CHE: NUESTRO CONTEMPORÁNEO

Germán Sánchez *

Rica en aportes de indudable vigencia para la concepción del verdadero socialismo, y para comprender la necesidad de este en Latinoamérica, la propia obra del Che contiene la mejor réplica a quienes hoy proclaman la defunción de su ideario, identificándola con el fin del socialismo.

¿POR QUÉ ES EL CHE NUESTRO CONTEMPORANEO?

Sugiero concentrar nuestra atención en dos líneas principales: en primer lugar, la actualidad. de sus aportes entre los años 1960 y 1965, respecto a una alternativa nueva para el socialismo en el mundo y, en segundo término, la vigencia de su pensamiento en torno a la necesidad de la revolución y el socialismo en América Latina y el Caribe. Sabemos que su contemporaneidad abarca otros muchos temas y escenarios; podríamos abordar una vez más la tremenda fuerza de su ejemplo de vida, sus proyecciones internacionalistas, su vocación y quehacer por la unidad de los pueblos del Tercer Mundo y otras muchas referencias a sus ideas y virtudes. Prefiero detenerme, sin embargo, en aquellas dos grandes Áreas de su pensamiento y de su proceder revolucionario.
Más aún, pues en estas nuevas coyunturas en que vivirnos ahora en el mundo, muchos pretenden decretar la muerte y el olvido de su ideario. Esa amnesia es promovida por la ideología triunfalista del imperialismo frente a la reversión del socialismo en Europa. Y con ello quieren identificar también al Che con el fin del socialismo, y se ufanan en proclamarlo cual si fuera una verdad incontrastable.
    Si en 1967 dijeron que la prueba definitiva de que él estaba equivocado era su muerte física, hoy afirmar que la razón inequívoca del anacronismo de sus ideas es la desaparición del socialismo en la URSS y en Europa del Este. En una y otra versión lapidaria, el ánimo de convertir al Che en una pieza de museo revela el temor que siguen suscitando su figura y sus ideas respecto a socialismo genuino, y no de aquel que pereció. Porque ocurre exactamente al revés: el socialismo que murió no fue el del Che. A este tema volveré después.
    Me interesa antes subrayar la manipulación de que ha sido objeto desde 1967. Con él sucedió lo mismo que ha ocurrido con la Revolución cubana y con las grandes obras y conductores de nuestros pueblos. Su imagen ha sido distorsionada, y se ha querido también silenciar, mutilar o tergiversar su pensamiento tan subversivo por tantas razones.
    Esto ha sido así no sólo desde el campo enemigo; a veces percibimos en ciertos sectores de la izquierda una desvalorización de las ideas del Che sobre la revolución y el socialismo y de su vigencia para nuestras batallas actuales, que resulta por supuesto más lamentable y dañina.
    En la generación de esa otra imagen suya hubo, ente 1967 y 1971, una especie de explosión de ediciones de libios, artículos, ensayos y biografías. Sólo de este último género se llegaron a publicar 16 obras entre los anos 1968 y 1971, todas ellas sumamente superficiales y muchas veces con fines comerciales, y otras claramente elaboradas por agencias especializadas en Estados Unidos.
