Entrevista a Felipe Quispe:
 Preparando la revolución indígena en Bolivia

    El año 2000 se recordará en la historia boliviana como escenario de una de las crisis más agudas que ha padecido el Estado desde la restitución de la democracia (1985). En abril primero y luego en septiembre el país vivió un proceso de deslegitimación del poder establecido, saltaron a la palestra de la actualidad nacional actores sociales inusitados y se reconstruyeron frentes de resistencia a la vitalidad aplastante del modelo neoliberal. Si bien Cochabamba y "la guerra del agua", fueron el foco de conflicto mayor, otro de los escenarios fue el altiplano aymará de La Paz y tuvo su epicentro en el pueblo indígena de Achacachi.
    En abril de este año el ministro de Defensa, el ministro de Informaciones y otros funcionarios del gobierno de Banzer denunciaron a la prensa nacional e internacional el cruel asesinato del capitán del ejército Téllez, con gran dramatismo describieron las circunstancias de su muerte: la versión oficial sostuvo que fue arrancado del hospital de Achacachi por una turba de aymarás enfurecidos que luego le mutiló y le dio muerte.
    Fueron sobrecogedores los reportes de la prensa escrita y televisiva que difundieron la noticia. Afortunadamente para la mancillada historia del pueblo aymará, investigaciones posteriores realizadas por la Defensora del Pueblo, Ana María Romero de Campero, evidenciaron que las circunstancias de la muerte de Téllez habían sido intencionalmente distorsionadas por el Gobierno y el Ejército. Se descubrió que antes de la muerte de Téllez el ejército había asesinado a dos indígenas aymarás de la zona. Lo cual motivo que el pueblo tomara la justicia en sus manos. Además al parecer la muerte de Téllez era atribuible al pueblo de Achacachi, pero no así su mutilación.
    Por si fuera poco, las indagaciones de la Defensora del Pueblo, descubrieron que después de la muerte del capitán el ejército boliviano al ocupar militarmente la zona en busca de los responsables del linchamiento de su camarada, allanó casas, deteniendo a niños a los que golpearon y torturaron sin misericordia. El informe del despacho del Defensor del Pueblo concluye que se violaron los derechos humanos de los indígenas de la zona (dignidad, libertad, derecho a la seguridad, etc.). Como corolario final de esos días, el ejército boliviano -intentando levantar los bloqueos en las rutas- disparó contra los bloqueadores con un saldo de 3 muertos y muchos heridos.
    La lectura moralista y simplista de las fuentes oficiales del Estado boliviano sólo constata la brutalidad de los indios aymarás que asesinan cruelmente a un militar boliviano. Una mirada con mayor alcance nos permite ver en los últimos lamentables acontecimientos la resistencia del pueblo aymará contra el modelo neoliberal, contra la lógica capitalista usurpadora de tierras, contra los intentos de un gobierno profundamente antinacional que pretende imponer al país un proyecto de ley de aguas con un fuerte sesgo comercial que ignora el valor del agua como recurso estratégico para sociedades que sobreviven con la producción agrícola.
    La observación de la historia republicana, fuertemente emparentada con su antepasado colonial, nos remite a constatar que el ejercicio irrestricto de la fuerza contra el indio está intrincado con la bolivianidad, con su carácter excluyente y etnocida. Sustancialmente no se han operado cambios en el accionar histórico de la bolivianidad frente al indio, el país ha mantenido con leves matices la preeminencia de un proyecto societal monoétnico blanco, en desmedro del indígena. En la historia boliviana, lamentablemente, es posible encontrar un recurrencia sanguinaria en la relación de Bolivia con el indio. Los empeños filantrópicos de reconciliar al país para construir su viabilidad son, de fondo, intentos tendientes a la asimilación del indio.
    Las modificaciones a la constitución y las leyes de Participación Popular y de Reforma Educativa, no pasan de ser vacía retórica y esfuerzos para reducir al indio a la ciudadanía boliviana incorporando al indígena a la lógica del Estado en la periferia. La Constitución Política del Estado sostiene que Bolivia es un país pluricultural y multilingüe, en los hechos ello no significa nada. Una medida coherente y necesaria es asignar estatuto político a la diversidad, esto quiere decir modificar la Constitución y crear autonomías dentro de Estado Boliviano, en las cuales las naciones originarias se rijan de acuerdo a pautas culturales propias, con autoridades propias, etc.
     Estamos frente a un país que esencialmente no es nada, de una diversidad tan extrema y tan sufrida que la construcción "del nosotros", es decir un sentimiento de pertenencia colectiva, una nación, fracasó.
    En este proceso, uno de los actores de la crisis boliviana fue Felipe Quispe Huanca "Mallku", indígena aymará, autor de un libro sobre Tupaj Katari, cofundador del Ejército Guerrillero Tupaj Katari, líder del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) y actual Secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) .

