Crónicas venezolanas Jean Ortiz y Marielle Nicolas [*], Los Cordeles de la Dehesa. Septiembre 2012 Cuando los pobres bajan... Llueve sobre Caracas. La estación de las lluvias es tan previsible que el aguacero no te sorprende. Pero te encabronas. En el Airbus Madrid-Caracas, ya topamos con los encontronazos políticos y sociales que vive Venezuela. La coral de PDVSA viste chaquetas fosforescentes colores de la bandera venezolana, la misma que lleva Chávez. Nos identificamos: "amigos profesores de universidad franceses y colaboradores del diario y del semanal de izquierda (el único que queda en Francia), L'Humanité". Junto coreamos "¡Uh, Ah, Chávez nos se va"! Muchos pasajeros se quedan congelados. Hemos podido comprobar, como dicen en Francia los medios, que los venezolanos viven "enjaulados", sin poder salir del país. El avión iba repleto, y en el aeropuerto se formaron tremendas colas. ¿Qué hacían ahí esos pobres venezolanos si no pueden salir? Señores de los medios-mentira, ustedes no hacen sino disfrazar la verdad. Lo cierto, eso sí, es que hay que tener mucha paciencia, en la cola, porque los ritmos de "migración" son muy tropicales. ¡Vaya colazo! "Ya llega el socialismo", bromeó un amigo. El aeropuerto no se queda neutral: se viste de rojo, de lemas, y hace que la espera sea más placentera y paciente. Como dijo un viejo revolucionario, "la paciencia es una virtud revolucionaria". En la taquilla, nos esperábamos, fruto de la propaganda en Francia, a ser escudriñados, interrogados, cacheados, intimidados... Pues, nada de eso. Bastó un cuño para pasar. El taxista era cristiano, y chavista, pero no socialista. En el camino, Caracas aparece como un anfiteatro caótico donde los pobres se han encaramado; sus casitas trepan en imposibles vertientes, en barrancos próximos al desequilibrio, en lugares que parecen inasequibles, amontonan en unos pocos metros cuadrados sus ranchos acrobáticos, entre peñascos poco estables. Este universo de colores vivos, de madera, de chapa, anárquico, los ranchitos todavía llevan los lastres del régimen anterior. La burguesía les tiene miedo, y los criminaliza por ser distintos, y algunos de ellos, todavía pobres. "No entren, que le van a matar", nos dijeron. Los burgueses saben que cuando bajan los ranchitos, están dispuestos a darlo todo por esa revolución bolivariana que ha empezado a cambiarles la vida, a hacerles visibles, protagonistas. Bajan en avalanchas rojas cuando urgen las circunstancias, como aquel abril 2002. Esa muchedumbre de parias, hoy día ciudadanos de primera, dignificados, enfrentó a los golpistas, y está dispuesta, todavía hoy, a lo que sea. Para ellos, no habrá vuelta atrás. "Pa'lante, Comandante". Paseo por Caracas La canción de moda en esta canción electoral venezolana susurra que más que amor, es frenesí lo que el pueblo siente por Chávez. Sin embargo, paseando por las calles de Caracas, uno se da inmediatamente cuenta de que el país está enfrascado en una lucha de clases tensa. Las desigualdades, de vivienda, de vestir, entre las capas populares y la burguesía saltan a la vista. En los restaurantes, las clases medias nos aparecen inciertas. Hablamos con un comerciante que se imagina que, con el socialismo, le van a quitar la pequeña tienda. Esos tópicos de la lucha ideológica no son típicamente venezolanos. Lo que más impresiona al visitante, es la concepción que tienen los chavistas, y su estado mayor electoral, de las elecciones concebidas como una batalla patriótica, la de Carabobo. Indudablemente, aquí está pasando algo serio. Se relacionan las luchas por la Independencia con el presente, con la ansiada y verdadera Independencia, aún por conquistar. Muchos jóvenes, precarios, buhoneros (hoy día disfrutan de un estatuto profesional y social), llevan la camiseta roja del chavismo. En el centro de la ciudad, Capriles no existe. Obviamente, a los partidarios del galán líder de la oposición, ficha y pelele de Washington, les falta entusiasmo, y acaso pegamento, para pegar carteles. Los afiches de Chávez escalan las farolas, las paredes, los acantilados, se agarran a los postes eléctricos, se hacen inscripciones, pintadas... Si una elección se ganase midiendo el empeño militante, Chávez saldría vencedor. En la calle, una extraña sensación nos