    En aquel periodo proliferaron también estudios y trabajos por parte de los sectores revolucionarios y antiimperialistas del mundo entero y especialmente en Latinoamérica, transformándose al Che en una especie de test para medir la conducta y las ideas de la izquierda. Pero en aquellos años e incluso hasta hace muy poco, fue más usado que interpretado correctamente por varios partidos, fuerzas y dirigentes da la izquierda. Más tarde empezó a disminuir la edición de estudios y la divulgación de obras alrededor del Che y de su pensamiento. Me refiero aun fenómeno mundial, donde el caso de Cuba es una excepción. A partir da 1977, a los diez años de conmemorarse su caída en combate en Bolivia, ocurre un curioso silenciamiento en torno a su obra. Ello perduró hasta 1987, cuando en conmemoración de XX aniversario tanto en Anémica Latina como en otros países, incluso en Europa, en EE.UU. y en los demás continentes y muy particularmente en Cuba, el Che vuelve a retomarse, es descubierto en algunos casos, y empieza a utilizarse con más frecuencia por quienes querían encontrar respuestas a los problemas acumulados por el mundo contemporáneo, mucho mas complejos que en los días de muerte 20 años antes. Y hoy en este XXX aniversario, estoy persuadido de que la vigencia del Che es todavía más notable, más importante.
    En primer lugar es así porque pocos hombres en la historia de la humanidad han sido tan ejemplares y coherentes en su actividad teórica y sus actos de vida y fe. Pocos hombres en la historia de la humanidad y del movimiento revolucionario, han logrado tan magistral síntesis entre los hechos y el intelecto. Ese Che, el irreverente ante la sociedad burguesa, el que reexaminó sin esquemas los cambios más idóneos de la nueva sociedad, el que discrepó de los dogmas y estimuló la polémica fecunda de su tiempo, ese Che tan actual por tantos motivos no podrán anularlo nuestros enemigos. Ni quienes hablan de él en pasado y pretenden convertirlo en una leyenda pretérita, en una reliquia histórica acaso, dicen, si el Che tuvo razón fue en parte y para su tiempo histórico, nunca para el presente. Tampoco quienes desde la izquierda escamotean su pensamiento y la vigencia de éste, al hablar del Che en futuro y alegar que, por sus virtudes, por representar un modelo del ser humano, por ser un hombre superior y formular ideas tan puras, es alguien del mañana pero nunca del presente.
    Esos enfoques pueden conducir a la santificación de su figura y a la postergación de sus verdades hasta el infinito. Nuestra tarea, la de los revolucionarios de este Tercer Mundo y todos los hombres sinceramente progresistas, es plantearnos a fondo y responsablemente por qué es válido que el Che para hoy y que áreas de sus pensamientos resultan vigentes.

