¿PERO ES QUE NO SE ENTIENDE QUÉ QUIERE DECIR "TRANSPORTE PÚBLICO"?

 ¿Será porque no se entiende qué es "transporte"? ¿O será que no se entiende lo que quiere decir "público"? ¿Qué piensa Usted, lector? Como miembro de la Asociación Tod@vía Trenbidetik Trenaren Lagun eta Erabiltzaileen Elkartea querría aclarar brevemente el fondo del debate y de las demandas de la población que apoyamos el tren, y a la vez salir al paso de las últimas noticias, bastante confusas a juzgar por el tratamiento que distintos medios de prensa le dispensan, acerca de las posiciones que han tomado el Gobierno Vasco y Renfe respecto al acuerdo suscrito entre ambos para sufragar los gastos que al parecer ocasiona este servicio de dos trenes diarios de lunes a Viernes en la línea Vitoria-Alsasua. Esta Asociación, que se echó a andar allá por el mes de Junio, mucho antes de tener un nombre y sin saber que estaba naciendo, logró con el respaldo de los vecinos de los pueblos, en una declaración relámpago de desacuerdo popular (¡más de 1500 firmas recogidas en sólo una semana!) y tras conversaciones directas con los grupos parlamentarios y hasta con el propio Consejero de Transportes, que la amenaza de suspensión de aquellos servicios se aplazara 6 meses más para poder así plantear la cuestión con algo más de tiempo y con mayor entendimiento de aquello que estaba en juego y pendiente de un hilo. Cinco meses después, la asociación ha quedado ya formal y legalmente constituida [AS/A/08259/1.999], y esta iniciativa social, o civil o popular o como se le llame, tiene ante sí un largo camino que andar y muchas cosas por hacer e inventar. Nuestro propósito principal es defender el transporte público ferroviario y poner un poco de entendimiento en estas cuestiones de la vida común. Después de todo, esta es la situación de nuestra época, que la gente que se choca con los problemas que le plantea este estado de Sociedad se encuentra con que es preciso volver a reconstruir ese tejido social de relaciones (porque la vida es una actividad común, es un vivir con los otros) que las peores inercias y la propia degradación de la vida económica y política actual va eliminando: los ciudadanos deben de recuperar la esperanza de que hay que inventar la vida, y que sólo contando con los otros se puede vivir de veras.

De momento nuestra asociación ha hecho llegar por correo electrónico una presentación de los fines de esta asociación a los distintos representantes de los partidos políticos de las JJGG, del Gobierno Vasco, al Consejero Alvaro Amán, a distintas secciones de Renfe e incluso al Ayuntamiento de la capital. En los próximos días –ya está en su conocimiento– vamos a solicitar entrevistas con ellos para dar ocasión a que sea la ciudadanía y el interés común, a los que aspiramos dar voz, los que puedan participar en estas tomas de decisión que tanto afectan a la vida del público. ¿Qué han hecho hasta ahora en estos meses la empresa Renfe, el Gobierno Vasco o incluso la Diputación de Alava? No lo sabemos. Pero no parece que demasiado. Ya entonces nos pareció a los que veíamos el resuelto y determinante abandono de este medio de transporte, que los términos de la discusión entre Renfe y el Gobierno Vasco que amenazaban con darle casi ya el último golpe de gracia a este buen servicio en la comarca revelaban una ceguera y una incomprensión casi absoluta de lo que se traían entre manos. ¿Cómo podía labrarse activamente la ruina del mejor trasporte, público por excelencia, seguro como ninguno, espléndidamente cómodo, respetuoso con las tierras, económico, eficaz y limpio, haciéndose jugar meros pretestos vanos y fantasmales como el de "rentabilidad", el de "conflicto de Competencias", y ahora el de "publicitación del anagrama del patrocinador"? ¿Pero en que están pensando estas instituciones que se llaman públicas de nombre? ¿Y en qué negros negocios anda metida la empresa que tiene ahora en su poder el tren público de nuestra comarca? Mientras esperamos con esta activa paciencia y seguimos sus movimientos muy atentamente, parece oportuno al menos el intentar contribuir al entendimiento de este asunto del transporte por tren y de nuestros pueblos. Propongo al público que nos acompañe a examinar, aunque no sea más que brevemente para no abusar demasiado de su paciencia, estos argumentos que se barajan a la vista de todos como las verdaderas razones del desacuerdo y motivo suficiente para hundir al transporte ferroviario.

1er ARGUMENTO: LA RENTABILIDAD. DINERO.