asalta : la inseguridad estaría por todas partes. El centro de Caracas no nos aparece un sitio peligrosísimo, a diferencia de lo pinta que la prensa occidental. Los riesgos, seguro, existen, pero en México, en Honduras, en el Salvador, son iguales. Los parques, las calles, las plazas rebozan de una muchedumbre desenfadada, ruidosa, exuberante. Algunos nos hablan de la inseguridad civil, pero aquí, no se trata, como en los países capitalistas de la "inseguridad social": el paro, la explotación, la enajenación, las vertiginosas desigualdades... Nos damos cuenta de que uno de los temas de campaña predilecto de la derecha es precisamente, la inseguridad, y no el reparto de las riquezas, ni la soberanía del país, o la integración latinoamericana... No se le puede pedir peras al olmo. ¿Dónde está Capriles? Pero, ¿dónde está la oposición? Paseando por Caracas, parece que no existe. Pero uno la intuye, la adivina, oculta, como desdibujada tras las muchedumbres campechanas y confiadas que animan las calles. Todos los postes, incluso los árboles, apoyan a Chávez, esgrimiendo el afiche "Chávez, corazón de mi patria", donde el presidente zambo sonríe. Un presidente mulato, ¡qué cosa tan inaguantable para una burguesía que presume de "blanquita"! El no tan joven guapetón, candidato de la oposición, que se las da de "yerno ideal", esconde en realidad a un ultra-liberal y un golpista involucrado en los acontecimientos de abril 2002. En Francia, es lo que se llamaría un astuto politiquero. En la calle, los quioscos de periódicos proponen la elección muy "pluralista" entre El Universal, El Nacional, 2001, El Mundo, Tal cual, El País, todos a su manera antichavista. Y eso, como dicen los medios en Francia, que ¡Chávez ha amordazado a la prensa! Si hay desequilibrio, es en detrimento de Chávez. Solo el Correo del Orinoco y Ciudad Caracas defienden la revolución, pero resulta muy difícil encontrar las versiones impresas en el interior del país. Plaza Bolívar, a cien metros de la estatua ecuestre del Libertador, arde la "esquina caliente", un a modo de vigía, de atalaya roja. Es uno de los puntos neurálgicos de información permanente y de movilización popular. Los militantes y público presentes nos piden que hablemos de la situación en Europa. Les contamos que, en Francia, el presidente "socialista" no está cumpliendo con sus promesas, se niega a convocar un referéndum sobre el asunto del "pacto europeo de estabilidad presupuestaria", que va a maniatar la soberanía del país, supeditando el presupuesto a las imposiciones europeas arbitrarias. Tras prometer en su campaña un aumento de los sueldos, acaba de elevar el sueldo mínimo de un 0,6%; una limosna en un país donde el grupo petrolero privado Total saca unas ganancias anuales de casi 15 mil millones de dólares. La sede del grupo Total está muy cerca de nuestra universidad pública de Pau. Este año, nos ha faltado 4 millones de euros para equilibrar el presupuesto. La cuarta parte de las universidades francesas públicas están en déficit desde la reforma "Pecresse", que introduce en las universidades públicas funcionamientos y normas empresariales. Así van las cosas. En Venezuela, se le quita un poco a los ricos para dar a los pobres. Los grandes medios, a eso le llaman "populismo", "dictadura". En Francia y en los países europeos, se hace lo contrario, y se le llama "libertad". Chávez y el pueblo Chávez acaba de provocar un nuevo maremoto rojo, esta vez, en el estado de Guárico. Ha arremetido con guasa contra el candidato del "imperialismo y del capitalismo", disfrazado de oveja "socialdemócrata". Decenas de miles de personas comulgan en la alegría. Boina roja, camisa roja, aparentemente en forma, el presidente-candidato Chávez ha dejado claro que las elecciones del 7 de octubre comprometen el porvenir de la patria, y son de suma importancia para la independencia de la nación, que tanto costó conseguir. Una muchedumbre sin límites aplaudía a rabiar. Existe entre Chávez y el pueblo una relación mesiánica, crística, de identificación, de cariño, de confianza que cuesta trabajo imaginar desde Europa. En el barrio de Altagracia donde nos hospedamos, los gallos cantan a las 5 de la mañana. ¡La revolución no pudo con su canto! Muy temprano por la mañana, unos obreros descargan