Forjándose Socialista.

    Ante todo, en sus concepciones sobre el socialismo podemos encontrar durante aquellos primeros años de la década del ’60, una fuente sumamente significativa para responder y encontrar soluciones a nuestros problemas de hoy y a la vez para poder explicarnos más en serio las causas que provocaron la desintegración del socialismo en Europa.
    En consecuencia, sería interesante al recordar al detenernos en el Che pensador de las cuestiones del socialismo, cómo se engendraron sus ideas marxistas y antiimperialistas; ir a las raíces de su formación. A los 17 años ya se había planteado la iniciativa y empezó a trabajar en la elaboración de un diccionario filosófico; estudió medicina, más nunca desatendió sus preocupaciones por la sociedad y los problemas de ésta. Aún antes de participar de algún modo en el proceso revolucionario de Guatemala en 1954, y sobre todo allí, leyó, él sólo, sin intermediarios, sin manuales, a Marx y Engels, Lenin y a Otros pensadores de aquel tiempo latinoamericano de luchas, algunos de ellos muy sobresalientes como José Ingenieros y otros hombres dignos de Nuestra América. Por consiguiente fue al marxismo de una manera directa, autónoma, sin torceduras, y cuando se incorporó al combate por la revolución en Cuba tenía ya una vasta cultura y como parte de ella, una preparación teórica en e marxismo, en el leninismo, y había logrado captar lo esencial de esa teoría revolucionaria.
    Sin duda, fue decisiva en la evolución de su pensamiento su participación en la lucha por el poder en Cuba, desde que se incorporo en 1956 a los expedicionarios del Granma, y luego en las aceleradas y profundísimas transformaciones originadas en Cuba en poco tiempo, desde 1959 hasta el año 1962, y posteriormente en el inicio de la gestación de la nueva sociedad. Es curioso que cuando el Che se refiere al Moncada en su diario de campaña en Bolivia, aquel 26 de julio, cuyo aniversario lo sorprendió en las montañas del país hermano, escribiera una frase de aquellas suyas precisas y extraordinariamente simbólicas: "el 26 de julio, rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios". Y se trataba de eso, ya no era sólo su apreciación sobre el Moncada, sino una percepción de lo que históricamente fue la Revolución y el socialismo cubanos en aquellos años: una rebelión contra el imperialismo, contra el sistema capitalista dominante, las oligarquías y, además, contra lo que se decía era la teoría marxista-leninista entonces, por sectores de la izquierda de América Latina y del mundo.
    Es importante a la hora de analizar la originalidad del pensamiento del Che, destacar precisamente el escenario cubano de aquellos años; ese tiempo explosivamente transformador de las realidades y de las ideas de nuestro continente. Y es sustancial tornar en cuenta en su formación, en su desarrollo, y en ese despliegue de las ideas del Che desde 1956, a Fidel, el conductor, el creador cimero de aquellas concepciones revolucionarias y el guía posterior de ese proyecto revolucionario en los hechos mismos. Fidel a quien el Che consideró siempre su maestro.
    Pero el Che no solamente vivió, Conoció, participó y fue un protagonista excepcional de las luchas del pueblo cubano y por el avance de las ideas del socialismo en Cuba. Debemos recordar que fue uno de los primeros dirigentes cubanos que visitó los países del llamado "socialismo real" en los años ’60, y uno de los primeros dirigentes cubanos en percatarse de los problemas que entonces ya presentaba ese socialismo en muchos de los países que él conoció directamente.
    De manera que, cuando reflexionamos sobre la búsqueda en el Che de una alternativa socialista nueva a partir de una revolución nueva, tenemos que considerar esa realidad fecundante que lo incitó a crear y a ser original una y otra vez en nuestra Isla. Por una parte, él comparó los hechos del socialismo real", en primer lugar con lo aprendido en sus estudios del marxismo genuino; desde esa óptica capto las desviaciones de tales procesos y los peligros estratégicos que venían acumulándose en ellos. En segundo lugar, contrastó el socialismo existente entes de 1959 con la experiencia práctica del proceso revolucionario y de lucha por el socialismo dirigido por Fidel. Por ello inquirió: "¿Por qué lo que es, es lo que debe ser?", y con esa pregunta tan obviamente intencionada avanzó hacia un firme teórico desde el cual pudo vislumbrar el verdadero camino del socialismo.
    Esas percepciones y advertencias del Che están presentes en su obra teórica, en sus ideas políticas y sus realizaciones como miembro de la dirección revolucionaria -especialmente en su responsabilidad al frente del Ministerio de Industrias, y todo ese caudal quedó plasmado de manera resumida y magistral en El Socialismo y el Hombre en Cuba, donde advirtió categóricamente sobre la posibilidad de la reversión del socialismo allí donde se abandonaran ciertos principios teóricos y éticos. Recordémoslo: Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el. capitalismo (...) se puede llegar aun callejón sin salida". Y lamentablemente, ese socialismo fue llevado allí.
    En resumen, Che conoció, vivió y fue protagonista excepcional del proceso cubano, donde forjó sus convicciones sobre cuál debía ser el tránsito socialista verdadero, y por otra parte conoció los procesos reales del. socialismo de su tiempo, las experiencias históricas y la ideología que los sustentaban. De la confrontación de ambos procesos, basándose en la interpretación cabal del marxismo y el leninismo y en una amplia cultura universal, surgieron sus conceptos socialistas.

