Las guerras secretas del petróleo
Orlando Utrera, Venpres. 4 de enero de 2003

 

La agencia de noticias Venpres comenzará con el Año Nuevo la publicación de reportajes sobre guerras y agresiones ocurridas contra países petroleros, en el entendido, que estos testimonios servirán de referencia al pueblo venezolano para evitar que el grupo que lideran Carlos Ortega , Carlos Fernández, y Juan Fernández, con el apoyo infame de los principales canales de televisión, lleven a nuestro pueblo a confrontaciones bélicas que, por lo general, sólo han beneficiado a los países desarrollados del mundo y a las empresas transnacionales de petróleo, dejando en nuestros territorios dolor y sangre.

Indonesia y Nigeria dos víctimas de guerras

La primera ingresó en la OPEP en 1962 y la segunda en 1971; sin embargo, el destino parece haber unido estas repúblicas al ser las que han sufrido más las prácticas de las empresas transnacionales y la política de intervención extranjera en sus asuntos internos. Son increíbles y verdaderas leyendas los hechos que el petróleo ha producido en ellas.

Indonesia, antigua colonia holandesa ubicada en las Indias Orientales, logró su independencia en 1945 bajo la conducción revolucionaria del médico Sukarto, quien se proponía construir en la antigua colonia, un régimen nacionalista para vencer las secuelas del subdesarrollo.

Pero Estados Unidos y las transnacionales al son de los dólares logran alzar a un oscuro oficial para iniciar un levantamiento que originó la matanza de todos los nacionalistas y socialistas partidarios de Sukarto. Este es uno de los crímenes más grandes que han cometido los magnates del “stercus demonis” y el gobierno de los Estados Unidos contra un pueblo indefenso.

Para completar la jugada, las transnacionales de la noticia, coparán los periódicos, radios y televisores del mundo con sus cables sobre “la matanza de comunistas en Indonesia” pero ni una palabra de petróleo en sus textos, ni de la “hazaña” de la política exterior estadounidense, que mantuvo un área de influencia y explotación de hidrocarburos sobre los cadáveres de 400 mil indonesios.

Por su parte, Nigeria es otro testigo silencioso de la avaricia asesina de los comerciantes del “aceite de piedra”. Su historia es parecida. En 1908, unos alemanes comienzan a explorar unas minas de bitumen a 55 millas de Lagos.

Aquellos alemanes pasaron sus concesiones a los ingleses (Shell-BP), quienes iniciaron las explotaciones comerciales de las minas y logran concesiones por todo el territorio de la pequeña colonia en África Occidental.

Sin embargo, al igual que en nuestro país, los ingleses devuelven parte de sus concesiones al gobierno, y éste a su vez, se las otorga a los estadounidenses. Entran así, la Gulf y la Mobil.

Esta armonía de las grandes empresas llevan a Nigeria a un índice de producción sin precedentes en su historia como país petrolero: en 1966 producía 413 mil barriles diarios, lo cual era una cifra significativa si se toma de ejemplo la escuálida producción de esa república para la fecha. Asimismo, las transnacionales pronostican el aumento de la producción en un millón de barriles diarios para 1970 y a dos millones para 1980.

En su historia política, Nigeria se constituye en república en 1963 ante la resistencia de una de sus provincias: Biafra (lanzada al mundo por las agencias transnacionales de noticias como símbolo del hambre –claro está, sin mencionar la palabra petróleo ni el reparto que las compañías de los países desarrollados había acordado en Nigeria).

La dialéctica empresarial no perdona y las compañías entran en lucha por el control de la producción nigeriana. Así salen de Nigeria las empresas francesas, italianas e inglesas (los europeos) dándoles otro éxito a los estadounidenses.

Sin embargo, los europeos no se dan por vencidos y a través de Zambia y Costa de Marfil alimentan un movimiento separatista en Biafra encabezado por uno de sus favorecidos internos, llamado Ojukwu, quien al fracasar se asila en Costa de Marfil dejando a la pequeña provincia a merced de los mercenarios pagados con dólares que asesoraban al ejército de Nigeria. La sangre de nuevo se confunde con el petróleo. Es notorio que en Nigeria, al igual que en Indonesia, los cables de las agencias “objetivaron” sus informaciones sobre “ la guerra en Biafra”, y el hambre de Biafra, las posiciones de los separatistas en los poblados y la resistencia de los pobladores a los soldados de Nigeria, sin una sola palabra de petróleo. Sobre estos episodios, el especialista Alshereidah Mazhar escribió:

“ Sin el petróleo, la guerra no se hubiera producido o no hubiera alcanzado la intensidad que ha tenido. El gobierno Federal de Nigeria ha amenazado con publicar documentos sobre la actitud del gobierno francés durante la guerra, así como supuestas sumas de dinero giradas a Biafra por ciertas compañías francesas” (1)

En la misma forma, Mazhar en su libro: “Nigeria, petróleo y sangre”, afirma que la “Shell” entregó a Biafra un cuarto de millón de dólares para apoyar la resistencia, cosa ésta que califica de “regalo sangriento”. Y observa con gran curiosidad que en los días más crueles del conflicto, los pobladores biafranos escribían carteles en los cuales decían: “pongan un biafrano muerto en su tanque llenándolo con gasolina “Shell o B.P.” para denunciar la trágica injerencia de las empresas petroleras en la guerra de presunción separatista. Con lo expuesto sobran los comentarios sobre estas dos repúblicas miembros de la OPEP, las cuales han sufrido en carne propia agresiones y guerras de inspiración extranjeras pero siempre valiéndose de grupos antinacionales en sus territorios.

En Irán, Mosadeg murió de pena...

Irán, uno de los miembros fundadores de la OPEP, tiene una historia parecida a los demás países petroleros. Un día de 1909 llegó el conocido señor Knox D´Arcy, es decir, la “Shell” y obtuvo los derechos de explotación y exploración de todo el territorio; sin embargo, el “problema musulmám”, como peyorativamente será manejado por los empresarios, origina resistencias desde el mismo momento en que los “extranjeros” comenzaron a operar en territorio Iraní.

En medio de las luchas internas, sube al poder el “emperador” Pahlevi, quien anula el imperio inglés dándole entrada a los norteamericanos a través de imponer cargas fiscales razonables a los ingleses.

Bajo esta situación, estalla la Segunda Guerra Mundial, coyuntura que aprovechan ingleses y norteamericanos para salir de Pahlevi y sus impuestos fiscales a través de un golpe de Estado, que sumerge a Irán en la anarquía y el caos político. Las compañías sacan provecho al clima de terror imperante: fustigan los enfrentamientos entre los bandos en pugna política por el poder y la sangre de nuevo embriaga la ambición petrolera de los países industrializados.

En medio de la tormenta surge un líder de prestigio nacional, el doctor Mohamet Mosadeg, quien de presidente de Comité Parlamentario para asuntos petrolíferos de Irán pasa a ser Presidente de la República. Al tomar el poder, en 1951, decretó la nacionalización del petróleo el 2 de mayo del mismo año, para retornar al país a la calma y frenar el saqueo impune que las transnacionales realizaban en medio de la situación.

Esta medida de Mosadeg hace que su país recupere en un año más ingresos que los obtenidos durante los 50 años que las compañías tenían operando en Irán. Pero Inglaterra no se cruzó de brazos frente al gobierno nacionalista de Mosadeg, que había osado desafiar los desmanes de sus compañías.

Así, los ingleses desarrollan un bloque militar para impedir la salida de los crudos de Irán. El presidente Mosadeg, se dirige al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en Washington. Allí se hace acompañar de su pequeño hijo y de un médico, para pronunciar un discurso de protesta entre gritos, lágrimas y desmayos. No obstante, las escenas del Presidente de Irán, los países capitalistas y sus servidores no se inmutan porque su suerte está echada: un golpe de Estado lo sacó del Poder.

En estas circunstancias, surge Reza Khan, quien dará origen a al dinastía Pahlevi con el apoyo de la diplomacia estadounidense. El hijo de Reza Khan es Mohammad Reza Pahlevi, el conocido Sha de Irán, quien al heredar el poder, iniciará un régimen represivo impuesto por los intereses petroleros en el Medio Oriente, régimen que llegó a su fin a través de una revolución popular en la década de los años 80 del siglo 20.

La jugada de los estadounidenses fue perfecta: Irán se encontraba bloqueado por Gran Bretaña y en disputas fronterizas con la extinta URSS. Para concluir la parte de Irán, tomaremos una cita, que evidencia el manejo de las transnacionales del petróleo y de la información.

“Durante largos años la prensa internacional, salvo raras excepciones, ha ocultado en forma tajante lo que estaba ocurriendo en Irán. En vez de describir la situación real del país, los enormes intereses en juego indujeron a las fuentes noticiosas a un silencio criminal, a omisiones voluntarias o a falsificaciones calculadas, contribuyendo así a desviar la atención mundial de la ferocidad de un régimen policiaco que no tiene parangón en Asia” (2).

