El año
2000 se recordará en la historia boliviana como escenario de una
de las crisis más agudas que ha padecido el Estado desde la restitución
de la democracia (1985). En abril primero y luego en septiembre el país
vivió un proceso de deslegitimación del poder establecido,
saltaron a la palestra de la actualidad nacional actores sociales inusitados
y se reconstruyeron frentes de resistencia a la vitalidad aplastante del
modelo neoliberal. Si bien Cochabamba y "la guerra del agua", fueron el
foco de conflicto mayor, otro de los escenarios fue el altiplano aymará
de La Paz y tuvo su epicentro en el pueblo indígena de Achacachi.
En abril
de este año el ministro de Defensa, el ministro de Informaciones
y otros funcionarios del gobierno de Banzer denunciaron a la prensa nacional
e internacional el cruel asesinato del capitán del ejército
Téllez, con gran dramatismo describieron las circunstancias de su
muerte: la versión oficial sostuvo que fue arrancado del hospital
de Achacachi por una turba de aymarás enfurecidos que luego le mutiló
y le dio muerte.
Fueron sobrecogedores
los reportes de la prensa escrita y televisiva que difundieron la noticia.
Afortunadamente para la mancillada historia del pueblo aymará, investigaciones
posteriores realizadas por la Defensora del Pueblo, Ana María Romero
de Campero, evidenciaron que las circunstancias de la muerte de Téllez
habían sido intencionalmente distorsionadas por el Gobierno y el
Ejército. Se descubrió que antes de la muerte de Téllez
el ejército había asesinado a dos indígenas aymarás
de la zona. Lo cual motivo que el pueblo tomara la justicia en sus manos.
Además al parecer la muerte de Téllez era atribuible al pueblo
de Achacachi, pero no así su mutilación.
Por si fuera
poco, las indagaciones de la Defensora del Pueblo, descubrieron que después
de la muerte del capitán el ejército boliviano al ocupar
militarmente la zona en busca de los responsables del linchamiento de su
camarada, allanó casas, deteniendo a niños a los que golpearon
y torturaron sin misericordia. El informe del despacho del Defensor del
Pueblo concluye que se violaron los derechos humanos de los indígenas
de la zona (dignidad, libertad, derecho a la seguridad, etc.). Como corolario
final de esos días, el ejército boliviano -intentando levantar
los bloqueos en las rutas- disparó contra los bloqueadores con un
saldo de 3 muertos y muchos heridos.
La lectura
moralista y simplista de las fuentes oficiales del Estado boliviano sólo
constata la brutalidad de los indios aymarás que asesinan cruelmente
a un militar boliviano. Una mirada con mayor alcance nos permite ver en
los últimos lamentables acontecimientos la resistencia del pueblo
aymará contra el modelo neoliberal, contra la lógica capitalista
usurpadora de tierras, contra los intentos de un gobierno profundamente
antinacional que pretende imponer al país un proyecto de ley de
aguas con un fuerte sesgo comercial que ignora el valor del agua como recurso
estratégico para sociedades que sobreviven con la producción
agrícola.
La observación
de la historia republicana, fuertemente emparentada con su antepasado colonial,
nos remite a constatar que el ejercicio irrestricto de la fuerza contra
el indio está intrincado con la bolivianidad, con su carácter
excluyente y etnocida. Sustancialmente no se han operado cambios en el
accionar histórico de la bolivianidad frente al indio, el país
ha mantenido con leves matices la preeminencia de un proyecto societal
monoétnico blanco, en desmedro del indígena. En la historia
boliviana, lamentablemente, es posible encontrar un recurrencia sanguinaria
en la relación de Bolivia con el indio. Los empeños filantrópicos
de reconciliar al país para construir su viabilidad son, de fondo,
intentos tendientes a la asimilación del indio.
Las modificaciones
a la constitución y las leyes de Participación Popular y
de Reforma Educativa, no pasan de ser vacía retórica y esfuerzos
para reducir al indio a la ciudadanía boliviana incorporando al
indígena a la lógica del Estado en la periferia. La Constitución
Política del Estado sostiene que Bolivia es un país pluricultural
y multilingüe, en los hechos ello no significa nada. Una medida coherente
y necesaria es asignar estatuto político a la diversidad, esto quiere
decir modificar la Constitución y crear autonomías dentro
de Estado Boliviano, en las cuales las naciones originarias se rijan de
acuerdo a pautas culturales propias, con autoridades propias, etc.
Estamos
frente a un país que esencialmente no es nada, de una diversidad
tan extrema y tan sufrida que la construcción "del nosotros", es
decir un sentimiento de pertenencia colectiva, una nación, fracasó.
