Por Héctor Kol
 

    Los chilenos somos privilegiados cuando del Capitalismo neoliberal se trata: mientras en la mayoría de los países de América Latina se discute acerca de las consecuencias sociales que pudiera tener la implantación del modelo neoliberal en sus territorios, nosotros (los "ingleses de América") ya tenemos 20 años de experiencia.
    Entonces, cuando uno de nosotros, los privilegiados, asiste a alguna conferencia o seminario internacional donde se aborda el tema del neoliberalismo, nos convertimos en invitados "top": nadie sabe más que nosotros de neoliberalismo; a ningún otro país han saqueado tanto en virtud de las normas y recetas neoliberales; ningún otro país puede exhibir a un Presidente de la República que se dice "Socialista" y Neoliberal a la vez (que es como ser hincha de Colo-Colo y de la "U" al mismo tiempo).
    Ningún otro país puede, tampoco, darse el lujo de suscribir Acuerdos Comerciales que sólo conocen algunos iluminados y que todo el pueblo celebra repitiendo, como papagayo, que el "Tratado es bueno porque aumenta las exportaciones", como si hubiera alguien que "exporta" en la población José María Caro, en Los Nogales o en la Santa Julia ...o en la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que apoya estos acuerdos comerciales.
    El privilegio de ser chilenos, sin embargo, no deja de depararnos sorpresas, pues sucede que sólo a nosotros, los privilegiados del continente, el Acuerdo de Libre Comercio para Las Américas (ALCA) no puede significar peligro alguno. Mientras América tiembla ante la posibilidad cierta de que el Imperio instale en nuestras naciones el Plan Estratégico para consolidar y eternizar el saqueo de nuestros territorios (Plan que, por lo demás, fue anunciado EN CHILE por el Presidente Bill Clinton, en 1998) nosotros los chilenos podemos respirar tranquilos: el ALCA no nos perjudicará, no profundizará nuestra condición de colonia, no aumentará el saqueo a nuestra Naturaleza ni magnificará la explotación de nuestros trabajadores.
    Nada de eso ocurrirá en Chile cuando, en el año 2005, se instale el ALCA, porque gracias a que tenemos Gobiernos, parlamentarios y organizaciones sindicales, sociales y políticas como las que tenemos, NOSOTROS YA ESTAREMOS CONSOLIDADOS COMO COLONIA, nosotros ya estaremos "gozando" de las bondades del ALCA, porque el ALCA no se instala en Chile en el 2005, SINO EN EL 2003, cuando entre a operar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos de Norteamérica (TLC).
    Y como nos las sabemos todas, porque si algo nos heredó la Dictadura fue la soberbia, cada vez que alguien advierte sobre donde está el verdadero peligro, nosotros miramos para el lado, nos hacemos los sordos, se nos olvida lo leído, lo analizado, lo aprendido. Los Sindicatos dejan que la CUT opere a su regalado gusto bajo la batuta de Diego Olivares (encargado de Relaciones Exteriores de la Multisindical); los partidos políticos de Izquierda dejan que sus militantes al interior de los sindicatos voten como les da la real gana cuando se plebiscitan estos Acuerdos Comerciales en los gremios y que son absolutamente contrarios a los intereses de los trabajadores; los grupos anticapitalistas y antiglobalización se enredan en las mismas burocracias que impiden la acción y que tanto critican (y con justa razón) a las entidades políticas y sindicales tradicionales. Todos preferimos sumarnos a una razonable campaña anti-ALCA que atraviesa a la América Latina para no ver la realidad: que el yugo español del que nos sacudimos hace 200 años hoy vuelve en su versión en inglés y que se instalará alrededor del cuello de los chilenos en Diciembre de este año, es decir, MAÑANA.

    Cuando se critica el ALCA, la mayoría de las referencias están dirigidas al Capítulo Sobre Inversiones (Capítulo I en el Borrador del ALCA liberado en Julio del 2001) donde se faculta a las empresas a actuar como Estados dentro de los Estados.
    Aunque el texto final del ALCA permanece aún en revisión y cada frase y párrafo tiene dos o tres versiones en espera de una redacción final, es en ése Capítulo I se concentra el "espíritu" del ALCA, donde aparece con claridad lo que el Imperio espera obtener a través de este Acuerdo Conctinental. En los "Requisitos de Desempeño" del Artículo 7 del Capítulo señalado, se señala lo siguiente:

1. ...Ningún Estado receptor de una inversión podrá obligar al inversionista a cumplir alguno de los siguientes requisitos:

• exportar un determinado tipo, nivel o porcentaje de bienes (mercancías) o servicios;
• alcanzar (en su producto final) un determinado grado o porcentaje de contenido nacional (es decir, insumos del país "receptor" de la inversión);
• adquirir u otorgar preferencias de compra a mercancías (o servicios) producidos en el país "receptor" de la inversión;
• establecer cualquier tipo de relación entre volumen o valor de las importaciones y el volumen o valor de las exportaciones;
• restringir las ventas, en el territorio del país "receptor", de los bienes o servicios producidos por la empresa inversora.

• dar preferencia, para su adquisición, a bienes producidos en el territorio del Estado "receptor";
• alcanzar, en el producto final, un porcentaje determinado de bienes o insumos producidos en el Estado "receptor";

• restringir las ventas, en el territorio del Estado "receptor", de los bienes (mercancías) o servicios producidos por la "inversión" (la empresa).