Vayamos primero a la de la Empresa. ¿Qué rentabilidad persigue la Renfe? De todos es sabida la desintegración que se viene produciendo –para integrar mejor, se entiende– de la Empresa Renfe en lo que ellos llaman Unidades de Negocio, tal como se hizo por ejemplo en Inglaterra, que de una sola empresa estatal se pasó a tener 29 empresitas descoordinadas. ¿Y qué se logra así? Bueno, el servicio se vuelve mucho peor; pero en cambio, es mucho más rentable; aunque tenga que hacerse incluso al precio indeseable de muertes de usuarios; y de añadir torpeza y desastre al buen funcionamiento (aquí también tenemos cerca nuestros Paddingtons, no se crea). La fragmentación en pequeñas empresitas viene a realizar mejor el ideal de la Empresa, que es arrojar dividendos: lo cual consiste ahora en aplicar la lupa, parte por parte, a una Empresa. De manera que si antes, lo uno por lo otro, uno de los servicios de la totalidad era más deficiente, de este modo sufragaba su mantenimiento con otra parte de los servicios que daba excedentes, y así podían cubrirse varios servicios deficitarios cuya utilidad pública terminaba prevaleciendo sobre el mero postizo ideal del negocio dinerario; se lograba de este modo que sectores humildes y olvidados recibieran el beneficio y el apoyo de otros más afortunados. Ahora en cambio, la lógica cicatera y miope de la rentabilidad dineraria se aplica microscópicamente, y si se descubre que p.ej. los asientos de la derecha de los vagones de tren, o los de un vagón en particular, son menos utilizados, pues entonces por esa "regla de tren" cualquier día arrancan los asientos derechos y sólo ponen en circulación los otros. Bueno, hasta ahí igual no llegan, pero ¿de qué miseria de Rentabilidad estamos hablando?

El planteamiento de los negocios en estos términos ya cualquiera ve que es nada más una perversión y una estupidez mayúscula: ¿Pues no se hacían los negocios para servir a la vida? ¿No era esto una sociedad del bienestar y la riqueza, y del progreso? ¿Es que se movían los trenes y nosotros los pasajeros sólo para subir las cuotas de ingresos de dividendos de los accionistas de la Empresa? Pues por muy increíble que parezca, los ejecutivos de la empresa no ven otra cosa que las cifras, y los numeritos les ocultan todo lo importante de verdad. Pero vamos a dar también algunas cifras para que no digan que no atendemos a lo concreto: en el paraíso de la Unión Europea el tráfico automovilístico es responsable de una sangría anual de 50.000 personas que mueren en accidentes, y deja una riqueza de 1.500.000 personas malheridas, muchas con la vida totalmente trastocada. Se sabe que, incluso en las actuales circunstancias de abandono activo y de dedicación activa a estropear el ferrocarril, las carreteras son todavía 30 veces más mortíferas que el tren. ¿Por qué planean ahora, para desahogar un poquito los insufribles embotellamientos y atascos del caos del tráfico de coches que produce esta demente organización del transporte, transportar una parte considerable de las mercancías en tren y abandonan a la gente a la libertad ilusa del auto? Los coches que hay actualmente en la UE son tantos que ocuparían un espacio superior al de la Península Ibérica. Pues para el 2013, si todo sigue así, se espera que aumenten aún casi un 50%.

De momento, Alava camina hacia el olimpo de la gloria: hace unos pocos días la prensa nos daba la noticia de que nuestra provincia ha batido el record de su historia en matriculaciones de vehículos: 12.400 (117.000 coches): ya tenemos 530 automóviles por cada 1000 habitantes, superando a Vizcaya y Guipuzcoa, lo que nos coloca en la posición 20 de las 52 provincias del Estado. ¿Quiere Usted entender algunos de los beneficios de toda esta riqueza? Escuche: de toda la emisión de gases de efecto invernadero (que cambian el clima del planeta) que se produce por transporte, el 87% es un regalo de los automóviles y un 11% del avión. De toda la energía devorada en el mundo, la cuarta parte va a transporte (En España el 40%); y de éste el 79% lo consume la carretera. Una ciudad como Bilbao se permite el lujo de recibir diariamente más de 310.000 vehículos con sus gases venenosos y su ruido ensordecedor. Con todo esto, las Administraciones se dedican a fomentar el transporte privado por coche con miles y miles y miles de millones: en carreteras insaciables que se colapsan cada pocos años y necesitan ser ampliadas más y más; con nuevos e inacabables aparcamientos en plazas, en parcelas, en agujeros subterráneos, en túneles, en bloques en altura (pisos-parking para coches), que abren sitio para dar cabida a más y más coches privados. Y todo esto se hace con una naturalidad pasmosa y escalofriante. ¿De qué economía estamos hablando? ¿De qué ganancias y riquezas? Pero en vez de tratar y reconocer el desastre actual y lo fácil que sería resolver todos estos problemas de un plumazo y con un ahorro ingente de vida, de esfuerzo, de angustia y deseperación, de tristeza, de miseria adornada de colores; en vez de esto, se ponen a hablar de que si hace falta ahorrar al año 15 milloncitos de nada, que se le quedan en una uña de un dedo a un ejecutivo que tiene que mover unos pocos cientos de millones. Compárense con los 5.000 millones que dedica nuestra Diputación este año a las carreteras; con los 3200 que anuncian estos días que cuesta una carreterita para circunvalar Amurrio por el Este.