Argelia luchó más de 100 años por su petróleo

Argelia, colonia francesa desde 1830, libró una cruenta lucha de liberación nacional para lograr su independencia en 1962, bajo la conducción revolucionaria del Frente de Liberación Nacional (FLN), organización que reunía toda la resistencia de los argelinos y cuyos líderes más connotados eran Ahmed Ben Bella y Houri Boumedien, el primero en el frente político y el segundo en el militar.

Al paso del tiempo, y por problemas inherentes al desarrollo de estrategias políticas, en Argelia entran en contradicción ambos líderes; Ben Bella deja la dirigencia revolucionaria por contradicciones con el proceso y Boumedien asumió la jefatura del proceso hasta consolidar a su país como un productor de petróleo más sólido del mundo (3).

Pero, al margen del problema político, lo importante es destacar que la lucha de Argelia por salir del colonialismo fue dura y cruel, porque Argelia era un país petrolero vital para su colono francés, quien a pesar de su diplomacia abierta veía en su colonia las posibilidades de desarrollo energético para su beneficio. Entonces, estaba Argelia al salir del colonialismo, según el estadista económico Ahmed Akkache, de la siguiente manera:

“Poseía como herencia un importante sector de hidrocarburos, los grandes dominios de la colonización, una infraestructura relativamente desarrollada y diversas unidades industriales. Pero, frente a este activo, núcleo posible y oportunidad de futuro desarrollo, hereda también un pasivo espantoso: dualismo económico, disparidades regionales, vulnerabilidad, distorsiones sectoriales y sobre todo, dependencia absoluta con respecto a Francia, que libra al país del 80 por ciento de sus productos. Argelia está además, agotada de la guerra, las destrucciones materiales ( un millón y medio de habitantes han sido muertos y 8.000 poblaciones arrasadas), los traslados de las poblaciones. La pobreza es un fenómeno fundamental y generalizado” (4).

Esto ejemplifica las prácticas colonialistas que sufrió Argelia, las cuales se mantienen en su mínima expresión a través de una política intrigante para buscar generar conflictos entre Marruecos y Argelia, por sus territorios en el Sahara. Es seguro que en la oficina de alguna trasnacional estarán estimadas las riquezas petroleras de esos territorios en petróleo.

No obstante la guerra vivida por el pueblo argelino, su experiencia es de gran valor para los pueblos del mundo que luchan contra el tutelaje colonial, en cualquiera de sus formas, motivo por el cual nos detendremos un poco en la revolución argelina, en su estrategia de liberación.

Argelia, al romper la dominación francesa, orientó su política económica hacia un “capitalismo” de Estado con la finalidad de crear las bases necesarias para la transición al socialismo. Orientó su economía interna a eliminar toda presencia de capitales extranjeros y a la edificación de una economía independiente.

De igual forma, desarrollo una política social a satisfacer las necesidades prioritarias de la población y crear las fuerzas productivas que garantizarán la futura estructura económica de la sociedad argelina en el trabajo productivo y la autogestión .

El proceso es largo, en los años 80 del siglo pasado el FLN , mediante aprobación en asamblea popular, eliminó los “intermediarios” en su comercio exterior, porque los mismos –según los voceros del FLN- se estaban convirtiendo en una clase privilegiada y burocratizada al margen del proceso argelino al socialismo (5).

El petróleo argelino

Argelia, para sorpresa del mundo, no nacionalizó su petróleo, sino que llamó al gobierno francés –quien antiguamente dominaba esa industria- a una reunión cumbre el 19 de octubre de 1963, en la cual se acordó continuar las explotaciones petroleras a través de una sociedad mixta de gobierno a gobierno.

De esta forma Argelia eliminaba el régimen de concesiones y los intermediarios transnacionales. Mientras que Francia se garantizaba el suministro de crudos en una nueva relación que establecía la participación argelina en todas las áreas de la industria. Sobre este particular, el FLN consideró que el criterio de la revolución no era negociar con intermediarios que habían participado en el bloqueo de que fue objeto.

Por lo cual, el gobierno del FLN decidió llamar al gobierno de Francia, como representante de las sociedades concesionarias de su país, a buscar una fórmula de explotación de los crudos en función de los intereses de ambos países. Este primer acto de soberanía puso a las compañías trasnacionales en el lugar que deben estar y no en las relaciones desiguales que les permiten adquirir el rango de poderes públicos en nombre de los países en que laboran como entes privados.

