EL GRAL. CHEYRE EN EL CUADERNO SECRETO DEL JUEZ GUZMAN

  Crimenes registrados en el cuaderno secreto del juez Guzmán

 Sergio Ramírez

     [...] Las nuevas pruebas fueron proporcionados por el ex oficial de Ejército Pedro Rodríguez Bustos al juez Juan Guzmán (26.12.1999) y registradas en el cuaderno secreto que éste maneja.
    Pedro Rodríguez, ex integrante de los aparatos represivos de Pinochet, posee importante información sobre los crímenes del período dictatorial. Fue ayudante del ex jefe operativo de la CNI, Alvaro Corbalán, y luego trabajó con él en el movimiento fascista Avanzada Nacional. En su declaración, dice que escuchó de dos de sus compañeros de armas, los subtenientes Guillermo Raby Arancibia y Julio Lafourcade, cómo el grupo de oficiales que viajaba en el helicóptero Puma fusiló, por expresas órdenes del general (R) Sergio Arellano Stark, a un grupo de 15 personas que estaban detenidas en la cárcel de La Serena. Las revelaciones comienzan con el arribo a La Serena del helicóptero a principios de octubre de 1973. En él viajaba
 el general Arellano junto a Pedro Espinoza, Armando Fernández Larios, Marcelo Moren Brito, Sergio Arredondo y el mayor Juan Chiminelli.
    Rodríguez señala que Arellano se reunió con el comandante del regimiento Arica de La Serena, Ariosto Lapostol Orrego y que "Arellano había ordenado revisar inmediatamente los procesos de los que, a su juicio, eran los más pesados". Se obedeció su orden y el fiscal militar, "un mayor de Carabineros de apellido Cazanga", entregó los antecedentes a Arellano Stark. Este se reunió con el comandante Lapostol y los integrantes de la Caravana y determinaron traer al regimiento desde la cárcel de La Serena a 15 presos políticos. "Así es como fueron trasladados desde la cárcel hasta el sector de los boxes de vehículos livianos y otros a la sección de inteligencia. Luego de eso fueron llevados al polígono de tiro de pistola, ubicado en el faldeo del cerro, a los pies de la sala de banda", relata Rodríguez. En ese lugar, Arellano Stark citó a todos los oficiales del regimiento, junto a los miembros de la comitiva.
    Estos últimos fueron "quienes oficiaron como pelotón de fusilamiento, ejecutando a los quince detenidos", asevera el ex oficial. "Sin embargo, Arellano Stark inmediatamente ordenó a los oficiales del regimiento (ninguno de los cuales había participado como fusilero) concurrir al lado del ejecutado para descerrajarle un tiro de gracia si era necesario, ante lo cual así ocurrió", insiste Rodríguez y, nombra varios de los oficiales del regimiento que debieron dar el tiro de gracia, entre ellos a Juan Emilio Cheyre, actual alto oficial del Ejército. Los cuerpos fueron trasladados hasta el cementerio municipal, donde fueron inhumados en una fosa común y tapados con cal viva. Al día siguiente, La Caravana de la Muerte siguió con destino al norte.

