña en las organizaciones armadas, comenzar a tener una influencia
cierta en las organizaciones armadas peronistas y en sectores de la juventud
peronista, dirigida a detener y desviar su accionar a partir de la consumación
de la farsa electoral".
"Analizando vuestra evolución como organización
revolucionaria y basados en el conocimiento surgido de la actividad en
común, pensamos que vuestra actitud tiene un significado profundo
y que encierra serios peligros para el desarrollo futuro de las fuerzas
revolucionarias en nuestro país. Pensamos que la negativa a firmar
con nosotros es una concesión de Uds. a las presiones macartistas
y derechistas del peronismo burgués, y que es una cara de la moneda
que tiene como reverso vuestro apoyo incondicional y activo a los políticos
burgueses del peronismo y del integracionismo a los Cámpora, Solano
Lima, Silvestre Begnis, etc."
" Esto es motivo de honda preocupación para
nosotros, no sólo por las trabas que coloca en el desarrollo político
militar homogéneo de las organizaciones armadas, los avances hacia
la unidad, sino porque muestra a Uds. en una vacilación inexplicable,
ante la posibilidad de suspender las operaciones militares a partir de
la instauración del nuevo gobierno parlamentario que planea darse
la burguesía"3.
Lamentablemente, estas sanas y justas observaciones
no fueron escuchadas y la política de FAR-Montoneros se tiñó
de apoyo al gobierno contrarrevolucionario y antipopular y de una línea
general divisionista en el seno del pueblo, tendiente al irrealizable propósito
de aislar a nuestra organización.
Si recordamos hoy esto es porque el enemigo presentará
en el futuro una nueva engañifa, posiblemente de tipo peruanista,
con Carcagno a la cabeza, por ejemplo, y levantando el programa del FREJULI
o quizás otro mucho más radicalizado. Para eludir esa nueva
trampa, para rechazar sin vacilación esa nueva patraña, ese
nuevo canto del cisne, es imprescindible comprender el error cometido ante
el GAN, rectificar esa línea proburguesa, erradicar la enfermedad
del populismo.