EL ORIGEN DEL PROBLEMA

LA COLISIÓN DE DOS PROYECTOS NACIONALISTAS EXCLUYENTES

escríbenos

Javier Barreda, Tomado de Nación Arabe, nº 34

 

El sionismo levantó el lema de "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra", y con él la negación de la existencia de los palestinos 

El origen del problema de los refugiados palestinos se sitúa en la creación del Estado de Israel, en mayo de 1948, y en la inmediata -primera- guerra árabe-israelí que desencadenó. Pero antes de este hecho dramático, que ahora cumple medio siglo, el problema palestino en sus distintas facetas -la cuestión de los refugiados, pero también el derecho a la autodeterminación y a la creación de un Estado soberano- surge por la colisión de dos proyectos nacionalistas excluyentes: de un lado, el palestino, asociado a la aspiración nacional árabe de independencia política e integración territorial tras el derrumbe del Imperio Otomano; y, por otro, el sionista, que vinculaba la creación de un Estado judío -como tal definido- a los intereses imperialistas y coloniales europeos en Oriente Medio. El proyecto sionista en Palestina levantó el lema de "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra", y con él la negación y la exclusión de sus habitantes oriundos, los palestinos.

 

Las primeras migraciones judías a la Palestina integrada en el Imperio Otomano se produjeron a partir de 1880, cuando la ola de antisemitismo que recorrió Europa central y oriental vino a reactivar lo que se ha dado en llamar el "sionismo místico" y a promover el nacimiento del "sionismo político". Aquel hace referencia a la aspiración ideal por parte de las comunidades judías, dispersas y a menudo perseguidas a lo largo del mundo y de la historia, al retorno" a la Tierra prometida, de la que la mayoría de sus antepasados habían sido expulsados definitivamente hace 2000 años. El sionismo político alude al movimiento que pretendió poner los medios, y de hecho los puso, para conseguir la implantación de un Estado judío en el territorio de la Palestina histórica. Entre 1897, fecha del Primer Congreso Sionista Mundial, y 1947, fecha de la propuesta de partición de Palestina realizada por Naciones Unidas (NNUU), el sionismo desarrollaría, primero en el exterior y luego también en Palestina, una cada vez más compleja y poderosa red de instituciones organizativas, financieras, comerciales, agrícolas y, finalmente, militares y paramilitares, destinadas a promover la emigración, la colonización del territorio y, en última instancia, la constitución del Estado de Israel. No obstante, no cabe duda de que los flujos migratorios a Palestina no habrían sido los mismos sin el apoyo internacional que encontró la actividad sionista y sin el mantenimiento de las actitudes antijudías en Europa, ferozmente culminadas por el nazismo.

Así, si en 1880 había en Palestina unos 25.000 judíos junto a 600.000 árabes (es decir, menos de un 4% del total de la población), entre 1882 y 1914 los primeros movimientos migratorios llevaron a ella tan sólo varias decenas de millares de judíos (sin que con ello alcanzarán el 10% del total de la población).

El fin de la Primera Guerra Mundial trajo, sin embargo, el asentamiento del control británico -que en 1922 se institucionalizará como Mandato- sobre Palestina, y a la traición de la promesa de independencia hecha por las potencias vencedoras a los árabes vino a unirse la de la Declaración Balfour (1917), que prometió a los sionistas la formación de un "hogar judío" en Palestina. Este hecho animó los movimientos migratorios judíos, si bien estos fueron fluctuantes, e incluso parcialmente negativos, hasta 1932. Fue la llegada de Hitler al poder, en 1933, el factor que aceleró brutalmente el ritmo de la inmigración. Mientras que en 1932 la población judía de Palestina era de 174.000 personas (de un total de 1.035.000), entre 1933 y 1940 llegaron a Palestina 217.000 judíos más.