Agregó que el gas pasó a manos del Estado argelino en su totalidad. Sobre estos hechos apunta el citado economista argelino, Ahmed Akkache, en su libro:

“La nacionalización inmediata no es por fuerza deseable ni positiva, la experiencia argelina enseña que su éxito exige la realización de condiciones previas. En primer término en el plano político, preparando al pueblo para la lucha y los sacrificios indispensables; después en la salida de los productos mejorando las capacidades de consumo del mercado nacional y asegurándose nuevos mercados” (6).

De esa realidad, los argelinos consideraron necesaria una etapa de coexistencia con los franceses en el área de los hidrocarburos, para fijar una estrategia de desarrollo perfilada hacia la producción nacional de máquinas y de bienes de equipo. "En otros términos, a la producción de medios de producción que es la clave de toda liberación económica".

No toda nacionalización es buena…

Los argelinos, en el convulsionado mundo del petróleo, perfilaron el enemigo inmediato en las empresas transnacionales, quienes en las nuevas relaciones tendrían que ser representadas por el gobierno de Francia. Esta experiencia, unida a las sucesivas manifestaciones nacionalistas de los pueblos árabes, hace comprender a las transnacionales que su política en el futuro debe variar, para lograr nacionalizaciones que no afecten sus intereses. Para Pierre Pean, las compañías adoptaron esta nueva estrategia:

“… han comprendido que lo esencial no es la propiedad de los yacimientos sino la seguridad de comercializar la totalidad, o la mayor parte del petróleo que saldrá de los países productores, lo que, a plazo fijo, pondría en cuestión su potencia e incluso su razón de ser” (7).

De esta forma, tendremos que cada proceso nacionalizador ameritaría un análisis de su implementación y posterior desarrollo para determinar dentro del mismo si el país que le ha producido es beneficiado, o si por el contrario, ha sido una fórmula para mantener las cosas como están y hacer demagogia ante los pueblos sobre la propiedad de un producto que nunca ha dejado de ser de los habitantes de esos territorios.

Por último, y al margen del proceso argelino, agregamos como comentario que hay ejemplos de nacionalizaciones que son una mascarada, y están muy lejos de las banderas que levantó Mohamed Mosadesg – quien proclamó “yo duermo en el Parlamento, porque los ingleses quieren verme muerto” (8)- Uno de esos procesos es la "nacionalización" de las minas de cobre en Zambia en la cual, la Roan Selection Trust , y la Zambiam Anglo-American se volvieron “nacionales”, escaparon al control de impuestos, dominaron el mercado interno, y para colmo, fueron “indemnizados”, con un aumento enorme de sueldos a todos los “funcionarios” que ahora trabajarían para el “ Estado”.

El ejemplo, tomado del libro de Akkache, es una evidencia de la nueva modalidad que señala el francés Pean, y en la cual las transnacionales buscarán patrocinar “nacionalizaciones” que no afecten sus intereses o dicho en otra forma, crear “empresas nacionales” con sus hombres en puestos de gerencias y sus beneficios empleados para garantizar el suministro de crudo para la comercialización a las antiguas operadoras foráneas sin importarles la situación socio económica de los pueblos “dueños” de las empresas “nacionalizadas”.

En Irak guerra por el petróleo lleva millónes de muertos

A los territorios de Irak, antigua Mesopotamia, los ingleses y los estadounidenses llegaron juntos, y formaron un consorcio llamado Irak Petroleum Company (I.P.C), cuyos capitales estaban compuestos por igual. Es decir, la parte inglesa, representada en la “Shell” y la “B.P.”, se llevaría la mitad de las ganancias, y los estadounidenses con la “Standard Oil of New Jersey”, y la “Mobil” (ambas de Rockefeller), la otra mitad.

Comienza en este país, con la fraterna alianza anglosajona, la explotación de sus recursos no renovables, mientras el pueblo se organizaba en silencio e irrumpe en revuelta popular que conduce al poder al general iraquí Kasen, quien anuló las concesiones a la I.P.C. y creó la Compañía Nacional Iraquí de Petróleo.

Establece que cualquier compañía extranjera deberá aliarse con la nacional si desea explotar hidrocarburos. La respuesta no se hace esperar y se presentan los franceses con su compañía estadal.

