Ana Villalba
Ambos escritores protagonizaron en El Escorial
un mano a mano sobre las utopías
Leer a Mario Benedetti es como escuchar el mar o
contemplar un campo de flores, porque si algo destaca de este escritor
nacido en Uruguay en 1920 es su «inmensa capacidad poética.
El Benedetti poeta no termina nunca. Es uno de los grandes». Quien
suscribe estas palabras es otro de los grandes de la literatura...
...Manuel Vázquez Montalbán, que ayer
ofreció en San Lorenzo de El Escorial, junto al escritor uruguayo,
un mano a mano de lujo, un diálogo literario sobre las utopías
y los optimismos.
«Las utopías más originales
suelen nacer del asco. Ahora somos víctimas de la globalización
imperialista, que provoca asco en los sectores progresistas de este pobre
mundo; y la utopía echa mano de la solidaridad», señaló
Benedetti.
Además de poesía y utopía,
Mario Benedetti es todo optimismo y considera que «hoy la embriaguez
es el pesimismo». El es de los que creen que si el ciudadano es pesimista
tiene una actitud frívola de la vida, pero que el peligro está
en el pesimismo del intelectual, porque es quien transmite las ideas. Y
aún más: «El intelectual latinoamericano tiene pesimismo,
pero debajo de esa corteza aparece un optimismo. El intelectual europeo
puede embriagarse de pesimismo porque tiene mucho que conservar. El del
Tercer Mundo puede permitirse el optimismo porque le queda mucho por hacer».
Vázquez Montalbán, sin embargo, cree
que «frente a la utopía hay que acuñar la necesidad»,
por lo que ayer reivindicó un acercamiento en este sentido. Montalbán,
en su diálogo con Benedetti, se refirió también a
la nueva tensión dialéctica del mundo, una tensión
representada por los globalizadores, que «pueden poner las reglas
del juego»y los globalizados.
Ante un auditorio que llenaba por completo el Aula
Magna del Real Colegio María Cristina de San Lorenzo de El Escorial,
Benedetti dio muestras de su «capacidad poética» con
regalos como éste: «Muchos de los que dan la espalda a la
realidad abominan del compromiso y olvidan o no quieren reconocer que en
los cuatro puntos cardinales hay gente que asume riesgos e incluso dan
su propia sangre para que los soñadores mantengan su derecho a soñar».
Y es precisamente en este punto, en el compromiso
-«una elección personal», según Vázquez
Montalbán-, donde ambos autores coinciden plenamente. En ése
y en que son «dos excelentes escritores», tal y como dijeron
cuando se les pidió una opinión acerca de la literatura del
otro.
Entre bromas y halagos, Benedetti puntualizó
que en Uruguay el compromiso ha tenido matices distintos a otros países
de Latinoamérica. Así, explicó que su país
tuvo siempre un nivel cultural bastante interesante, pero que la dictadura
provocó la marcha de muchos uruguayos y el silencio de muchos otros.
En su recuerdo del exilio, señaló
«la nostalgia como elemento fundamental» en la gente que escribe
desde fuera y que cuando se produce el «desexilio», es decir,
cuando se vuelve del exilio, el compromiso también cambia. Pero
no sólo el compromiso. «Cuando uno vuelve se encuentra con
un país que no es el mismo; y luego uno tampoco es el mismo. Entonces,
el compromiso cambia y adquiere otras tonalidades».
No hay duda de que Mario Benedetti es un autor que
no tiene fronteras, ni geográficas ni literarias, porque es capaz
de enfrentarse a todo tipo de géneros y de hacerlo como lo que es,
uno de los grandes de la literatura hispanoamericana. Acaba de publicar
un libro de poemas y ya está trabajando en uno de cuentos. Aunque
aún tendremos que esperar aproximadamente un año para leerlos,
Benedetti adelantó ayer en San Lorenzo de El Escorial algunos de
los aspectos que más pueden interesar acerca de un nuevo proyecto,
como el título -La tristeza y otras alegrías- y los temas
que aborda en ellos, y aquí adelantó una novedad.
«Generalmente yo siempre he tratado en la
narrativa problemas de la clase media de mi país, y sigo un poco
aferrado a esos temas, aunque en este libro incluso aparecen algunos cuentos
con algún desarrollo algo fantástico, cosa que no es frecuente
en mis cuentos», señaló.
Benedetti informó de que su libro tiene una
veintena de relatos, que son «más bien breves».