James Petras:
Apuntes para Comprender la Política Revolucionaria Actual



Introducción

    Para comprender el presente y el futuro de la política revolucionaria se requiere un análisis histórico del medio siglo pasado. Un examen de la Izquierda es un proyecto complejo, reconociendo el desarrollo irregular de las luchas en los diferentes continentes, las tendencias contradictorias, los logros y las limitaciones, los legados a corto y largo plazo, la relación entre la economía y la política (el impacto del crecimiento o de las crisis sobre la revolución), en una palabra, un análisis matizado que desafíe las pautas intelectuales que pretenden definir los 'procesos mundiales' basándose en puntos de vista economistas y etnocéntricos.
    Los intelectuales, incluyendo los académicos, están tajantemente divididos a través de generaciones, entre aquellos que han suscrito, aunque sea de manera crítica, el 'neoliberalismo' o se han prosternado ante "la ideología más exitosa de la historia de la humanidad" y su "visión coherente y sistemática" y aquellos que han estado activamente escribiendo, luchando y edificando alternativas, sean socialistas u otras.1 El papel de los intelectuales en el proceso de la transformación social es complejo y significativo, pero nunca decisivo. Han reflejado más a menudo los cambios en las relaciones de poder entre las clases que definido posiciones 'independientes' y 'realistas' como reivindican a veces, engañándose a si mismos. Históricamente, la gran masa de intelectuales se ha solidarizado, en el mejor caso, con movimientos democráticos y nacionalistas, contra regímenes coloniales, dictatoriales o fascistas. Su apoyo a los movimientos y acontecimientos social- revolucionarios ha sido transitoria, contradictoria y limitada. La mayor parte de la intelectualidad rusa se opuso a la Revolución Rusa de octubre, tal como lo hizo la china, la vietnamita y la cubana, cuando esas revoluciones se volcaron hacia políticas igualitarias y confrontaron los bloqueos imperialistas estadounidenses, etc.
    Durante los períodos de ascenso contrarrevolucionario, siguiendo derrotas temporales o históricas, muchos de los antiguos intelectuales radicales vuelven a sus 'orígenes de clase', buscando ventajas privadas, descubriendo las virtudes de las ideologías de derecha (el espiritualismo, como en Rusia entre 1906 y 1910) y convirtiendo su sentido de desesperación y aislamiento privado en una doctrina de la invencibilidad y la irreversibilidad del dominio de la Derecha. Concomitante con su prosternación ante el poder, el realismo y la elocuencia de la Derecha, es su denigración de la Izquierda, sus derrotas, errores, fracasos, ilusiones, autoengaños, etc.2 De esta posición 'arrepentida' emerge lo que C. Wright Mills llamó un realismo descabellado, lo que es una manera de teorizar que construye una configuración unidimensional, en particular del poder contemporáneo, como si fuera realidad3 y de la derrota histórica de la Izquierda como punto de partida de un nuevo pensamiento político.
    Esta clase de seudo-teorización de los desarrollos pasados, presentes y futuros de la Izquierda carece de toda profundidad histórica. A través del lente del entusiasmo juvenil perdido y de la impotencia intelectual de la mediana edad, emerge una visión contemporánea de un horizonte desértico de la Izquierda, vacío de toda característica redentora, fuera de la luz magnífica que emana de los amigotes intelectuales del derrotismo histórico. El propósito de este ensayo es argumentar que la visión del pasado de la Izquierda es mucho más compleja y contradictoria que el paisaje de la conformidad de los años 50, la ebullición revolucionaria de los 60 y 70 y la derrota y la disolución de 1980-2000.4 Argumentaré que las fuerzas culturales e ideológicas que actúan en esos períodos tenían contrapuntos y reflejaban realidades políticas contradictorias, las que, por su parte, jugaron un papel en la definición de la futura dirección de la Izquierda. Una re-evaluación crítica del pasado y su relación con la Izquierda de hoy da la perspectiva para una comprensión sistemática de la supremacía y de las contradicciones del imperialismo euro-estadounidense, de sus limitaciones y de los desafíos radicales y revolucionarios que lo confrontan, tanto externa como interiormente.
        Un análisis del contexto contemporáneo requiere un análisis, basado en principios, de las realidades objetivas y subjetivas, que resista la tentación de magnificar la configuración actual del poder y de reducir al mínimo a la Izquierda en una especie de autoflagelación para expiar la exuberancia excesiva del pasado (una especie de mea culpa). Es importante evitar cualquier pretensión de moverse más hacia la derecha o hacia una clase de intelectualismo apolítico o un arcano intelectualismo autocompasivo.5

Histórica: los años 50 y 60.