Como es de esperar, ni los estadounidenses ni los ingleses de aquella época ( Ni Rockefeller, ni Deterding), iban a quedarse tan quietos, tan sorprendidos. Se unen, y desarrollan un movimiento separatista que bautizan, a través de sus agencias cablegráficas, como “la rebelión de los Kurdos”. Este movimiento alimentado con la libra y el dólar es enfrentado por el general Kasen, quien no sólo derrota a los mercenarios de las grandes corporaciones sino que sale fortalecido políticamente del conflicto.

En medio de este ambiente, el general iraquí se dirigió a su pueblo en términos tajantes: “El petróleo es del pueblo, el petróleo es nuestro, y no viene de Nueva Jersey, y por tanto, el pueblo decidirá qué haremos con el petróleo” (9). No hubo demagogia en las palabras del general Kasen, su pueblo consolidó la naciente empresa estadal , logró un acuerdo con la desaparecida URSS en las áreas de transporte y comercialización de hidrocarburos, y su posición dentro de la OPEP es considerada de avanzada.

No obstante, en el trascurrir del tiempo el petróleo ha originado en Irak grandes luchas internas y externas con millones de muertos, porque esa república ha sido víctima de agresiones imperialistas, las cuales apunta hoy por hoy, a su líder general Saddam Huseim, sobreviviente a los ataques más despiadados del denominado “mundo occidental” y toda su tecnología de destrucción bélica.

Arabia Saudita entre Tariki y Yamani

La historia de Arabia Saudita parece un cuento épico sacado de una fábula árabe; sin embargo, el nacimiento de esta importante república se ubica a comienzos de siglo, cuando Abdel Azis Ibn Saud salió de Kuwait a conquistar los ásperos territorios del desierto de Arabia, impulsado por las ideas religiosas del Islam.

Saud, padre del asesinado Rey Faisal, no sólo alimentaba ideales religiosos sino que negoció los territorios conquistados a quien le ofreciera mejores condiciones económicas. De esta manera, en 1925, entran los ingleses con su “ Angloiranian”, quienes estaban obligados a pasar un tributo a Ibn Saud y sus hombres, así como dotarlos de armas modernas para sus guerreros wehebíes, que se comprometían a mantener la paz en los territorios conquistados.

El espionaje no se deja esperar y un empleado inglés, apellinado Philpy, pone en contacto a Ibn Saud con las empresas estadounidenses, las cuales ofrecen al jefe saudita la cantidad de 100 libras esterlinas para que se desentienda de los ingleses. Acto seguido, se encuentran en los desiertos de Arabia, las empresas “Standard Oil New Jersey”, “Standard Oil California, “Socoby Mobil Oil”, y la “Texaco Oil”, todas unidas en un consorcio denominado “ Arabia American Oil Company” (ARAMCO).

Rockefeller le gana a Deterding, pero encuentra problemas en la resistencia del pueblo saudita, unido por la religión musulmana en contra del nuevo conquistador, de la extravagancia y la opulencia de estos personajes en el desierto. Ni las bandas de Ibn Saud ni el Rey Faisal logrando garantizarles un clima propicio para sus explotaciones desmesuradas de petróleo. Hace falta un líder, y a eso se evocan las empresas:

“Shaikn Ald Allah Al Tariki se encargó de los asuntos petroleros de Arabia Saudita por orden del rey Faisal, debido a que el pueblo saudita considera los problemas de dinero fuera de la conducción de su religión. Tariki inicia una política de gran cautela frente a las compañías. No oculta su descontento con los estadounidenses. En una ocasión –según Bergiaer y Thomas-expresó a los representantes de las compañías lo “inútil de esgrimir acuerdos con otros países, pues están firmados por gobiernos víctimas de presiones. Además, si el pueblo no los quiere, los romperá sin ninguna compensación” (10).

El que así les habló a las compañías es el hombre que señaló el ex ministro venezolano, Juan Pablo Pérez Alfonso, como la fuerza impulsadora de la idea de la OPEP dentro del mundo árabe. Sin embargo, Tariki es depuesto –las transnacionales no duermen- en 1962, en plenos preparativos para la reunión de consolidación de la OPEP en materia de precios.

El ex ministro venezolano, en entrevista, señaló : “ Si Tariki no hubiera sido depuesto en 1962 y hubiera seguido a la cabeza de los asuntos petroleros de Arabia Saudita, la acción de la OPEP en torno a los precios se hubiera producido mucho antes, al igual que la programación de la producción por parte de los países productores” (11).

