Comunicado:

La burguesía de Venezuela traiciona y vende
a su país y a su pueblo
Plataforma Bolivariana de Madrid. 20 de Septiembre de 2013

 

El reciente apagón sufrido por Venezuela, que ha dejado a gran parte del país sin energía eléctrica durante más de 48 horas, ha sido calificado con firmeza por el gobierno venezolano como acto de sabotaje. Se trata de un episodio más en la estrategia desestabilizadora de la oposición derechista y las clases a las que representa; no es desde luego la primera vez ni mucho menos, nos tememos, será la última. La oligarquía venezolana y sus aliados del imperialismo no se resigna a perder sus privilegios e intereses, condición esta última imprescindible para sacar al pueblo de la miseria y la postración social.

No es una cuestión solamente de tumbar al presidente Nicolás Maduro, sino de truncar el proceso revolucionario inaugurado por Hugo Rafael Chávez Frías, de recuerdo imborrable, y el consiguiente y paulatino traspaso de poderes desde la oligarquía excluyente hacia el pueblo venezolano; un traspaso simultáneo y necesario para la transformación de Venezuela en nación soberana, desde el estado de postración neocolonial en que la tenían sumida las multinacionales yanquis y sus aliados del interior del país.

La Revolución Bolivariana de Venezuela ha tenido siempre vocación nacional. Sin embargo, para la conversión en colectivo nacional de pleno derecho es necesario el relevo del capitalismo por el socialismo, toda vez que la burguesía hace tiempo que desertó de su responsabilidad histórica, yéndose a vivir a Miami, a veces no tan metafóricamente. Ello no obsta para que al capitalismo autóctono se le haya tendido generosamente la mano repetidas veces con la pretensión de incluirlo en un futuro común para todos los venezolanos. Los estratos dominantes han demostrado repetidamente su desprecio por tan bello gesto, respondiendo con la agresión injuriosa, desestabilizadora y golpista; han dejado claro con ello su voluntad excluyente, en lo social, y de sometimiento al imperialismo y sus dictados neoliberales, económicamente hablando.

La oligarquía venezolana siempre ha rechazado tener nada que ver con un proceso cuyo final de viaje implica la eliminación de sus privilegios. No es casualidad que al inicio de la principal tarea legisladora reformista, tendente a la transformación en clave social de Venezuela, la derecha rompa la baraja dando el golpe de estado de abril de 2002, demostrando con ello el desprecio que siente por la democracia real cuando esta no coincide con sus intereses.

Afortunadamente, las clases trabajadoras y populares le salieron al paso mediante una insurrección de masas. En menos de 48 quedaba restaurado el legítimo presidente, Hugo Chávez, en el poder usurpado, demostrando de nuevo que sólo al leguaje de la fuerza responden los que tienen un mundo de privilegios que perder. Es más, en diciembre de ese mismo año vuelven a la carga con un paro patronal, disfrazado de huelga general, provocando gravísimos daños a la economía nacional. La contundente intervención de la clase trabajadora, reactivando la producción, principalmente en el ramo petrolero, vuelve a salvar la situación.

El golpismo abierto en la Venezuela Bolivariana ha ido acompañado de intentos desestabilizadores constantes como las guarimbas, cortes de carreteras salvajes y el sabotaje económico permanente. Pero la burguesía, haciendo alarde de su proverbial cinismo, también ha utilizado sin echarse atrás en absoluto, la legalidad vigente bolivariana, a despecho de su repudio permanente de la misma y su voluntad manifiesta de hacerla añicos en caso de triunfo contrarrevolucionario. En 2004 presentaron un referéndum revocatorio, cuya recopilación de firmas necesarias fue más que polémica, y, tras perderlo contundentemente, volvieron, como no, a denunciar su resultado como fraudulento.

La Revolución Bolivariana, con mayor o menor acierto e independientemente de la radicalidad de sus medidas, siempre ha querido contar con todos y todas las venezolanas para construir el destino común de su país. La realidad capitalista, por desgracia no le ha permitido ni un ápice de posibilidad a esta irreprochable pretensión. Sabotajes económicos, algaradas desestabilizadoras, cierres patronales, intentonas golpistas, acaparamiento de productos de primera necesidad y una campaña permanente de injurias y calumnias; a escala nacional e internacional, ya que los capitalistas cuentan con el ochenta por ciento de los medios nacionales y la total complicidad de los internacionales en su contumacia involucionista; esta es la espeluznante respuesta obtenida por la generosa mano del pueblo. Y eso que la oferta revolucionaria es muy conciliadora; teniendo en cuenta el inmenso respaldo popular revolucionario y la de veces que ha sido derrotada y pillada en renuncio la burguesía ha llevado todas las de perder; ellos por su parte no hubieran ofrecido ni árnica para las heridas en caso de derrota popular.

El broche trágico de tan desleal conducta lo pusieron los más de diez muertos producidos durante el intento desestabilizador y deslegitimador de las últimas elecciones presidenciales, el 14 de abril pasado; unas elecciones inapelables en favor de Nicolás Maduro y la causa revolucionaria por más ajustado que haya sido el resultado. No es casualidad además que tales asesinatos se produjeran durante los ataques de la contrarrevolución a las misiones sociales bolivarianas; en especial los centros de salud atendidos en parte por personal médico cubano. Por algo son instrumento y emblema del cambio social revolucionario. Por otra parte, los muertos no le han importado en absoluto a la burguesía protogolpista. El proceso desestabilizador, mediante la escasez inducida de artículos de la canasta básica, cuando no el sabotaje directo, como el apagón de que dábamos cuenta al principio de este comunicado, ha continuado sin tregua; ello pese al pacto gubernamental al respecto con la principal distribuidora del país.

Para su consolidación definitiva, la realidad política, social y económica ha demostrado que la Revolución debe dejar de dormir con su enemigo. No bastan sólo las inmensas e innegables conquistas sociales revolucionarias. Las clases oligárquicas saben perfectamente que sus intereses son irreconciliables con los del pueblo venezolano y totalmente nocivos para una Venezuela respetable y respetada en el concurso de las naciones. Pero esta constatación no les impedirá utilizar todo el poder que les dan las palancas económicas del país aún en su poder, para retrotraer la situación a la de protectorado petrolero con capital en la Florida. Por esta misma razón, cuanto antes sean expropiadas de esos resortes de poder económico mucho mejor; para el pueblo venezolano, para la causa del socialismo, única vía de salida al marasmo capitalista, y para toda la humanidad.