Novedades eléctricas en Venezuela y Argentina:
En el Sur, a EE.UU. se le pelaron los cables
Víctor Ego Ducrot
, APM /
La Fragua. Febrero de 2007

 

En la misma semana, Chávez y Kirchner corrieron a las corporaciones estadounidenses de un sector estratégico, la electricidad. Fue un golpe de corriente. Entraron en cortocircuito. Se le pelaron los cables. Elija usted la expresión pero lo cierto es que la semana pasada no fue nada buena para las transnacionales y los fondos de inversión estadounidenses, que fueron corridos de Venezuela y Argentina de un área clave para el desarrollo de la región, la electricidad.

Desde Condoleezza Rice para abajo en el Departamento de Estado, todos se dedicaron a agredir al gobierno de Hugo Chávez, acusándolo de antidemocrático y de dañino para la economía venezolana.

Al mismo tiempo, el comando de la política exterior del presidente George W. Bush fletó para Buenos Aires una comitiva de alto nivel, integrada por su tercer jefe, Nicholas Burns, y el subsecretario para Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon. Llegaron acompañados por expertos en energía y por el secretario de Justicia de la Casa Blanca, el "cowboy" de origen latinoamericano y doctrinario de la pena de muerte, Alberto Gonzáles.

Un día antes del arribo de la comitiva, el jueves pasado, el embajador de Estados Unidos en Buenos Aires dijo que Washington "veía con preocupación" ciertas decisiones del gobierno en torno a la venta de la empresa Transener, dueña de las redes de alto voltaje de Argentina.

La respuesta del presidente Néstor Kirchner no se hizo esperar. Dijo que Argentina "no es una republiqueta" y que su gobierno "no aceptará apuros ni aprietes de ninguna clase".

En fin, ahora los hechos no las palabras. El gobierno de Venezuela compró en 730 millones de dólares el 82,14 del paquete accionario de la compañía Electricidad de Caracas - la mayor del país en el sector -, dejando fuera del negocio a la transnacional estadounidense AES.

El vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, dijo que se trataba de "una lección" para el gobierno de Estados Unidos. "Aquí nosotros atenderemos principalmente a las leyes de la prosperidad de la República, así que para quien esté diciendo por allí que Venezuela está destruyendo su economía, los destructores del mundo, los destructores de los sueños, están recibiendo en este caso una lección contundente", añadió Rodríguez.

En tanto, en Buenos Aires, mientras Kirchner apenas si saludaba a la delegación estadounidense - que fue atendida por su jefe de Gabinete -, otra oficina gubernamental (la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia -CNDC) rechazaba la venta del 50 por ciento de las acciones de la empresa CITEC, principal propietaria de Transener y en manos de la transnacional de origen brasileño Petrobas. Petrobras pretendía vender ese paquete accionario al fondo de inversión estadounidense Eton Park, sin ninguna experiencia en el sector y con un capital declarado en la absurda suma de 3.200 euros.

El gobierno argentino consideró que "el comprador resulta un fondo de inversión cuyos accionistas no tienen arraigo en la actividad ni expectativas ciertas de permanencia en el negocio con plazos compatibles con los períodos de maduración de los negocios a los servicios públicos involucrados.

A partir de esa decisión gubernamental, todo indica que Transener quedará en manos de una sociedad compuesta por ENARSA - la estatal energética recientemente creada por la administración Kirchner - y la empresa privada de capitales locales Electroingeniería, la misma que ya tiene a su cargo varios emprendimientos de obra pública concedidos por el gobierno. La sociedad local ofreció comprar Transener por el mismo valor propuesto por Eton Park: 54 millones de dólares.

Más allá de gestionar en favor de sus propias corporaciones, la ofensiva diplomática de Estados Unidos en la región apunta a objetivos políticos de mayor alcance. Va dirigida contra el proceso de crecimiento y politización que viene registrándose en el Mercado Común del Sur (Mercosur) a partir de sus dos últimas cumbres semestrales, de Córdoba (Argentina) y San Pablo (Brasil).

Estados Unidos está haciendo y tratará de hacer lo imposible para debilitar al Mercosur. No sólo porque fue el principal obstáculo que tuvo para imponer su estrategia de Acuerdo de Libre Comercio para todo el continente (ALCA) y es el dique de contención para su versión gradual - Tratados de Libre Comercio (TLC) en forma bilateral con cada país -, sino porque si el bloque aumenta su nivel de discusión y profundización política, se irá debilitando la impronta de mercado que a él le dan las corporaciones transnacionalizadas. Para éstas, el Mercosur sólo debe consistir en una nueva división internacional del trabajo a medida de los intereses corporativos, y por eso Estados Unidos actúa con un constante bombardeo bajo su línea de flotación.

El motor más activo de ese Mercosur politizado y con agenda social, como diseño regional autónomo, pasa por la acción de Venezuela y su jefe de Estado, Hugo Chávez, quien justamente habla de la necesidad de "reformatear" al bloque desde una perspectiva antihegemónica.

Esa mirada se ve fortalecida por la manifiesta voluntad del flamante presidente de Ecuador, Rafael Correa, de sumarse al Mercosur con vocación independiente y los esfuerzos realizados por la Bolivia del presidente de Evo Morales, que también podría pasar de Estado asociado a miembro pleno del bloque.

Venezuela, Bolivia y Cuba, por su parte, impulsan un modelo más avanzado de integración y cooperación solidaria en el marco de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), experiencia que podría enriquecer el Mercosur en la medida que en su seno se profundice el debate político. Ese tablero a Estados Unidos le pone los pelos de punta, y por eso sus maniobras, entre las que se encuentra la de trabajar sobre Uruguay, con un gobierno de extracción progresista pero cada día más vacilante, para llevarlo a la firma de un TLC o variante disimulada.

En ese marco se inscribe también la anunciada próxima visita oficial de Bush a Montevideo y sobre toda los esfuerzos de la diplomacia de Washington para crear interferencias que afecten a los acuerdos estratégicos alcanzados en varios planos entre Brasil, Argentina y Venezuela. Por eso las bravatas conocidas y las que vendrán del sistema de poder de Estados Unidos contra Caracas y contra el presidente Chávez.