A SANGRE FRIA
So
pretexto de alguna extraña enfermedad, demencia temporal o senil
decidimos inaugurar la primera revista de izquierda hecha exclusivamente
para Internet. Una revista, que ha juicio de este colectivo, viene a llenar
un espacio no ocupado por los medios de comunicación tradicionalmente
de izquierda, que recoja el legado de cuarenta años de lucha por
parte del pueblo y de sus vanguardias; una revista independiente, generacional
y crítica del acontecer político-social de nuestro país.
Durante los últimos 40 años, Chile ha deambulado por los
más variados y exóticos proyectos de sociedad: "la revolución
en libertad", democratacristiana; "la vía chilena al socialismo",
de la Unidad Popular; "neoliberalismo de ultraderecha", por parte una dictadura
militar; "crecimiento con igualdad... en la medida de lo posible", por
medio de un conglomerado de centro político... ¡Todo esto
en 40 años!
En el periodo que abarca nuestra comprensión
histórica, la izquierda chilena ha tenido un rol no poco relevante
en la creación de una conciencia de clase y ha estimulando un discurso
de contenido revolucionario entre sus vanguardias. De hecho la izquierda
de los años 60s llevó al poder a un presidente de corte marxista,
con un programa de reivindicaciones profundas en el acontecer socioeconómico
de nuestro país. Con la llegada de la Unidad Popular al poder, la
izquierda canalizó un periodo de nuestra historia que empezó
a gestarse a fines del siglo XIX, con la incipiente organización
del movimiento obrero, su fortalecimiento y estructuración por la
vía de las reivindicaciones intra sistémica. Hasta el año
73, la izquierda chilena vivió los vaivenes de la guerra fría,
en un eje formado por la ortodoxia comunista y la demagogia socialista.
Los actores de aquellos años -los mismos de ahora- fracasaron
en su intento de construir el socialismo por la vía institucional;
impelidos por la irresponsable ingenuidad de no saber interpretar lo que
el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), Miguel
Enrríquez, llamó: "la ley de hierro del capitalismo",
el cual nunca permitirá cambios de fondo en la estructura capitalista.
Los revolucionarios de la década del 70 fueron profetas desarmados,
y en algunos casos charlatanes cobardes, pues "en la hora dura"
dejaron abandonados a sus bases, obligando a Salvador Allende a seguir
los pasos de su antecesor, José M. Balmaceda. Si se mira a la distancia,
de no ser por los ribetes trágicos, la situación parece una
comedia; ni el presidente y mucho menos sus `vanguardias` fueron capaces
de oír la voz del pueblo, que en condiciones precarias pero consciente
se encontraba dispuesto a defender los cambios que se venían gestando
desde principios de siglo y que fueron señalados con lúcida
claridad por el MIR, único actor, con más voluntad que realismo,
que supo interpretar las condiciones del periodo. El resultado, miles de
muertos, torturados y la implantación de un modelo mercantil-capitalista
de nuevo cuño que retrotrajo a fojas cero todas las conquista que
el pueblo había ganado en más de un siglo.
A partir de la dictadura, producto de la brutal
represión, la izquierda se repliega, haciendo mea culpa de sus errores
tácticos. Por una parte el mundo socialista se divide, unos seguirán
desde el exilio el camino de la socialdemocracia, otros, enarbolaran las
banderas de la lucha popular y de masas por una salida rupturista, de esta
táctica nacerá, con muerte prematura, el Movimiento 5 de
Abril, grupo armado, que se propondría, entre otras cosas, "derrotar
la dictadura, construir el socialismo en Chile y Latinoamérica".
Es importante destacar, que un gran número de los que participaron
en este engendro, pasó a engrosar la La Oficina, agencia encargada
de la "guerra sucia", por parte de los gobiernos PS-DC en la década
del 90. Por otra parte en el mundo comunista, el año 1980, producto
de la presión militante al interior del país y de lo que
ellos llamaron "vacío histórico", se implanta
la Rebelión Popular de Masas (RPM), cuyo hijo más destacado
es el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). La creación
del Frente, junto con su antecesor el MIR, constituyen dos de los hechos
más destacados del periodo; ya que, en el caso del segundo, por
primera vez en la historia, en forma seria, se pone en juego el monopolio
de las armas en favor de las clases populares. El alto nivel de preparación,
el estudio y efectividad de sus acciones político-militares, estimulan
en el pueblo el concepto de Rodriguismo, como una nueva forma de entender
y encarar la lucha popular; pero, el FPMR, adoleció de un gran defecto,
nació anclado a ser el brazo armado de un partido político
y por ende un instrumento dependiente de razonamientos ajenos a su realidad.
A partir del año 87 en adelante, se empiezan
gestar los acontecimientos que marcaran los hechos políticos que
nos determinan hasta hoy día. Por una parte, la Democracia Cristiana
y la Socialdemocracia agrupadas en la Alianza Democrática, producto
de su incapacidad de conducir el movimiento social, avizoran con realismo
la cada vez más confrontacional salida del conflicto político.