    El desarrollo dispar de la política de Izquierda entre el norte y el sur nunca fue más agudo que en los años 50: en África, Asia y América Latina tuvieron lugar estallidos izquierdistas de importancia. En Argelia, Indochina, Cuba y Corea (entre otros países) tuvieron lugar luchas de importancia histórica mundial involucrando a millones de combatientes revolucionarios, confrontando al imperialismo euro-estadounidense y a sus clientes neocoloniales. En los EE.UU. e Inglaterra hubo un período de relativa 'inactividad'. Pero es una deformación monstruosa referirse a los años 50 como un período de ´conformismo´.6 Incluso en Europa, en Italia, Francia, Grecia (a pesar de la derrota en la Guerra Civil), y Yugoslavia poderosos partidos comunistas de masa impulsaron la lucha de clases (con la excepción de la lucha anticolonialista). Incluso en Europa Oriental, revueltas contradictorias de trabajadores tuvieron lugar en Alemania Oriental, Polonia y Hungría y apareció una cinematografía clandestina crítica. Sólo un euro centrismo ciego subestimaría la importancia de la lucha de los años 50 para así subrayar la resurrección de la izquierda en los EE.UU. e Inglaterra. La interconexión de estas luchas (la acción extraparlamentaria contra la Guerra de Argelia a principios de los años 60) creó la atmósfera necesaria para los levantamientos de fines de los años 60 como sucedió con las primeras victorias de los vietnamitas en los años 50 que prepararon el terreno para la emergencia del movimiento contra la Guerra de Vietnam en los EE.UU.
    El materialismo histórico describe la interconexión de los procesos políticos a través del tiempo y el lugar; no tiene nada que ver con relatos anecdóticos que escogen y eligen 'hechos' para que se ajusten a un humor conservador. La cuestión teórica es que el desarrollo irregular de la política de Izquierda a través del tiempo y el lugar desafía las prescripciones políticas, reflejando las coyunturas políticas particulares en regiones específicas. Metodológicamente, el desarrollo de las luchas de masas sin teóricos (por lo menos sin reconocimiento de nombre anglo-estadounidense) no disminuye su importancia como movimientos de definición histórica, como Sartre y Sweezy7 reconocieron más adelante durante sus visitas a Cuba a principios de los años 60. Desde la perspectiva marxista, el que las luchas revolucionarias emergieran en países donde el nivel general de las 'fuerzas productivas' era bajo, pero el nivel de las relaciones sociales explotadoras era alto, reforzó las perspectivas teóricas que consideraban el agente humano como el punto central, desacreditan el argumento mecanicista sobre las 'fuerzas productivas' utilizado por los socialdemócratas y los comunistas europeos para justificar sus políticas pro colonialistas activas o pasivas (teorizadas más tarde por Bill Warren en NLR/Verso y, reafirmadas mucho más tarde, lo que no es sorprendente, por el Profesor Anderson).8 Si los años 50 no constituyeron un período de conformismo en todo el mundo, tampoco fueron los 60, en todas sus manifestaciones, una época de alzamiento revolucionario uniforme.
    Aunque hubo claramente un aumento de las luchas de masas en América del Norte, Europa y regiones del Tercer Mundo, hubo importantes reveses en países de importancia y hubo severas contradicciones y tendencias conflictivas dentro de los movimientos de masas. En lo que a la teoría se refiere, llevaron a una re-evaluación positiva y un desarrollo creativo del pensamiento marxista y su extensión a nuevas áreas de trabajo intelectual y a nuevos tipos de problemas.
   La enérgica actividad de los movimientos sociales y de guerrillas basadas en trabajadores agrícolas y campesinos en Indochina, China y otros países llevó a unos pocos marxistas a re-evaluar el papel de los campesinos y de la lucha rural en sus teorías de la revolución.9 Igualmente, las sangrientas intervenciones imperiales euro-estadounidenses en Cuba, Indochina, Congo y en otros sitios obligó a algunos marxistas occidentales a volver a considerar el imperialismo en sus análisis. Nuevos teóricos-activistas como Fanon, Cabral, Guevara fueron leídos e influenciaron a militantes euro-estadounidenses y a un grupo no insignificante de intelectuales occidentales. El lado negativo de este 'intercambio intelectual' fue la influencia que algunos marxistas occidentales tuvieron en las luchas en el Norte y el Sur. El libro de Regis Debray, "Revolución en la Revolución" con su teorización mal informada y deformada de la Revolución Cubana y sus recetas militaristas-elitistas, causó pérdidas importantes en la izquierda en América Latina.10 Su intento posteriormente engañado y abortado de unirse al movimiento guerrillero del Che Guevara llevó a su captura, interrogación y a la delación subsiguiente de la posición de las guerrillas, resultando en su destrucción. Debray fue liberado más adelante y devuelto a su país, para pasar a convertirse en un consejero del régimen neoliberal de Mitterand, en un apologista de la fuerza nuclear francesa y en un autoproclamado chauvinista francés. Lo que no impidió que siguiera siendo un intelectual altamente respetado en algunos sectores de la Izquierda anglo-estadounidense, sobre la base de algunas cavilaciones banales sobre los medios de masas y una entrevista bastante arrogante con el subcomandante Marcos de los zapatistas.11 Si Debray fue emblemático de las influencias negativas de la Izquierda europea sobre el Tercer Mundo, Althusser y sus seguidores elaboraron un artificio teórico vacío de todo significado operacional, un conjunto de proposiciones abstractas de elegante lógica deductiva e irrelevante para cualquiera lucha práctica o realidad empírica.12 E.P. Thompson, Poulantzas, Miliband participaron en discusiones teóricas que contribuyeron a ampliar la comprensión de las esferas 'políticas' y 'culturales', ignorando el problema del imperialismo, en especial el estado imperial. Thompson, en un ataque de amnesia etnocéntrica, menospreció la importancia de las luchas entre el imperio y el Tercer Mundo como la mayor fuente de peligro de guerra nuclear. Para Thompson, la amenaza de guerra nuclear residió en la Guerra Fría entre la OTAN y la URSS.13 Sostuvo sus puntos de vista euro céntricos a pesar de informes publicados que revelaban que las mayores amenazas de guerra nuclear ocurrieron durante el bloqueo estadounidense de Cuba en 1962, en 1954 durante los principios de la guerra de Corea y en Vietnam a fines de los años 60. Cuando publiqué un ensayo para Spokesman (publicado por Ken Coates) criticando la tesis de Thompson, prefirió no responder.14 Leyendo los debates de Miliband y Poulantzas sobre el estado capitalista, uno nunca llegaría a saber que las mayores instituciones y recursos ideológico/económicos en el 'estado capitalista' EE.UU. estuvieron involucrados en una guerra imperialista de importancia. Los años 60 mostraron una gran creatividad intelectual, con importantes limitaciones políticas e intelectuales.
    Los masivos movimientos contra la guerra y las insurrecciones negras urbanas así como los movimientos por los derechos civiles en los EE.UU. y con más importancia la insurrección estudiantil-obrera en Francia e Italia, presentaron problemas políticos fundamentales, y en estos dos últimos países, la problemática del poder estatal. La resurrección de la Izquierda puso fin a los ideólogos del "fin de la ideología" como Daniel Bell, las evaluaciones pesimistas de teóricos de la "elite del poder" radical como C. Wright Mills y los proponentes del "Siglo Estadounidense" como Henry Luce de Time. Igualmente, la Izquierda resurgente marginó y desacreditó a ideólogos socialdemócratas que han unido su suerte a la del imperialismo occidental en nombre de los "valores democráticos".15 De manera bastante curiosa, muchas de esas ideas desacreditadas, como la dominación sin precedentes y total de los EE.UU., la ausencia de oposición y la desaparición de la ideología izquierdista, fueron recientemente recicladas en un artículo de Perry Anderson irónicamente titulado "Renovaciones".
    Emergió una nueva generación de escritores y activistas marxistas y de la Nueva Izquierda que se unió con lo mejor de la antigua generación de intelectuales-activistas: Lelio Basso, Ernest Mandel, J.P.Sartre, Herbert Marcuse, Bettleheim, Hal Draper, Sweezy, E.P. Thompson, para nombrar a unos pocos. La Izquierda de los años 60 tenía muchas facetas, a pesar de que publicistas e historiadores posteriores sólo vieron y describieron una dimensión: que fue apodada la "Nueva Izquierda". Las efímeras celebridades del rock así como los místicos y poetas apolíticos traga drogas.16 En realidad, la esfera política y cultural de la Izquierda de los años 60 fue un rico mosaico de movimientos contradictorios y conflictivos. En los EE.UU., por ejemplo, un importante comité de movilización contra la guerra fue fuertemente influenciado por trotskistas, especialmente en New York City, las campañas antirracistas en el área de San Francisco fueron influenciadas por el grupo juvenil comunista, el W.E.B.Dubois Club - Los intentos subsiguientes de comparar a la Izquierda de los años 60 con la "Nueva Izquierda" y a esta última con los Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS en inglés) fue fundamentalmente un ejercicio egoísta de ex-miembros del SDS, convertidos en historiadores académicos, pretendiendo conocimientos íntimos de un movimiento que se marginó deliberadamente de los principales movimientos contra la guerra, que no fue aceptado como un aliado equivalente por los sectores más militantes del movimiento del "Poder Negro", y que fue un factor insignificante en el movimiento estudiantil de Berkeley.17 Dentro de la Izquierda intelectual, hubo varios estilos intelectuales definidos: una tendencia estaba activamente empeñada en relacionar los principales temas del régimen de propiedad con las luchas en las que estaba directamente involucrada. Otra tendencia incluía a los altos sacerdotes de la teoría abstracta ("Estructuralistas") que prepararon el terreno para los 'post-estructuralistas' que hilaban teorías y conducían debates interminables e inconsecuentes sobre cuántos modos de producción podrían ser "articulados" en una formación social. Una tercera tendencia involucraba intelectuales 'populistas' anti-intelectuales que se unían y teorizaban sobre los manifestantes apolíticos y sus empresarios de rock como el 'nuevo medio más importante para la política'. Finalmente, estaban los socialdemócratas anticomunistas marginados, profesionales, que publicaban páginas y páginas en los medios pro-imperiales lamentándose de las ilusiones de la Izquierda estudiantil sobre el "estalinismo", queriendo decir el apoyo de la Izquierda a las luchas por la liberación del Frente Nacional de Liberación del Vietnam.
    La Izquierda programática, que combinaba su trabajo intelectual con la actividad práctica, se empeñó en una difícil lucha en dos frentes: por un lado contra los oficiantes anti-intelectuales de la 'música de rock revolucionaria' y por el otro contra el "aparato" abstruso e indolente de los teóricos "estructuralistas" de salón. El llamado movimiento de la contracultura fue de manera muy deliberada un individualismo retrógrado e invertido, que se prestó (así como muchos de sus fieles) más tarde a ser captado fácilmente por los ideólogos del "populismo de mercado": corredores de valores bursátiles esnifeando drogas, mercachifles de cabellos largos de la tecnología de la información y escritores de disparatados eslóganes publicitarios para las compañías de relaciones públicas.
    En los EE.UU. la política de facto de laissez faire del Gobierno Federal en cuanto a las drogas llevó a un influjo y consumo masivo de drogas en los ghettos y en la Izquierda activista, llevando a muchos a retirarse de la política. El opio se convirtió en el opio de la Izquierda. Burroughs y Ginsberg y sus acólitos, impulsaron una filosofía más cercana de las ideas místicas reaccionarias de Ayn Rand que de Carlos Marx. Lo que pasaba por una "crítica radical" del capitalismo era en realidad una reflexión pasajera sobre un estilo de vida que adoptaba un 'individualismo' egocéntrico y que llevó directamente a la auto llamada "derecha empresarial" de los años 90.18 La Izquierda del rock, las drogas y el sexo tuvo una profunda influencia en el movimiento político, sus sonidos estentóreos y su fervor evangélico atrajeron inmensas 'multitudes'. Pero la naturaleza de las multitudes es llegar fácilmente e irse pronto. La mayor parte de los escritos académicos de la contracultura no fue más que una adulación de las hormonas adolescentes y de adolescentes retardados de mediana edad. Lo que es importante es la rapidez y decisión con la que los roqueros se unieron a la clase capitalista en su visión, sus ingresos, sus acciones y su estilo de vida. Mick Jagger y Cía., con su activo de 250 millones de dólares, sigue agitando su menudo trasero ante las multitudes cantando "Street Fighting Man", mientras se codea con los agentes de bolsa en las suites. Jerry Garcia, el solista de moda de The Grateful Dead, fue informante de la policía durante muchos años, denunciando una y otra vez a sus amigos y seguidores. Los Beatles, los proletarios de Liverpool, más tranquilos, perforan cupones, vestidos informalmente, un modelo para los nuevos millonarios de moda de la tecnología informática.
     La música de rock, los músicos y los contraculturales 'no crearon' el movimiento político, vivieron de él y luego abandonaron los ocasionales conciertos de beneficio para la Izquierda cuando disminuyó la lucha, reteniendo los trajes y la retórica 'populistas' mientras realizaban sus giras cobrando montañas de dólares. El aspecto analítico crucial es que el estilo "evangélico" de la cultura del rock despolitizó considerablemente a un electorado emergente juvenil de izquierda, minó la política programática en nombre de 'formas de vida' radicales y destruyó física y mentalmente a muchos jóvenes con sus excesos con drogas y su seudo espíritu anti-trabajo. Mientras los roqueros tenían el dinero necesario para divertirse, entrar a una clínica de desintoxicación, contratar abogados caros para no ser encarcelados, la mayoría de sus seguidores vagabundeaban sin propósito, dormían sobre paletas, terminaban haciendo trabajo de jornaleros 'lumpen', o condenados a largas sentencias en la cárcel o en asilos.
    El punto teórico es que hay una relación entre algunas variantes de la vida intelectual y cultural en los años 60 y 70 y el giro a la derecha en los 90: las diferencias sustantivas en la actividad política en los dos períodos, especialmente en el mundo anglosajón, son salvadas por las prácticas y los valores culturales individualistas seudo-radicales en ambos períodos.
    En Inglaterra, la herencia en los años 90 de la cultura del rock de la década del 60, fue un "street fighter" [combatiente callejero, N.d.T.] millonario armado caballero. En los EE.UU. fue Jerry Rubin, el promotor de drogas y de política izquierdista en los años 60, que dirigió la conversión en masa de yippies a yuppies. La "rebelión" contracultural de los 60 portaba las semillas del mercadeo del consumo juvenil de los 90.
    Los adelantos político-culturales importantes en los años 60 y a principios de los 70 fueron la politización de los conscriptos militares y la extensión de la ideología antimilitarista en las Fuerzas Armadas [estadounidenses] y en el público en general, llevando a la parálisis virtual del Ejército [en EE.UU.], que contribuyó al fin de la guerra de Indochina. Esta transformación político-cultural llevó al fin de la conscripción y a la mayor reducción de los presupuestos militares en el período de la Guerra Fría. Igualmente, contribuyó al debilitamiento a largo plazo del uso de tropas terrestres de los EE.UU. en combates en ultramar. En el terreno de la música, cantantes de folk contra la guerra como Báez y Phil Ochs fueron influencias importantes. Malcolm X, Che Guevara y cientos de activistas-intelectuales hicieron contribuciones importantes a la formación de la cultura antimilitarista.
    Poderosos movimientos sociales emergieron entre las mujeres, las minorías raciales, y los ecologistas, que ampliaron y profundizaron el pensamiento y la práctica radicales. Aparecieron importantes divisiones dentro de estos movimientos, entre los liberales que presionaban por un ajuste limitado al poder capitalista y aquellos que desafiaban el régimen de propiedad. Estas divisiones continúan durante toda la segunda mitad del siglo XX, con un ala que adopta una posición post-modernista seudo-radical enfatizando una política de "identidad", mientras otros se acercaban más a una perspectiva de análisis clasista. Al respecto hay que enfatizar dos puntos. Incluso en los años 60 los 'nuevos movimientos sociales' estaban políticamente divididos entre radicales y liberales. En segundo lugar, el arrimo al poder de algunos dirigentes era un reflejo de su origen histórico y no de la totalidad de los movimientos, ni era una novedad particular de la ascendencia capitalista de los 90, como argumenta Anderson.
    En el cine los intelectuales políticos académicos-apolíticos miraban hacia las tendencias elitistas de Cahiers du Cinema y de la Nouvelle Vague para adoptar sus poses de vanguardia, mientras que los intelectuales activistas miraban hacia las películas y los documentales cubanos, Gillio Portocarrero, Costa Gravas, Litten, y películas como la Batalla de Argel, Burn, Z, Desaparecido, la Batalla de Chile. Esas películas y cineastas lograron alcanzar a decenas de miles de activistas, sirviendo de catalizador a un nuevo camino estético que ligaba el arte con la política.
    Profundas divisiones aparecieron entre los marxistas occidentales y los escritores antiimperialistas. Los primeros negaban la importancia de las luchas revolucionarias de masas en Indochina, América Latina y África del Sur. El "Tercermundismo" se convirtió en una etiqueta insultante entre los marxistas occidentales, que se concentraban exclusivamente en los acontecimientos en los "países capitalistas avanzados," y particularmente en sus propias campañas nucleares, en la investigación en biblioteca y en riñas polémicas en sus revistas literario-políticas. Los antiimperialistas contribuyeron a la teoría, el análisis y la discusión de las contradicciones entre el imperialismo y el Tercer Mundo, las estructuras internas de las clases y las perspectivas revolucionarias. Algunos escritores escribieron desde una perspectiva 'globalista' abstracta,19 otros desde un 'enfoque de análisis clasista'. Los primeros virtualmente menospreciaron las luchas de clases y políticas en los países imperiales, un rebote de sus adversarios 'marxistas occidentales'. Los últimos preveían con optimismo un eventual vínculo de clases a través de la división imperial, basándose en la revuelta francesa de 1968 e italiana de 1969.
    Lo que importa es señalar que los intelectuales entraron en masa tardíamente en la escena política, después que los movimientos de masa ganaron energía y dimensiones nacionales, y se alejaron rápido de la participación activa. Para ellos el mayor logro fue que los administradores de las universidades fueran obligados a aceptar a los intelectuales de izquierda como académicos. Por otro lado, muchos intelectuales de izquierda convertidos en académicos 'institucionalizaron' el pensamiento de izquierda como parte de su vida profesional: dejaron de escribir desde una perspectiva política. El marxismo académico, con sus publicaciones, conferencias y debates, ayudó a llenar currículos, facilitó los ascensos e incluso llevó a centros de investigación financiados por el estado, y hasta condujo a distinguidas cátedras a los más emprendedores. Los movimientos y luchas se convirtieron en 'objetos' sobre los que se escribe, pero no se participa. Los intelectuales institucionales en Occidente, sobre todo después de los golpes militares en América Latina, introdujeron a sus semejantes exiliados del Tercer Mundo al mundo del izquierdismo financiado por las fundaciones, un mundo en el que la 'existencia material' de la componenda, y las normas para lograr el éxito asegurarían una evolución hacia un izquierdismo apolítico literario-político y la asimilación resultante.
    Los 60 constituyeron un período complejo de participación política de los intelectuales. La apertura de las instituciones académicas se convirtió en un 'terreno de lucha' y en vehículo para la movilidad social y el acceso a las prestigiosas publicaciones de la cultura dominante.
 