2º LA RENTABILIDAD SOCIAL. LA UTILIDAD PÚBLICA

Se han empeñado demasiado los medios de prensa en preguntar por todas partes, a nosotros en las entrevistas, a los trabajadores de la Renfe, a su Comité, al GIRE (Gabinet de Relaciones Externas de Renfe) de Bilbao, cuántos viajeros viajan en realidad en esos dos trenes regionales aún en litigio, siguiendo con ello la táctica que empleó el Gobierno Vasco cuando encargó la encuesta cuyos datos dio a conocer y que ahora multiplica por siete. Al margen de la siempre posible manipulación más burda de los datos, que aquí tampoco podemos descartar del todo, sin embargo merece que el público preste atención a este modo de falsificación del problema que es la aplicación de estadísticas. Se ha llegado a decir que el tren lo usan sólo 58 personas diarias y hasta menos: y que eso no justifica el mantenimiento; por no hablar del lapsus del primer momento que tuvo el consejero cuando reaccionando demasiado atropelladamente a las quejas que le llegaban de la gente contestó por fax que con el dinero de la subvención de estos años se les podría haber comprado un coche a cada uno de los 58 usuarios. ¿Pero es que estamos ya tan ciegos y tan sordos que no entendemos ni barruntamos ya qué cosa quería decir "público", qué quería decir "transporte público"? No hay, ni hubo, ni habrá –porque no puede haber– 58 viajeros en un transporte público. No hay 58: porque siempre son distintos y nunca son ningunos viajeros determinados.

En un transporte público viaja el público, es decir, cualquiera que quiera cuando quiera como quiera, así, cómoda y baratamente, sin necesidad de ocuparse para nada en la organización de su transporte, que es el de los otros, y que está allí a su disposición para llevarlo con la seguridad y la comodidad de un transporte organizado a gran escala, un transporte superior, que puede estar pensado a las mil maravillas y mejorado con los aciertos de la inteligencia de los mejores ingenieros no vendidos al Capital y a su Empresa, que sólo pueden permitirse inventar ingenios que favorezcan los negocios de sus amos, lo cual termina por revertir sobre la propia Ingeniería las miserias del interés cegato y demasiado interesado de las reglas dinerarias. De manera que la estadística y recuento de los pasajeros sólo se podía hacer para falsificar lo que está en juego, que es el público y su transporte. Pregúntese mejor: ¿por qué va quedando hoy tan poco público en los trenes? ¿Qué han hecho con el público? ¿Qué han hecho contigo, público querido? Ya lo ve Usted: lo intentan convertir en una masa de ciudadanos ocupándose cada uno en organizar ¡privadamente! el transporte público. ¿Resultados? El caos del tráfico y sus desastres. Y ello, sin contar para nada el hecho de que la situación actual de servicios de tren es tan insuficiente y los horarios tan mal distribuidos a lo largo del día y de la semana, que ya por sí sólo, por pura inercia, se está desmontando y derrumbando como por sí solo: la gente no encuentra ocasiones para cogerlo y usarlo. Y ya la única forma de recuperarlo es aumentar cuanto antes el servicio en horarios, frecuencia y apeaderos. Y esto también sin contar la propaganda inmensa (pues alimenta la lógica imbécil de los negocios, que alimenta a su vez la lógica falsa de lo privado) en contra de lo público y a favor de lo privado: las ingentes millonadas dedicadas a engañar y engatusar masivamente, en una especie de emboscada inacabable, a la gente para que se compre un auto nuevo, y para embotarle el sentido y que se le olvide que la vida es una cosa pública; que hasta la vida doméstica de la casa (como muy bien reconocía hoy viernes 19 en la sección de Tribuna Abierta del Periódico de Álava la Socióloga MªAngeles Gutiérrez) es pública y pública y pública. Deberemos seguir reflexionando sobre esto, lector. Así pues, que se oiga, que esas estadísticas están dedicadas a la mera falsificación de la verdad de la vida. ¿Se entenderá cosa tan sencilla como esto?