Efectivamente, la presencia del FPMR, el Movimiento Juvenil Lautaro (MJL)
han generado, a esa fecha, en forma incipiente, una nueva forma de lucha
popular; la lucha de masas se hace cada vez más confrontacional
y selectiva; esto hace advirtir el conglomerado PS-DC, un cambio de hegemonía
en la conducción de la oposición, con una salida de carácter
rupturista, en la cual ellos serían desplazados. Esto lleva a los
actores de centro a plantear la posibilidad de dialogar con la dictadura,
asumir la institucionalidad y encuadrarse en el marco férreo de
la Constitución dictatorial. En el PC en tanto, las aguas no son
menos turbulentas, Los sectores más conservadores dentro partido
ven con miedo el fuerte arraigambre del Rodriguismo, lo que acelerará
un conflicto latente en el PC desde que se implantó la RPM; por
otra parte al interior del Frente, los cuadros combatientes más
destacados están por sacarse la férrea camisa de fuerza que
les impone el PC. El resultado, a finales del 87, el FPMR se divide, un
grupo minoritario vuelve a las filas del partido, el que con el tiempo
pasará a llamarse Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez
(MPMR); por otra parte, se crea el Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Autónomo (FPMR-A), quien continuará y junto con el MJL, serán
los únicos en dimensionar los alcances de negociar con la dictadura
y su significado. Fue una respuesta heroica, ingenua para algunos, pero
significó el único hecho de realismo político de comienzo
de los 90s. En cambio, las cúpulas partidistas de la oposición,
incluido el PC, una vez más, no confiaron en el pueblo, negociando
unos, acomodándose otros a la vía institucional que tanto
les acomoda y les dá seguridad y supervivencia histórica.
Al dar los primeros pasos por la década de
los 90s, el panorama es desolador, producto de la transacción entre
el Centro (DC y PS unificado) y la dictadura, llega al poder Patricio
Aylwin, el mismo que desde su sitial en el Senado, fuera uno de los mayores
instigadores del golpe de Estado en contra de la UP. El conglomerado asumirá
una cohabitación incestuosa con el militarismo y el empresariado,
lo que hasta hoy día significará una camisa de fuerza por
conservar toda la institucionalidad dictatorial. En la izquierda, el panorama
no se ve menos alentador, el PC, olvidado ya de "su vacío histórico",
trata inútilmente de limpiar su imagen para ser recibido en el pacto
de Centro. Las pruebas de blancura que éste ofrece no son suficiente
y sus antiguos socios, producto de la coyuntura internacional (caída
de los socialismos "reales"), apuestan a su destrucción.
Al finalizar la década de los 90s, el país
transita por un supuesto eje unipolar, donde la mayoría estaría
ideológicamente convencida en el sistema de libre mercado; donde
las opciones estarían marcadas por una profundización del
mismo (derecha pinochetista) y por el otro, una mayor regulación
a los excesos del sistema (La Concertación). La izquierda, producto
de su incapacidad de plantearse un proyecto político capaz de enfrentar
con decisión el modelo, ha asumido un rol meramente testimonial,
ajeno, ambiguo en sus definiciones tácticas y estratégicas;
carente de un análisis realista y revolucionario, por parte -en
gran medida- de los mismos que llevaron a Allende al poder y después
postularon la RPM. Por otra parte, la sociedad civil comienza a manifestarse
dentro de la marginalidad, carente de referentes confiables, la organización
se vuelve primaria, comienza y termina en el grupo o el colectivo. Carecen
de contenidos ideológicos fuertes pero intuyen el enemigo principal
y la farsa de una casta gobernante que por más de 40 años
ha llevado al país a la banca rota política y moral.
Por otra parte, a fines del siglo que nos abandona,
ha comenzado a tomar fuerza la resistencia Mapuche, este conflicto, cuyas
raíces se pierden en la historia por más de 500 años,
son y serán el elemento más importante de actual coyuntura
insurreccional del país, y es a lo que los revolucionarios debemos
prestar más atención, ya que sus alcances no pueden por el
momento cuantificarse.
Editar una revista de izquierda es tan sólo
un pretexto, el pretexto de hablar sobre nosotros mismos, de nuestros sentimientos,
de los que aun creemos en el cambio revolucionario y no nos conformamos
con la ambivalencia de las tiendas y caciques tradicionales. Hoy en día
todo lo que existe tiene olor a rancio, los mismos que ayer hablaron de
revolución hoy firman el neoliberalismo; los mismos que propiciaron
la RPM, se declaran "independientes" ante el principal continuador de la
política económica dictadura; aquellos que enarbolan la figura
de Miguel Enrríquez, juegan a la sobrevivencia del medio sin considerar
los fines, etc.
PRETEXTOSS
es una invitación a soñar, a reflexionar la historia desde
nuestro pasado reciente, con conciencia de clase, con conciencia revolucionaria.
Queremos decir las cosas por su nombre, no esperamos puestos ni asientos
de primera fila en alguna "convención de izquierda"; queremos seguir
el ejemplo de aquellos que se mantuvieron firmes como Miguel Enrríquez,
José Valenzuela Levy, Raúl Pellegrín y tantos otros
que entregaron sus vidas o se mantienen en sus puestos de combate en forma
anónima, a los que pensamos que en la estatua de Allende en vez
de decir: "...Tengo fé en Chile y su destino...", debiera decir:
"...Superarán
otros hombres este momento gris y amargo...". Asemos un llamados
a todos los que aun están de pié, los que claudicaron por
30 monedas de plata no nos interesan, los invitamos a soñar, a reinterpretar
el mundo, a ser capaz cambiar el mundo, a sentir el deber de cambiar la
realidad imperante... a sentir en lo más íntimo, la necesidad
de que una flor pueda poseer el mundo.
Horacio Viscontti.
Director