Contrarrevolución en la Revolución

    Incluso en la cima del auge de los años 60, ocurrieron procesos ominosos: los golpes apoyados por los EE.UU. en Indonesia y Brasil diezmaron a millones de activistas en el primer país y debilitaron a la Izquierda en el segundo, dos de los países más grandes y promisorios del Tercer Mundo. La Revolución Cultural china, que comenzó como un desafío igualitario al poder burocrático, se convirtió en un juego de guerras entre facciones de la elite, alienando a los activistas, vaciando el contenido de las consignas revolucionarias y preparando el terreno para la ascensión de las fuerzas restaurativas capitalistas a fines de los años 70. Las revelaciones post-estalinianas de Jruschov, debilitaron el aparato represivo estalinista, y al mismo tiempo alentaron la emergencia de una nueva generación de profesionales, funcionarios y negociantes en el mercado negro pro-occidentales avariciosos.
    A pesar de que el 'marxismo soviético' se convirtió en una ideología de estado manipulada por una elite relativamente privilegiada, los niveles de vida de la población soviética subieron considerablemente, con empleo universal, atención médica gratuita y accesible, viviendas a bajo costo, educación gratuita y semanas de vacaciones en centros turísticos de propiedad de los trabajadores. Importantes mejoras socioeconómicas y políticas en la Unión Soviética pasaron, sin embargo, desapercibidas por importantes sectores de la Nueva Izquierda, que continuaron basándose en la vieja retórica 'antiestalinista' en lugar de hacer un análisis más prolijo de la compleja y contradictoria realidad soviética. Como me dijo un redactor de New Left Review durante el romance trotskista con el movimiento de Solidaridad en Polonia financiado por el Vaticano y la CIA, "Cualquier cosa es mejor que el estalinismo."20 De esta manera, se sembraron las semillas ideológicas de la catástrofe rusa de los años 90 en medio de la estalinofobia de los 60 y los 70.
    Hubo intelectuales destacados que hablaron y actuaron en contra de las presiones y tentaciones imperialistas: : El rechazo por J.P.Sartre del Premio Nobel y su colaboración con Bertrand Russell y Lelio Basso en la organización de los Tribunales Russell sobre Indochina (y más adelante sobre Latinoamérica), creó una plataforma europea para las víctimas y los luchadores contra el genocidio de los EE.UU.
    Cualquier intento valedero por considerar y comparar el período actual con las cuatro décadas previas tiene que ir más allá de simplificaciones dicótomas, que no ven las contradicciones y las contracorrientes, las potencialidades así como las limitaciones en cualquier crecimiento o descenso en las luchas populares. Esto es particularmente verdadero si se contemplan los movimientos culturales e intelectuales, donde uno tiene que tener cuidado de separar las preferencias personales por ciertos tipos de filmes o música con su verdadero impacto e influencia política. Lo que es intelectualmente deshonesto es dejar de notar las contra-tendencias del pasado, (sobre todo en los años 60 y 70) y en el período actual para pintar un cuadro en negros y blancos. Esta metodología define las luchas y los movimientos por decreto intelectual dictando que el ambiente político de los 60 fue revolucionario y el de los años 90 fue un período en el que la Izquierda, el marxismo, y las luchas sociales de categoría no tuvieron importancia, y en el que la hegemonía de los EE.UU. reina suprema y sin disputa.21 Esto no es sólo una política reaccionaria apenas disimulada, constituye también un análisis político y social chapucero, sin base histórica o teórica alguna. Basar una teoría en una sola dimensión, deformada por un humor pesimista y una infatuación mal informada con la ciencia, lleva a un método anecdótico, más parecido a un resumen para un abogado, en el que hechos seleccionados reemplazan a un análisis cuidadoso de las realidades complejas y cambiantes de los años 90 y del nuevo milenio.

Restauración, Imperialismo y Revolución en los Años 90.