En este proceso,
uno de los actores de la crisis boliviana fue Felipe Quispe Huanca "Mallku",
indígena aymará, autor de un libro sobre Tupaj Katari, cofundador
del Ejército Guerrillero Tupaj Katari, líder del Movimiento
Indígena Pachakuti (MIP) y actual Secretario Ejecutivo de la Confederación
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) .
-¿Quién es
Felipe Quipe Huanca?
"Nací
en una comunidad que se llama Ajllata, Provincia Omasuyus, Departamento
de La Paz. Mis padres eran muy pobres, soy el último de sus hijos,
por eso tuve que a trabajar para mantenerles. Fui al cuartel, presté
mi servicio militar en el Alto, luego me castigaron y me mandaron a Riveralta,
salí con grado de cabo, retorné a mi comunidad e incursioné
en el campo sindical, fui elegido Secretario General de mi comunidad y
también participé en los congresos de la Confederación
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia.
En ese tiempo
aprendí la cuestión sindical, y también a ser político,
no ciencia política, sino el conocimiento de cualquier persona en
la Confederación. Conocí a Fausto Reinaga en 1971 en un congreso
que se llevo a cabo en Potosí en 1971, luego conocí a Raimundo
Tambo, Constantino Lima y muchos indigenistas, inclusive a Genaro Flores
Santos, que el 2 de agosto asumió la conducción de la organización
matriz de los trabajadores.
En esos días
todo se encaminaba a la línea política indigenista, había
grandes combates, por ejemplo con la Unión de Campesinos Pobres
(UCAPO) que era dirigida por Oscar Zamora (político de orientación
maoista) y que estaba en acción en Santa Cruz. Recuerdo que en ese
congreso planeaban secuestrar a Fausto Reinaga y a la otra gente, nosotros
servimos como seguridad en Potosí. Cuando regresé a La Paz,
se produjo el golpe del entonces coronel Banzer que comenzó a perseguir
a todos los dirigentes "rojos". Yo escapé de mi comunidad a las
5 de la mañana porque me avisaron que me buscaban. Salí con
mi hijo de 7 años en la espalda, lo dejé en La Paz y me fui
a Santa Cruz, donde viví 7 años luego regresé a La
Paz. Me contacté con gente conocida para articular el Movimiento
Indio Tupaj Katari, en 1978. El movimiento participó en tres elecciones
nacionales
consecutivas de 1978 a 1980, en
el 79 sacamos un diputado y en el 80,dos diputados y como pudimos conseguir
50 mil votos, que es lo mínimo que exige la Corte Nacional Electoral,
fuimos borrados del mapa político, actualmente ya no existe el Movimiento
Tupaj Katari.
En 1980 hubo
otro golpe, el de García Mesa. En esa ocasión yo salí
clandestinamente a Perú y luego pasé a Centro América.
He estado en Guatemala y en México. En estos lugares aprendí
muchas cosas de otros compañeros hermanos indígenas y también
de otra gente de la línea de izquierda. Regresé al país
en 1984 y fui elegido Secretario de Organización de la Confederación
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Descubrí
que el movimiento indígena no puede hacerse al margen de la organización
sindical, es la organización la que da base social al movimiento.
El movimiento giraba en torno a tres personas Fernando Surco, Calixto Jaillita
y yo. Fundamos los Ayllus Rojos, conocimos a gente de izquierda, ellos
eran marxistas acabados, no entendían nuestra cultura, sólo
hablaban de Occidente, de Marx. Nosotros no somos personas excluyentes,
luchamos en forma organizada por eso nos unimos a ellos.
Entonces surgió
una gran interrogante, nos preguntábamos si servíamos o no
para la lucha armada e iniciamos acciones de recuperación. Cuando
empezamos, en 1984, nadie sabía de nosotros, nadie nos conocía,
no teníamos ni un fierro (armas) ni una paja, poco a poco compramos
armas, multicopiadoras, computadoras e instalamos casas de seguridad. En
1990 ya estábamos muy bien preparados. El sector de los izquierdistas
había sufrido graves pérdidas con el Decreto Supremo 21060
(Decreto que instaló oficialmente el neoliberalismo en el Estado
boliviano), la relocalización de los mineros les afectó.
Por lo cual, ellos concentraron su trabajo en las comunidades. Los mineros
decían que eran esclavos y no tenían tiempo, por lo tanto
delegaban a personas para que los representaran.
En nuestro sector
estábamos dedicados a tiempo completo, trabajamos duro y logramos
organizar y dirigir el Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK)
en los años 90. Durante un año realizamos acciones revolucionarias
afectando los medios económicos del capitalismo y el imperialismo.