Principales aportas a la nueva concepción del socialismo

    Lo primero a resaltar es el vinculo que estableció -como no ocurría en los países del "socialismo real"- entre la política, la ética y la economía, en el despliegue de la nueva sociedad. El conocido reclamo suyo es el núcleo sustentador del verdadero socialismo: "el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción". Sus ideas, expuestas así de ese modo incisivo y cortante, invertían muchas veces los términos de la lógica del socialismo de otros países.
    Y fue entonces que el Che suscitó una polémica pública sumamente importante -la cual es provechoso reexaminar una. y otra vez- acerca de estos temas, que mantienen. un valor fundamental para elaborar respuestas a las preguntas, retos y tareas que tiene por delante la construcción del socialismo en Cuba. Esa polémica del Che con otros dirigentes cubanos, con le presencia también de algunos teóricos del socialismo europeo como Chales Betelheim y Ernest Mandel, es la que por suerte nos permite captar con más coherencia su pensamiento en relación con el socialismo, pues al calor de aquel debate pudo exponer de una manera lúcida y muy rigurosa sus conceptos. Para él, la concepción de cómo desarrollar la economía y lograr la participación en ello de los hombres y mujeres, de los trabajadores, del pueblo, no podía de ningún modo sustentarse en el predominio de las relaciones mercantiles.
    Para el Che jugar con el mercado de una manera tan irresponsable -lo que varios países socialistas hacían entonces- podía conducir, y efectivamente sucedió, a un precipicio sin salida. De ahí que una y otra vez él descarte como la vía idónea para llegar al socialismo y al comunismo, el llamado socialismo de mercado. Se planteó, en consecuencia, inventar y aplicar -y efectivamente lo hizo- un nuevo sistema de dirección y planificación de la economía en Cuba, el llamado sistema presupuestario de financiamiento. Este no era meramente una concepción técnica; era, sí, un sistema técnico, pero fundamentado en una perspectiva sobre cómo debía llevarse adelante el socialismo verdadero. Precisamente un eje central de éste es la relación entre el sistema económico y la ética, entre la búsqueda de mayores niveles de progreso y eficiencia económica y lo que él llamó la creación del hombre nuevo.
    Cuando evoca al hombre nuevo supuesto se refería a un pueblo nuevo, a valores nuevos, a relaciones humanas totalmente inéditas. Y planteó, al revés de como formulaban muchos teóricos y dirigentes del socialismo, que no era posible esperar a la producción de las riquezas para formar a ese hombre nuevo, sino que éste tenía que salir del bregar diario por la creación y el desarrollo del nuevo socialismo y con esto, por cierto, no hizo sino repetir -aun que con sus palabras y estilo propios- lo que Carlos Marx había expuesto en La Crítica del Programa de Gotha en el siglo pasado.
    El Che hilvanó también la economía y la ética con la política, y se planteó por ello el papel central del partido y de los dirigentes. El ejemplo como valor principal de un cuadro, de un partido, de los militantes para conducir al pueblo, desde el pueblo, como parte de éste y no por encima de él.
    Asimismo relacionó la política, la economía y la ética con su concepción del internacionalismo. Este, insistía una y otra vez, como un deber y una necesidad, como parte intrínseca de la edificación del socialismo; el internacionalismo; porque sin él no se podía ser revolucionario ni socialista verdaderos. ¿Y cuántos problemas confrontaba entonces el internacionalismo en muchos países socialistas, expresándose con ello las graves distorsiones aludidas? Creo que al exaltar la práctica internacionalista del Che debemos acompañarla también de lo que él pensaba sobre la solidaridad entre los pueblos. No sólo como ejemplo, sino en tanto que concepción universal de la lucha común de todos los pueblos para enfrentar y derrotar el imperialismo y para salir adelante, después, en la fundación de la nueva sociedad. ¿Es posible restarle un ápice de certeza a su idea -en la que tantas veces insistió- de que el destino da las revoluciones populares en América Latina "está íntimamente ligado al desarrollo de nuestra Revolució"? Y agrega: "Cuba debe pagar un precio por el hecho heroico de construir una vanguardia como nación". En consecuencia, para él la responsabilidad internacionalista primera de los cubanos, junto a la defensa de la revolución es construir el socialismo rápido y bien; enfatizaba en "perfeccionar