    La década del 90 no puede ser comprendida con la simple publicación de un 'manifiesto político' que proclama que la hegemonía de los EE.UU. domina suprema, que las luchas revolucionarias ya no existen,22 la ideología de la Derecha es coherente y sistemática,23 que las ideas de izquierda han sido cooptadas, son fragmentarias e irrelevantes.24 Tampoco podemos hablar de la década como de un 'todo' coherente, sin considerar las crisis que la iniciaron, la burbuja especulativa que reventó a fines de la década y la volatilidad inestable prevaleciente en su transcurso. No se puede dejar de considerar la oposición aguda y profunda a la intervención imperial de los EE.UU. que precedió a la Guerra del Golfo y la marea creciente de resistencia a la dominación económica europeo-estadounidense a fines de la década. Es el colmo de la miopía intencional que se ignoren las derrotas imperiales y la emergencia de movimientos antiimperialistas importantes en el Tercer Mundo y las luchas de masas que cuestionan todo el repertorio de políticas imperiales 'neoliberales', sus patrocinadores financieros internacionales y sus apuntalamientos políticos nacionales.
    Sin duda ha habido victorias importantes del imperio, y severas derrotas de la Izquierda que deben ser consideradas. Pero por cierto sólo un juicio an-histórico y apresurado puede argüir que la década fue un período de derrotas históricas sin precedentes, que sobrepasa todo en la historia anterior.25 Desde el comienzo de los años 30 al principio de los 40, la Izquierda fue totalmente destruida en la mayor parte de Europa (Alemania, Italia, Rusia, España, Hungría, Japón, Polonia, etc.), reducida a un vestigio de su influencia anterior (Francia, Noruega), aislada de los principales centros del poder (China, Indochina, etc.) o cooptada por regímenes imperialistas (Gran Bretaña, EE.UU.). Decenas de millones de obreros, campesinos y otros fueron asesinados; cientos de millones fueron gobernados por tiranos sanguinarios que no toleraban ni siquiera las organizaciones de clase más elementales. Hubo teóricos en aquel entonces que, tanto en la Derecha como en la Izquierda, consideraban que el nuevo poder fascista o 'burocrático' (Burnham)26 como "la ola del futuro" (Lindbergh), impregnable y todopoderoso. Algunos intelectuales se tornaron hacia ejercicios filosóficos y literarios en las áreas ocupadas (Sartre, Camus). El fascismo y el imperialismo surgieron de la crisis económica del Oriente y el Occidente y de la pasividad de la Izquierda. Los socialdemócratas en Alemania y Austria ofrecieron compartir el poder con los nazis hasta que fueron físicamente eliminados del poder, algunos encarcelados, otros huyeron al exilio, unos pocos permanecieron en Alemania sin problemas.
    Nada similar ha ocurrido durante los años 90, a pesar de la represión sangrienta y los bombardeos imperiales en Irak (un millón de muertos) y en otras partes. En todo caso, la reacción violenta de los EE.UU. fue más severa en los años 60 y 70 y en los 80. Durante la década de 1965 a 1976 cuatro millones fueron muertos en Indochina, 50.000 en el Cono Sur (Chile, Argentina, etc.). Durante la década de 1979 a 1980, los EE.UU. con sus escuadrones de la muerte y sus regímenes terroristas clientes, asesinó a cerca de 300.000 obreros, campesinos y otros sólo en América Central, para no hablar de los millones asesinados en guerras por testaferros en Angola, Mozambique, Afganistán y Camboya. Toda discusión seria de la "hegemonía" de los EE.UU. en los 90 no puede dejar de considerar las sangrientas guerras de clases e imperiales que precedieron a la década, ni puede eludir el examen de las relaciones de clase altamente expoliadoras y los regímenes serviles que emergieron para servir el poder imperial.27
    La "hegemonía" de los EE.UU., un concepto bastante vacuo que infla el papel de la 'persuasión política', es totalmente inadecuado cuando uno considera la dimensión y la profundidad de la violencia en el pasado reciente y su uso continuo en el presente sobre una base selectiva pero demostrable.28 El punto teórico es que el poder imperial ha sido cíclico, basado en relaciones políticas y sociales y la violencia estatal y nunca 'totalmente dominante' (incluso en los llamados regímenes 'totalitarios) y fue ciertamente más destructivo y dominante en otras décadas de este siglo. Desde esta perspectiva histórica podemos rechazar algunas de las observaciones declamatorias que emanan de los marxistas occidentales, postrados ante el imperio de los EE.UU.29
    Pero no son sólo los argumentos históricos que militan contra los prosternados, hay más y más evidencia que desmiente categóricamente la tesis del poder imperial indisputado de los EE.UU. -tanto en las esferas socio-políticas como en las diplomáticas y económicas.
    En toda la década del 90, y en la mayor parte del mundo, importantes movimientos antiimperialistas, socialistas y populistas de izquierda disputaron el régimen de los clientes del imperio, las instituciones internacionales financieras del poder imperial y, más específicamente, de la agenda política neoliberal. Manifestaciones de masas de sindicalistas, organizaciones comunitarias, ecologistas, de campesinos y agricultores, estudiantes, feministas y muchas otras contra las clases gobernantes imperiales se realizaron en Seattle, Washington, Melbourne, Praga, Niza y muchas otras ciudades occidentales. Cientos de miles de campesinos en India se organizaron para derrotar la intrusión de las corporaciones biotécnicas, químicas y del agro-comercio basadas en los EE.UU. y en Europa, que tratan de apropiarse de variedades locales y de imponer el control 'monopolista' de las semillas (difícilmente calificables de 'movimientos arcaicos' como quisieran hacerlo algunos marxistas occidentales.) En todos los continentes, agricultores y campesinos, organizaciones de consumidores y sindicalistas (a pesar de sus dirigentes) han combatido contra las multinacionales, cortado carreteras, ocupado parlamentos y suministrado una comprensión más profunda del papel del FMI y del Banco Mundial de lo que hasta ahora ha existido en la historia. La dimensión, la profundidad y la consecuencia de estos movimientos varían según la región y el momento histórico. Algunas manifestaciones son duraderas y en gran escala, otras son masivas y formadas por coaliciones diversas, pero todas comparten una oposición común a la dominación imperial. En algunas regiones han ocurrido progresos importantes, victorias políticas y económicas, llevando a la acumulación de fuerzas y a la radicalización de la lucha. En otras, olas de acción social masiva han sido seguidas por un descenso y un reagrupamiento de fuerzas.
    Estos movimientos revolucionarios y radicales son diferentes del período anterior y tienen que ser examinados en un nuevo contexto. Algunos de los movimientos de los años 90 se basan en los antiguos programas marxistas, otros han introducido una integración más extensiva y profunda de una multiplicidad de luchas en el torbellino de los movimientos anticapitalistas o por lo menos contrarios al gran capital. Fuera de los crecientes movimientos de consumidores (la oposición a los alimentos manipulados genéticamente, la enfermedad de las Vacas Locas y otras "innovaciones" provocadas por las corporaciones) ha emergido una nueva ola de defensores de la ecología, de la justicia social y del feminismo que cuestionan el régimen de propiedad. El intento de Anderson de amalgamar a los "Verdes" con los jefes del Partido Verde alemán y a las feministas con las feministas pro-Clintónicas está envuelto en erudición barata y polémicas políticas inmorales poco éticas.30 Nuevas redes internacionales y luchas internacionales organizadas van más allá de las acciones similares en los años 60.
    Metodológicamente es una acción falsa enumerar el fracaso de las instituciones y el tipo de actividades de la Izquierda en los años 60 e identificarlo con la ausencia de una Izquierda en los 90. Es como contar naranjas y olvidar las manzanas. Sólo alguien totalmente divorciado de las realidades de los 90 o con un salto mental en el tiempo a los años 60 puede realizar semejante acto de incomprensión descarada.
    Aunque haya desaparecido el "bloque soviético", ni siquiera era parte de una "cultura marxista" en la práctica - en el interior o en el exterior. Sus teorías habían dejado de ejercer mucha influencia, no sólo en Europa Occidental o en América del Norte, sino que en todo el Tercer Mundo. La importancia del bloque soviético residía en su calidad de contrapeso contra el poder imperial de los EE.UU., una alternativa como mercado, fuente de comercio, inversiones, créditos y armas ¾ importante estratégicamente para el apoyo a los países no-alineados, y a algunos regímenes revolucionarios, incluso cuando imponía anteojeras y en algunos casos políticas destructivas a los partidos que lo seguían. En los años 90, no existe la pretensión de un centro revolucionario u oráculos falsos de verdades revolucionarias.
    Hay, sin embargo, poderosos ejércitos revolucionarios de guerrilla como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desafiando al poder del estado, reconocidos por Washington como un desafío mayor al poder imperial de los EE.UU., aunque algunos intelectuales izquierdistas, más papistas que el Papa, predican la hegemonía indisputada de los EE.UU. Juntos los dos ejércitos guerrilleros suman 20.000 combatientes y el apoyo de muchas veces esa cantidad entre partidarios campesinos y unidades de guerrilla urbana. En comparación con los desafíos guerrilleros al imperio estadounidense de los años 60, las guerrillas colombianas de la década del 90 son más vigorosas que todo lo anterior, tanto en influencia territorial, estrategia político-militar, dirigencia y lo que es más importante, sostenibilidad.31 Tanto en tamaño, población, ubicación geopolítica como en recursos económicos, la confrontación estadounidense-colombiana es mucho más importante que las revoluciones cubana o nicaragüense.
    Lo mismo puede decirse de la lucha revolucionaria de masas del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra del Brasil (MST). Con más de medio millón de miembros y simpatizantes, decenas de miles de activistas políticamente conscientes - 12000 delegados participaron en su último congreso nacional en julio de 2000 - las banderas de reforma agraria, liberación nacional y socialismo del MST han servido como un núcleo de organización para una buena parte de los movimientos urbanos, sindicalistas disidentes de izquierda, católicos radicales e intelectuales marxistas. Ningún movimiento rural en los años 60 tuvo la capacidad de acción exitosa que el MST ha demostrado durante los 90: ocupando miles de latifundios, estableciendo a más de 200.000 familias (un millón de personas) y creciendo a pesar de cientos de asesinatos de activistas rurales. Ninguno de los movimientos extraparlamentarios de los años 60 fue capaz de construir alianzas tan amplias, estratégicas y durables con grupos de la iglesia, universitarios, parlamentarios, sindicales y de derechos humanos como el MST. Pocos, si hubiera alguno, movimientos de masas en los 60 invirtieron tanto tiempo y esfuerzo en la educación política de sus activistas, cuadros, dirigentes regionales y nacionales como el MST.
    No se trata de que el MST esté en condiciones de desafiar hoy en día el poder estatal o que lo vaya a estar en el futuro cercano; el punto teórico es más bien que en una buena parte del país más grande del hemisferio occidental hay un movimiento social reconocidamente marxista heterodoxo desafiando exitosamente la dominación imperial de los EE.UU. y de Cardoso, su régimen cliente. La peculiaridad de la situación brasileña en la década del 90 es la posición perversa tomada por uno de los principales teóricos marxistas de Europa Occidental32 que anteriormente declaró que "Cardoso podría ser el mejor presidente de Brasil en este siglo," un juicio hecho ignorando la alianza de Cardoso con las fuerzas terratenientes más retrógradas de Brasil y la obstinada oposición del MST y toda una continuidad de la Izquierda. Sobra mencionar la ávida venta por Cardoso de los recursos más lucrativos del país al capital extranjero a un 'precio político,' que lo convierte en el... mayor entreguista del siglo. No es sorprendente que esos marxistas o ex-marxistas europeos y estadounidenses que pusieron su fe en los Cardosos del Tercer Mundo que terminaron por no satisfacer sus expectativas, son los mismos que creen en el "poder indisputado de la hegemonía de los EE.UU".
    Si Brasil y Colombia son dos de los ejemplos más significativos de desafíos al poder imperial de los EE.UU., hay numerosos otros movimientos sociales importantes que vale la pena mencionar. Ecuador, Bolivia y Paraguay han vivido masivas huelgas generales organizadas por coaliciones de sindicatos indígenas campesinos que han derribado a regímenes pro-EE.UU. , paralizado medidas neoliberales dictadas por el FMI y polarizado políticamente el país.33
