Todo seguía apareciendo como todos los
días, la mesita con el café recién colado, su sillón
favorito y los periódicos del día.
Cuando el Reloj marcó las 7 a.m., el anciano
encaminó sus pasos a la sala de lectura. Como todos los días
llevaba bata de levantar y pantuflas. El anciano se aproximó, olió
el penetrante aroma del café y se depositó en el sofá.
Como siempre su edecán acercó la mesita, recogió los
diarios del revistero dirigiéndoselos; éste, con un mohín
lacónico ordenó que los dejara a un lado de la mesa y prefirió
obstar por el café.
Mientras solvía los primeros tragos la
mirada del anciano herró por la paz de la habitación, los
muebles de la sala, el jardín que daba a la piscina... todo en orden
y en su lugar; incluso por la sombra que se proyectaba en la pared, concluyó
que el edecán había tomado posición detrás
del sofá. Tomó la taza y olisqueó con desgano su contenido;
más en el momento que la depositaba en la mesa, se percató
que una gota se había derramado en uno de los periódicos.
Al anciano no le agradaban los errores, pero consideró que ya estaba
demasiado viejo como para poder evitarlos. Lanzó un pequeño
suspiro entrecortado mientras se inclinaba para coger nuevamente la taza
de café; sin embargo algo lo detuvo, su atención se quedó
atrapada en la gota de café que se fundía sobre en el papel
del titular matutino, vaciló un momento y cogió el diario.
Antes de prevenir el gesto su edecán le entregó los anteojos,
se los calzó y despobló el periódico. Observó
largo rato el titular del abultado artículo, casi parecía
no leer, su mirada estaba fija; de pronto su boca dibujó una sonrisa
leve, luego se entornó dejando percibir sus impecables dientes,
siempre habían dicho que el General tenía una sonrisa encantadora;
dejó el diario sobre sus rodillas y soltó un pequeño
atisbo de risa, prolongándose en una risa serena pero fuerte, viril.
El edecán también masculló una sonrisa, no sabía
el motivo, pero la risa del General era contagiosa.
La risa del anciano se prolongó en espasmos
de carcajadas estridentes e incontroladas, sus ojos empezaron a llorar
mientras se revolcaba en el sillón; con uno de sus pies dio vuelta
la mesa del café, su risa era incontenible. El edecán lo
miraba mientras reía en forma nerviosa; llegaron los empleados de
la casa alertados por la risa del anciano, lo miraban atónitos mientras
intentaban imitar alguna sonrisa entre ellos.
El General siguió riendo en forma incontenible,
su faz comenzó a desfigurarse mientras por sus mejillas corrían
gruesos hilos de lágrimas, a intervalos lanzaba unos quejidos mientras
cogía su estomago en señal de dolor... su risa era incontenible.
El edecán se impacientó, la esposa del anciano estaba fuera
del país en un tratamiento médico, había que llamar
a su médico.
- ¡El General está enfermo, no puede
parar de reírse!
Al cabo de una hora la casa estaba llena de médicos
y amigos cercanos al General. En vano los especialistas le inyectaban toda
clase de calmantes, la risa del anciano se hacía cada vez más
estentórea.
En la medida que la risa del General se hacía
más incontrolable, sus colaboradores impacientaban el análisis
de la situación que enfrentaban.
- Si lo hospitalizamos tendremos que enfrentar
a la prensa -que ya se había ubicado en las afueras de la residencia
del anciano-
- ... Además ya se está especulando
demasiado, desde afuera se sienten las carcajadas del General.
- ¡Pero tiene que haber una cura!
- ... Es el caso más extraño que
he visto, le hemos aplicado grandes dosis de diferentes calmantes y no
atenúan en nada la dolencia, sólo han servido para mitigar
en parte los fuertes dolores abdominales que le provocan los espasmos de
risa.
- ¿Se podría hospitalizar...?
- No veo que podríamos intentar en el
Hospital que no hayamos hecho... no existe una cura para esta clase de
risa.
- ¿Es peligroso...?
- El General es un hombre mayor.. y bueno, su
corazón...
- ¿Le avisaron a su esposa?
- ¡Viene en camino desde Zurich!
- ¿Y de qué se ríe el gene...?,
musitó uno de sus colaboradores mientras bajaba la cabeza en señal
de vergüenza.
Dmgo, 22 de Diciembre del 200.., siendo las
22 Hrs., dejó de existir a la edad de ... años, El ex - integrante
de la Junta de Gobierno Militar, Ex - Comandante en Jefe Benemérito
del Ejército y actual Senador Vitalicio Capitán general ®
Sr. Don Augusto José Ramón Pinochet Ugarte; producto de un
infarto al corazón que le provocó una vieja dolencia. Sus
restos serán velados en la capilla ardiente de la institución
y, sus funerales serán realizados el día de mañana
a las 9 AM. El gobierno decretó duelo oficial de 5 días.