nuestra calidad de ejemplo" y exhortaba a "trabajar todos los días pensando en Nuestra América y en fortalecer más y más las bases de nuestro Estado, su organización económica y su desarrollo político". De ahí establece finalmente, la relación entre el deber cotidiano individual en la creación de la nueva sociedad cubana y su significado para la solidaridad internacional, idea ésta, en mi opinión, insuficientemente subrayada en la divulgación de su pensamiento en nuestro país: "tenemos que darle a nuestro trabajo el sello de responsabilidad y de seriedad que entraña el ser espejo donde se miran todos los pueblos de América", pues "si Cuba gana, América entera habrá ganado esta pelea". Che examinó y practicó el internacionalismo desde todos los ángulos y en sus acepciones más integrales, guiado por el precepto de que sin aquel no era posible el socialismo: "No puede existir socialismo, si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la Humanidad".
    No hay duda de que éstos y muchos otros planteamientos suyos, algunos apenas esbozados en nuestra exposición, poseen una vigencia extraordinaria, para la corrección de errores y para mantener bien orientada la brújula en Cuba hoy en la formidable escuela que es el Periodo Especial y luego, cuando se supere esta etapa y tengan que formularse algunas soluciones de más largo alcance. Diríamos, todas las ideas matrices del Che están en las raíces de la Revolución cubana, en la identidad de su socialismo, y por ello representan un potencial indispensable para su futuro. "La tarea de la construcción del socialismo en Cuba, debe encararse huyendo del mecanicismo como de la peste", nos aconsejó el Che y al experimentar aspectos del llamado "socialismo real" y copiar lo que el Che había desechado; criticado, o puesto al menos bajo sospecha, con signo de interrogación, simplemente nos equivocamos. Creo que ahí reside una de las razones de la convocatoria de Fidel para incorporar al Che con nosotros en esta batalla crucial por desarrollar y hacer viable el socialismo en Cuba, como concreción de la posibilidad cierta y de la única opción posible para conseguir la liberación de todos nuestros pueblos.
    Sus ideas, por añadidura, nos aportan respuestas y pistas excelentes, actuales, para entender eso que deviene tan nodal en términos prácticos para todos los revolucionarios: las causas que originaron la disolución y la derrota del socialismo en Europa; e igualmente para reponernos de las consecuencias terribles de aquel experimento, que yo me atrevo a llamar socialismo falso, sin demeritar con ello los valores y hechos positivos que existieron, los cuales habrá justamente que decantar. No basta con lamentarnos e incluso disponemos a seguir luchando, a dar toda nuestra voluntad, nuestro esfuerzo, nuestra sangre, nuestra inteligencia en función de nuestro ideal, sino que además debemos preguntarnos todos los hombres que compartimos la utopía socialista y creemos en ella, qué fue lo que sucedió en Europa, por qué se desintegro tan vergonzosamente ese socialismo.
    Esa versión deformada que se autodenominó "socialismo real", se desintegró a consecuencia de múltiples y estratégicos errores cometidos desde finales de los años ’20 -y que es urgente y fundamental desentrañar por los revolucionarios de todo el mundo-, muchos de los cuales el Che captó y advirtió de sus peligrosas consecuencias con excepcional agudeza y honestidad. Aquel socialismo feneció porque lo mataron los hombres y no de muerte natural, como se afirma por nuestros enemigos. Pero la caída de ese socialismo lejos de desmentir, confirma la certeza de los juicios del Che, de la utopía socialista original y hace más proverbial su mérito de precursor latinoamericano -junto a Fidel- del socialismo verdadero.
    Creo que uno de los deberes de los revolucionarios latinoamericanos y por extensión del mundo, es precisamente encontrar formulaciones socialistas y por ende revolucionarias a las grandes confusiones y a las situaciones adversas suscitadas en el mundo con la caída de aquel socialismo. En esa tarea de investigación y de imaginación, la experiencia y el laboratorio que es hoy el socialismo cubano resultan imprescindibles. Sueños, obras y muchas ideas pioneras de éste pertenecen al Che y por eso tenemos que ir a él con la perspectiva de seguir utilizándolo en a creación de nuestro socialismo latinoamericano y caribeño, humanista, igualitario, solidario, heroico, democrático, uno que nazca de la cultura y de la historia nacional de cada pueblo.

