Chile es el país con la peor desigualdad de América Latina
James Petras (63 años) es un viejo conocido de Chile. Entre 1962 y 1973 estudió detenidamente la política en nuestro país, aportando su visión lúcida a los sectores que en aquella época intentaron la abortada reforma social que culminó con la Unidad Popular. Después ha continuado esta labor con textos en que cuestiona a la dictadura de Pinochet y los sucesivos gobiernos de la Concertación. Nacido en Estados Unidos en una familia de emigrantes griegos, desde sus años juveniles en las protestas en la Universidad de California viene desarrollando un pensamiento crítico de la influencia norteamericana en Latinoamérica. Esta vasta experiencia, en la actualidad, le permite impartir su cátedra de Ética Política en la University of New York, desde donde nos concedió la siguiente entrevista para referirse a las grietas que afloran en la llamada Globalización, el estado de los movimientos sociales y los posibles caminos que se abren ante la siempre vulnerable América Latina.
- ¿Cómo evalúa el proceso
político en Chile en los últimos años?
Chile ha transitado desde un autoritarismo militar
hacia un neo-autoritarismo civil. De hecho, su país tiene las leyes
laborales más represivas, se censura abiertamente la libertad de
expresión y se le da el tratamiento más violento a un pueblo
indígena en el contexto de la peor concentración de riqueza
y la mayor cantidad de horas de trabajo en toda América Latina.
El régimen de la Concertación, particularmente con la presidencia
de Lagos, ha sido el principal apoyo para Estados Unidos, con un dominio
evidente del libre comercio, particularmente acentuado por el acercamiento
al ALCA. Chile, junto a Argentina y México, son clientes estratégicos
para el imperialismo norteamericano.
- ¿Persiste en su tesis de que el golpe
de Estado de 1973 en nuestro país fue más que nada un golpe
clasista y no tanto militar?
El golpe de 1973 en Chile fue financiado y
dirigido por el imperialismo de EE.UU. y la clase dirigente chilena. Ellos
fueron los principales beneficiarios, los principales colaboradores y diseñadores
de las políticas socioeconómicas. Las mismas clases determinaron
que el militarismo aseguraría su impunidad en la transición
hacia el orden del autoritarismo civil. La milicia gobernó y estableció
privilegios económicos y sociales y una minoría se repartió
los bienes para resguardar los intereses de una clase capitalista.
- ¿Considera que la satanización
de la Unidad Popular, promovida por la ultraderecha chilena, va a ser el
juicio de la historia para aquel período?
La satanización de la Unidad Popular se encuentra
tanto en la Concertación, como en la ultraderecha. A medida que
la nueva generación de trabajadores, estudiantes, campesinos y el
pueblo urbano en general desarrollen una batalla activa, es probable que
en el futuro una minoría de intelectuales críticos articule
una historia verdadera de la naturaleza progresista de la UP. En Chile
aún persiste una tradición oral entre los pobladores que
reconocen los alcances positivos de la UP; ellos proporcionarán
una audiencia receptiva.
Los caminos de la Izquierda
- ¿Es posible que la mala conciencia,
originada probablemente en el aislamiento en que las sociedades latinoamericanas
dejaron a las víctimas de las dictaduras, sea un factor psicológico
determinante en el auge de la frivolidad en nuestras culturas nacionales?
La frivolidad y la propaganda de Estado son una
característica de todos los medios masivos en EE.UU. y de muchos
países europeos, no sólo en América Latina. Puesto
que las clases populares sufren con la agudización de la crisis
neo-liberal, no pueden ser influidas en el sentido de apoyar el sistema,
así que se las distrae con frivolidad en cuanto a la oposición
e ese mismo sistema. Sin embargo, el crecimiento de las luchas de clases
a través de América Latina –con las excepciones de Chile
y Honduras– ha generado una cultura popular de resistencia de masas, como
se observa en Argentina y Bolivia, donde los piqueteros y cocaleros han
creado una nueva cultura de solidaridad popular.