    Ahora bien, no cabe duda que los prosternados argumentarán que esas luchas son 'episódicas' (a pesar de sus repeticiones), que no 'se basan en partidos' (los movimientos extraparlamentarios no cuentan) y que carecen de "teoría" revolucionaria (no tienen agendas programáticas detalladas, algo obviamente diferente de los ejercicios escolásticos sobre el exotismo cultural que se encuentran en los círculos literario-políticos políticamente irrelevantes de ciertos intelectuales euro-estadounidenses.) A fin de cuentas, los prosternados argumentan que las exigencias de estos movimientos de masas pueden ser 'asimilados' al capitalismo, y que sus dirigentes pueden ser 'cooptados' (según su versión 'idealizada' de la "hegemonía" de los EE.UU.)34 Estos intelectuales occidentales que babosean sobre la "hegemonía" olvidan los continuos asesinatos en masa y los homicidios de dirigentes populares, los masivos aparatos represivos y los escuadrones de la muerte organizados por el imperialismo estadounidense que confía más en la violencia tradicional del poder imperial que en la persuasión asociada con la "hegemonía" de los EE.UU. Algunos intelectuales occidentales pueden aceptar que hay algún tipo de desafío a la hegemonía de los EE.UU. en el Tercer Mundo (aunque ya se avergüenzan de utilizar esa expresión) pero definitivamente no en los 'países capitalistas avanzados', argumentarían, donde se toman todas las principales decisiones que afectan el poder mundial. Como Debray dijo una vez a unos amigos de Bolivia cuando era un funcionario francés, "El Tercer Mundo es como un tambor: mucho ruido, políticas sin consecuencias."
    Una vez más, los prosternados no ven el importante crecimiento de los pujantes movimientos sociales en los países imperiales, cuyo alcance y profundidad en la oposición al poder de las corporaciones excede movimientos comparables en los años 60 en cuanto a impacto y a victorias parciales. Los obvios acontecimientos emblemáticos de esta nueva orientación incluyen las manifestaciones de masas contra el capital internacional en Seattle, Melbourne, Praga, Washington, Londres y otras partes. Con todos sus elementos contradictorios (proteccionistas contra internacionalistas), estas manifestaciones golpearon más duro a los elementos centrales del capitalismo que las vagas consignas de 'fuera de Vietnam' de la década del 60. A diferencia de los 60, hubo importantes relaciones de trabajo entre sindicalistas, agricultores, estudiantes e intelectuales. Naturalmente hay intelectuales espectadores que no ven el potencial (y la realidad) radical de estas luchas porque no corresponden a sus ideales preconcebidos de lo que debiera ser un movimiento revolucionario, ilustrando una vez más la total ausencia de realismo y la incapacidad de los prosternados de situarse en las realidades políticas cambiantes respecto a los años 60.
    Esto está claramente ilustrado por la poderosa oposición en todo el mundo contra los alimentos genéticamente manipulados por las compañías químicas imperiales. De India a Francia y más allá, consumidores, agricultores, campesinos, estudiantes, y obreros han combatido contra los alimentos genéticamente modificados y los estados y regímenes que los promueven, con una pasión entusiasta e informada que ha impuesto exitosamente una importante retirada de Monsanto y de otras corporaciones multinacionales. La polarización de la gente contra el gran capital, el contenido anti-imperial, la ideología anti-corporativa y la fuerza de sostenimiento de estos movimientos, pasando de un área de actividad a otra, otorga a estas luchas más que un carácter simbólico, transitorio y cooptable. Resulta extraño a este respecto que un importante marxista occidental critique este movimiento y la investigación empírica que lo informa y se una a los panfletos de la prensa pro-genética, publicada por las corporaciones químicas más reaccionarias, como si fueran las verdaderas fuerzas revolucionarias, basándose en la propaganda mercantil populista de los ideólogos de la nueva economía.35
    Los nuevos movimientos radicales involucrados en las luchas extra-parlamentarias, han visto sus filas aumentadas con el resurgimiento de los activistas sindicales y de los trabajadores en el rechazo del consenso existente entre la Nueva Derecha, (ex-partidos socialdemócratas y democráticos) y la Vieja Derecha. Estas luchas en Francia, Alemania, Noruega y Dinamarca ponen un signo de interrogación ante la agenda neoliberal de mercados libres y el debilitamiento del estado de bienestar. Estos movimientos no son revolucionarios en teoría, pero constituyen por cierto puntos de partida para la reconstrucción de una política basada en el concepto de clases.
    Muchos marxistas comprenden que las reformas constituyen el punto de partida para todas las revoluciones en el Siglo Veinte; la pregunta es cómo se logran las reformas y cómo se asocian con luchas más amplias. Para los intelectuales prosternados, las reformas son simples ajustes al capital, que, argumentan, tiene un poder ilimitado y que concederá reformas, aunque no se han aceptado reformas importantes en el último cuarto de siglo.36
    Incluso en los Estados Unidos, el grado de hostilidad popular al capitalismo de libre mercado se muestra en todas las encuestas de la última década. Una mayoría favorece un plan nacional de salud, jubilaciones pagadas por las compañías, seguridad social, una política de pleno empleo, y el control estatal de los servicios públicos. Mayorías substanciales se oponen al libre comercio, al envío de tropas estadounidenses a combatir al exterior, al grado actual de desigualdades, a la dominación de las corporaciones en las campañas electorales y en la política gubernamental. Existen movimientos sociales importantes respecto a muchos de estos temas. Estas actitudes anti-neoliberales ponen en duda la noción de una "hegemonía" de la clase gobernante en los EE.UU. (las ideas de la clase gobernante no son las ideas de la mayoría popular.) La verdadera cuestión no es la "hegemonía" sino la ausencia de una democracia representativa: la laguna entre los intereses (valores) expresados por la población y las políticas de la clase política que defiende los intereses de la clase gobernante.
    Fuera de las acciones colectivas y de las actitudes mayoritarias que ponen en duda la "hegemonía" del libre mercado de los EE.UU., su dominación imperial ha sufrido varios reveses en la arena diplomática. En una región de la mayor importancia estratégica (el Oriente Próximo) y entre los países productores de petróleo, el Departamento de Estado ha sufrido varias derrotas. Irán e Irak han roto efectivamente el boicot auspiciado por los EE.UU. y han participado conjuntamente en conferencias internacionales con Arabia Saudita, el mayor proveedor de petróleo de los EE.UU. Además, Libia ha roto el boicot orquestado por los EE.UU. y ha intensificado sus lazos con Europa, especialmente con Italia. Venezuela, bajo Chávez, ha revitalizado la OPEC y ha desarrollado lazos comerciales y políticos con Cuba, a pesar del antagonismo de Washington contra dicho país. Esto ha aislado totalmente a los EE.UU. en la ONU, en la Cumbre Iberoamericana e incluso en la OEA respecto al bloqueo económico de los EE.UU., Helms-Burton y otros temas regionales.
    Entretanto, están emergiendo rivalidades agudas y crecientes entre la Unión Europea y los EE.UU., a pesar de que ocurre una creciente interpenetración entre las multinacionales de ambos. Igualmente, aunque la OTAN aún sigue dominando (y, desde luego, a través de ella el poder de los EE.UU.), los países de la Unión Europea se están esforzando por crear su propia fuerza militar de despliegue rápido para proteger sus intereses imperiales. El punto es que aunque estas iniciativas europeas no tienen nada de progresistas, contrariamente a las elocuentes elucubraciones del nacionalista literario francés Regis Debray, reflejan desafíos a la noción de la hegemonía indisputada de los EE.UU.
        Las regiones más susceptibles a ser mal comprendidas por los intelectuales occidentales impresionistas prosternados son los antiguos países comunistas, especialmente China, Indochina e incluso Rusia y Europa Oriental. Aunque superficialmente China pareciera arrastrarse bajo la hegemonía occidental (de por sí algo dudoso ya que la mayor parte de la inversión proviene de los plutócratas chinos de ultramar y de Japón) y por cierto su entrada en la OMC acelerará fuertemente las adquisiciones euro-estadounidenses de acciones, compañías y ahorros locales, el reverso de la situación es la ola creciente de protestas masivas por parte de los desempleados, los trabajadores industriales mal remunerados y explotados, los campesinos y los jornaleros. Las crecientes desigualdades, la amplia red de corrupción partidaria-estatal-privada y la ostentosa opulencia asiática frente al crecimiento de la miseria, ofende a una población que aún está compenetrada y consciente de los valores comunistas de igualdad, rectitud y su núcleo esencial - el pleno empleo, la atención médica gratuita y las políticas educacionales de la era comunista. La entrega descarada de la soberanía, de los mercados y de las industrias estratégicas chinas, las humillaciones que han acompañado a los actos brutales de agresión militar deliberada como el bombardeo de la Embajada China y el aumento del cerco con misiles alrededor de China (apodado de manera previsible por Washington el escudo de misiles) han despertado sentimientos populares nacionalistas incluso entre los intelectuales y los estudiantes, o sea los grupos más notoriamente pro-occidentales y pro-capitalistas. Los cimientos estructurales para una nueva guerra civil están todos presentes. La oposición a la agenda liberal, es amplia, dispersa, localizada y, a pesar de ser constantemente reprimida, creciente. Incluso gurus occidentales de la apertura del mercado chino, prevén una seria resistencia social y la posibilidad de reversión si (como se espera) ocurre un desempleo masivo.
    Considerar simplemente a China como si fuera otro ítem en la suma de países bajo la hegemonía estadounidense es demasiado cómodo. Significa ignorar las profundas contradicciones estructurales, el empuje igualitario de la Revolución Cultural y retrocediendo aún más en la historia, las bandeadas cíclicas entre nacionalismo/socialismo y liberalismo desde la mitad del siglo 19. Además ignora el hecho que bajo el nivel de la dirigencia y de las elites ricas, privadas, hay cientos de millones de chinos que rechazan la restauración de la dominación occidental y el retorno de lo que Marx llamaba "toda la vieja porquería": humillación, desempleo, enfermedades crónicas, opiatos, feudos regionales, etc. Incluso dentro del aparato del Partido Comunista hay un sector de neo-partidarios del estado y nacionalistas, que podrían aprovechar la ocasión de manera oportunista si la cosecha actual de neoliberales fracasa.
    En Europa Oriental y en Rusia, los más descarados sirvientes de la hegemonía euro-estadounidense han sido frecuentemente rechazados en las urnas. El partido de Walesa no logró cifras de dos dígitos en la última elección presidencial. En Rumania, Polonia, la República Checa, Belarus, y en otras partes, los neoliberales más fanáticos fueron derrotados por demagogos ex-comunistas que prometieron medidas socialistas (pleno empleo, fin de las imposiciones occidentales - particularmente las medidas de austeridad del FMI) y luego implementaron políticas liberales. Mientras a un nivel la alternancia entre liberales y seudo-nacionalistas/ex-comunistas, ha confirmado la hegemonía euro-estadounidense, al nivel de la conducta de las masas, las tendencias de rechazo a la dominación imperialista y a las economías de libre mercado es palpable. La liquidación del estado de bienestar y del pleno empleo, y la decadencia catastrófica sin precedentes de los niveles de vida, de la producción y de la salud en Rusia y en el resto de la URSS ha claramente socavado la fe en las ventajas de la hegemonía de los EE.UU. en la masa del pueblo.
    Cualquier discusión de la hegemonía de los EE.UU. no puede basarse en relatos despreocupados de turistas sobre desarrollos en Cuba.37
    Transferir al público general la conducta y las perspectivas de las elites clientes es una asunción injustificada - tanto sobre una base metodológica como empírica. Asumir que los procesos electorales suman los intereses del electorado y reflejan y representan de alguna manera los intereses mayoritarios es pasar por alto la gran concentración de poder institucional, especialmente en los medios de masa, la manipulación flagrante de las finanzas de las campañas electorales y el uso de la fuerza, la corrupción y la pobreza para pervertir y manipular los resultados de la votación y la conducta de los funcionarios elegidos.