¿Y es posible en el mundo de hoy ese socialismo?

El sistema capitalista a escala planetaria no ha solucionado en más de cuatro siglos de existencia los problemas de la humanidad. Al contrario, la tendencia ha sido empeorarlos: más de sus tres cuartas partes vive en condiciones de pobreza material y marginalidad cultural y política; terribles consecuencias ecológicas; serias y peligrosas limitaciones a la soberanía de la mayoría de los
Estados, entre otros.
    El escenario del presente -y quiero referirme aquí sólo al de América Latina y el Caribe, aunque puede generalizarse en muchos aspectos al resto del Tercer Mundo- es si acaso diferente, porque es peor a aquel de los ’60 en que el Che luchó y sobre el cual pensó cuando interpretaba los problemas de los países subdesarrollados. Ahí radica otro de los campos notables donde podemos hallar respuestas válidas del Che para los problemas de hoy en el Tercer Mundo y especialmente en Nuestra América. La vigencia del Che es fundamental respecto a su interpretación del Imperialismo y del subdesarrollo. Por ejemplo, aquella noción que ahora repetimos y repiten incluso los científicos sociales a veces sin hacerle honor a él -porque fue el primero en formularla-, de que el subdesarrollo no es ni más ni menos que el desarrollo distorsionado y que no es posible lograr el progreso para estos países, si no es con la ruptura de la lógica de la dominación capitalista e imperialista. Esa conclusión ya es un lugar común, pero si se rastrea en los libros y revistas especializadas de entonces, veremos que el Che fue, tal vez, quien conceptualizó de manera más exacta este fenómeno del subdesarrollo.
    Su interpretación sobre las estructuras y las luchas de clases en América Latina; el papel del Estado, el de la vanguardia; el carácter de la revolución (o revolución socialista, decía él, o caricatura de revolución, y hoy podríamos agregar: o revolución socialista o revolución frustrada); la relación entre la lucha armada y la participación del pueblo en ella; el papel fundamental de los cristianos; estos son, entre otros, enfoques claves de sus reflexiones acerca de la revolución en Latinoamérica, muchos de las cuales perduran y nos ayudan a valorar con luz propia -como él hizo en su tiempo- las nuevas realidades y experiencias de lucha popular.
    A veces se ha tratado de reducir al Che a ciertos conceptos, como la llamada teoría del foco. De una imagen -el foco guerrillero- que él como médico utilizó cuando escribió el famoso libro La Guerra de Guerrillas, se quiso elaborar una teoría y adjudicársela. Cuando uno analiza a ciertos intérpretes suyos, o los seudointérpretes -pues a menudo eso es lo que son- observa que en primer lugar no conocen la inmensa mayoría de sus escritos sobre estos temas de la revolución en la América Latina. Se trató de simplificar además su pensamiento a un esquema caricaturesco, al plantearse que él sólo sostenía una alternativa posible, la lucha armada, y el empleo en todo momento y circunstancia de ese método para poder alcanzar los objetivos revolucionarios.
    Hay múltiples ideas del Che que difieren y echan por el suelo tales versiones mendaces. El siempre señaló -y cito aquí una frase suya clave que trasluce la complejidad de su pensamiento sobre América Latina- que "la Revolución cubana ha mostrado una experiencia que no quiere ser única en América Latina". E incluso muchas veces recomendó en sus escritos y discursos que no se copiara a Cuba, que no se llevare fuera del lugar, del contexto y del tiempo la experiencia cubana a las realidades latinoamericanas.
    En relación con la lucha armada sostuvo que había que usarla y desarrollarla consecuentemente cuando se decidiera, pero que era preciso escoger las condiciones, pues no se podrán forzar las circunstancias. Respetó y aceptó como válidas en el sendero de la lucha por el poder revolucionario y por la conquista de una nueva situación para llevar adelante a nueva sociedad. diversas formas de acción de todo tipo. Salvador Allende una vez mostró en Chile el libro La Guerra de Guerrillas, dedicado a él por el autor, donde el Che decía, aproximadamente: a quien por otros caminos busca los mismos objetivos que se expresan en este libro.
    Es cierto que rechazó con vehemencia la vía pacífica y opinó que era correcto, pues con ese término -muy usado en aquel tiempo- se intentaba justificar una inacción estratégica. Además, porque en ultima instancia habrá que esperar a ver qué pueblo podrá obtener su verdadera liberación, finalmente, si no es recurriendo a las masas, las armas y la unidad, como resumió Fidel en alguna ocasión posterior.
    En otras ocasiones se ha presentado al Che como un irreverente hacia todos los gobiernos latinoamericanos, un hombre que buscó siempre la subversión de estos a cualquier precio y de manera irracional. Cuando lo observamos hablar, como representante de la Revolución cubana ante aquel público en Punta del Este, Uruguay, donde se discutió la tristemente célebre Alianza para el Progreso o Alianza para el Retroceso -como irónicamente la denominé él-, vernos que incluso luego de adoptarse el documento, llegó a manifestarle a aquellos gobiernos: no importa que esta Alianza nos afecte a nosotros; no importa, si ello puede ser de algún beneficio para algunos de los pueblos latinoarnencanos.
    El Che estimuló las relaciones con los gobiernos que respetaran a Cuba, como fue con el uruguayo, el chileno, el brasileño, por supuesto el mexicano y otros. Respetó y ejercitó una política constructiva y amistosa hacia los gobiernos de continente, siempre y cuando aquellos respetaran las normas de convivencia, de autodeterminación y soberanía de nuestros países. Así pues, cuando practicamos esta politiza latinoamericana de hoy, no podemos afirmar que sea nueva: esa fue siempre la política de la Revolución cubana desde los primeros momentos, y el Che, guiado por Fidel, junto con los demás dirigentes de esta, fueron quienes la concibieron y la pusieron en práctica.

