LA ECONOMIA CHILENA Y EL FUNDAMENTALISMO MONETARISTA
Por: Angélica Gimpel Smith
Chile se exhibe como un caso de exitosa aplicación del monetarismo y se promueve como el ejemplo a seguir por otros países. En este artículo se reseña su origen y se examina el significado de sus "éxitos".
INTRODUCCION
La dictadura convirtió
a Chile en el laboratorio de experimentación social del fundamentalismo
monetarista, enfoque económico de la ideología neoconservadora
autoproclamada como "neoliberal". La propagación de esta doctrina
se realizó a través del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM) creados 1944 y de la Sociedad Mont Pélerin,
fundada en 1947. Un papel decisivo en su imposición en Chile, jugaron
quienes obtuvieron sus doctorados en la Universidad de Chicago -a cargo
de Milton Friedman, uno de los fundadores de la Sociedad Mont Pélerin-
haciendo uso del convenio firmado entre ésta y la Universidad Católica
en 1955.
De forma dogmática esta postura sostiene
que los males de un país obedecen a la "interferencia" gubernamental
en la actividad económica. En este contexto, Friedman afirma que
la inflación es una enfermedad tan grave como el alcoholismo y que
su única causa es la impresión de billetes para cubrir el
déficit fiscal provocado por la acción gubernamental en su
afán por alcanzar el pleno empleo. Afirma que debe eliminarse la
inflación para que haya estabilidad, lo que permitirá que
la economía funcione bien si se deja actuar libremente la oferta
y la demanda. En el ámbito interno este libre juego corresponde
a lo que se bautizó como "economía social de mercado" y en
el externo al libre comercio.
En consecuencia, el monetarismo sostiene que al
gobierno sólo le compete lograr la primordial estabilidad de precios,
para lo cual debe eliminar el déficit fiscal, y establecer una política
monetaria que opere sobre la tasa de interés (precio del arriendo
de dinero) en el ámbito interno y sobre el tipo de cambio (precio
de las divisas) en su relación con el exterior.
El ausentismo gubernamental propiciado, deja la
producción y su distribución a merced de las megaempresas
-nacionales o transnacionales-, que controlan la oferta y la demanda sin
"interferencias".
LOS ÉXITOS DEL MONETARISMO
El monetarismo, vigente en Chile
por más de un cuarto de siglo, se inscribe en esa ideología
sin ética que se declara "neutral" -amparándose en en una
pretendida posición técnica- y reñida con la política,
aunque en los hechos responde a la insaciabilidad del sector concentrador
del ingreso que ha impuesto el proceso de globalización en curso.
Puesto que en ausencia de ética los seres
humanos no interesan, la imposición del monetarismo y sus resultados
se exhiben como un ejemplo a seguir. Tales éxitos consisten en la
trayectoria seguida por algunas de las variables macroeconómicas
resultantes -que no benefician sino que perjudican a la población-,
mientras que se omite mencionar el rumbo seguido por las originarias que
se han deteriorado dramáticamente.
Los éxitos que ostentan son el control de
la inflación, una alta tasa de crecimiento económico y una
baja tasa de desempleo. Con excepción de los períodos recesivos,
cada mes, la gente de gobierno se sigue vanagloriando de estas exitosas
cifras y los periodistas televisivos informan celebrando con robóticas
sonrisas estos "grandes triunfos".
Sin embargo, el bienestar de la población
es prioritario y no puede subordinarse a estos "éxitos", por lo
demás cuestionables desde varios puntos de vista.
1.- El control de la inflación
La imposición del control inflacionario como
objetivo primordial, se hizo proclamando que a quienes más perjudica
"esta enfermedad" es a las personas que viven de su trabajo, quienes son
la mayoría de la población en edad de trabajar. Por lo tanto,
este éxito debe enjuiciarse en relación a los medios utilizados
para obtenerlo y su efecto en estos sectores sociales.
La baja tasa inflacionaria se ha logrado básicamente
con la acción gubernamental que impone una constante reducción
del presupuesto fiscal, con la acción del Banco Central -transformado
en ente autónomo- que mantiene altas tasas de interés para
controlar la oferta monetaria y divisas subvaluadas para abaratar las importaciones,
y con la persistente reducción del poder adquisitivo de los sueldos
y salarios.
Tanto el presupuesto fiscal como las remuneraciones
se reajustan una vez al año y en una magnitud inferior a la inflación
registrada en el período previo, dado que se les aplica el porcentaje
de la inflación programada, siempre inferior a la ocurrida, por
ser su control el objetivo prioritario de la política económica
aún vigente.