 -¿Quién es Felipe Quipe Huanca?
    "Nací en una comunidad que se llama Ajllata, Provincia Omasuyus, Departamento de La Paz. Mis padres eran muy pobres, soy el último de sus hijos, por eso tuve que a trabajar para mantenerles. Fui al cuartel, presté mi servicio militar en el Alto, luego me castigaron y me mandaron a Riveralta, salí con grado de cabo, retorné a mi comunidad e incursioné en el campo sindical, fui elegido Secretario General de mi comunidad y también participé en los congresos de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia.
    En ese tiempo aprendí la cuestión sindical, y también a ser político, no ciencia política, sino el conocimiento de cualquier persona en la Confederación. Conocí a Fausto Reinaga en 1971 en un congreso que se llevo a cabo en Potosí en 1971, luego conocí a Raimundo Tambo, Constantino Lima y muchos indigenistas, inclusive a Genaro Flores Santos, que el 2 de agosto asumió la conducción de la organización matriz de los trabajadores.
    En esos días todo se encaminaba a la línea política indigenista, había grandes combates, por ejemplo con la Unión de Campesinos Pobres (UCAPO) que era dirigida por Oscar Zamora (político de orientación maoista) y que estaba en acción en Santa Cruz. Recuerdo que en ese congreso planeaban secuestrar a Fausto Reinaga y a la otra gente, nosotros servimos como seguridad en Potosí. Cuando regresé a La Paz, se produjo el golpe del entonces coronel Banzer que comenzó a perseguir a todos los dirigentes "rojos". Yo escapé de mi comunidad a las 5 de la mañana porque me avisaron que me buscaban. Salí con mi hijo de 7 años en la espalda, lo dejé en La Paz y me fui a Santa Cruz, donde viví 7 años luego regresé a La Paz. Me contacté con gente conocida para articular el Movimiento Indio Tupaj Katari, en 1978. El movimiento participó en tres elecciones nacionales
consecutivas de 1978 a 1980, en el 79 sacamos un diputado y en el 80,dos diputados y como pudimos conseguir 50 mil votos, que es lo mínimo que exige la Corte Nacional Electoral, fuimos borrados del mapa político, actualmente ya no existe el Movimiento Tupaj Katari.
    En 1980 hubo otro golpe, el de García Mesa. En esa ocasión yo salí clandestinamente a Perú y luego pasé a Centro América. He estado en Guatemala y en México. En estos lugares aprendí muchas cosas de otros compañeros hermanos indígenas y también de otra gente de la línea de izquierda. Regresé al país en 1984 y fui elegido Secretario de Organización de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Descubrí que el movimiento indígena no puede hacerse al margen de la organización sindical, es la organización la que da base social al movimiento. El movimiento giraba en torno a tres personas Fernando Surco, Calixto Jaillita y yo. Fundamos los Ayllus Rojos, conocimos a gente de izquierda, ellos eran marxistas acabados, no entendían nuestra cultura, sólo hablaban de Occidente, de Marx. Nosotros no somos personas excluyentes, luchamos en forma organizada por eso nos unimos a ellos.
    Entonces surgió una gran interrogante, nos preguntábamos si servíamos o no para la lucha armada e iniciamos acciones de recuperación. Cuando empezamos, en 1984, nadie sabía de nosotros, nadie nos conocía, no teníamos ni un fierro (armas) ni una paja, poco a poco compramos armas, multicopiadoras, computadoras e instalamos casas de seguridad. En 1990 ya estábamos muy bien preparados. El sector de los izquierdistas había sufrido graves pérdidas con el Decreto Supremo 21060 (Decreto que instaló oficialmente el neoliberalismo en el Estado boliviano), la relocalización de los mineros les afectó. Por lo cual, ellos concentraron su trabajo en las comunidades. Los mineros decían que eran esclavos y no tenían tiempo, por lo tanto delegaban a personas para que los representaran.
    En nuestro sector estábamos dedicados a tiempo completo, trabajamos duro y logramos organizar y dirigir el Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) en los años 90. Durante un año realizamos acciones revolucionarias afectando los medios económicos del capitalismo y el imperialismo. Yo fui capturado el 19 de agosto de 1992 y pasé en la cárcel 5 años. Ese tiempo lo aproveche para estudiar, estuve 3 años en el Centro de Educación Media de Adultos (CEMA) para obtener el bachillerato, después entré a la Universidad con una modalidad a distancia para estudiar historia, actualmente soy alumno regular de la Universidad Mayor de San Andrés, al año termino la carrera.
    Al salir de la cárcel del 17 de noviembre de 1997, la gente me invito a participar en la elección para la Secretaría Ejecutiva de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, en el congreso de unidad el 28 de noviembre de 1998. Yo me presenté a la elección, los militantes de los partidos políticos de derecha me agredieron.
    Pero pese a las dificultades ganamos y sin gastar 10 centavos, desde esa fecha soy Ejecutivo de la Confederación. Estando en la Confederación, sobrevino la movilización masiva en abril y luego, en septiembre ha sido un ensayo, es un modelo para las nuevas generaciones y esto me ha orientado respecto a las cosas, ya no creo que se tenga que formar un grupo de vanguardia, la fuerza motriz de la lucha revolucionaria está en las mismas masas revolucionarias, esto lo he descubierto ahora. Tenemos que trabajar, hay que concientizar, solo así la masa puede accionar orgánicamente a nivel nacional, esto es lo que estoy haciendo actualmente".

