LOS MANIFIESTOS DE LOS COMUNISTAS DE 1848 A 1995
Rafael Pla López
miembro del Comité Federal del PCE

Los redactores del “Manifiesto del PCE para la izquierda”, aprobado en su XIV Congreso en 1995, no sólo conocíamos, naturalmente, el “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels de 1848, sino que lo teníamos presente en nuestro trabajo. Por ello, tanto las coincidencias como las disparidades, lejos de ser casuales, son conscientemente buscadas.

Una lectura comparada de ambos textos nos permitirá reflexionar sobre la posición de los comunistas del PCE de 1995 en relación a los planteamientos de Marx y Engels en 1848: en primer lugar, aquéllos que consideramos plenamente vigentes; en segundo lugar, en qué medida los cambios producidos hacen que algunos de ellos no sean aplicables al mundo actual; y en tercer lugar, las cuestiones en las que discrepamos.

En lo que sigue, para facilitar su estudio comparado, mostraremos en la columna de la izquierda párrafos escogidos del Manifiesto de Marx y Engels, y en la columna de la derecha párrafos del Manifiesto aprobado en el XIV Congreso.

Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.

No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.

Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.

los comunistas no tenemos intereses propios que se distingan de los intereses generales de las personas trabajadoras y de cuantas trabajan por la emancipación de la humanidad, y queremos caracterizarnos por poner siempre en primer plano los intereses comunes del movimiento emancipador enfocado en su conjunto, contribuyendo así a que los diferentes movimientos sociales emancipatorios fundan su fuerza transformadora con la de las demás fuerzas de la liberación humana.



Aquí el Manifiesto de 1995 repite prácticamente las formulaciones de Marx y Engels, con apenas algunas adaptaciones terminológicas, dirigidas fundamentalmente a subrayar que en nuestra época ni el movimiento emancipador ni el conjunto de las personas trabajadoras (circunloquio forzado para evitar el lenguaje sexista) se reducen al “proletariado” en el sentido más restringido que se daba al término en la época de Marx.

La burguesía ha producido maravillas mucho mayores que las pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas; ha acometido y dado cima a empresas mucho más grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas.

La actual economía capitalista mundial es incompatible con la preservación de una biosfera capaz de acoger, en condiciones mínimamente dignas, a la humanidad futura. Produciendo y consumiendo como lo hacemos los países ricos, pesamos demasiado sobre la delicada superficie e la Tierra.

Aquí la diferencia es abismal. Frente a la admiración que expresan Marx y Engels por los productos de la burguesía ascendente del siglo XIX, la denuncia de las destructivas consecuencias del actual productivismo capitalista del siglo XX.

los medios de producción y de transporte sobre los cuáles se desarrolló la burguesía brotaron en el seno de la sociedad feudal (...)

ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectáculo semejante (...) Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada.

la nueva sociedad a que aspiramos sólo puede engendrarse en las entrañas de la vieja



El enfoque materialista del Manifiesto del PCE reproduce el de Marx y Engels.

Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios.

el alumbramiento de una nueva sociedad libre e igualitaria sólo puede ser una obra consciente y voluntaria de los seres humanos


El Manifiesto del PCE, como el de Marx y Engels, enfatiza la necesidad de un sujeto de la transformación revolucionaria; pero recoge también la tradición leninista de destacar el papel del factor subjetivo, de la conciencia revolucionaria.

Más adelante veremos cómo se continúa afirmando el protagonismo (aunque no exclusivo) de la clase trabajadora.

¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia una crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.

Las crisis cíclicas son connaturales al capitalismo. El “capitalismo regulado” del Estado del Bienestar no consiguió anularlas, sino que dió paso a una profunda crisis que no sólo cuestionaba los fundamentos políticos, económicos y sociales del modelo de acumulación capitalista forjado en el período de expansión de la postguerra, sino que al chocar con los límites ecológicos al crecimiento y abarcar al conjunto de las relaciones sociales, revelaba su carácter de crisis de civilización.

Consideramos que no sólo es plenamente válido el análisis de Marx y Engels sobre las crisis del capitalismo, sino que su predicción sobre el agravamiento sucesivo de las mismas ha resultado doblemente confirmado por sus implicaciones ecológicas.

La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sina las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de sus fronteras, sino en todas partes del mundo.

La internacionalización del proceso productivo, apoyándose en las nuevas técnicas de comunicación y con enormes concentraciones transnacionales de capital y tecnología que escapan al control de los Estados, intenta enfrentarse a esta contradicción mediante empresas que fragmentan los procesos de producción asignándolos a unidades situadas en diversos países con mano de obra barata, frecuentemente de la Periferia, incapaces de subsistir por sí mismas, dirigidas por un “cerebro” ubicado siempre en el Centro.

La actualidad del análisis de Marx y Engels puede resultar sorprendente a quienes hablan de la “mundialización” como un fenómeno completamente nuevo.

La extensión de la maquinaria y la división del trabajo quitan a éste, en el régimen proletario actual, todo carácter autónomo, toda libre iniciativa y todo encanto para el obrero. El trabajador se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje (...)

Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No sólo son siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo del industrial burgués dueño de la fábrica.

el productivismo maquinista, al supeditar el trabajador a la maquinaria, convirtiéndolo en un engranaje de la misma, creaba las dondiciones objetivas para marginar al trabajador de la gestión de la producción, poniendo ésta en manos de capitalistas o burócratas (...)

Pero en la medida en que avanza la automatización de las tareas rutinarias y la renovación tecnológica adquiere una importancia creciente para un desarrollo de la producción en el que los aspectos cualitativos son cada vez más relevantes, las formas dirigistas de gestión se vuelven más y más ineficientes.

Considerando correcto el análisis de Marx y Engels sobre el maquinismo del siglo XIX (cuyo estudio profundizará Marx en “El Capital”), enfatizamos las implicaciones de las nuevas tecnologías de la segunda mitad del siglo XX.

el desarrollo de la industria no sólo nutre las filas del proletariado, sino que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y crece también la conciencia de ellas. Y al paso que la maquinaria va borrando las diferencias y categorías en el trabajo y reduciendo los salarios casi en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme, van nivelándose también los intereses y las condiciones de vida dentro del proletariado.

Se han producido cambios importantes en la organización del trabajo, en el mercado laboral y en la estructura de clases que favorecen la difuminación de la conciencia de clase entre los trabajadores de los países económicamente desarrollados: Pero esos cambios no presuponen que haya desaparecido el potencial transformador de la clase trabajadora: el trabajo continúa siendo elemento central para la transformación social.

Destacamos la nueva situación de la clase trabajadora, lejos de la homogeneidad del siglo pasado, pero, como antes indicábamos, seguimos afirmando su papel histórico.

[la burguesía] es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad.

Para superar las injusticias existentes en el mundo actual, para terminar con las distintas formas de opresión y explotación, para conseguir una humanidad justa, libre y solidaria, hay que superar el capitalismo que se ha alzado con la hegemonía política desde el Occidente y el Norte del mundo (...)

El desarrollo social de la humanidad, de la economía, de la ciencia y de la técnica hacen cada vez más posible y necesario sustituir la rapiña por el cultivo racional de los recursos naturales, la confrontación por la cooperación y el lucro insolidario por la búsqueda de un bienestar compartido por el conjunto de la humanidad.

Continuamos afirmando la necesidad de superar el capitalismo. A destacar la actualidad del análisis de Marx y Engels, revelando las raíces de la supuesta crisis de la “seguridad social”, lo que nos permite afirmar que la alternativa al agotamiento del “Estado del Bienestar” es precisamente la superación del capitalismo.

Los que, por tanto, aspiramos a convertir el capital en propiedad colectiva, común a todos los miembros de la sociedad, no aspiramos a convertir en colectiva una riqueza personal. A lo único que aspiramos es a transformar el carácter colectivo de la propiedad, a despojarla de su carácter de clase (...)

El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas.

La planificación socialista, que sólo puede ser democrática, se corresponde con la propiedad social de los medios de producción colectivos. Pero la tarea de dar un carácter socialista a la planificación no debería supeditarse a la forma jurídica de la propiedad: dicha supeditación significaría, en la actualidad, supeditarse al Estado como sancionador de dicha forma jurídica, en vez de dar el protagonismo de la emancipación de los trabajadores a los propios trabajadores (...)

La propiedad puede adoptar múltiples formas, en función del nivel de integración técnica y social de la producción: ni la planificación democrática ni la propiedad social pueden vincularse exclusivamente al Estado; y no sólo porque en unos casos puedan adoptar una forma individual, cooperativa, municipal, etc., sino porque en otros casos habrán de adoptar formas supraestatales

Manteniendo la aspiración de Marx y Engels a la socialización de la propiedad de los medios de producción colectivos, nos distanciamos profundamente del enfoque estatalista que le daban a dicha socialización. La experiencia de más de un siglo de luchas por dicha socialización nos ha llevado también a nuevo enfoque teórico sobre la misma.

Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político.

hemos venido planteando como alternativa una sociedad socialista que terminara con la explotación de unas personas por otras y una sociedad comunista sin clases y sin Estado (...)

los objetivos comunistas suponen en último término la desaparición del Estado, perviviendo la propiedad social de los medios de producción más allá de éste

Mantenemos estrictamente la aspiración de Marx y Engels a la desaparición del Estado, que Marx desarrollará con mayor amplitud en la “Crítica del programa de Gotha”.

Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos.


Abolida ya la explotación, en una asociación de personas libres en armonía con la naturaleza, se inaugura la auténtica historia de la humanidad (...)

No aspiramos a un mundo de ascetas o sacrificados héroes, sino a la felicidad humana, a la asociación en la que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos.

Y reiteramos su concepción de la sociedad comunista a la que aspiramos.

En resumen, la fundamentación en el marxismo revolucionario que reafirmó el XIV Congreso del PCE no se plasma en repetir como papagayos todas y cada una de las tesis de Marx y Engels, sino en la voluntad de utilizar su metodología histórica materialista, en el sostenimiento de su crítica radical del capitalismo y en el mantenimiento de sus ideales emancipatorios.