 

El estallido del conflicto

Ya a lo largo de los años 20 la inquietud de los palestinos ante el volumen de la inmigración judía, y ante la determinación y rigor con que ésta se establecía en el país, comprando tierras y organizando estructuras socioeconómicas generosamente financiadas por las instituciones sionistas, había ido creciendo y produciendo esporádicos actos de violencia. Pero será en los años 30, especialmente por medio de la revuelta armada árabe de 1936-1939 contra los británicos, y de la prohibición a la población árabe en 1939 de vender tierras a los judíos, cuando planten cara abiertamente al proyecto sionista. La actitud árabe obligó a los británicos a adoptar una política menos favorable a dicho proyecto, y a buscar fórmulas de compromiso entre las dos partes, como la propuesta de división del territorio de 1937 y la redacción de un denominado Libro Blanco, ese mismo año, destinado a controlar y suspender la inmigración. La primera fue rechazada por los palestinos y la segunda por los judíos.

En los años 40 la situación se haría progresivamente insostenible para los británicos a causa del clima de violencia que se desataría en general, y en particular contra ellos de parte de organizaciones terroristas judías como el Irgún y Stern, entre cuyos líderes se encontraban, respectivamente, Begin y Shamir, y Rabin, todos ellos futuros presidentes de gobierno de Israel. Las acciones de estos grupos fueron verbalmente rechazadas, pero a menudo consentidas y estimuladas por el oficioso ejército sionista, la Hagana.

 

La creación de Israel

En febrero de 1947 Gran Bretaña declaró su intención de abandonar Palestina, y el 29 de noviembre de ese año NNUU propuso un nuevo plan de división de Palestina que fue rechazado por los palestinos. El 14 de mayo de 1948 las fuerzas británicas abandonaron el país, y ese mismo día el gobierno sionista provisional declaró la creación del Estado de Israel. Inmediatamente, los países árabes vecinos le declararon la guerra. A principios de 1949 habían sido totalmente derrotados, pero mucho antes, en los primeros meses de guerra, había nacido la cuestión de los refugiados palestinos.

En 1947 la población judía de Palestina era de 600.000 personas, y la árabe -entre la que se contaban menos de un 10% de cristianos, drusos y personas de otros credos, siendo el resto musulmanes- de 1.400.000 personas. Si el plan de partición del territorio propuesto por la NNUU en 1947 asignaba a los judíos el control del 55% del territorio, la guerra de 1948 les dio el dominio sobre un porcentaje sensiblemente superior, el 78%, y añadió al Estado de Israel todo el norte de Palestina, Jerusalén Este y el área situada entre ella y el mar, y el sur de la franja de Gaza. Tan sólo ésta y Cisjordania quedarían en manos árabes; la primera bajo la administración de Egipto, la segunda bajo la de Jordania.

A consecuencia de la guerra (ver en esta sección el texto "La expulsión del 48"), entre 700.000 y 800.000 palestinos (el 50% del total de los habitantes de los territorios que pasarían a constituir Israel) abandonaron sus hogares, desplazándose a varias decenas de kilómetros con la esperanza de volver lo más pronto posible. Este retorno nunca se produciría porque Israel siempre se opondrá a él, a pesar de la resolución 194 de NNUU, de 11 de diciembre de 1948 (ver su texto reproducido en esta sección), y otras posteriores instándole a aceptarlo.

Como señala Chagnollaud, "en unas semanas el éxodo se convierte en exilio y ya nadie les llamará lo que son (...) estos palestinos, o árabes de Palestina, pierden no sólo sus bienes materiales, sino también sus raíces y su identidad, (...) se convierten en refugiados sin ninguna referencia social o política, (...) sin porvenir". Una organización de NNUU especialmente creada a tal efecto, la UNRWA, se hará cargo de ellos a partir de 1949-50 (véase el texto "Sin tierra y sin derechos"). Esta organización censará en esta época 726.000 refugiados así distribuidos: 190.000 en Gaza, 280.000 en Cisjordania, 70.000 en Jordania, 110.000 en El Líbano y 76.000 en Siria.

Para completar el cuadro de la primera dispersión de la población árabe palestina hay que señalar que 150.000 palestinos permanecieron dentro de las fronteras de Israel, y que su suerte se distinguiría netamente de las del resto de las comunidades palestinas, ya bastante diferentes entre sí.