Yo fui capturado el 19 de agosto de 1992 y pasé en la cárcel
5 años. Ese tiempo lo aproveche para estudiar, estuve 3 años
en el Centro de Educación Media de Adultos (CEMA) para obtener el
bachillerato, después entré a la Universidad con una modalidad
a distancia para estudiar historia, actualmente soy alumno regular de la
Universidad Mayor de San Andrés, al año termino la carrera.
Al salir de
la cárcel del 17 de noviembre de 1997, la gente me invito a participar
en la elección para la Secretaría Ejecutiva de la Confederación
Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, en el congreso de
unidad el 28 de noviembre de 1998. Yo me presenté a la elección,
los militantes de los partidos políticos de derecha me agredieron.
Pero pese a
las dificultades ganamos y sin gastar 10 centavos, desde esa fecha soy
Ejecutivo de la Confederación. Estando en la Confederación,
sobrevino la movilización masiva en abril y luego, en septiembre
ha sido un ensayo, es un modelo para las nuevas generaciones y esto me
ha orientado respecto a las cosas, ya no creo que se tenga que formar un
grupo de vanguardia, la fuerza motriz de la lucha revolucionaria está
en las mismas masas revolucionarias, esto lo he descubierto ahora. Tenemos
que trabajar, hay que concientizar, solo así la masa puede accionar
orgánicamente a nivel nacional, esto es lo que estoy haciendo actualmente".
- ¿Qué es
el Movimiento Indígena Pachacuti y de donde surge?
"Existe una resolución
de la CSUTCB que instruye la realización de un congreso para construir
un instrumento político. Hasta ahora, el instrumento político
estaba manejado por gente foránea, por blancos, por la izquierda
fracasada. Yo he leído los documentos, la redacción ha salido
de la mente de esa gente.
Es importante
dotarse de un instrumento político-ideológico. Para tenerlo
hay que construir un movimiento indígena. Esto lo vemos en las visitas
que hacemos, en todos los lugares nos dicen que debemos contar con un instrumento
propio. Para responder a esta necesidad, el 14 de noviembre del año
2000 fundamos el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), el cual va
a ser instrumento político e ideológico de las naciones indígenas.
Sabemos que
vamos a tener problemas porque nuestros enemigos ven que el indio desea
ser el actor social de su propio movimiento. El MIP es el único
que sabe cómo viven nuestros hermanos, qué es lo que hacen.
Los otros partidos son foráneos. Es el inicio de un proceso, no
puedo cantar victoria pensando que vamos vencer, nos van a costar cadáveres,
ríos de sangre. Lo importante es que el movimiento político
está caminado.
Nosotros fundamos
el MIP, porque el actor social, político e ideológico tiene
que ser el indígena, este movimiento es la expresión de la
nación indígena, es el único que puede reflejar la
verdad de esta nación oprimida, esa nación que vive en la
clandestinidad, esa nación que ahora busca autoderminarse. Nosotros
pensamos que era necesario dotarnos de un instrumento político ideológico
que pueda disputar el poder político. Estamos preparando una declaración
de principios diferente, un programa diferente, este tiene que ser un movimiento
de nueva generación, para eso vamos a recurrir a gente nueva no
vamos a trabajar con las herramientas viejas porque hemos fracasado con
ellas. Quiero decir que no vamos a recurrir a los militantes que han pasado
por partidos políticos, ellos ya han jugaron un papel importante.
Muchos kataristas (del Movimiento Tupak Katari) e indianistas se han corrompido,
es por eso que ahora queremos formar un movimiento político con
la nueva generación, de nuevo tipo".
- ¿Quiénes
componen la dirección de esta nueva organización popular?
"Por
ahora, los cuadros dirigenciales del MIP son los dirigentes sindicales
jóvenes de la Confederación que no han militado en partidos
políticos tradicionales. No quiero decir que hemos conformado el
Consejo Supremo del MIP, sino solamente una dirección provisional.
Es importante depurar los cuadros,
el militante tiene que ser a toda prueba. Vamos a comenzar a trabajar a
nivel nacional, ideologizando, indianizando para construir los cuadros
políticos a nivel nacional".
- ¿Cuándo
surge la idea de formar un movimiento?
"El estatuto
de la Confederación claramente indica que debe crearse una organización
política, la cual debe ser expresión de la nación
indígena. Por eso decidimos crear nuestra propia organización
dirigida por nosotros mismo y con el propósito de entrar en la lucha
en la arena política, para estar frente a frente con los partidos
de la elite opresora.