1.1.- El presupuesto fiscal
El presupuesto fiscal disminuye
en concordancia con la reducción arancelaria inherente al libre
comercio, mientras que la población aumenta. La tenue recuperación
del gasto social ocurrida con los gobiernos concertacionistas se consiguió
con un aumento del impuesto al valor agregado (IVA) de 15% a 18% y con
préstamos del BM a los ministerios de salud y educación.
La primera medida es concentradora del ingreso por
tratarse de un impuesto indirecto que afecta a todos por igual, sin considerar
su capacidad adquisitiva, agudizando la regresividad del sistema tributario
heredado.
La segunda, subordinó las respectivas políticas
a los dictados del BM y concreta en esos sectores las "modernizaciones"
anunciadas por Pinochet en setiembre de 1979. Se traduce en la adquisición
de equipos a empresas externas especificadas y en el establecimiento de
reformas diseñadas por el BM, lo que favorecerá a los receptores
de este patrimonio estatal cuando se enajene o se de en concesión,
porque el grado de jibarización presupuestaria no permitirá
su funcionamiento. Por lo demás, las reformas persiguen "modernizar"
la educación general tranformándola en mera instrucción
-el monetarismo domina mejor sobre un pueblo creyente que sobre un pueblo
pensante-, y en el nivel universitario dejando la investigación
bajo el financiamiento y en favor de las megaempresas.
Más crítica es la situación
de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), cuyo presupuesto
se basa casi íntegramente en un crédito del Banco Interamericano
de Reconstrucción y Fomento. Esta entidad carece de atribuciones
ejecutivas, por lo que la fiscalización y el cumplimiento de la
precaria legislación ambiental existente son letra muerta. En cambio,
ha preparado diversas evaluaciones, encargado numerosas consultorías
y elaborado un anteproyecto de ley para la venta de permisos transables
para intoxicar atmósfera, suelo y agua.
Cuando no quede patrimonio comunitario que genere
utilidades o pueda enajenarse para pagar éstos y los demás
préstamos contraídos, lo más probable es que se recurrirá
al aumento de los impuestos indirectos, ya que los directos, especialmente
a las utilidades, no gozan de simpatía entre los monetaristas, bajo
el pretexto de que "desalientan la inversión y, por lo tanto, se
arriesga el empleo". Esta situación no la enfrentarán sus
autores, sino la juventud e infancia actuales.
De hecho, no se han reducido ni eliminado las exenciones
tributarias, las bonificaciones, los subsidios y los créditos fiscales
preferenciales al sector privador. Por ejemplo, la destrucción del
bosque nativo, fue facilitada por el DL 701 que, entre 1976 y 1994, bonificó
al sector forestal con 170 millones de dólares de 1991 y más
del 60% de esta suma -que no se devuelve al Estado, como ocurre con el
crédito fiscal univer-sitario- benefició a las mayores empresas
forestales. Estos privilegios tributarios no excluyen a las empresas extranjeras,
lo que significa un traspaso de recursos fiscales al exterior. Tampoco
se ha escuchado que se haya eliminado el crédito fiscal preferencial
a la actividad automotriz -pese a la fuerte contribución de su producto
a la toxificación y ruido que deterioran gravemente la salud de
la población santiaguina- ni el subsidio al Diesel usado en Isla
de Pascua.
1.2.- Las remuneraciones
En el
caso de las remuneraciones, su reajuste incompleto -según la inflación
programada- desvirtúa la consigna de que los trabajadores son los
más perjudicados con la inflación, por el contrario, les
favorece el aumento de la inflación, claro está, siempre
y cuando se respete el mecanismo establecido cuando el nivel de precios
que se produce con posterioridad al reajuste supera a la programado, como
sucedió en el último período.
Por otra parte, la constante
reducción del poder adquisitivo de las remuneraciones corresponde
a jornadas de trabajo más intensas y más prolongadas. Según
la última información de la OIT, la duración de las
jornadas de trabajo en Chile ocupa el tercer lugar, después de Japón
y Estados Unidos, aunque muy por debajo de ellos en el nivel de remuneraciones.
La disminución de los salarios reales reviste mayor gravedad ante
la mercantilización de la salud y la educación, muchos de
cuyos servicios antes eran proporcionados en forma gratuita porque ellos
se financiaban con el presupuesto fiscal.