 OTROS CRIMENES COMETIDOS EN LA SERENA

    Rodríguez entrega también antecedentes sobre los asesinatos de José Segundo Rodríguez Torres y José Rodríguez Acosta, padre e hijo, ejecutados el 1 y 8 de noviembre de 1973, respectivamente, en el mismo Regimiento Arica de La Serena. En efecto, José Rodríguez Acosta fue detenido (30.10.73) por personal de la sección de Inteligencia del regimiento, a cargo del entonces capitán Fernando Polanco Gallardo y del sargento Silva y el cabo primero Fernández. En este crimen participa también Osvaldo Pinchetti, conocido por su "trabajo" como hipnotizador en el asesinato de Juan Alegría Mundaca (1983),
 delito cometido para encubrir el crimen de Tucapel Jiménez. Pinchetti fue llamado en la década de los '80 el "Doctor Tormento" por sus actividades represivas. Había sido reclutado para hipnotizar los prisioneros por el capitán Fernando Polanco. El "Doctor Tormento" siguió su actividad criminal en la DINA, para terminar en la CNI.
     Actualmente está condenado a 10 años por el crimen de Alegría Mundaca.
 "Pinchetti fue el encargado de hipnotizar a José Rodríguez hijo. Este joven fue interrogado y ejecutado en el regimiento Arica de La Serena", dijo Rodríguez. Además, agrega: "Se dió como explicación que en un traslado interno dentro de la unidad intentó fugarse, ante lo cual se le dió muerte en su huída, al tratar de recapturarle, hecho que no fue así por cuanto todos los traslados de las personas detenidas que me tocó presenciar o custodiar como oficial de guardia de la época lo hacían con la vista vendada y las manos atadas", relata Rodríguez. Y concluye aseverando que, por haber trabajado como secretario de fiscalía, "me cercioré [que el joven ejecutado] no tuvo un proceso ajustado a derecho". Pero los hechos no terminan allí. El
 padre, José Rodríguez Acosta, concurre al regimiento para saber el paradero de su hijo. Lo dejan detenido. El personal de inteligencia determina su ejecución el 8 de noviembre de 1973, "vale decir, al día siguiente en que se presentó al regimiento para saber sobre su hijo", señala el declarante, junto con asegurar que en estos ajusticiamientos participaron "en forma activa el comandante del regimiento, Ariosto Lapostol, el capitán Fernando Polanco Gallardo y los suboficiales antes mencionados".
 Los crímenes se suceden. Rodríguez da a conocer detalles inéditos sobre los asesinatos del ciudadano argentino Bernardo Lejderman Konoyoica y María del Rosario Avalos Castañeda, de nacionalidad mexicana. Al respecto, declara: "Un informante llegó hasta la unidad de inteligencia del regimiento Arica de La Serena, manifestando que esta pareja portaba armas y explosivos con los que pretendían abandonar el país". Los supuestos terroristas se encontraban en la ciudad de Vicuña. Encargados de la operación fueron los miembros del aparato de inteligencia al mando del capitán Polanco. El informante les indicó donde se escondían. "Se supo que sin mediar enfrentamiento alguno fueron ejecutados. Lo que se le manifestó a la opinión pública fue que se habían suicidado", declara el ex oficial. Sus cuerpos fueron enterrados en el mismo lugar. Las osamentas de María del Rosario fueron desenterrados en 1974, y las de Lejderman en agosto de 1990. La responsabilidad
 criminal del jefe del regimiento es indudable. Así lo señala Rodríguez: "Estos hechos deben haber estado en conocimiento del
 comandante del regimiento, Ariosto Lapostol, ya que todos los movimientos de esta unidad y órdenes a cumplir eran privativos de él".

