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¿Qué pasa en la “memoria de la patria”?

El Ministerio de Educación del Ecuador se encuentra publicando libros de autores nacionales en una colección que ha denominado Memoria de la Patria. “Patria –según el Ministro Raúl Vallejo- es una palabra cuyo significado lo da la historia que hacemos sus hijos”.

En la colección mencionada han salido a luz El indio ecuatoriano, de Pío Jaramillo Alvarado; Vida de Mariana de Jesús, del P. Aurelio Espinosa Pólit; El montubio ecuatoriano, de José de la Cuadra; y Literatura y sociedad en el Ecuador, textos de Agustín Cueva, con prólogo y selección de Juan Valdano.

Conocido es que en la historia del Ecuador han nacido hijos de buenas entrañas y otros de entrañas despiadadas y retorcidas. Revisar “nuestra” historia es un proceso necesario en el que confluyen los encuentros con las miserias y glorias de sus “hijos”, personajes shakesperianos, molieranos, vaticanos, montubios y serranos, que en el gran teatro de la existencia han salido a las tablas y han puesto en escena los más prodigiosos espectáculos.

El indio ecuatoriano, de Pío Jaramillo Alvarado, publicado por primera vez en 1922, es indudablemente un clásico de los estudios sociológicos producidos en el país, que levantó vientos polémicos y sacudió conciencias. En 1934 Jorge Icaza publica Huasipungo, obra literaria contemporánea al Indio de Jaramillo. Dos obras que se enlazan y ponen el dedo en la llaga de un país que pretendía ignorar a un setenta por ciento de seres humanos de “la patria”.

Con el libro de Jaramillo ciertamente se refresca la memoria, y eso está muy bien. Lleva un prólogo, notas y cronología de María Auxiliadora Balladares, con post grado en estudios de literatura y profesora en la Universidad San Francisco de Quito.

Pero con la selección de escritos de Agustín Cueva se jode la memoria. Lleva un prólogo desastrado de Juan Valdano, y la memoria de la patria se nubla, se vuelve amnésica y estúpida.

¿Por qué se contrató a un intelectual de tercera para escribir sobre los estudios de Cueva? Valdano se aprovecha para dar cuchilladas en el aire, hacer autopropaganda fuera de tiempo de una revista a la que se perteneció (Syrma se llamaba y ¿quién se acuerda de este nombre tan “original”?).

El ridiculum vitae de Valdano dice que es “crítico literario y catedrático universitario” y se da un autobombo que parece de feriante de parroquia. Lo que no incluye son sus funciones de subsecretario de cultura del gobierno ex demócrata cristiano, hoy democracia popular o DP, de Oswaldo Hurtado. Un partido que bien se lo conoce y está inscrito en la memoria de la patria: con su gran líder de desastres, Mahuad, muchos ciudadanos fueron conducidos a la muerte por suicidio, insolvencia, desesperación, por el gran robo que se produjo en su gobierno.

Salido de la caverna ideológica de la DP, Vald-ano utiliza las páginas para dar manotazos contra los tzántzicos, de un modo esperpéntico, que rompe la sensatez que regularmente caracteriza a los “catedráticos”. Se solaza en atacar a esos poetas rebeldes que entre 1960 y 1970 redujeron a tzantzas a los pretendidos sesudos y vacas sacras. Exhibe una “cátedra” de mentiras y felonías y con un oportunismo propio de los “políticos” de la partidocracia, escribe: “En este mismo tono iconoclasta (el de los tzántzicos) y con idéntica sensibilidad (¿?), pero con menos estridencia y teatralidad y sin espuma en la boca, otros jóvenes intelectuales en otras ciudades del Ecuador –como el grupo Syrma fundado en 1961 en Cuenca por el poeta Rubén Astudillo y Astudillo y quien escribe estas páginas- publicaron sus revistas con igual actitud parricida”.

Los tzántzicos, ni de lejos, nos identificamos con los poetas lloriqueantes de Syrma. Al contrario, en Pucuna No. 5, revista de los tzántzicos, criticamos acremente a Syrma No. 3. Concretamente se criticó la “poesía” de Astudillo, quien “lógicamente se deja arrastrtar por su fanatismo religioso y hace un pésimo y risible acto de contricción que, seguramente, le costará el infierno.” Oigámosle: “Señor aunque no existieras no te odiara o aunque no hubiera cielo te amaría” (¿anónimo o de Astudillo?) “A-y pordiosero A-y mendigo de preces y de hombres A-y de mi jorga Te invito a que nos caigas y nos llegues Señor, El-nat, te amo, te quiero, dame un beso” Astudillo tampoco acierta con sus payasadas tipográficas como estas: “señoR, Vibas, O-h, Ten-go, Gri-to, etc.

Estos poetitas siempre se alinearon con la derecha ideológica: elogiaron desmedidamente a Paco Tobar, el inefable poeta y dramaturgo de la burguesía, llamándole “el más genial y “proteinico” aeda del hemisferio occidental y el más inaudito monstruo de la dramaturgia terráquea”. (Pucuna No. 5).

En lados absolutamente opuestos estuvieron los tzántizcos de los syrma. No en vano Vald-ano es demócrata cristi-ano. Los tzántzicos profesamos ideologías progresistas, humanistas, no retardatarias.

Me he visto obligado a gastar pólvora en gallinazo, pero qué más da.

Una lástima que los editores de la Colección Memoria de la Patria hayan perdido la memoria contratando a un contumaz hipócrita y enemigo de la verdad -que en la cátedra debe ser igual, con gran perjuicio para los estudiantes- para poner el prólogo a los trabajos de un intelectual valioso y honesto como fue Agustín Cueva.

Raúl Arias