- ¿No cree que la tortura y la delación
han producido un efecto de honda desconfianza entre los izquierdistas y
tal vez a ello se deba su dispersión?
La desconfianza resulta de la tortura y de la delación,
pero no son las únicas fuentes. El ethos salvaje de la competencia
y la codicia del éxito a cualquier precio azuza a los individuos
a oponerse unos con otros, generando sospechas y desconfianzas, aun entre
la misma Izquierda.
- Históricamente se ha dicho que la
izquierda siempre va a perder con la derecha, porque la derecha está
dispuesta a todo. ¿Cómo podría la izquierda romper
este determinismo?
La historia ha presenciado ciclos en los que la
izquierda derrota a la derecha y viceversa. Ahora estamos saliendo de un
período de victoria del ala derechista (1973-2000) y en verdad no
se puede generalizar toda la historia sobre la base del último cuarto
de siglo. Hoy la derecha está en el gobierno, pero enfrentando una
depresión mundial y el resurgimiento de las fuerzas populares que
usan una variedad de formas de batallas. La clave del éxito de los
nuevos movimientos es que se comprometan en una acción directa vía
auténticas asambleas populares de masa.
- ¿Cómo debiera ser una autocrítica
de la izquierda que no terminara en el derrotismo o en la adopción
de los postulados neoliberales?
La autocrítica es constructiva cuando incluye
las victorias tanto como las derrota, en el pasado y en el presente. El
compromiso en las batallas populares de masa, estudiando cuidadosamente
las nuevas alternativas, y con distancia de la dominante cultura académica
burguesa es crucial en la promoción de una nueva cultura revolucionaria.
- Arthur Koestler, un típico ex comunista
que se pasó al bando contrario, afirmaba que el problema con los
medios de comunicación de izquierda era su propósito de usar
al pueblo en vez de proporcionarle una vía de expresión.
El desarrollo de una conciencia revolucionaria no
es un evento “espontáneo” ni tampoco depende del tutelaje de la
elite. Es el resultado de un diálogo dialéctico entre intelectuales
activistas y militantes populares, donde las ideas teóricas y la
experiencia práctica se confrontan. A ese respecto, es esencial
que surjan asambleas populares donde con un lenguaje popular se comuniquen
ideas complejas y en las cuales los activistas pueden expresarse libremente.
Desobediencia a la Globalización
- ¿En dónde se origina el fetichismo
por el dinero que parece atenazar la conciencia de las personas en el presente?
El quiebre de la solidaridad de clases y la corrupción
y cooptación de los sindicatos y los líderes de los partidos
de “izquierda” han forzado a las clases populares a relegarse en intereses
familiares e individuales y de esa manera se tornan vulnerables a la propaganda
comercial. Las necesidades de consumo popular, sin embargo, no debe confundirse
con el consumismo de las clases medias y altas; la cuestión no es
la demanda popular de comodidades de consumo (que se justifica), sino que
la aproximación colectiva o individual a la seguridad de ellas y
de las otras prioridades sociales de las clases populares.
- Usted sostiene que el intelectual comprometido
es un actor en vías de extinción. ¿Estima conveniente
recuperar ese papel que jugaba en nuestros colectivos?
Una nueva generación de intelectuales comprometidos
y críticos está emergiendo, particularmente en los países
donde la lucha de clases está avanzando, como en Brasil, Colombia,
México, Ecuador, Argentina, a pesar de que aún son una minoría
en las universidades y las profesiones. Los nuevos intelectuales críticos
rechazan el rol de “vanguardia” del pasado y entregan importantes análisis
e ideas a los activistas y líderes del movimiento de masa, especialmente
en la formulación de alternativas al ALCA, al neo-liberalismo, etcétera.
Desdichadamente, en Chile, con unas pocas excepciones notables, el clima
intelectual todavía está dominado por una cultura elitista
propia del arribismo.
