CHE VIGENCIA DE UN MITO

* Dr. Armando Hart Dávalos

Por el derecho de millones de personas a la justicia, luchó y promovió nuevos pensamientos, arriesgando su piel para probarlos. Esto, lo convirtió en uno de los símbolos más legendarios y a la vez más paradigmáticos de la historia de la civilización

A 30 AÑOS DE DISTANCIA DE LA CAIDA DE ERNESTO CHE GUEVARA su recuerdo no sólo permanece vivo en la memoria, sino que el análisis de su legado suscita reflexiones que pueden ser de actualidad en los debates políticos y culturales en la frontera entre milenios.
    Siempre me he interrogado acerca de cuáles son las razones y los factores que determinan el hecho real y tangible de que el Che vive y vivirá para siempre en él corazón de América y en otras latitudes.,
    Quizás un hilo importante para descubrir lo esencial de su persona, así como la razón de su vigencia, se halle en el hecho de que el Che fue una síntesis de hombre de acción y pensamiento que trascendía en la historia americana y le infundía, a su vez, nuevos alientos y riquezas al socialismo. El guerrillero, el dirigente de la industria y la economía, el hombre de Estado y de política, era también un infatigable investigador, un promotor de nuevos pensamientos, un combatiente de profunda vocación intelectual.
    Un rasgo sobresaliente de su personalidad, que encarnaba virtudes humanas diversas, fue el sentido heroico y su voluntad dispuesta al sacrificio útil en favor de la humanidad. Se dijo que era un romántico, pero él respondió que era de esos que ponen el pellejo de por medio para mostrar sus verdades.
    Ernesto Che Guevara recibió y enriqueció la herencia espiritual de nuestro continente y decidió forjar su carácter para asumir, con los hechos y con la consagración de su vida, el compromiso que estimó irrenunciable de defender con su enorme talento, valor y virtudes: el derecho de los pobres de América a la aspiración bolivariana y martiana de integración moral de las patrias latinoamericanas. Trabajó de médico en leprosarios tristes de América y entró en contacto con los que viven en la miseria en diversos rincones de nuestro continente. Desarrolló un espíritu de amor a la justicia, a la dignidad personal y se vinculó estrecha, humana y fraternalmente con los hombres y sus aspiraciones de redención. Ese valor social e interés individual se elevó a la categoría de leyenda sobre el fundamento de que este hombre estaba consagrado por entero a la lucha por los derechos de millones de personas.
    El Comandante Ernesto Guevara, al asumir los valores espirituales de nuestra América y elevarlos con su talento, heroicidad y decisión al plano más alto, se convirtió en uno de los símbolos éticos más elevados de la historia de las civilizaciones.
    Pero el Che no fue simplemente un Quijote con la adarga al brazo. En él había un elemento muy particular: vocación para la conceptualización teórica.
    Antes de proclamarse socialista la Revolución cubana le preguntaron, como dirigente de nuestro país, si era admirador de Marx. El Che respondió: "Así como un físico tiene que admirar a Newton, un trabajador social tiene que situar en la más alta estima a Carlos Marx".
    El Che confirió una importancia esencial al papel de la ideología, de la formación moral y de la educación en los caminos del socialismo. Una reflexión especial merece en estos tiempos el rol desempeñado por él como uno de los grandes precursores de la necesidad de cambios revolucionarios en el socialismo. Vio, desde principios de la década del ’60, problemas como nadie los apreció entonces y los análisis realizados acerca de ellos tienen una validez histórica incuestionable; en sus aspectos esenciales la vida le dio la razón.
    Para ser consecuentes con el paradigma que él representa debemos extraer las enseñanzas que resulten más útiles para los retos que hoy tenemos los revolucionarios. Hay tres que estamos obligados a tomar muy en cuenta: la primera es la importancia que tienen los factores subjetivos en la lucha revolucionaria, que debemos relacionar con el valor de la cultura en la historia de las civilizaciones; la segunda, el papel de Asia, Africa y América Latina, es decir, lo que hemos llamado Tercer Mundo, en los combates en favor de la liberación universal del hombre -no olvidemos que un objetivo esencial de sus concepciones consistía en superar el equilibrio bipolar desde la izquierda-, y la tercera está relacionada con los vínculos entre Europa y América Latina.
    El Che que se formó como socialista sobre el fundamento de la cultura ética y humanista de América Latina selló con su vida y muerte la identidad entre lo mejor del pensamiento europeo y latinoamericano. En tanto pensador, exaltaba la necesidad del rigor científico en el análisis de los hechos políticos, sociales, económicos e históricos. En tanto hombre de ética; destacaba la necesidad de enseñar con su propio ejemplo, y forjarse a sí mismo un carácter y un temperamento para encarar con valor a sus enemigos. Por eso, en sus horas finales, cuando se vio sin ningún recurso de defensa frente a sus captores, lanzó su última orden de combate: "Disparen, que van a matar a un hombre".
    En las entrañas de su ejemplo se gesta el futuro victorioso de sus ideas. No ha terminado la prehistoria. Está por comenzar la historia.
 

* Armando Hart Dávalos, es miembro del consejo de Estado de la República de cuba y diputado al Parlamento; fue ministro de Educación y luego de cultura. Actualmente dirige la Oficina del Programa Martiano y preside la Sociedad cultural José Martí. Es autor de una amplia bibliografía sobre política cultural, historia y sociedad y el papel’ de las ideas en el desarrollo social.

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