 

La figura del refugiado palestino

En 1950, la UNRWA definía al "refugiado palestino" como a) "una persona necesitada que, como resultado de la guerra de Palestina, ha perdido su casa y sus medios de vida", b) "cuya residencia habitual era Palestina entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948, y c) "refugiado en uno de los países en los que la UNRWA provee sus ayudas [El Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y Gaza]". Y atribuía a sus funcionarios jefes de distrito "una gran flexibilidad en la interpretación de la mencionada definición ante los casos fronterizos que inevitablemente se darán". En el futuro habría que añadir a "los descendentes por vía masculina de las personas que cumplan los requisitos mencionados".

Como señala Kossaifi, a la definición anterior habría que hacer los siguientes comentarios:

- El número total de refugiados registrados en la UNRWA es, en principio, menor que el número total de refugiados que fueron efectivamente expulsados, ya que la UNRWA se refiere sólo a "personas necesitadas".

- El registro en la UNRWA es voluntario, así que no cubre por necesidad tampoco a todos los "refugiados necesitados"

- El número total de refugiados registrados en la UNRWA podría incluir a otras nacionalidades no palestinas (armenios, libaneses,...) que vivieran en Palestina antes de 1948.

- Las estadísticas de la UNRWA afectan sólo a los refugiados en su campo de operación (excluyendo, por ejemplo, Egipto e Iraq,... etc).

Primera `guerra de cifras'

El número exacto de palestinos desplazados a raíz de la guerra de 1948 es difícil de determinar con exactitud. Junto a las razones técnicas de esta dificultad hay que considerar las conveniencias políticas de las partes afectadas. Consciente de las previsibles implicaciones derivadas de las cifras, la parte oficial israelí ha intentado, ya desde 1948, minimizarlas, situándolas por debajo de las 600.000 personas. Los historiadores árabes han hablado reiteradamente de un millón de refugiados. Por su parte, la UNRWA en su primer año de actividad clasificó como refugiados a 940.000 personas, pero bajo presión de NNUU y de EEUU se vio obligada a reducir dicho número.

A pesar de esto y de que sin duda hubo refugiados que no aparecen en el censo de la UNRWA, en un apartado anterior hemos señalado una cifra mínima (700.000-800.000) hoy también aceptada por los autodenominados "nuevos historiadores israelíes", también llamados revisionistas. El papel de estos historiadores ha resultado crucial, desde la década de los 80, no sólo para descomponer la reductora postura oficial israelí relativa al número de refugiados afectados por el éxodo palestino de 1948, sino también la que toca a otro aspecto de no menor

trascendencia: las razones de dicho éxodo.

 

Las causas del éxodo del 48

La versión oficial israelí, a lo largo de casi 40 años, tan sólo contradicha por excepcionales voces discordantes, defendía que la inmensa mayoría de los palestinos desplazados lo hicieron voluntariamente o respondiendo a la incitación de sus líderes; la versión de los historiadores árabes era que lo hicieron empujados por las tropas pararregulares judías y, especialmente, por el terror infundido por las acciones de los grupos paramilitares terroristas judíos, y que todo ello formaba parte del plan premeditado de expulsión de los árabes de Palestina que había incluido siempre el proyecto sionista. El trabajo de los historiadores revisionistas israelíes, apoyado en la apertura de los archivos oficiales y privados israelíes relativos a la época, ha dejado fuera de dudas la responsabilidad de las acciones de los grupos armados judíos en el éxodo de la mayoría de los refugiados palestinos, así como la intencionalidad política y la "premeditación -como mínimo- inmediata" por parte del máximo dirigente judío, Ben Gurión, que guió dichas acciones a partir de un temprano momento de la guerra.

Por encima de los matices de cada uno de los "nuevos historiadores" a esta aseveración general, y de las divergencias entre ellos, su labor supone un mazazo, de trascendentes implicaciones, a uno de los mitos fundacionales del Estado israelí ( Sobre el detalle de las causas del éxodo y sobre los matices e implicaciones mencionados véase el texto "La expulsión del 48").

  • Javier Barreda es arabista
  •  

    inicio