un camión, escuchando vallenato. Me explican que la nueva ley del trabajo les protege mejor y que el gobierno ha aumentado los sueldos. Tras el acto en Guárico, escuchamos las teles Canal 1, Globovisión, Venevisión, Canal 5. No sabemos si se trata de información o de propaganda, por lo antichavistas que son. Pretenden crear un clima alarmista, anxiógeno, y las condiciones de una desestabilización. En uno de esos canales, el candidato Capriles promete conservar las "Misiones" de la revolución bolivariana. ¡Es para morirse de risa! El que precisamente les ha quitado apoyo en su estado de Miranda, y que es "un privatizador compulsivo". Acerca de PDVSA, no lo deja muy claro: pretende no privatizarla, sino solo "abrirla al capital privado", lo cual resulta según nuestras experiencias europeas (Correo, Telecomunicaciones, Gas, Electricidad...) casi igual. Aunque se vista de localista, la derecha en todos los países, derecha se queda. La derecha sabe que va a perder La derecha sabe que va a perder. En Caracas, plaza Altamira, donde se celebraba el golpe en el 2002, reina un silencio desangelado. No se nota ningún afiche de Capriles. Capriles parece un montaje político-mediático, un taparabo que esconde a sus titiriteros de la burguesía venezolana y de Washington. Para ganar en popularidad, remeda a Chávez llevando sombrero llanero, hablando en "Alo, ciudadano". La oposición, unida en la MUD, un frente de fachada cuyo programa principal es el antichavismo, sabe que va a perder. Nuestros diálogos en las calles, los sondeos, atestiguan que "el comandante" goza de un aprecio personal impresionante, reforzado por su lucha valiente y sin tapujos contra la enfermedad. Entonces, esa oposición ya va preparando el terreno para un nuevo intento de desestabilización, rechazando las reglas electorales del juego. El silogismo de la derecha es sencillo: 1. Capriles tiene que ganar. 2. Chávez es un "dictador". 3. Si no gana Capriles, es que hubo fraude. La derecha y sus aliados socialdemócratas, democristianos, o ex-guerrilleros arrepentidos que un día amanecieron más liberales que los liberales, están preparando un a modo de "neogolpe" seudo-constitucional. La campaña sobre el fraude va rienda suelta de Caracas a París, Madrid, Washington... Como se sabe derrotada, la derecha imputa anticipadamente los resultados. En esas condiciones, Chávez aparece como un factor de estabilidad política, de serenidad. Una desestabilización promovida por los Estados Unidos podría resultar sangrienta. Tomamos el metro, que nos habían presentado como muy peligroso. Lo vemos tranquilo y eficaz. Llegamos a la estación Capitolio... ¡¡ sanos y salvos!! Mañana, salimos para una gira por el interior del país. La reforma agraria Tras largas horas de aguacero, de carreteras inundadas, de atascos, llegamos a Guanare, Estado de Portuguesa, el granero del país. La Federación bolivariana de ganaderos venezolanos (FEGAVEN) nos da la oportunidad de acercarnos a la revolución bolivariana en el sector agropecuario, en el campesinado, etc. y conocer rasgos de la reforma agraria, la organización rural en consejos comunales, consejos de productores, etc. Los llanos, cuna de trovadores y músicos llaneros, se extienden sobre cinco estados centroccidentales del país. Aquí, en esas llanuras, el calor es pegajoso. En esas zonas, la FEGAVEN lleva a cabo un trabajo de base concreto y eficaz. Centenares de proyectos innovadores, que cuentan con su apoyo financiero y logístico, descansan en el trabajo y el empeño de pequeños y medianos productores, actores de la reforma. Cada sábado, en RNV y Radio Sur, el presidente de la Federación, Balsamino Belandria, un periodista talentoso, presenta en vivo un programa itinerante, "Así se produce en Venezuela". Nos invita a participar en él, y explicamos lo que ocurre en Francia, una crisis sistémica del capitalismo, que afecta a las condiciones de vida y de trabajo de "los de abajo". Detallamos el por qué los sectores más de izquierda, los comunistas, el Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, intelectuales prestigiosos como Ignacio Ramonet, somos solidarios del proceso revolucionario singular, diferente de todos, en marcha en Venezuela, y que da ánimo a miles de luchadores en el mundo. La culpa, la tienen las