- ¿Ve como probable el surgimiento de
una alternativa al neoliberalismo con las últimas protestas masivas
contra la Globalización, particularmente en las potencias del hemisferio
norte?
El problema no es el resurgimiento de alternativas
al neo-liberalismo, las hay muchas competitivas que van desde el rango
de los sectores revolucionarios anti-capitalistas, hasta las reformas del
nacionalismo que propone un estado de bienestar. En los países imperialistas
tutelados por EE.UU., ahora mismo con Bush, están moviéndose
desde un imperialismo neo-liberal hacia un imperialismo neo-mercantilista,
que pronto se repetirá en Europa y Japón. Esto provocará
inevitablemente una reavivación de los regímenes nacionalistas,
como Chávez en Venezuela, o la reanimación de una amplia
variedad de "socialismos", en países tan diversos como Colombia,
Brasil y Rusia.
- El fracaso de los llamados mercados emergentes,
como el de Argentina, ¿lo ve como un proceso inevitable que va a
terminar afectando a toda la región?
El
colapso y la deuda por el incumplimiento de Argentina, junto con la profundización
de la recesión en Europa, Japón y EE.UU., tendrá un
efecto devastador en todas las economías basadas en las exportaciones.
Las economías de exportación menos diversificadas y que además
poseen mercados domésticos débiles, como es el caso de Chile,
sufrirán las peores consecuencias.
- ¿Cómo describiría usted
la desigualdad creciente que, al parecer, se ha impuesto en Estados Unidos?
La creciente inequidad en EE.UU. corresponde a una
función del poder político de la clase capitalista y la debilidad
de un privilegiado y corrupto sector sindical que rechaza comprometerse
en la lucha de clases y colabora con el Partido Demócrata.
- ¿Piensa que en Latinoamérica
estamos condenados a marcar el paso de Estados Unidos y reproducir su sistema
durante las próximas décadas?
América Latina tiene dos modelos políticos:
un sistema bipartidista en el cual la centro derecha (en Chile, la Concertación)
compite electoralmente con la derecha (la UDI y sus aliados, en el caso
de ustedes) por el privilegio de defender el imperio de EE.UU. en la clase
local gobernante. El segundo modelo político es el movimiento sociopolítico
de masa, comprometidos en la acción de masa extra parlamentaria
y organizados para transformar el sistema socio-económico –como
los Sin Tierra en Brasil, los Zapatistas en México, etcétera–.
La pugna entre estos dos modelos decidirá el futuro de América
Latina.
- A usted le ha tocado presenciar numerosos
fracasos de ensayos de reforma social. ¿Todavía tiene la
convicción de que se podrá vencer en algún momento
el poder del neo-imperialismo?
He presenciado grandes victorias y derrotas en los
pasados 45 años. Hoy hay un progreso general en las luchas populares
en la mayor parte de América Latina, con gran éxito en la
construcción de movimientos y el aseguramiento de reformas parciales
y limitadas. El imperialismo enfrenta una crisis económica, una
desintegración de la base social a través de América
Latina y un incremento de la dependencia de la militarización (Plan
Colombia, Iniciativa Andina, Plan Cabañas, etcétera.) La
excepción a la regla es la vuelta al electoralismo político
en Chile. Preveo importantes transformaciones sociales en Colombia, Brasil,
Argentina y posiblemente Venezuela dentro de los próximos cinco
años. Aquellos países, individual y colectivamente, tienen
la capacidad de resistir al poder de EE.UU. porque la política de
control de los EE.UU. no considera una enfrentamiento contra ejércitos
subterráneos, particularmente durante una severa recesión
económica. Las políticas neo-mercantilistas de los EE.UU.
afectarán a los sectores alienados de los negocios y la agricultura,
creando un sentimiento nacionalista y abriendo muchas posibilidades para
negociar más allá de la influencia de EE.UU.