COLOMBIA, UN PAIS ALUCINADO Y
ALUCINANTE
Una historia que ni siquiera el Nóbel
García Márquez soñó en su macondiana obra
Narcotráfico, negocio capitalista
El país alucinado y alucinante que es hoy
Colombia, nació para el mundo, gracias a la insaciable demanda de
los drogadictos gringos, a su inmensa capacidad adquisitiva, a la cómplice
tolerancia de sus autoridades, pero, por sobre todo, al hecho de que más
del 90% de las fabulosas utilidades que produce el narcotráfico
se queda en la banca norteamericana, constituyéndose así
en otra fuente de riqueza nada despreciable para el sistema capitalista.
En la década de los 60s. del Siglo pasado,
a raíz del triunfo de la Revolución Cubana, se implantó
en Colombia y en América Latina y El Caribe, de la Alianza para
el Progreso (la respuesta política que se le ocurrió al Presidente
Kennedy a la amenaza del socialismo en el "patio de su casa"). Así,
llegaron al país centenares de jóvenes gringos, los "Cuerpos
de Paz", encargados de aplicar las políticas para combatir a la
insurgencia, e implementar las fórmulas "salvadoras" del Imperio
para derrotar al
comunismo.
Los jóvenes llegaron cargados de dólares,
de consignas anti-insurgentes y de ganas de probar una hierba que se cultivaba
en la Costa Atlántica llamada marihuana, y que por entonces gozaba
de gran fama internacional y que en la jerga de la época se denominaba
la "Santa Marta Golden". Bastó con que los gringos la probaran y
la aprobaran, para que de inmediato comenzaran a impulsar su producción
en masa y su exportación hacia USA.
Época que se conoció como la "Bonanza Marimbera". Fue
el comienzo de la alucinante historia que se prolonga hasta hoy, duró
hasta finales de los 70s y dio origen a un y poderoso sector social que
los expertos denominaron "emergente". Sus miembros, implantaron en sus
regiones (empezando en la Costa Atlántica), un estilo de vida de
nuevos ricos, exhibicionista y estrafalario. Gracias a sus capitales, producto
del negocio de la marihuana, abrieron las puertas de clubes sociales, del
poder político local y financiero.
Y en éste punto nació para el mundo
el país alucinado y alucinante que es hoy Colombia, gracias a la
insaciable demanda de los drogadictos gringos, a su inmensa capacidad adquisitiva,
a la cómplice tolerancia de sus autoridades, pero, por sobre todo,
al hecho de que más del 90% de las fabulosas utilidades que produce
el narcotráfico se queda en la banca norteamericana, constituyéndose
así en otra fuente de riqueza nada despreciable para el sistema
capitalista.
DE LA MARIHUANA A LAS "DROGAS DURAS"
Ya sobre el final de los 70s., y con la introducción
a los mercados gringos y europeos de nuevos alucinógenos (básicamente
cocaína y heroína producidas en Colombia por los mafiosos
nacionales e internacionales, gracias a los precursores químicos
que sólo se producen en los países industrializados), comenzó
en serio a escribirse un nuevo capítulo de la historia colombiana
que ni siquiera los más desaforados textos del realismo mágico
de Gabriel García Márquez, soñó jamás.
Los dineros del narcotráfico comenzaron a
penetrar y a acabar de corromper en Colombia todo lo que encontraba a su
acelerado paso:
Las Fuerzas Armadas (numerosos miembros de la cúpula militar
han aparecido envueltos enestos "negocios");
La Policía Nacional (el último escándalo toca
nada más ni nada menos que a los propios dineros del "Plan Colombia"
y a la jerarquía policial que desvió millones de dólares
de su división de Lucha Anti-Narcóticos);
Al Sistema Financiero Nacional (numerosos bancos han sido investigados
por sus relaciones con el mundo de las drogas, hasta el punto que un capo
como Miguel Rodríguez Orejuela, llegó a ser miembro de la
Junta Directiva del Banco de los Trabajadores); A la Iglesia Católica
(cuyos jerarcas son acusados por complicidad o por omisión);
Al Parlamento colombiano (los paramilitares, inmediatamente después
de las últimas elecciones, declararon que habían conquistado
"por lo menos el 30% del Congreso Nacional", y todo el mundo conoce los
evidentes vínculos que los unen con el negocio de las drogas).