Hegemonía Mundial de los EE.UU. y Decadencia Doméstica

    La clave para comprender la fortaleza relativa de la hegemonía de los EE.UU. es examinar sus fundamentos estructurales así como las limitaciones externas que hemos discutido. Involucrarse en proyecciones generales basadas en una mala interpretación de los hechos fundamentales puede llevar al tipo de contrasentido monumental que predice un siglo asiático poco antes del crack asiático (Arrighi)38 Tras las afirmaciones sobre una hegemonía global sin precedentes y absoluta de los EE.UU. se encuentran los argumentos de los ideólogos de los Nuevos Economistas que describen un período sin precedentes de expansión económica de los EE.UU. y su superioridad económica basada en su avanzada tecnología de la información, y su mayor productividad (léase: competitividad.) La convergencia de los puntos de vista entre los intelectuales de izquierda prosternados y los ideólogos charlatanes del populismo de mercado, es el resultado del mismo método: generalizaciones bombásticas y celebraciones del poder global de los EE.UU. basadas en la exigua hojarasca de conjeturas limitadas y datos anecdóticos altamente selectivos. En realidad, los prosternados muestran un respeto inmerecido por los maestros truculentos de las globalidiotizaciones y su retórica sobre la Tercera Revolución Científica Tecnológica. Como lo describe un admirador marxista occidental "... Controlando el campo de las construcciones políticas directas de la época, la Derecha ha suministrado una visión fluida tras la otra sobre dónde va el mundo, o dónde se ha detenido... ".39 Estos ideólogos de derecha, se nos dice, "unen una sola tesis poderosa con un estilo popular fluido."
    Escrito unas pocas semanas antes del crack en la burbuja del NASDAQ, el año 2000 suministró una demostración vívida de la vacuidad de la "poderosa tesis" de la supremacía económica de los EE.UU., a pesar del "fluido estilo popular."
    Cada aserción afirmada por la Derecha Vieja o la Nueva Derecha (los gatillos rápidos de la Nueva Economía) sobre la economía de los EE.UU. (adoptada por la Izquierda prosternada) fue en el mejor caso dudosa, y en el peor, puro aire caliente sin relación alguna con la economía real (simplemente una inmensa tomada de pelo à la Ponzi comparable con los esquemas de pirámides en la Albania de mediados de los 90.)
    En primer lugar, las pretensiones de una revolución de la tecnología de la información simplemente no logran explicar el crecimiento por debajo del promedio en la productividad entre 1975 y 1994 en comparación con los 20 años previos, antes de la llamada "Revolución en la Información". En segundo lugar, el aumento de la productividad entre 1995 y 1999 fue comparable al período anterior (1955¾1974) y se concentró sobre todo en el campo específico de los ordenadores con pocos efectos a través de la industria. En otras palabras, los fabricantes de ordenadores se hicieron más eficientes en la producción de ordenadores. En tercer lugar, los estudios mostraron que las pretensiones de aumentos provenientes del intercambio interactivo de informaciones fueron fundamentalmente falsas: más de un 60% de la información recibida o intercambiada dentro de las compañías tuvo poco que ver con los proyectos existentes.40
    Lo que es más decisivo, la mayoría de las compañías de tecnología de la información nunca generaron un producto, una ganancia y algunas nunca produjeron un ingreso. El ritmo de quiebras se aceleró a través del año 2000 al romperse la burbuja especulativa. El NASDAQ cayó un 40% y el valor de las compañías más importantes y mayores declinó precipitadamente en el nuevo año. El desarrollo más singular - la superioridad global de los EE.UU. en el campo de la tecnología de la información - citado por los ideólogos derechistas, en su fluido estilo populista, como la principal fuente de crecimiento sostenido en los años 90, se derrumbó. Millones de pequeños inversionistas, atraídos por los ideólogos de mercado populistas, perdieron todos sus ahorros, sus pensiones e incluso su capacidad de pagar sus seguros de salud.
    Pero la profunda debilidad estructural de los EE.UU. no se limitó a la economía especulativa de la tecnología de la información. La expansión estadounidense en ultramar y la exportación de retorno a los EE.UU. exacerbó un déficit comercial y de cuentas corrientes insostenible. La economía de los EE.UU. se basa en el consumo, que asciende a 75% del PNB. El creciente déficit comercial fue cubierto por el influjo de 400 mil millones de dólares al año. Con la economía orientándose hacia la recesión y un debilitamiento del dólar, es altamente improbable que los inversionistas continúen apoyando el dólar estadounidense. A pesar de un bajo desempleo récord a fines del año 2000, también fue el período del mayor crecimiento de la cantidad de trabajadores con bajos salarios, viviendo de caridad, sin ninguna protección médica (cerca de 50 millones) con costos educacionales que se disparan y con deudas domésticas insostenibles. El crecimiento obsceno de las desigualdades sociales bajo el régimen de Clinton (la relación entre los ingresos de un director ejecutivo y de un obrero aumentó a 470 a 1) fue en gran parte el resultado de los lazos estrechos con funcionarios sindicales millonarios que estaban más preocupados de tener un Ministro de Justicia tolerante para evitar juicios, que de hubiera un Ministro del Trabajo favorable a las demandas de los trabajadores. La posibilidad de revivir la economía inyectando dinero a la industria, o estimulando la demanda, se encuentra fuera de los parámetros políticos actuales.
    La crisis económica ya ha afectado varios sectores de la economía (la industria automóvil, la tecnología de la información, las telecomunicaciones, etc.) y se está extendiendo rápidamente al resto de la economía. El desempleo está creciendo. Los "ahorros negativos" y la economía de acciones perdidas no ofrecen recursos que no hayan sido utilizados para estimular los gastos de los consumidores. En el comercio, las inversiones, las finanzas y la tecnología, la economía de los EE.UU. se está moviendo hacia una "crisis de convergencia" que amenaza el frágil edificio neoliberal construido alrededor de (y para) los EE.UU. en todo el mundo. Todos los países del Tercer Mundo que han aceptado las estrategias basadas en las exportaciones, sufrirán severamente como resultado de una profunda recesión en los EE.UU. La sobreproducción de bienes de consumo y transporte (sobre todo automóviles) está llevando a despidos masivos en Ford, General Motors y Chrysler-Daimler, que tendrán un efecto multiplicador sobre los sectores de proveedores y servicios,
    La economía militar podría ser revivida pero no alcanza, considerando el uso del superávit del presupuesto para reducciones masivas de impuestos para el gran capital. El superávit mismo desaparecerá probablemente con la recesión y con una pronunciada baja de los ingresos.
    Lo que impresiona sobre las debilidades de los hechos económicos fundamentales del poder imperial de los EE.UU. es la falta de toda percepción o comprensión coherente por parte de la Derecha. Ni Huntington, Brzezinski, Fukuyama, y menos aún Yergin, Luttwick o Friedman tuvieron idea del inminente colapso especulativo, ocupados como estaban propagando su engañosa creencia sobre la capacidad de sostenimiento del imperio de los EE.UU.41 Huntington se hallaba lejos en su propio mundo auto-inventado de las "civilizaciones en conflicto" (Musulmana contra cristiana), en una época en la que los aliados más decididos de Washington eran los estados musulmanes Turquía y Egipto en el Mediterráneo Oriental, Marruecos en África del Norte, Arabia Saudita en el Medio Oriente, Pakistán en Asia del Sur, etc. Fukuyama confrontaba la bancarrota de su noción del "fin de la historia" dando marcha atrás en su celebración de la democracia liberal y los libres mercados, sin desarrollar ningún nuevo brillo teórico para embellecer el poder del Imperio en el nuevo período. Entre paréntesis, es una ironía que Fukuyama haya comenzado a poner en duda la solidez de la hegemonía de los EE.UU., cuando algunos de sus homólogos que se suponía pertinentes en la Izquierda (los prosternados), tratan de revivirla.
    Brzezinski ya sin la Unión Soviética, tuerce visiones estratégicas de nuevos desafíos y amenazas sin sustancia, ignorando la podredumbre económica interna, a unas pocas manzanas de sus antiguos campos de estridencia en la Universidad de Columbia. Es cierto que aún puede suministrar una base histórico-teórica para las operaciones clandestinas en Chechnia y en otras ex-repúblicas soviéticas, para mantener a los clientes de la mafia de Washington que están en el poder. Entre los otros Yergin y Friedman (el periodista), tienen poco que decir ante el colapso de su visión de unos EE.UU. de alta tecnología reteniendo el poder mundial. Las visiones en las que millonarios con mentalidad provinciana, operadores de bolsa y de Wall Street adolescentes compartían la creciente riqueza, se han ido al diablo. Mientras más y más millones de jubilados estadounidenses pierden sus planes de seguro médico privado, y otros millones de antiguos receptores de ayuda social no pueden vivir con trabajos con salarios ínfimos, y los ingresos provenientes de la bolsa de decenas de millones de estadounidenses se convierten en un recuerdo amargo, la arrogancia de las pretensiones de Yergin y Friedman respecto a la superioridad de los EE.UU. frente a una Europa atrasada porque mantiene el bienestar social (especialmente Francia), se convierte en un mal chiste de auto-engaño.
    Los progresos de la Izquierda y sus desafíos a la dominación mundial de los EE.UU. así como el derrumbe de los delirios sobre la supremacía económica sostenible de los EE.UU., basada en la "revolución" de la tecnología de la información, llaman a terminar con las políticas de postración de la Izquierda.
    Hay en la actualidad muchos activistas e intelectuales críticos de los años 60 a los 90 que han estado suministrando críticas y construcciones directas de dónde ha estado el mundo, y dónde se encuentra, así como elaborando alternativas en un estilo popular fluido. En los Estados Unidos, y en Canadá trabajos de intelectuales activistas como Jim O'Conner sobre las crisis ecológico-capitalistas, la brillante desmitificación de la globalización como globaloney [globalidiotización, N.d.T.] por Bob Fitch, de Maurice Zeitlin sobre la estructura de clases de los EE.UU., Chomsky y Petras sobre la política exterior de los EE.UU., Magdoff sobre el imperialismo de los EE.UU., Meiksin sobre el análisis de clases, Howard Zinn, Leo Panitch, y Mike Parenti sobre la historia, la política y los medios. Internacionalmente está el fotógrafo de clase mundial del trabajo humano, Sebastián Salgado, el novelista José Saramago, el crítico político-literario Michel Lowy, y numerosos otros intelectuales políticos que suministran críticas profundas y alternativas detalladas a la dominación imperial de los EE.UU., al mismo tiempo que participan profundamente en las luchas populares. La Izquierda de los años 90 posee muchos de los estrategas políticos destacados del medio siglo, incluyendo al brillante dirigente político-militar de las FARC Manuel Marulanda, probablemente el mejor en esta área desde el comandante vietnamita Giap; el brillante táctico del movimiento militante de los agricultores franceses Bove; el brillante teórico del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra del Brasil, Joao Pedro Stedile, y Ralph Nader, el populista y antiimperialista estadounidense de principios (capaz de cosechar tres millones de votos contra todos los obstáculos.)
    El poder es una relación, no una posición estática en una jerarquía organizativa. El imperio de los EE.UU. está basado en una relación inestable y cambiante con una vasta gama de fuerzas heterogéneas. El poder de las ideas, incluyendo las ideas de la clase imperial gobernante, está arraigado en esta relación conflictiva de clases. Aunque es cierto que la (disputada) ascendencia del poder imperial incluye el control sobre los medios de masas para proyectar sus ideas, (y seducir a sectores de la ex-intelectualidad de izquierda con la persuasión del poder), el dogma neoliberal ha estado bajo constante ataque de todos los lados. Esto hasta tal punto que las clases gobernantes han tratado de disfrazar su papel mediante la cooptación del lenguaje de la Izquierda que algunos entendidos llaman "populismo de mercado."42