 - ¿Qué es el Movimiento Indígena Pachacuti y de donde surge?
   "Existe una resolución de la CSUTCB que instruye la realización de un congreso para construir un instrumento político. Hasta ahora, el instrumento político estaba manejado por gente foránea, por blancos, por la izquierda fracasada. Yo he leído los documentos, la redacción ha salido de la mente de esa gente.
    Es importante dotarse de un instrumento político-ideológico. Para tenerlo hay que construir un movimiento indígena. Esto lo vemos en las visitas que hacemos, en todos los lugares nos dicen que debemos contar con un instrumento propio. Para responder a esta necesidad, el 14 de noviembre del año 2000 fundamos el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), el cual va a ser instrumento político e ideológico de las naciones indígenas.
    Sabemos que vamos a tener problemas porque nuestros enemigos ven que el indio desea ser el actor social de su propio movimiento. El MIP es el único que sabe cómo viven nuestros hermanos, qué es lo que hacen. Los otros partidos son foráneos. Es el inicio de un proceso, no puedo cantar victoria pensando que vamos vencer, nos van a costar cadáveres, ríos de sangre. Lo importante es que el movimiento político está caminado.
    Nosotros fundamos el MIP, porque el actor social, político e ideológico tiene que ser el indígena, este movimiento es la expresión de la nación indígena, es el único que puede reflejar la verdad de esta nación oprimida, esa nación que vive en la clandestinidad, esa nación que ahora busca autoderminarse. Nosotros pensamos que era necesario dotarnos de un instrumento político ideológico que pueda disputar el poder político. Estamos preparando una declaración de principios diferente, un programa diferente, este tiene que ser un movimiento de nueva generación, para eso vamos a recurrir a gente nueva no vamos a trabajar con las herramientas viejas porque hemos fracasado con ellas. Quiero decir que no vamos a recurrir a los militantes que han pasado por partidos políticos, ellos ya han jugaron un papel importante. Muchos kataristas (del Movimiento Tupak Katari) e indianistas se han corrompido, es por eso que ahora queremos formar un movimiento político con la nueva generación, de nuevo tipo".

 - ¿Quiénes componen la dirección de esta nueva organización popular?
    "Por ahora, los cuadros dirigenciales del MIP son los dirigentes sindicales jóvenes de la Confederación que no han militado en partidos políticos tradicionales. No quiero decir que hemos conformado el Consejo Supremo del MIP, sino solamente una dirección provisional.
    Es importante depurar los cuadros, el militante tiene que ser a toda prueba. Vamos a comenzar a trabajar a nivel nacional, ideologizando, indianizando para construir los cuadros políticos a nivel nacional".