reglas del juego... Qué opinar de un partido en el cual el perdedor, tras aceptar competir, rechazaría finalmente las reglas del juego, y gritaría : "¡La culpa, la tiene el árbitro cabrón!". Así es como la oposición venezolana, el gobierno de Washington, y los grandes medios internacionales enfrentan las elecciones del 7 de octubre en Venezuela. El plan de desestabilización ya está en marcha, pero el tiro les puede salir por la culata. El candidato acuñado "Libertad y Democracia" por el Imperio no puede perder. Si pierde, es que hubo fraude. La partitura ha sido escrita por Washington para ser interpretada por todas sus orquestas políticas y mediáticas. No les queda otro modo frente a la pujanza de la candidatura de Chávez. La operación "disfraz del candidato ultraliberal Capriles de socialdemócrata", ha corrido como rimel bajo la lluvia. Los periódicos de oposición, mayoritarios, cacarean el mismo estribillo trillado: "Que llega el fraude". Sin embargo, el voto electrónico, trasparente y secreto, no data de hoy, y su eficacia y fiabilidad han sido más que comprobadas. Pero, como cada cual sabe, Chávez manipula incluso la ciencia, la informática, la meteorología, etc. El candidato de la oposición se ha negado a firmar la carta electoral del CNE. Pero cuando uno quiere matar a su perro, inventa que padece rabia. Cada cual también se acuerda de Salvador Allende, "agente del comunismo internacional", que los buenazos de los Americanos fueron obligados a suicidar, para restaurar la democracia. Así el imperio imagina que son posibles las cosas en Venezuela. Está tratando de armar un "golpe de estado de apariencia constitucional", mediático, como en Honduras, y Paraguay. Pero en Venezuela, hay un pueblo concientizado, organizado, y que no está dispuesto a retroceder. Cueste lo que cueste. ...punto y seguido Tras nuestra estancia de trabajo en Venezuela para analizar el proceso llamado "revolución bolivariana", llegamos a las conclusiones siguientes: el proceso le debe mucho a la figura imprescindible de Chávez. El es el motor, el catalizador, el federador. La revolución se construye día a día en el pluralismo político e ideológico, en un país que tiene grandes riquezas petroleras. De ahí la codicia y las agresiones de Estados unidos. No hemos pretendido hacer un análisis exhaustivo, pero los rasgos más característicos de este proceso son, para nosotros: la implementación del Poder Popular, de la democracia protagónica, de las "Comunas socialistas", y el papel de los Consejos Comunales, la función de las "Misiones" sociales, culturales, educativas... el "Plan Patria" para 2013-2019 que contempla más formas socialistas de producción, de organización, de orientación de la economía... el avance de la integración continental, y el papel destacado de Venezuela en esa tónica, el apoyo al proceso de la mayor parte de los más humildes, el protagonismo popular y la politización del pueblo.
La paradoja de la "renta petrolera" llama la atención: es a la vez una bendición, puesta hoy al servicio del progreso social, pero sigue también siendo una maldición que ha deformado estructuralmente la economía del país. Sin embargo, en el campo, como en el sector industrial, se empieza a luchar contra esta deformación, y por la soberanía y la autosuficiencia. La revolución bolivariana se hace democráticamente, por la vía electoral, y en el pluralismo. Lo cual supone, exige incluso, convencer y no imponer. La peculiaridad del proceso venezolano de transformación social estriba en un imperativo moral, democrático, adaptado al contexto: llevar a cabo la lucha de clase, buscando al mismo tiempo aglutinar, convencer, a sectores cada vez más amplios. Frente a la agresividad de Washington, a sus provocaciones, a sus amenazas repercutidas por una sorprendente coalición de oposición, que va de la ultra derecha a los socialdemócratas, la revolución bolivariana debe procurar mantener cierta cohesión social y nacional. De ahí el discurso patriótico permanente del presidente Chávez, sus referencias inagotables al Libertador, y a la necesidad de conquistar una verdadera independencia, de ser nación juntos. [*] Jean Ortiz y Marielle Nicolas, son profesores de Universidad en Pau (Francia)
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