Perspectivas para el Futuro

    En la próxima década la Izquierda tiene que continuar desarrollando un enfoque sistemático y específico, y evitar el pesimismo romántico que se empeña en generalizaciones indiscriminadas y difusas vacías de sustancia. La intelectualidad de izquierda debe identificar a los agentes de clase de las victorias y derrotas del neoliberalismo, las relaciones de clase y la violencia estatal detrás del velo de persuasión que mantiene el imperialismo euro-estadounidense. Sobre todo, debe analizar las nuevas y crecientes contradicciones y las crisis emergentes tanto en los EE.UU., como las actuales crisis en Asia, América Latina y en los antiguos países comunistas y qué impacto tendrán en la Unión Europea.
    La Izquierda debe rechazar el despliegue de lo novedoso como una excusa para adaptar la ascendencia neoliberal. La doctrina de la Tercera Vía tiene sus raíces en versiones anteriores en el siglo 20, más reformistas y fracasadas. Ni Bernstein ni más tarde Kautsky comprendieron la relación entre capitalismo e imperialismo y las guerras imperialistas, ni las tendencias inmanentes a la crisis, la polarización de clases, y el poder fascista. La versión actual de la "Tercera Vía" no contiene ninguna de las perogrulladas evidentes de la versión anterior y todos sus vicios reaccionarios: sino que es la extensión de la agenda neoliberal mientras socava los niveles de vida y profundiza las desigualdades. En la actualidad existen pocas ilusiones sobre la naturaleza reaccionaria de la "Tercera Vía" de Blair, Clinton et al. Apenas se habla de ella en la actualidad, cuando los mercados de valores se derrumban y los superávit presupuestarios se achican. También el itinerario derechista de la socialdemocracia europea es fácilmente comprensible para todo intelectual crítico, excepto para aquellos que sufren de amnesia crónica y que buscan cimentar sus tesis de que no hay alternativas.43 Uno no necesita retornar a las ofertas que destacados socialdemócratas alemanes (Schneiderman, Noske, etc.) hicieron al Estado Mayor del Káiser en 1918. Nos queda más próximo el papel de los socialdemócratas británicos, franceses y belgas en la violenta defensa de sus imperios coloniales en Argelia, Kenia, Chipre, Indochina, Congo y otras partes. Su colaboración servil con los EE.UU. en la construcción de la OTAN, sus inalterables posiciones atlánticas provocaron una fuerte crítica hasta de la derecha tradicional. Argumentar que la adopción por parte de los socialdemócratas del modelo estadounidense es una novedad "de importancia histórica mundial," es olvidar el legado histórico de la socialdemocracia, su adulación pronunciada y avanzada sobre todo entre los laboristas británicos. Todo el edificio del estado de bienestar tiene menos que ver con la socialdemocracia programática y más que ver con los desafíos del bloque comunista, la militancia sindicalista después del fin de la Segunda Guerra Mundial, y la presencia de Partidos Comunistas y de movimientos extra-parlamentarios que presionaban desde la izquierda. Con la desaparición del bloque soviético, la disminución de la izquierda extraparlamentaria y la transformación de los dirigentes sindicalistas en clientes del estado, los dirigentes socialdemócratas europeos, con unas pocas excepciones notables, son capaces de competir con la Derecha por la lealtad de los potentados financieros e industriales. Jospin en Francia es una excepción parcial que confirma la regla. Elegido después de una huelga general de los empleados públicos, presionado por fuertes movimientos extra-parlamentarios y el Partido Comunista parlamentario, concedió en principio la semana de 35 horas, combinándola con una privatización agresiva, la liberalización y una legislación laboral "flexible".
    Si el hecho más importante de los años 80 fue la desintegración del bloque soviético y de los regímenes comunistas, el hecho más destacado de los 90 fue las catastróficas condiciones socio-económicas, los niveles sin precedentes de pillaje y corrupción y las instituciones represivas que resultaron de la transición al capitalismo en Rusia y en los antiguos países de la Unión Soviética. Rusia sola está "echando de menos" a 10 millones de personas que normalmente debieran habitar el país según las proyecciones demográficas de 1987. Millones han muerto prematuramente por enfermedad, stress, suicidio y alcoholismo, como resultado de la pérdida de puestos de trabajo, la pobreza, y la destrucción del sistema de salud pública. Mientras desde el punto de vista táctico el régimen pro-capitalista de Putin permanece firmemente en el poder, el fracaso total de la transición capitalista bajo la "hegemonía" de los EE.UU. ha llevado evidentemente a un contraste agudo con las características positivas de la previa economía planificada, colectivista.
    El pillaje occidental de las economías de los países ex-comunistas, el comercio masivo con la esclavitud de la trata de blancas y los emigrantes, el reino de una oligarquía parasítica multibillonaria que lava sus riquezas ilícitas en Europa, los EE.UU. e Israel, ha ciertamente dado sustancia a las nociones de la rapacidad del imperialismo y capitalismo occidentales. Más convincente que una tonelada de volantes de la era comunista, la experiencia del pueblo de la ex-URSS con el imperialismo euro-estadounidense realmente existente, ha destruido años de desconfianza en la retórica de los burócratas soviéticos y de confianza crédula en la propaganda occidental. Este cambio histórico mundial en las creencias populares, tiene una importancia estratégica fundamental en la reconstrucción de una perspectiva socialista en el Este. Incluso en Europa Oriental, bastión de los estados clientes pro-occidentales, su incorporación y subordinación a la OTAN y a la UE, ha provocado oposición, manifestaciones y en algunos casos el resurgimiento de la influencia comunista. En el caso de la República Checa, S.E. Arrastrado Havel es más favorito entre los literatos en Londres y Nueva York que en Praga, donde el Partido Comunista se está convirtiendo rápidamente en el mayor partido de oposición. El amplio rechazo del liberalismo y del imperialismo de los EE.UU. y el crecimiento del socialismo programático sin estalinismo es un evento histórico de categoría histórica mundial. El punto teórico no es apuntar con precisión a un tiempo y a un sitio para un nuevo auge revolucionario, sino determinar la dirección de la historia y rechazar la creencia fácil de que cada fracaso de la Izquierda es una derrota irreversible de categoría histórica mundial.
    El propósito de este ensayo no es empeñarse en un juego intelectual de comparar punto por punto los avances de la Izquierda con la lista de compras de las derrotas manejada por los intelectuales prosternados. Considerando la superficialidad de estos últimos, sería una contribución fácil y no muy importante para la clarificación del presente y para el progreso en la lucha del futuro. Lo peor sería recurrir al balbuceo psicológico barato utilizado por los prosternados para justificar su inacción y su falta de compromiso con la lucha actual. Al enfrentar el futuro debemos reconocer que hay numerosas calles intelectuales que no tienen salida. Debemos reconocer las barbaridades cometidas en la actualidad en nombre de las victorias occidentales, la hegemonía, la democracia y los libres mercados; la muerte prematura de 10 millones de rusos, los 20 millones de víctimas del SIDA en África, a las que las corporaciones farmacéuticas occidentales niegan las medicinas, respaldadas por sus gobiernos; el asesinato de 1 millón de niños iraquíes por la guerra y el bloqueo anglo-estadounidenses; los 300 millones de latinoamericanos que viven en la pobreza, las decenas de miles de colombianos asesinados gracias al entrenamiento y a la ayuda de los EE.UU. Uno podría agregar a la lista, pero el punto está claro: en el Oriente y en el Sur, la barbarie es un aspecto integral del imperio de los EE.UU.
    Al discutir, lo que hay que hacer frente a la barbarie imperial, es útil recordar los últimos días del imperio romano. Un tiempo como el nuestro, de tiranos, saqueo, corrupción, y de un despliegue descarado de riquezas frente a la miseria. Las similitudes con la barbarie contemporánea son obvias igual que muchas de las respuestas de aquellos que consideran igualmente repugnantes el imperio o aspectos de éste. Hay muchas y variadas respuestas a la barbarie imperial, dependiendo de las condiciones sociales y las predisposiciones políticas de cada cual. Los estoicos entre nosotros se asquean por la irracionalidad del imperio, su brutalidad militar y su inmoralidad que todo lo invade. Sin embargo, se sienten políticamente impotentes y declaran que toda respuesta política es fútil. Se tornan hacia pequeños círculos de amigos o individuos que comparten sus opiniones para conservar la llama del raciocinio. Retienen sus lealtades personales en los intersticios del sistema, con un mínimo de confort, distantes de los poderes imperiales y distantes de las masas degradadas. Sus debates sobre los estudios culturales y la relación del post-modernismo y del marxismo son tolerados e ignorados por la elite y son incomprensibles y remotos para las masas. En una palabra, viven por y para sí mismos.
    Los cínicos no niegan la barbarie sangrienta, la vulgaridad cultural y el pillaje predatorio del imperio... sólo que amalgaman a las víctimas y las ejecuciones. Condenan tanto a las víctimas del imperio como a los depredadores imperiales como igualmente avariciosos (afligidos de "consumerismo".) Para los cínicos la solidaridad social de los explotados es un subterfugio ideológico de los débiles para buscar ventajas para invertir los roles. Para los cínicos la diferencia entre los explotados y los explotadores es sólo una cuestión de oportunidad y circunstancias. Los cínicos apuntan a las revoluciones fracasadas, a la circulación de las elites, a los explotados que se vuelven explotadores, a las víctimas de genocidio que practican el genocidio para justificar la introducción de su sensible narizota en el abrevadero del imperio. Casi siempre los cínicos son izquierdistas arrepentidos: su especialización ocupacional es proveer testimonios sobre las perversiones de los movimientos de liberación. Es una especialización que consigue honorarios lucrativos y muchas veces una cátedra erudita en una prestigiosa universidad euro-estadounidense.
    Otra pose intelectual familiar es la del izquierdista (o ex-izquierdista) que se baña en derrotas históricas y las utiliza como un pretexto para lo que apoda un nuevo ajuste realista o pragmático con el status quo. Mientras dramatiza las pérdidas políticas, como derrotas históricas profundas e irreversibles, no reconoce las nuevas luchas revolucionarias que emergen en el Tercer Mundo y en Occidente, los nuevos movimientos sociales que se oponen a la OMC, los movimientos de agricultores militantes y de trabajadores del transporte, los movimientos masivos de productores y consumidores que rechazan a los patrocinadores corporativos de alimentos y semillas genéticamente alterados, etc. Un patetismo pesimista se convierte en una coartada para la inacción y el distanciamiento o como un pasaje de ida a la política liberal, ya que es percibida como la única de moda. Los ideólogos del imperio no son adversos a suministrar una plataforma ocasional a los pesimistas, esperando que su posición crítica pueda atraer a una audiencia entre los jóvenes rebeldes y que su pesimismo pueda desmoralizar, desorientar y desarmarlos.
    Los intelectuales críticos con una rodilla en el suelo han logrado una cierta relevancia entre las clases educadas. Estos intelectuales se horrorizan ante el despliegue de riqueza en medio de la pobreza. El horror del neoliberalismo evoca indignación ante las prácticas bárbaras del imperio. Esta indignación, sin embargo, es acompañada por un quejido cuando es cosa de articular una alternativa. Después de todos sus gritos indignados, apelan a las elites para que cambien su conducta. Florece la retórica, la denuncia de las mentiras del imperio es reemplazada por nuevos engaños. La idea es que alguien, en algún sitio de la estructura del poder, transforme la barbarie en un generoso estado de bienestar. Esta combinación de indignación violenta y de llamados a la mala conciencia de los conductores del poder imperial, no es más que una abeja sobre el gorro de los factores de políticas a bajo nivel, una fórmula excelente para un bestseller. Expresa una indignación que tiene resonancia en las clases educadas sin pedirles que sacrifiquen algo.
    En agudo contraste con las poses intelectuales mencionadas, se encuentran los intelectuales irreverentes, irreverentes hacia los protocolos académicos y no impresionados por los títulos y los premios prestigiosos. Por otra parte, respetan a los militantes en las primeras filas de las luchas anticapitalistas y antiimperialistas. Son consecuentes y productivos en su trabajo intelectual que es motivado en gran parte por los grandes problemas que enfrentan las luchas del movimiento. Son héroes auto-irónicos cuyo trabajo es respetado por la gente que trabaja activamente por una transformación social básica. Son objetivamente partidistas, y partidistas objetivos. Los intelectuales irreverentes discuten y escuchan a los pesimistas y a los demás intelectuales, a pesar de sus títulos y pretensiones, para ver si tienen algo que decir que valga la pena escuchar.
    Para el intelectual irreverente y comprometido, el prestigio y el reconocimiento vienen de los activistas y de los intelectuales del movimiento, que están involucrados en las luchas populares. Trabajan con estos intelectuales y activistas. Realizan la investigación buscando fuentes de datos originales. Crean sus propios indicadores y conceptos, por ejemplo, para identificar la verdadera profundidad de la pobreza, la explotación y la exclusión. Reconocen que hay unos pocos intelectuales en instituciones prestigiosas y receptores de distinciones que están claramente comprometidos con las luchas populares, y reconocen que esas excepciones deben ser notadas, aunque reconocen que muchos otros que suben la escala académica sucumben a los atractivos de la certificación burguesa. Los intelectuales irreverentes admiran a Jean Paul Sartre que rechazó un Premio Nobel en medio de la Guerra de Vietnam. Sobre todo, los intelectuales irreverentes luchan contra la hegemonía burguesa dentro de la Izquierda, integrando sus escritos y su enseñanza con la práctica, evitando los conflictos de lealtades.
    El imperialismo euro-estadounidense combina la violencia y las amenazas de violencia contra los movimientos de masas y los regímenes que se oponen a su orden mundial y la disuasión y la neutralización contra los grupúsculos intelectuales marxistas occidentales. Típicamente los últimos universalizan su condición, tratando al Imperio como una inmensa sociedad de debates. Como señalara Perry Anderson "la fuerza de este (hegemónico) orden no consiste en la represión sino en la disuasión y la neutralización."44 ¡Qué novedad para los cientos de palestinos ultimados, los miles de yugoslavos muertos, las decenas de miles de colombianos y los cientos de miles de iraquíes asesinados!45
    Objetivamente, el poder imperial de los EE.UU. está construido sobre fundamentos muy frágiles: una economía de burbuja que se está abatiendo, una economía casi tributaria dependiente de flujos externos de capital especulativo en gran escala para compensar los déficit insosteniblemente altos del comercio de mercancías, una economía interna alimentada por el consumo en la que los hogares ya están súper endeudados y con ahorros negativos, un imperio sin respaldo público para las guerras terrestres en ultramar, y una "Nueva Economía" à la Ponzi que se basa en empresas casi sin productos, sin utilidades y sin muchos ingresos.
    Igualmente importante es que la polarización de clases ha aumentado entre los propietarios billonarios de los medios de finanzas, la producción y la especulación y la gran mayoría de la población; la relación de ingresos entre los directores generales y los trabajadores ha incrementado de 80:1 a 470:1 en 3 décadas; más de un 80% del público estadounidense no cree que sus votos importen y consideran que el gran capital domina la esfera política, lo que algunos analistas políticos llaman una crisis de legitimidad. Los beneficios sociales a través de las generaciones, los niveles de capacitación y las ocupaciones han sido saqueados. La desregulación ha llevado a una extorsión de los precios a los consumidores en los servicios públicos.
    El imperialismo de la actualidad no ha creado una "aristocracia obrera". Una clase media proletarizada ha perdido la seguridad en el puesto de trabajo y ha sido recompensada con beneficios de privilegio pero sin valor (opciones de acciones en el NASDAQ son usadas para empapelar paredes o, por los más prácticos, como papel higiénico.) Los dirigentes de la guardia vieja de los movimientos de raza, género y ecología de los años 60 y 70 y los intelectuales prosternados de mediana edad que se han subido en el carro de la Tercera Vía, han sido reemplazados por un nuevo liderazgo que es más militante, anticorporativo, anti-neoliberal y por una cantidad creciente de activistas extraparlamentarios y anticapitalistas.
    Es cierto que no existe un consenso sobre las alternativas que van desde las economías basadas y controladas en la comunidad al socialismo basado en el consumidor-trabajador, desde cambios en los regímenes de propiedad al retorno a la regulación pública. Es pura miopía argumentar que los movimientos de sectores no llegan a ser un movimiento colectivo idealizado, a la medida de los intelectuales de Soho cuando toman su cafecito. La emergencia de coaliciones factibles y acciones conjuntas, los foros y diálogos comunes no llegan a formar una nueva versión del partido de la clase obrera de Lenin o Keir Hardy, pero es un comienzo. El creciente internacionalismo (sin oráculos de ultramar o centros revolucionarios), evidenciado en las acciones conjuntas de Norte-Sur de los campesinos del Tercer Mundo y los agricultores de Europa, es prometedor. Hay desafíos inmensos en la creación de una nueva conciencia socialista revolucionaria, generalizándola para que llegue a los millones que están en movimiento; organizando y suministrando una nueva teoría inclusiva para proveer una diagnosis y una dirección estratégica. Una cosa está muy clara. El progreso intelectual de esta Izquierda pujante, no depende de las modas y flaquezas de los intelectuales prosternados que lanzan guijarros desde los puestos de comando de las publicaciones de Izquierda que han perdido contacto con la realidad. La lucha por las reformas en este movimiento está ligada a cambios estructurales del imperio y en algunos casos del régimen de propiedad. Han emergido múltiples agencias colectivas de mayor o menor fuerza que ponen en duda el Nuevo Orden Imperial, luchando en unos pocos casos por el poder estatal.
    Mientras los escribidores de Relaciones Públicas montan una campaña de propaganda, usurpando incluso el lenguaje de la Izquierda, para promover una ciencia ligada al control y explotación de genes, plantas, etc., la Izquierda ha contraatacado denunciando la naturaleza manipulativa e irreflexiva de la ingeniería genética corporativa. Contra el abrazo irresponsable del desarrollo de las fuerzas productivas (o destructivas) por parte de los escribidores corporativos (y de un puñado de izquierdistas), la Izquierda ha llevado al foro la centralidad de las relaciones sociales de producción como la definidora del significado, contenido y consecuencias del trabajo científico y de la investigación básica. En este sentido, la Izquierda emergente continúa y profundiza el trabajo intelectual y la práctica del pasado medio siglo. Queda mucho por hacer, particularmente en el campo de la clarificación ideológica, pero ya se ha logrado mucho en la diagnosis del imperio, descubriendo sus defectos y creando nuevos movimientos radicales.