 ENCUBREN A CRIMINALES

     Ariosto Lapostol, en declaración al Canal 13 de TV, rechazó que los oficiales a su cargo hubieran participado en los fusilamientos de 15 personas perpetrados por la Caravana de la Muerte. Asimismo, negó que alguien de su regimiento hubiera participado en la ejecución dando un tiro de gracia a uno de fusilados por orden de Arellano Stark. De esta forma, Lapostol trata falazmente de contradecir la versión de Pedro Rodríguez que fue publicada por El Mostrador (12.08), como también en el libro "La misión era matar", del periodista Jorge Escalante. Tal negativa, usando al asesino Cheyre como testigo, no excluye su responsabilidad en tales crímenes. Menos justifican los otros 4 asesinatos denunciados por Rodríguez. El ex comandante del
 regimiento de La Serena asegura:"Yo le ordené en forma taxativa al entonces teniente [Juan Emilio] Cheyre (hoy la sexta antigüedad del Ejército) que ninguna persona ni ningún oficial ni suboficial, cabo, sargento, soldado, participara en nada, ni en un consejo de guerra, [que estuviera] a la orden del general Arellano". Sin embargo, confirmó que las personas que fueron fusiladas fueron elegidas por Arellano para ese propósito.
     El Alto Mando del Ejército también trata de encubrir a Pinochet y demás asesinos. Asume su defensa. En un de un comunicado oficial manifiesta su malestar por la publicación de parte del cuaderno secreto del juez Guzmán, calificando como "grave" el conocimiento público de estos hechos y advirtiendo que: "Sin perjuicio de lo anterior, la institución y el personal afectado se reservan el derecho de deducir las acciones legales que fueren procedentes, en reinvindicación de su honra y del prestigio del Ejército". Además, desmiente las informaciones que involucran a oficiales en servicio activo con las ejecuciones ilegales indicadas: "los oficiales en servicio activo que se mencionan no han tenido participación directa o indirecta en los sucesos mencionados, por lo tanto, estas afirmaciones no corresponden en absoluto con la verdad de los hechos". En su acción encubridora de la verdad, recibe el apoyo del ministro de Defensa, Mario Fernández (DC), que también rechaza las
 denuncias, señalando que se trata de un proceso que está en estado de sumario. En tanto, el ministro de Justicia, José Antonio Gómez (PRSD), concordó con el Ejército en el sentido de que esta filtración -que calificó como una situación "bastante grave"- debe ser investigada por los tribunales y que no abordó el tema con el presidente Lagos. En efecto, Lagos ha mantenido un cómplice silencio.
 EL INSTINTO ASESINO DE MOREN AFLORO
     Las revelaciones de Pedro Rodríguez continúan. Son escalofriantes cuando se refiere a la represión contra los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado (UTE). En efecto, cuando llegó a Santiago, según consta en la declaración, Rodríguez venía a cargo del mayor Marcelo Moren Brito, e integraban el grupo los siguientes oficiales: "capitán Daniel Verdugo Gómez, actualmente teniente coronel (R); capitán Fernando Polanco Gallardo, actual coronel (R); un teniente de apellido Del Villar, del arma de artillería; subteniente Freddy Tornero Deramont, actual teniente coronel (R) y el suscrito, como menos antiguo". Viajaron a Santiago como apoyo a las tropas que realizaron el golpe militar. La misión era reprimir a los estudiantes que permanecían en la UTE. "El día anterior ni los marinos ni Carabineros pudieron ingresar (...) Fue así como a las seis de la mañana del doce de septiembre de 1973, el batallón, compuesto por dos compañías y una batería de fuego, tomó posición en
 calle Ecuador, en donde el comandante, mayor Marcelo Moren Brito, hizo dos intentos de que los estudiantes armados se entregaran", afirma Rodríguez. Cuando entraron, los estudiantes ya habían huido.
     Procedieron a revisar las demás sedes, entre éstas la ex Escuela de Artes y Oficios, donde encontraron estudiantes heridos a raíz de un enfrentamiento anterior con Carabineros. Otro alumno, según Rodríguez, yacía muerto en el gimnasio a su llegada. Los militares, según la declaración, no encontraron arma de fuego, sólo elementos contundentes, como palos, cadenas, linchacos y bombas molotov. Rodríguez dice que el 14 de septiembre, una patrulla del Regimiento Coraceros entregó al mayor Moren Brito un estudiante, dirigente estudiantil, que estaba detenido en el Estadio Nacional, "quien debía saber mayores antecedentes de paradero de las armas de fuego existentes en la Universidad". Este estudiante, Gregorio Mimica, fue interrogado en presencia de los 6 oficiales a cargo de la universidad y Moren Brito, "dejando su fusil SIG con su bípode abierto sobre el escritorio y apuntando al joven estudiante". Rodríguez sostiene que recuerda la ofuscación y amenazas de muerte de Moren Brito ante la negativa de Mimica de entregar antecedentes sobre las supuestas armas.
     El conocido instinto asesino de Moren afloró: "El mayor Moren Brito me ordenó colocarle en el centro del pecho [al estudiante Gregorio Mimica] un círculo de papel rojo con un alfiler, el que significaba el lugar en donde debía llegar el impacto. Cuando volvía al lugar de mi asiento, vi pararse al mayor Moren y solamente sentí un fuerte disparo, al darme vuelta me percaté que el joven yacía más o menos a un metro y medio del lugar donde estaba con su silla todavía entre su cuerpo", sigue el relato de Rodríguez. Después del asesinato, Moren ordena a los oficiales de menor rango, al propio Rodríguez y la subteniente Tornero, "rematar" a Mimica. Pero éste ya estaba muerto.
     Luego de quemar la cédula de identidad de la víctima, el mayor Moren citó al sargento segundo Flores y le consultó qué hacer con el cuerpo, ante lo cual éste respondió que él se haría cargo. Después daría cuenta de la incineración del cuerpo en una caldera de la UTE.
 FUERON ARROJADOS AL MAR
     Las declaraciones de Rodríguez son una síntesis de las violaciones a los DD.HH cometidos en dictadura. Ellas ratifican la denuncia de que, antes que Pinochet dejara el poder, muchas osamentas de detenidos desaparecidos fueron sacados de las fosas secretas donde habían sido enterrados para evitar su ubicación. Además, confirma la versión que sus cuerpos fueron posteriormente tirados al mar. Así lo certifica con los ejecutados que fueron sepultados en el campo militar de Peldehue: "En mi condición de oficial de inteligencia del regimiento Buin (fui informado) de una orden secreta emanada de la comandancia
 de Guarnición de Ejército de Santiago, en que decía que debía realizarse una reunión con el personal de suboficiales que
 participaron en el regimiento Buin en 1973, con el objeto de que aportaran antecedentes sobre el lugar donde se habían enterrado los cuerpos". Tal reunión se enmarcaba en el "bien entendido de que se debía limpiar una franja del campo militar que se debía entregar a Codelco Chile, División Andina". E, incluso, Rodríguez da a conocer las identidades de quienes participaron en la reunión: "Ante esto el comandante del regimiento Buin de la época, coronel Mario Navarrete Barriga, ordenó efectuar dicha reunión donde se expuso la materia y él, en forma privada, recibió en su despacho a quienes le proporcionaron los antecedentes, los que fueron remitidos a la comandancia de Guarnición, que tuvo la responsabilidad de limpiar dicha franja". La operación contó con el apoyo de helicópteros del Comando de Aviación del Ejército y los restos de los ejecutados,
 según Rodríguez, fueron sacados y luego "arrojados al mar, debidamente envueltos, quedando así esta franja limpia para ser
 entregada a Codelco".

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