Sobre las presiones para destituir a Tariki, sobran los comentarios. Surge, entonces, un joven formado en las universidades de Inglaterra y los Estados Unidos, articulista del “New York Times” sobre problemas petroleros de su país hijo de un juez coránico de Djeddah. Descrito por Pierre Pean así:

“De su permanencia en los Estados Unidos ha guardado un amor profundo por el pueblo norteamericano y una admiración sin límites hacia su tecnología. Al contrario de los árabes `duros, muy suspicaces con respecto al imperialismo norteamericano, Yamani está convencido de que los americanos tienen profundo sentido de Fair Play y que son aliados ideales” (12).

Aunado a esta formación en los Estados Unidos, a su admiración hacia aquella sociedad, es portador de una ideología comercial –que supo superar los prejuicios religiosos- que se puede resumir en una de sus frases: “Nosotros los sauditas, somos hombres de negocios. Por lo tanto, haremos negocios con todos aquellos que lo deseen” (13).

Al margen del manejo de las citas, el más desprevenido observador advierte que de Tariki a Yamani hay todo un mundo diferencias ,son dos liderazgos distintos, y tendrá que reconocer la habilidad de las compañías en formar en sus países un líder para el Medio Oriente. Yamani surge como el líder “transnacionalizado” de los países árabes, con influencia en la vida política de los países industrializados como los Estados Unidos, en donde se convierte en noticia a través de las denuncias del periodista Jack Anderson sobre los acuerdos de Yamani con la “Exxon”, para aumentar los precios de los crudos.

Para afianzar este testimonio, incluiremos un trozo de la declaración del periodista norteamericano ante la Comisión investigadora de denuncias:

“Así lo creo. Los documentos que yo he visto se refieren a la entrevista de estos vicepresidentes con Yamani, a pesar de que una nota de pie alude a una delegación especial que visitaba Yamani. Estaba presidida por un hombre de la Exxon, cuyo nombre creo que era Piercy”.

Luego agregó:

“Presidió una delegación que trataba de persuadir a Yamani para usar su influencia y contener los precios” (14).

Esta cita corta parece tener una contradicción, pero es así, porque lo testimoniado por Anderson es el manejo de Yamani para alzar los precios y luego congelarlos dentro de la OPEP en una jugada, que según el periodista, se efectuó a espaldas del gobierno de los Estados Unidos.

De esta forma, Yamani –quien “congeló” los precios en nuestras costas en la última reunión de la OPEP en Caraballeda- surge como el líder de las transnacionales en la organización y el hombre clave en las negociaciones de la empresa saudita nacional de petróleo – Petromin- con las operadoras agrupadas en el consorcio Aramco, para todo lo referente a explotación, comercialización, refinación, mercadeo y transporte de los crudos de Arabia Saudita.

Muerto Yamani, recientemente, se mantiene Arabia Saudita como uno de los países más poderosos de la OPEP, y al paso del tiempo, su liderazgo será juzgado por la historia, tal vez rehusó cualquier formula de violencia, tal vez sirvió a intereses extranjeros, o tal vez fue el gran arquitecto de una lucha diplomática por el petróleo en el propio campo de sus enemigos.

Libia nacionalizó empresas extranjeras

Las empresas italianas comenzaron a realizar exploraciones petroleras en 1912 en la prolongación norte del gran Sahara, en una de sus colonias llamada Libia, pero esta colonia de Africa del Norte recibe la influencia de las luchas de liberación nacional de Argelia. Así, los libios inician su proceso de liberación y conquistan su independencia en el año 1951, antes que los mismos argelinos.

Libia, soberana y vencedora del colonialismo italiano, se incorporó a la OPEP en 1962, año en el cual, fundó su compañía estadal de petróleo, Lipepco, que funciona a través de contratos de servicios.

Sin embargo, Libia tomará relevancia en los acontecimientos originados en el conflicto árabe-israelí, cuando el coronel libio Muammar El Gadhafi , el líder de esta nación y autor de El Libro Verde (15), tomó medidas de represalias contra las transnacionales estadounidenses por el apoyo que el Pentágono brinda a Israel.

Gadhafi nacionalizó las empresas estadounidenses que operaban en Libia, y afianzó su posición intransigente con la presencia de un “estado” sionista en el Medio Oriente, al término de suprimir las ventas de crudos a los países que apoyaran a Israel en su agresión contra los pueblos árabes.

Esta actitud del coronel libio provocó la irá de los Estados Unidos, nación que bombardeó al país miembro de la OPEP, pero no pudo impedir que Gadhafi ganará la confianza del nacionalismo árabe y Libia representa al lago de Irak, Siria y Argelia la corriente que enfrenta las tendencias moderadas del mundo árabe.