Y la nueva "plaga de los narcos" continuó
su marcha y penetró en los "sagrados recintos" de las altas Cortes
y de todo el Sistema Judicial; avanzó en medio de los gritos entusiastas
de los hinchas del fútbol (muchos grandes equipos fueron adquiridos
por los narcotraficantes), se subió a los cuadriláteros del
boxeo, contaminó las llantas de los deportes del automovilismo y
del ciclismo, ingresó a los establos y atacó la hípica,
y no bastándoles todo lo anterior, terminó infectando también
el mundo del toreo.
En éste punto, y cuando a los historiadores
e investigadores de más de la mitad del Siglo pasado en Colombia
parecería que les faltara el aliento ante tanta corrupción
y tanto exceso de poder perverso, el nefasto listado de la descomposición
social no les permite ningún alto en su indagación: porque
la putrefacción de los dineros del narcotráfico continúa
su avance.
Lo encontramos en la industria hotelera; Incidiendo
en la macroeconomía nacional a través del incremento de las
Reservas Internacionales del Banco de la República (al comienzo
de éste proceso, por allá en l968, las reservas netas del
país eran de sólo 35 millones de dólares, y en 1981
ascendían a 5.630 millones de dólares) (!), sin contar los
demás millones que circulan en la economía nacional de manera
irregular.
Y el poder económico del narcotráfico
continuó su camino avasallador: penetró también en
las Aduanas (por algo salen del país inmensos cargamentos de drogas
que rara vez son detectados); Contaminó las artes plásticas
(se dedicaron a decorar sus extravagantes mansiones con cuadros y esculturas
de cotizados maestros).
Compró grandes y medianas compañías de aviación
(ej. "Aéro-Cóndor"); Se introdujo en el negocio de la alta
joyería (una famosa "reina de la coca", llamada la"Monita Retrechera"
--por su personalidad astuta y mañosa--, le regalaba costosos anillos
de piedras preciosas a la esposa del ex Presidente Ernesto Samper, a quien
se le demostró que había financiado su campaña política
con dineros de la droga). Caló hasta los huesos las industrias de
la construcción, la agropecuaria, la naval, la maderera, la de calzado,
confecciones, flores, plásticos (de todas ellas se ha valido para
camuflar y exportar la droga); ha infiltrado económica y políticamente
los medios de prensa (cadenas radiales como el Grupo Radial Colombiano),
los periódicos de Provincia, las programadoras de televisión,
la industria discográfica y de espectáculos, cadenas de droguerías
y hasta el mundo académico de las universidades.
EL GRAN CRIMEN ECOLOGICO
Para que esta cadena de crímenes cerrara su
círculo y se ampliara al resto de la vida, también penetró
los territorios de la Amazonía y de la Orinoquía, devastó
sus milenarios bosques tropicales, arrasó el frágil sistema
ecológico y está acabando con los suelos selváticos,
ya que el campesinado pobre, desplazado por la violencia, se refugió
en estas zonas para cultivar amapola (materia prima de la heroína)
y coca, mientras sufre las fumigaciones de aviones gringos que acaban de
acabar con la naturaleza y con la vida.
Y ya casi sin aliento, en éste país
alucinado y alucinante que los consumidores de estupefacientes y los banqueros
y grandes capitalistas del "primer mundo" crearon en Sur América
y que se llama Colombia, engendraron además una hidra de mil cabezas
que ahora también amenaza con devorarlos a ellos mismos: porque
sus tentáculos alcanzaron así mismo a los nombres de las
cinco o diez dinastías oligárquicas que siempre han detentado
el poder político.
Y ahora, para rematar, Álvaro Uribe Vélez,
cuyo padre fue investigado por los norteamericanos por estar comprometido
en el tráfico de drogas y él mismo tiene vínculos
con el narcotráfico, será quien gobierne esta alucinación
política que es Colombia, durante los próximos cuatro años.
Para los "ingenuos", nos queda un consuelo: y es
que el poder del narcotráfico creado por los gringos en Colombia
y de cuyo fantástico negocio se quedan con más del 90% de
las utilidades, indefectiblemente comenzó, desde hace ya varios
años, va a volverse en su contra. Evidentemente: hombres de la CIA,
de la DEA, de la Embajada norteamericana en Bogotá, han caído
en sus redes.