Observamos el panorama y encontramos
la necesidad de crear un movimiento político que se sitúe
a la cabeza del movimiento indígena y que sea a la vez guía
y dirección para las futuras luchas, por eso ha nacido en MIP. Vamos
trabajar a nivel nacional y tal vez con el tiempo el MIP se convierta en
un poderoso movimiento indígena de Sud América".
-¿Cómo se
articula el MIP con el sistema político boliviano?
"Nosotros
vemos en el MIP el instrumento político ideológico de otro
estado, de la nación Qullasuyana. No podemos tener relaciones con
la otra Bolivia. Sé que vamos a tener problemas porque si entramos
al juego estaríamos obligados a reconocer las leyes bolivianas y
tener personería jurídica extendida por la Corte Nacional
Electoral.
Todo esto hay que pensarlo con calma,
nos hemos reunido anteriormente pero no hemos tratado el tema en concreto,
hay sectores que piensan que hay que entrar al juego político, pero
yo personalmente no estoy de acuerdo en entrar en el juego de los q'aras
(blancos), sometido a sus leyes, reconociendo al sistema imperante. Este
tema lo discutiremos en una convención nacional en la que definiremos
nuestra conducta, nuestra forma de accionar en la lucha revolucionaria".
-¿En que consiste
el proyecto político del Movimiento Indígena Pachakuti?
"Ya es
tiempo que nosotros reivindiquemos nuestro pasado histórico, antes
que llegaran los españoles, en el tiempo prehispánico, éramos
una nación con leyes propias, nos autogobernabamos, teníamos
un modelo social comunitario de ayllus, donde no había pobreza,
no había hambre, era prohibido tener hambre. Consideramos que se
puede volver a ese sistema autoderminándonos como nación
Qullasuyana. Vemos ejemplos en el mundo, de pueblos que pese a los cambios
de nombre retoman sus nombres tradicionales y sus formas de autogobierno.
No creo que sea fácil, pero con un trabajo de concientización
y la preparación de nuestros hermanos Quechuas, Aymarás y
otras culturas podemos volver a ser el Qullasuyu original, con su estructura,
con todos sus símbolos, con todas antiguas insignias".
- La propuesta del MIP y el suyo
don Felipe está enfrentado al Estado boliviano, ¿usted cree
que será viable?
"Esta
tierra, este territorio es nuestro, nos han usurpado, no han despojado
del poder inclusive, tenemos que recapturar el poder político y
restaurar el Qullasuyo en nuestro territorio. Esto implica que vendrán
luchas violentas, para ellos tenemos que estar preparados. Es la única
salida, es la única vía, la más honesta, la más
revolucionaria. Ellos se quedarán con las ciudades, pero el territorio
es nuestro y vamos a seguir reclamando y algún día conseguiremos
reconstruir el Qullasuyu. El proyecto del MIP fue pensado desde la visión
indígena, de nación, de lucha de naciones. Para nosotros
la lucha de clases no es el único motor de la historia, sino también
la lucha de naciones. Al decir indígena, Aymará o Quechua
y reivindicando nuestra cultura ancestral automáticamente abrazamos
a otros hermanos que trabajan en las ciudades como obreros o proletarios.
Eso lo hemos demostrado, hemos hecho pactos con los maestros rurales, con
los gremiales que también son indígenas y con los choferes
del altiplano. Poco a poco estamos ampliando el círculo y la gente
va tomando conciencia ya que ha luchado con nosotros en forma orgánica
tanto en el campo, como en la ciudad. Eso se ha demostrado en abril y en
septiembre. Este tema hay que trabajarlo con esmero, no podemos cometer
la locura de enfrentarnos entre hermanos de carne y hueso. Tenemos que
reindianizar a esta gente, con nuestra propia ideología, es la tarea
que nos toca ya que somos los interesados en llevar adelante esta revolución
indígena, que va ha liberar también a nuestros hermanos de
las ciudades.
En el MIP también hay un espacio
para los intelectuales aymarás y de las otras culturas que existían
antes en la llamada Bolivia. Hemos convocado y convocamos a los intelectuales,
ellos tienen un lugar amplio, ellos serán el cerebro de nuestra
organización, con ellos tomaremos el poder. No somos excluyentes,
nunca hemos sostenido que el MIP es solamente para los Aymarás o
para los indígenas campesinos, sería una aberración
política tenemos que saber convocar a la gente intelectual, con
ellos tendremos fuerza contundente y con ellos tomaremos el poder político.
Felipe Guaman
Resumen Latinoamericano
(Corresponsal en Bolivia)