Dos, tres, muchos Che Guevara

A 30 años de la muerte del Che resurge el optimismo revolucionario en Nuestra América. Hace cinco años en Rosario, Argentina, en ocasión del 64 aniversario de su nacimiento, se reunió un grupo demás de 50 dirigentes de la izquierda latinoamericana y caribeña. Allí, a unas pocas cuadras del lugar donde nació Ernesto, lo recordamos en presente, vivo, celebramos su cumpleaños.
    Terminamos incluso cantándole felicidades en una hermosa tarde en que sonreía junto a nosotros y tuvimos la sensación de que volvía a rebrotar con su fuerza, su genialidad, su optimismo, en las jornadas latinoamericanas y caribeñas de hoy.
    Sabernos que los escenarios han cambiado, que hay nuevas complejidades, muchas circunstancias adversas y otras favorables. Pero ser seguidores del Che no es repetirlo a él al pie de la letra. Asumir al Che es ser como él fue con sus precursores, estudiarlo y asimilarlo con respeto, seriedad y humildad, y a la vez no subirlo en un altar, ni trasplantar acríticamente todas sus ideas al presente; sí darle continuidad desde nuestros tiempos, desarrollar esas ideas que encierran tantas potencialidades para nuestras peleas de liberación actual. Más que ayer, es la hora de los hornos y hace falta más luz, más luchas, más voluntad, más iniciativa, mas imaginación y más unidad entre los revolucionarios y los pueblos de nuestros tres continentes.
    En la América del Che existen condiciones excepcionales para avanzar. El capitalismo exeluyente, inhumano, empobrecedor y antinacional no dispone de soluciones para superar sus paradojas, aunque siga teniendo capacidad para reproducir su dominio ideológico y político, en gran medida por las propias debilidades de las fuerzas de la izquierda.
    Nuestros pueblos hatinoamencanos y caribeños no han dejado de pelear y resistir desde aquel 8 de octubre de 1967. Hemos tenido avances y éxitos, también derrotas, retrocesos, errores, crisis de relaciones entre movimientos sociales y políticos, problemas de organización, de dogmatismo y sectarismo; estrategias y tácticas no acertadas y otras dificultades, a las cuales debemos sumar las consecuencias internacionales negativas generadas por el final de la URSS y del bloque socialista europeo.
    Pero los pueblos de América Latina tienen historia y creatividad suficientes para enfrentar estas adversidades y encontrar las vías propias de su liberación. Durante estos 30 años lo han probado en todas partes. Poseemos una izquierda más experimentada, diversa e influyente, que se expresa desde 1990 en el Foro de Sao Paulo. Poseemos la Teología de la Liberación, los movimientos cristianos de base y los demás movimientos sociales donde se manifiestan crecientemente todos los sectores populares.
    Hemos acumulado experiencias de lucha armada y de carácter democrático; contamos con sectores nacionalistas entre los militares y en segmentos de la burguesía media. Hay aquí, en fin, una valiosísima cultura política y una historia de luchas que hacen de esta región un ámbito esperanzador. Y en ese complejo y duro bregar que tenemos por delante, el Guerrillero Heroico "tiene mucho que hacer todavía". Nuestro mejor homenaje al Che podría sintetizarse si recordamos aquel estremecedor mensaje suyo a la Tricontinental, al expresar allí su internacionalismo y su tercermundismo. Hablo de aquella exhortación a crear dos, tres, muchos Viet Nam, que mantiene vigencia en su sentido de unidad, de solidaridad y de extender sus luchas populares y liberadoras a todas partes; en su honor, en este XXX aniversario: nuestro deber hoy, como revolucionarios y luchadores antimperialistas es crear dos, tres, muchos Che Guevara, multiplicar sus ideas y su ejemplo de vida, con la certeza de que sólo así llegaremos hasta la victoria siempre.

* Germán Sánchez, sociólogo, fue profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana. Se desempeñó por muchos años como responsable de la sección de análisis de área América, en el Departamento de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Actualmente es embajador de Cuba en Venezuela.

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