Además del aporte tributario,
una proporción importante de las menguadas remuneraciones de la
fuerza laboral civil, debe transformarse en un ahorro obligatorio en favor
del capital financiero, a través de las Administradoras de Fondos
de Pensiones (AFPs) y el déficit democrático impide que los
afiliados forzosos participen en las decisiones que afectan a los fondos
aportados por ellos.
1.3.- Las tasas de interés
Su alto nivel privilegia al
capital financiero en desmedro de productores y consumidores, hecho que
se refuerza con la gran brecha existente entre las tasas que cobran y pagan
las entidades del ramo, con el creativo cobro de administración
y con el trabajo gratuito que deben realizar los clientes siguiendo las
instrucciones de las máquinas -que no se incorporan para disminuir
la jornada laboral, sino para disminuir trabajadores y aumentar sus utilidades-,
acorde a sus "modernizaciones".
Por otra parte, las altas de interés constituyen
un magneto irresistible para los capitales golondrinas, los que conspiran
en contra de la estabilidad que el monetarismo pretende garantizar, puesto
que se esfuman ante el menor riesgo. Este hecho obliga a los países
dependientes, como Chile, a ceder a las crecientes exigencias propias de
la insaciabilidad de quienes controlan el capital financiero.
El objetivo prioritario de reducir la inflación
-apoyado incluso en la reducción de las remuneraciones y del presupuesto
fiscal-, no rige para el capital financiero al que se garantiza un reajuste
diario a través del alza cotidiana de las UF. De esta forma, el
libre mercado no rige para el trabajo ni para el capital financiero, fijándose
el precio del primero lo más bajo concebible y el del último
lo más alto posible, en el contexto de flexibilidad laboral y rigidez
financiera imperante.
1.4.- El tipo de cambio
La mantención del tipo
de cambio a un nivel subvaluado permite que las importaciones tengan menor
precio y apoyen el control de la inflación. Este hecho junto a la
disminución de los aranceles que se les aplicaba ha desindustrializado
al país.
El tipo de cambio subvaluado implica que se reciben
menos pesos por las divisas correspondientes a igual monto de exportaciones,
las que fueron decretadas "motor del crecimiento" . No obstante, esta desventaja
es de sobra compensada por las exenciones tributarias que las favorecen
y el aporte fiscal a ProChile, entidad dependiente del Ministerio de Relaciones
Exteriores e inmune a la privatización.
2.- La alta tasa de crecimiento.
En cuanto al exitoso crecimiento económico
expresado en un aumento de 7% anual del producto en la última década
según orgullosas declaraciones oficiales, también es indispensable
esclarecer su significado.
2.1.- Significado
El crecimiento económico es un concepto meramente
cuantitativo que se mide a través del nivel y tasa de crecimiento
del producto contabilizado.
Para los monetaristas -que por carecer de ética
no se interesan en la suerte de las variables macroeconómicas originarias,
es decir, los seres humanos y la naturaleza-, el crecimiento del producto
constituye el barómetro de la actividad económica y su centro
de referencia, por lo que restringen su espectro analítico a las
Cuentas Nacionales.
El mecanicismo de esta posición y la falta
de idoneidad del crecimiento del producto como indicador de bienestar,
fueron destacados hace más de medio siglo, razón por la cual
ya entonces fue descartado para tal propósito.
2.2.- Cálculo
Aunque se utilicen técnicas
muy refinadas, en última instancia la estimación del producto
se basa en las transacciones registradas en determinado período.
Se obtiene sumando todos los bienes y servicios finales que han sido objeto
de compraventa, independientemente de sus beneficios o perjuicios para
la población. En cambio, quedan excluidas las actividades económicas
que no son materia de transacciones formales, tales como el trueque, las
acciones altruistas y las actividades ilegales.
En consecuencia, el festejado crecimiento económico
simplemente significa un aumento de las transacciones registradas.
Lo anterior implica que las actividades nocivas
que son remuneradas se registran positivamente en la cuenta del producto.
Es el caso del exterminio de los árboles en las ciudades -lo que
disminuye la capacidad de desintoxicación del aire y de amortiguación
del ruido con grave daño a la integridad psicosomática de
la población- y de la avalancha de luminosos comerciales que constituyen
una agresión visual y despilfarro de energía.
Los efectos deletéreos que tales actividades
ocasionan a sus habitantes requieren atención médica, exámenes
de laboratorio y medicamentos, todo lo cual implica transacciones registradas
formalmente y por lo tanto también constituyen un aporte al producto
contabilizado, es decir, a mayor daño mayor crecimiento económico.