3er ARGUMENTO: EL CONFLICTO DE COMPETENCIAS.

¿Qué es eso, lector, "un conflicto de competencias"? ¿Es una quimera o es algo como el pan o el vino? ¿Es acaso como nuestras riñas de vecinos? ¿Cómo los conflictos con nuestros jefes en el trabajo? ¡Qué va! Son conflictos que nacen cuando esos entes que son las administraciones coinciden en un terreno y se pone en juego la potestad (el poder, para que nos entendamos) sobre ese terreno: es una cuestión de la cosa abstracta esa, de límites. Sin embargo, fíjese cómo anteponen estas disputas a la cuestión de importancia que queda por debajo pendiente de solucionar. ¡Qué importancia le dan a eso de "a quién le corresponde"!

El caso es que sin la menor vergüenza lo airean y hasta esgrimen ante la ciudadanía atónita y estupefacta como si esos "problemas de competencias" pudieran ser tomados en serio como verdaderos problemas de verdad. Lo cual nos muestra con una claridad maravillosa cómo las Administraciones, que supuestamente venían a resolver problemas auténticos, problemas que se supone estaban de antes de constituirse ellas, crean a su vez por sí mismas, por inercia institucional, artificiosos y ficticios problemas que son acaso todavía más dificultosos e irresolubles que los problemas de verdad que ellas venían a resolver. Si se deja que se tomen como problemas sustantivos, los propios originados por el instrumento inventado para resolver problemas, entonces está todo perdido. Que haya "conflictos de competencias" es sin más una falsificación de los problemas y un insulto para la ciudadanía, y un desastre para la vida pública de verdad. Es por ello vergonzoso e inadmisible que si el servicio público ferroviario puede mejorar gracias a que se ocupe de él el Gobierno Vasco, vengan el Estado Central y su Empresa a obstaculizar esto y no hagan más que estorbar el buen desarrollo de un transporte público tan bueno para nuestros pueblos y nuestra gente.

4º NUEVO Y ÚLTIMO ARGUMENTO: LOS PATROCINADORES QUIEREN EXHIBIR SUS MARCAS.

Bueno, parece de justicia que el que lo paga lo airee a los cuatro vientos y quiera su parte de honor y de gloria en el mantenimiento del servicio público. Merecido lo tiene. Nuestra Asociación incluso podría resolver esta disputa también algo vana: nos comprometemos desde aquí a anunciar, divulgar y propagar a discrección y por doquier el monto y parte de las subvenciones y de los subvencionantes a toda la población mediante carteles, anuncios, toda suerte de intervenciones públicas, en la prensa, donde sea; aunque en parte el efecto propagandístico de este motivo como serio obstáculo a las negociaciones sobre el mantenimiento de estos trenes, pensamos que ya está bastante logrado. En cualquier caso, lo que le tiene que parecer un disparate al público es el comprometer y hasta poner en peligro el servicio de tren por un tira y afloja y quítame allá esas pajas que supone la mera incorporación de algunos anagramas a las máquinas y vagones que llevan los pasajeros. Esto fácilmente lo podría resolver nuestra asociación. Por todo esto que tan sucinta y brevemente hemos tratado es por lo que nos parece que esta cuestión del transporte público ha de ser tratada con la seriedad y la importancia que se merece.

El transporte es una actividad social más, producida como el resto de producciones sociales, aquí y en esta sociedad. Es de justicia y de verdad el que se reconozca el carácter público de la necesidad de transportarse, y una mera cuestión de economía e inteligencia que sea públicamente como se le dé solución. Y la primera medida para ello es combatir y minimizar al máximo el transporte privado: terminar de una vez de alimentar esa espiral de la construcción de más carreteras, más aparcamientos, más coches, más carreteras, más... y siempre menos y menos transporte público. Reducir el transporte a lo mínimo imprescindible; y no dejar que otras necesidades vacías y abstractas impongan, por la vía del transporte y su inercia, una forma de metrópolis a las ciudades y de desiertos a los campos, y de barrios-dormitorio a los pueblos. Pero para ello hay que empezar a contemplar otras facetas de la sociedad que no son el transporte y con el cual están en estrechísima dependencia. Deberemos ir hablando de esto proximamente. Mientras tanto, recordemos que lo que está siempre en juego en las cuestiones públicas, y no hay una que no lo sea, es la vida, la pobre vida. No la podemos dejar encomendada a hombres que, absorbidos y ofuscados por su excesivo compromiso con la realidad actual y sus urgencias apremiantes, y demasiado fácilmente fascinables y deslumbrados con las fantasías grandilocuentes de futuros, de negocios y de planes, se han olvidado de lo que era vivir a flor de tierra.

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