 - ¿Cuándo surge la idea de formar un movimiento?
    "El estatuto de la Confederación claramente indica que debe crearse una organización política, la cual debe ser expresión de la nación indígena. Por eso decidimos crear nuestra propia organización dirigida por nosotros mismo y con el propósito de entrar en la lucha en la arena política, para estar frente a frente con los partidos de la elite opresora.
    Observamos el panorama y encontramos la necesidad de crear un movimiento político que se sitúe a la cabeza del movimiento indígena y que sea a la vez guía y dirección para las futuras luchas, por eso ha nacido en MIP. Vamos trabajar a nivel nacional y tal vez con el tiempo el MIP se convierta en un poderoso movimiento indígena de Sud América".

 -¿Cómo se articula el MIP con el sistema político boliviano?
    "Nosotros vemos en el MIP el instrumento político ideológico de otro estado, de la nación Qullasuyana. No podemos tener relaciones con la otra Bolivia. Sé que vamos a tener problemas porque si entramos al juego estaríamos obligados a reconocer las leyes bolivianas y tener personería jurídica extendida por la Corte Nacional Electoral.
    Todo esto hay que pensarlo con calma, nos hemos reunido anteriormente pero no hemos tratado el tema en concreto, hay sectores que piensan que hay que entrar al juego político, pero yo personalmente no estoy de acuerdo en entrar en el juego de los q'aras (blancos), sometido a sus leyes, reconociendo al sistema imperante. Este tema lo discutiremos en una convención nacional en la que definiremos nuestra conducta, nuestra forma de accionar en la lucha revolucionaria".

 -¿En que consiste el proyecto político del Movimiento Indígena Pachakuti?
    "Ya es tiempo que nosotros reivindiquemos nuestro pasado histórico, antes que llegaran los españoles, en el tiempo prehispánico, éramos una nación con leyes propias, nos autogobernabamos, teníamos un modelo social comunitario de ayllus, donde no había pobreza, no había hambre, era prohibido tener hambre. Consideramos que se puede volver a ese sistema autoderminándonos como nación Qullasuyana. Vemos ejemplos en el mundo, de pueblos que pese a los cambios de nombre retoman sus nombres tradicionales y sus formas de autogobierno. No creo que sea fácil, pero con un trabajo de concientización y la preparación de nuestros hermanos Quechuas, Aymarás y otras culturas podemos volver a ser el Qullasuyu original, con su estructura, con todos sus símbolos, con todas antiguas insignias".

- La propuesta del MIP y el suyo don Felipe está enfrentado al Estado boliviano, ¿usted cree que será viable?
    "Esta tierra, este territorio es nuestro, nos han usurpado, no han despojado del poder inclusive, tenemos que recapturar el poder político y restaurar el Qullasuyo en nuestro territorio. Esto implica que vendrán luchas violentas, para ellos tenemos que estar preparados. Es la única salida, es la única vía, la más honesta, la más revolucionaria. Ellos se quedarán con las ciudades, pero el territorio es nuestro y vamos a seguir reclamando y algún día conseguiremos reconstruir el Qullasuyu. El proyecto del MIP fue pensado desde la visión indígena, de nación, de lucha de naciones. Para nosotros la lucha de clases no es el único motor de la historia, sino también la lucha de naciones. Al decir indígena, Aymará o Quechua y reivindicando nuestra cultura ancestral automáticamente abrazamos a otros hermanos que trabajan en las ciudades como obreros o proletarios. Eso lo hemos demostrado, hemos hecho pactos con los maestros rurales, con los gremiales que también son indígenas y con los choferes del altiplano. Poco a poco estamos ampliando el círculo y la gente va tomando conciencia ya que ha luchado con nosotros en forma orgánica tanto en el campo, como en la ciudad. Eso se ha demostrado en abril y en septiembre. Este tema hay que trabajarlo con esmero, no podemos cometer la locura de enfrentarnos entre hermanos de carne y hueso. Tenemos que reindianizar a esta gente, con nuestra propia ideología, es la tarea que nos toca ya que somos los interesados en llevar adelante esta revolución indígena, que va ha liberar también a nuestros hermanos de las ciudades.
    En el MIP también hay un espacio para los intelectuales aymarás y de las otras culturas que existían antes en la llamada Bolivia. Hemos convocado y convocamos a los intelectuales, ellos tienen un lugar amplio, ellos serán el cerebro de nuestra organización, con ellos tomaremos el poder. No somos excluyentes, nunca hemos sostenido que el MIP es solamente para los Aymarás o para los indígenas campesinos, sería una aberración política tenemos que saber convocar a la gente intelectual, con ellos tendremos fuerza contundente y con ellos tomaremos el poder político.

Felipe Guaman
Resumen Latinoamericano
(Corresponsal en Bolivia)


volver