La capital de Chile, cuyos habitantes subsisten
agredidos por múltiples formas de estruendo entre la toxisfera y
las aguas servidas en potencial desborde, proporciona una ilustración
irrefutable sobre este tópico. En cambio, una reducción del
producto puede resultar de una mejor calidad de vida si se atenúan
las actividades nocivas y las consecuentes enfermedades y tratamientos
médicos.
Por el contrario, el envenenamiento de aire, agua
y suelo y la disminución o exterminio de los recursos no renovables
generados por numerosas actividades, no son descontados del producto.
En consecuencia, y puesto que el producto contabilizado
no discrimina entre los bienes y servicios benéficos y nocivos transados,
es perfectamente posible que el crecimiento económico se base en
el deterioro de las condiciones de vida de la población y la destrucción
de la naturaleza. Chile también constituye un caso ilustrativo de
esta destrucción .
2.3- Distribución del producto
Las observaciones anteriores,
aunque son suficientes para inhabilitar el crecimiento del producto como
indicador de éxito, no agotan sus limitaciones. En efecto, los monetaristas
sostienen que la importancia de dicho crecimiento radica en que si éste
supera a la tasa de aumento demográfico, la población tiene
más bienes y servicios a su disposición, por lo tanto hay
que crecer para que se cumpla esta "teoría del chorreo".
Esta suposición sólo implica un hipotético
mejor "nivel" de vida, puesto que las observaciones anteriores refutan
este dogma.
No obstante, incluso suponiendo que sólo
se debiera a actividades benéficas, el crecimiento del producto
también puede perjudicar en vez de favorecer a la mayoría
de la población, puesto que el acceso a los bienes y servicios de
que éste consta depende de la proporción del ingreso nacional
que las personas han recibido por elaborarlo, en otros términos,
su acceso a los bienes y servicios contabilizados depende de la distribución
social del ingreso.
Chile, después de Brasil, es el segundo país
con la mayor concentración del ingreso en América Latina.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 10% más rico
se apropia del 46% del ingreso en Chile y del 47% en Brasil. El Banco Central
estimó que en el decenio 1986/95 las utilidades aumentaron de un
38% a un 44% del Producto Interno Bruto, mientras que los salarios disminuyeron
de un 34,8% a un 33,4% del Producto Interno Bruto, refutando la promesa
de la "teoría del chorreo", ya que con remuneraciones en reducción,
la productividad aumenta en favor de las utilidades.
Chile, con más de un cuarto de siglo de monetarismo,
ha sufrido un proceso de concentración del ingreso, no sólo
por el ausentismo gubernamental en la actividad económica, sino
también por los mecanismos concentradores del ingreso instaurados
y la insaciabilidad del sector concentrador del ingreso. En efecto, los
sistemas de AFPs e ISAPRES, la enajenación del patrimonio estatal,
la estructura de la recaudación y asignación del presupuesto
fiscal y el método de control de la inflación aún
vigentes, constituyen férreos e invulnerables mecanismos de concentración
del ingreso.
Evidentemente, mientras estos mecanismos no sean
modificados o eliminados y persista la insaciabilidad del sector concentrador
del ingreso, la consigna de crecimiento con equidad es una falacia. Menos
aún si estos artificios se aumentan, como es el caso del subsidio
de cesantía recién instaurado en el mismo contexto de las
AFPs. Aunque debe reconocerse que es coherente si por equidad sólo
se entiende igualdad de oportunidades, porque ésta entre desiguales,
acentúa la desigualdad.
3.- La baja tasa de desempleo abierto.-
Este éxito consiste en haber logrado una
baja tasa de desempleo abierto, que osciló en torno a un promedio
de 5% en el país antes de la crisis. Sin embargo, la dependencia
de la demanda externa y las medidas contractivas usadas para enfrentar
esta crisis, hicieron que este porcentaje superara el 15% y se resucitaran
los programas de empleo de emergencia impuestos durante el período
dictatorial en 1975 y 1982, para enfrentar la crisis inducida por el gobierno
con el tratamiento de shock y la transmitida desde el exterior, respectivamente.
En relación a esta variable macroeconómica,
también es indispensable considerar su significado antes de proceder
a los aplausos.
3.1.- Estimación y significado
Las cifras de empleo y desempleo
se estiman a partir de la Encuesta Nacional del Empleo que realiza el INE
y se refieren exclusivamente al desempleo abierto.
