TODOS A LA CALLE, EL LABO NO SE CIERRA.
Víctor Sampedro Blanco

Conmigo o en mi contra; y todo vale. La lógica de la masacre en Irak, se traslada ahora a la calle. La oposición parlamentaria, decían, es oportunista y electoralista. ¿No son las urnas la única oportunidad de llegar al poder en democracia? Luego, nos llaman cómplices del Satán Sadam. ¿No creer en el demonio, identificarles como el “eje del mal”, aquí y ahora, es delito de herejía y merece el fuego de Guantánamo? Sí, porque tras las pancartas llegan los piquetes, siguen diciendo. Ya ocurrió en la huelga general, el derecho a trabajar (precarizado y chantajeado) primaba sobre el derecho a informar y movilizarse? Y, por fin, los piquetes atacan las sedes del PP. Le llaman kale borroka a todo lo que no parezca una novena o vigilia. Terrorista el que no rece (callado, se supone). Han abierto el frente interno, sin haber cerrado (precisamente, por eso) ningún frente en Irak. Nos quieren callar.

Vienen a por nosotros. A por el 90% que no queremos guerra, ni aquí ni allí. La mayoría católica escucha al Papa (la voz de Dios en la Tierra) antes que a Aznar (la voz de...). La oposición parlamentaria, sindical e intelectual aceptó las citas del movimiento de resistencia a la Guerra Global que se fijaron en el Foro Social de Florencia. Con estos mimbres, la sociedad civil, movilizada en el ejército popular y noviolento de monos blancos en Galicia, ¿iba a quedarse ante la tele, viendo cómo las FAS incautan más misiles de AlQaeda, para luego tener que devolverlos? ¿El PP no percibe el efecto boomerang que provoca?

No ha habido ninguna dimisión, ni crisis de Gobierno (tampoco con el Prestige). No se ha alcanzado ningún consenso parlamentario con la oposición. La restricción de no presentarse por tercera vez a las elecciones (el autocontrol presidencial) se convierte en sordera, en indolencia (no les duele lo que está pasando), en prepotencia (ni siquiera condescendencia) con cualquier disenso. Ven “proporcionado” bombardear escopeteros irakíes y disparar botes de humo en las bocas de metro de Sol. ¿Es que soñaban con revivir la histeria nacionalista e imperial de Perejil? ¿Quieren poner la bandera española de Colón en el mercado de Bagdag? No es una pregunta, es una hipótesis politológica. Los “cosmopaletos” han tomado el poder. El mundo es mi rancho (peor aún, el de mi amigo).

En Madrid ya no se legalizan las manifestaciones. Se “toleran”. Hasta que deciden (con cargo a nuestros sueldos y con riesgo de nuestras vidas) que el “Todos a la calle, estamos en guerra”, se convierta en su (tan suyo) “Todos a la cárcel”. No pudieron practicarlo el 15F, el 23F (Nunca Máis), ni el 25F. Las mayores manifestaciones de la historia de este país (y de la UE ahora) no crearon ningún altercado. ¿Dónde estaban los antidisturbios? En las calles adyacentes. ¿Dónde estaban los violentos?... Pero desde el estallido de los ataques hay barricadas policiales en la sede del PP y en la embajada de USA. El sábado concentraron 75 furgonetas policiales en Moncloa y cargaron al final de la manifestación. Quieren quedarse sólo con los de las piedras, ¿les dejamos la calle? ¿Y a dónde nos vamos? Porque – coincidencias de la vida - amenazan con desalojarnos del Laboratorio 3, el Centro Social Autogestionado de Lavapiés. Ya ocurrió en vísperas de la contra-cumbre de Madrid el año pasado y no pudieron. Si ganan esta vez, los experimentos con gaseosa (autogestión, creatividad y dinamización populares sin liderazgos ni plusvalías) ni siquiera podremos hacerlos en casa.