Rosario,
dinamitera…
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Nos
dejó Rosario, calladamente, con humildad y discreción,
como llevó su vida de militante y su vida personal. Rosario ya
está junto a Miguel, el gran Hernández que la
mitificó en sus Vientos del Pueblo,
la dinamitera que defendía la libertad en Somosierra contra el
fascismo reaccionario; joven, delgada pero recia mujer del pueblo
dispuesta a perder su propia vida por preservar las conquistas sociales
y políticas que les iba proporcionando A su
nombre quedarán unidos para siempre otros, como los de
"Campesino", en cuya brigada operaba cuando quedó herida para
siempre, Antonio Aparicio, Hernández, Lister o el de la immensa
Matilde Landa. Fue precisamente esta, coincidiendo con ella en
Ventas en el año 39, por las presiones
realizadas desde su "oficina de penadas" en el interior de la
misma, permitió la conmutación de su pepa (pena
de
muerte) por muchos años de reclusión. Matilde se
suicidaría en Palma tiempo después.
Años apartada de la gris España de Franco y
recluida en numerosos penales, como bien la describió otra
compañera imprescindible, Tomasa Cuevas, presa también
como ella, en su trabajo de testimonios Carcel de Mujeres.
Recuperada la libertad, se hizo vendedora de tabaco en la plaza de
Cibeles y su tesón, que nunca la abandonó, y llegó
a regentar un estanco en Vallecas, hasta que llegó la hora de la
jubilación. A partir de entonces, convertida en memoria
viva, participó en cuantas actividades recuperadoras de
aquellos años y reparadoras para sus protagonistas. Rosario, nació en Villarejo de Salvanés y murío en Madrid el 17 de abril, sabiendo que su lucha siempre fue útil. Tenía 89 años y mantenía su militancia comunista.
Javier Ruiz. Memoria PCE |