Basta que las personas declaren que trabajaron al
menos una hora en la semana de referencia de la encuesta, en las categorías
de empleador, empleado, por cuenta propia o al menos 15 horas como familiar
no remunerado, para que sean registradas como empleadas.
Son clasificadas como desocupadas las personas que
estaban desempleadas durante la semana de referencia y habían estado
buscando trabajo durante los dos meses previos a la entrevista. Por lo
tanto, quienes necesitan y quieren trabajar, pero no buscaron un empleo
por haber agotado sus esfuerzos para obtenerlo no se registran como desoupados,
sino como población económicamente inactiva.
En consecuencia, la baja tasa de desempleo que se
exhibe con tanto orgullo, sólo se refiere al desempleo abierto,
que encubre un monto considerable de subempleo o desempleo disfrazado,
categoría que se ha generalizado por efecto de la flexibilidad laboral
propia de la "modernización".
Las últimas cifras publicadas por el INE
que permiten intentar hacer una estimación del desempleo disfrazado
o empleo precario, corresponden a 1994 y 1995, años en que la tasa
de desempleo abierto fue de 5,96% y 5,41%, respectivamente. El subempleo
visible -que incluye a quienes trabajaron menos de 35 horas semanales y
querrían trabajar más- afectó a 86.458 personas en
1994 y a 92.288 en 1995 y, el empleo informal -que incluye a trabajadores
familiares no remunerados, trabajadores por cuenta propia (exceptuando
a profesionales y técnicos) y a quienes se desempeñan como
empleadores o asalariados en empresas de menos de cinco personas- alcanzó
un total de 1.782.847 en 1994 y de 1.756.973 en 1995.
Tales cifras indican que por cada ocupado hay más
de 7 personas afectas a desempleo disfrazado o empleo precario, que 44,4%
y 43,0% de la población ocupada sólo tuvo empleo precario
o integró el desempleo disfrazado en 1994 y 1995 respectivamente
y, que si se suman al desempleo abierto se obtiene tasas de desempleo equivalente
bruto de 41,8% y 43,0% en 1994 y 1995 respectivamente. Si a los totales
de personas que carecían de empleo adecuado se les aplica el índice
de dependientes, estimado en 2,1 para 1996/97 por INE en la V Encuesta
de Presupuestos Familiares, se deduce que al menos desde la restringida
perspectiva del empleo, más de 3.743.978.700 y de 3.689.643.300
personas vivieron en condiciones precarias en 1994 y 1995 respectivamente.
Además, es indispensable esclarecer que todas
las cifras mencionadas se refieren a la población económicamente
activa, es decir a los ocupados y desempleados (cesantes y quienes buscan
trabajo por primera vez), que ha cumplido 15 o más años de
edad. Por lo tanto, los numerosos menores de 15 años que se ven
forzados a trabajar en condiciones precarias por su menguado ingreso familiar,
no están incluidos en las cifras oficiales.
3.2.- La jornada de trabajo
La duración de la jornada de trabajo ha aumentado
en vez de disminuir, ya que se legalizaron horarios máximos semanales
que habían sido superados en 1924 . INE no ha publicado cifras sobre
el particular después de 1984, constatando en ese año que
40% de la población ocupada trabajaba más de 48 horas semanales,
de esta proporción 54,2% trabajaba 60 y más horas por semana
y un porcentaje no despreciable trabajaba 72 horas semanales entre fines
de 1982 y 1984 . Cabe agregar que estas jornadas más prolongadas
exigen un esfuerzo laboral de mayor intensidad, porque la reducción
de personal de las "modernizaciones" hace que cada persona deba realizar
el trabajo de más de una, contribuyendo a un agotamiento que impide
el legítimo derecho al esparcimiento, la reflexión y el descanso.
CONCLUSIÓN
El monetarismo y sus "éxitos"
han generado un enorme deterioro de las
condiciones de vida -nivel y calidad- de la población.
En efecto, el control de la inflación, el
crecimiento económico (aumento del producto y de la productividad
contabilizados) y el bajo desempleo abierto (registrado) logrados, significan
sobreexplotación y grave deterioro de las variables macroeconómicas
originarias -recursos humanos y naturales- y creciente concentración
del ingreso por parte de quienes controlan el capital financiero.
La falta de ética exime de escrúpulos
a los acólitos del monetarismo encandilados por sus falaces éxitos,
ergo, se jactan: "la economía está sana".