Notas

1Perry Anderson, uno de los intelectuales de izquierda más influyentes en el mundo anglosajón ha escrito el ensayo más sucinto y polémico definiendo una nueva dirección para su periódico The New Left Review. En este ensayo defiende la tesis de la dominación total del imperio de los EE.UU. (que apoda "hegemonía de los EE.UU.") y la total derrota y desintegración de la izquierda. Sin embargo, su tesis tiene vicios profundos, en su método, su teoría y su análisis, llevándolo a una retirada injustificada hacia una especie de posición centrista apolítica. Este ensayo fue escrito, en parte, como una refutación de sus argumentos, pero lo que es más importante, para definir un enfoque teórico alternativo. Véase "Renewals"de Perry Anderson, New Left Review, Nº 1, (nueva serie) enero-febrero 2000, páginas 5-24.
2Véase Anderson, obra citada, páginas 9, 12, 15, 19, 24.
3C. Wright Mills, The Power Elite,(New York: Oxford University Press 1956)
4Véase Anderson, op. cit. páginas 6-11. Aunque el ensayo de Anderson se ocupa sobre todo de definir una nueva dirección para su revista (NLR) y al hacerlo intenta suministrar un contexto histórico-político para su forma y contenido cubriendo las últimas cuatro décadas.
5El ataque de Anderson contra los escritos teóricos o culturales entregados a la causa de la política de lucha de clases y la defensa de la arcana posición reaccionaria del "arte por el arte como tal" se evidencia en los siguientes "Intentos de reclutar (sic) cualquier campo teórico o cultural para propósitos instrumentales (sic) será siempre fútil o contraproducente... NLR publicará artículos sin consideración a su relación directa, o la falta de una tal relación, con agendas radicales familiares (sic)." El uso por Anderson de términos peyorativos para caricaturizar a los intelectuales activistas y deformar los temas en discusión, constituye una constante a través del ensayo y sugiere que lo que le falta en sustancia lo compensa con su celo polémico. Vea Anderson, p. 23
6Anderson coloca la etiqueta de conformismo a los años 50 en la página 7 op. cit.
7Jean Paul Sartre, Sartre on Cuba (N.Y.: Ballatine 1961) Paul Sweezy y Leo Huberman, "Cuba: Anatomía de una Revolución" (N.Y.: Monthly Review 1960).
8Bill Warren, Imperialism: Pioneer of Capitalism (Londres: NLR, 1990) Anderson, en una de sus expediciones menos que lúcidas en el terreno de la ciencia para reforzar su postura ideológica pasiva, escribe que "no hay a la vista una agencia colectiva capaz de equiparar el poder del capital. Estamos en una época, en la que la ingeniería genética se avecina (sic), en la que la única fuerza revolucionaria que actualmente es capaz de afectar su equilibrio parece ser el propio progreso científico - las fuerzas productivas, tan impopulares con los marxistas convencidos de la primacía de las relaciones de producción, cuando aún vivía un movimiento socialista. Pero si las energías humanas a favor de un cambio de sistema vuelven jamás a resucitar, será desde dentro del metabolismo (sic) del propio capitalismo." Vale la pena citar semejantes cavilaciones para ilustrar la retirada de Anderson hacia el tipo de consignas que General Electric popularizó en los años 50 (la ciencia es nuestro producto por principio) y su uso ignorante de metáforas científicas para cubrir la pobreza de su intento de diseñar una teoría de cambio social.
9Eric Wolfe, Peasant Wars in the Twentieth Century (New York: Harper and Row, 1969).
10Regis Debray, "Revolución en la Revolución" (New York: Monthly Review 1967). Para una lectura crítica véase Regis Debray and the Latin American Revolution (N.Y.: Monthly Review 1968).
11Véase Anderson op.cit. p. 18. En este ensayo Anderson tiende a ignorar a escritores de mayor competencia y profundidad, fuera de su pequeño círculo de colaboradores. Por ejemplo, en el campo de los estudios mediáticos, Schiller, Parenti, Chomsky y Herman han producido trabajos mucho más importantes sobre los medios de masas que Debray, pero se cita sólo a éste.
12Luis Althusser, Reading Capital (London: NLB, 1970).
13E.P. Thompson, The Nation, 26 de febrero y 16 de abril, 1983.
14James Petras y Morris Morley, "The Errors of Edward Thompson", End Papers Nº6, Invierno de 1983¾1984, páginas 105¾107.
15Entre los críticos más virulentos de la renovación de la Izquierda en los años 60, y de oposición a la revolución indochina, se encontraba el escritor estadounidense Irving Howe y su trimestral Dissent.
16Sobre la importancia revolucionaria del rock, Anderson escribe "Los dos hitos dominantes del período (los 60) fueron la aparición de la música de rock como una onda (sic) de sonido que todo lo invade, de revuelta juvenil... una forma popular que se reclama tanto como una novedad estética como un levantamiento social" (p.7). Del pop rock en los años 60 a la ciencia pop en los 90, Anderson sigue el camino bien trillado de los gurus de la contracultura del período anterior a los populistas del mercado de los 90.
17Todd Gitlin, Sixties: Years of Hope, Days of Rage (New York: Bantam Boojs 1987).
18Véase Thomas Frank One Market Under God (New York: Doubleday 2000). Especialmente relevante es el capítulo 7 The Brand and the Intellectuals, páginas 252¾276.
19Los escritores de este tipo incluyen a Samir Amin, Gunder Frank, y Wallerstein.
20Bob Brenner, del consejo de redacción de New Left Review en una conversación privada.
21Perry Anderson escribe en su estilo hiperbólico usual que "el capitalismo estadounidense ha reafirmado contundentemente su primacía en todos los terrenos -económico, político, militar, cultural- con un boom de ocho años sin precedentes... cabe poca duda de que la posición competitiva subyacente de la economía de los EE.UU. ha sido críticamente reforzada" Anderson op. cit., p. 10.
22Anderson afirma repetidamente sus negativas categóricas de la existencia de una oposición importante de izquierda, como para convencerse a sí mismo de su veracidad. Pregunta y responde a su propia interrogación "¿Cuál es el aspecto fundamental de la década pasada? En breve, puede ser definido como la consolidación virtualmente incontestada y la difusión universal del neoliberalismo" p.10. Unas pocas páginas más tarde, repite "En general lo que es fuerte no es la aspiración democrática desde abajo, sino que la asfixia del debate público y de la diferencia política por el capital, desde arriba" p.16. En la página siguiente presenta argumentos aún más exuberantes en un ataque más bien cercano a un derrotismo maníaco "por primera vez desde la Reforma, ya no hay oposiciones importantes -es decir enfoques rivales sistemáticos- dentro del mundo del pensamiento del Occidente: y apenas alguna a escala mundial." (Anderson, p.17).
23La atracción de Anderson hacia los ideólogos de la Derecha y sus escritos, es evidente en algunas de sus generalizaciones indiscriminadas. "A diferencia (de la Izquierda) con control del terreno de las construcciones políticas directas de la época, la Derecha ha suministrado una visión fluida tras la otra de hacia dónde va el mundo, o ha dejado de ir. -Fukujama, Brzezinski, Huntington, Yergin, Luttwak, Friedman. Son escritores que unen una sola tesis poderosa con un estilo popular fluido. Este género seguro... no encuentra igual en la Izquierda" p.19. Llevado por su fervor por los ideólogos duros de Derecha, Anderson señala más adelante que "La crítica más devastadora de la expansión de la OTAN y de la guerra en los Balcanes vino a menudo de la Derecha... La revista (NLR) debiera acoger intervenciones semejantes" (p.24). Dudo si Le Pen, Haider, Buchanan tienen tiempo o interés en escribir para NLR. En todo caso, está claro que Anderson no se refiere a la Derecha respetable cuando se refiere a su "crítica devastadora" ya que los escritores mencionados anteriormente apoyan todos la expansión de la OTAN, etc.
24Anderson escribe en el idioma antiséptico del mundo académico sobre la Izquierda "... la mayor parte de la tensión entre los impulsos (sic) desviados (sic) o insurgentes desde abajo y el orden establecido ha sido absorbida al apropiarse el mercado de la cultura juvenil y al institucionalizarla en gran parte de la misma manera como antes encapsuló las prácticas de vanguardia, pero... de un modo mucho más completo" (p.20). Las excursiones mal informadas de Anderson en el balbuceo psicológico al discutir movimientos de Izquierda ("impulsos desviados e insurgentes"), su amalgama ridícula de los principales movimientos sindicales, campesinos y estudiantiles con la "cultura juvenil" para hablar de una cooptación general, ocultan una triste declinación de sus capacidades analíticas.
25Anderson suministra una letanía de derrotas de la Izquierda que sorprendentemente incluye la estagnación económica del capitalismo japonés (p.10-12).
26James Burnham, Managerial Revolution: What is Happening in the World (New York: John Day 1941; Charles Lindbergh describió al fascismo como "la ola del futuro" en los años 30.
27Anderson subestima groseramente el papel de la violencia en el mantenimiento de lo que apela la "hegemonía de los EE.UU.". "La fuerza de este orden (de los EE.UU.) no se basa en la represión sino en la dilución y la neutralización y hasta ahora ha manejado sus nuevos desafíos con ecuanimidad" (p.16). De nuevo uno se sorprende del intento de Anderson de dar profundidad a la banalidad, adoptando una terminología seudo-científica.
28El abuso del término "hegemonía" por Anderson para cubrir todos los casos de régimen imperial (olvida de utilizar ni una sola vez la palabra 'Yo') es un error mayúsculo en vista de la omnipresencia de la violencia, abierta o encubierta, que caracteriza la pasada década de supremacía mundial de los EE.UU.
29Quienes se prosternan no son necesariamente partidarios del poder imperialista estadounidense; incluyen a escritores incapaces de reconocer toda realidad que no sea la del poder imperial, imbuidos de un sentido de respeto e impresionabilidad ante los escribidores y publicistas de este poder y que albergan una profunda hostilidad hacia los 'no-creyentes' que están comprometidos en la lucha contra el imperio.
30Un caso típico de los excesos polémicos de Anderson en el análisis de los movimientos verdes y feministas profundamente divididos se encuentra en lo que sigue: "La actividad de las feministas en los Estados Unidos y de los Verdes en Alemania -donde cada movimiento es el más fuerte- al servicio del régimen de Clinton en la Casa Blanca y de la guerra de la OTAN en los Balcanes, habla por si misma" (p.16).
31Para una información más detallada sobre las nuevas tendencias revolucionarias en América Latina, vea mi libro: "Neoliberalismo en América Latina. La izquierda devuelve el golpe" (Ed. Homo Sapiens, Rosario, Argentina, 1997)
32La desacertada profecía de Perry Anderson se basa presumiblemente en su contacto con Cardoso 25 años antes, o se relaciona con su creencia en la capacidad intelectual superior de los ideólogos de la Derecha.
33Del 19 al 21 de enero de 2000, una huelga general y una amplia coalición de indígenas, campesinos y oficiales de medio nivel del ejército capturó el parlamento y estableció un régimen popular de brevísima duración. Manifestaciones similares del poder de las masas que desafían a los regímenes clientes de los EE.UU. ocurrieron en Bolivia, resultando en docenas de muertes y la derrota de las políticas neoliberales. Asimismo en Paraguay, alianzas de estudiantes, campesinos y sindicatos han bloqueado el retorno del régimen dictatorial. Decir que esto no tiene importancia, que no se compara con una "oposición real," es comprometerse en excusas reales o no intencionales. La primera regla del realismo es reconocer el poder aunque venga de abajo y ocurra en el Tercer Mundo.
34Véase la letanía de Anderson sobre los defectos de la Izquierda activista de la actualidad, páginas 13¾14. Lo que le falta a Anderson en percepción de los pujantes movimientos socio-políticos lo compensa con su psico-jerga, una versión de la vieja argumentación ad hominum. Caracterizando que los intelectuales activistas de Izquierda se involucran en un tipo de política de "consuelo" escribe "... hay una tendencia humana natural a tratar de encontrar un forro plateado en algo que de otra manera parecería un ambiente abrumadoramente hostil. La necesidad de tener algún mensaje de esperanza induce a una propensión a sobre-estimar la importancia de procesos contrarios, a investir agencias inadecuadas con potenciales desinteresados, a alimentar ilusiones en fuerzas imaginarias. También es cierto que ningún movimiento político puede sobrevivir sin ofrecer alguna medida de socorro emocional a sus adherentes, lo que en períodos de derrota significará inevitablemente elementos de compensación psicológica" (p.13). Si podemos perdonar el excesivo cinismo y las maquinaciones manipulativas que el Profesor Anderson imputa a los dirigentes de las masas populares, tenemos que repudiar una pose que substituye la psico-jerga por una discusión honesta y la discusión de programas, teorías y estrategias con los activistas intelectuales.
35El profesor Anderson, mientras desprecia a millones de manifestantes en India y miles en Francia, que atacan la modificación genética ("no se ve en el horizonte una agencia colectiva capaz de compararse con el poder del capital") se une a los publicistas de Monsanto "Estamos en una época, en la que viene la ingeniería genética, en la que la única fuerza revolucionaria que es capaz actualmente de afectar su equilibrio parece ser el propio progreso científico..." (p.17). La creencia de Anderson en la ciencia divorciada del poder de clase y del estado que define las tareas y los usos de la investigación y los descubrimientos científicos, y su apoyo sin crítica a la ingeniería genética es demasiado extraño para justificar muchos comentarios.
36Las ventajas y reformas obtenidas por los movimientos feministas y ecologistas en su lucha, según Anderson, han "demostrado ser compatibles con las rutinas (sic) de la acumulación"(p.16).
37Robin Blackburn "Cuba on the Block", New Left Review, Nº 4, julio-agosto 2000, páginas 5-37. Hay muchas cosas de valor en este artículo pero es muy débil respecto a los desafíos cubanos a la hegemonía de los EE.UU.
38Giovanni Arrighi, Long Twentieth Century (London: Verso 1994). Basándose en un enfoque histórico-teórico defectuoso, Arrighi argumentó: "Pero el desplazamiento de una región 'antigua' (América del Norte) por una región 'nueva' (Asia Oriental) como el centro más dinámico de los procesos de acumulación de capital a escala mundial, ya es una realidad (p. 322).
39Anderson, p. 19
40Martín Wolf "Not So New Economy", Financial Times, 1 de agosto de 1999, p. 10; Robert Gorden "Has the New Economy Rendered the Productivity Slowdown Obsolete", junio de 1999, http://faculty-web.at.nwu/education/gordon/researchhome.htm.
41Perry Anderson describe a estos ideólogos de derecha y sus polémicas publicaciones como sigue: "Las doctrinas de la Derecha que han teorizado el capitalismo como un orden sistemático retienen su inflexible firmeza. Aquellos que siempre han creído en el valor superior de los mercados libres y de la propiedad privada de los medios de producción incluyen a muchas figuras de enjundia intelectual" (p.16). Por contraste, los activistas intelectuales de izquierda son descritos como maximalistas "estériles", llenos de "piedad" y eufemismos, que "creen en ilusiones, sosteniendo mitos conformistas" y que "confunden lo deseable con lo factible," p.14. ¡Cuidado Anthony Gitten, puede que Blair encuentre a otro que le escriba sus discursos!
42Thomas Frank, One Market Under God, op.cit., el capítulo 2 es especialmente relevante: "A Gret Time of What¸Market Populism Explains Itself."
43Como argumenta Anderson "Uno podría decir que por definición TINA (no hay alternativa en inglés) sólo adquiere su plena fuerza una vez que un régimen de alternativa (la Tercera Vía socialdemócrata) demuestra que verdaderamente no hay políticas alternativas" (p. 11). Que se considere que los socialdemócratas son una alternativa y una novedad histórica a sus políticas derechistas es absurdo.
44Anderson op. cit. p. 16. Robert Brenner pone en duda parte del entusiasmo exuberante de Anderson por la economía de los EE.UU. Vea "The Boom and the Bubble", NLR, Nº 6, noviembre - diciembre 2000, pp. 5-44.
45Toda visión de los desafíos al imperio de los EE.UU. y sus clientes y aliados debe incluir la heroica lucha de los palestinos contra el régimen colonial de asentamientos de Israel. A pesar de miles de víctimas, asesinatos, y de un bloqueo criminal infligido por el gigante militar israelí, la Intifada continúa sin tener prácticamente apoyo alguno del brillante círculo de escritores anglo-estadounidenses con sus publicaciones político-literarias marxistas occidentales.

Especial para Rebelión
Traducción para Rebelión: Germán Leyens


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