Seattle.
Manuel Vázquez Montalvan.
El Pais. 6-12-99

La reacción de los medios de información ante el fracaso de Seattle ha sido desconcertada y desconcertante, aunque abunda el mal trato a los contestarios, evaluados como okupas ya no de edificios concretos sino del edificio de la globalización. Más que síntoma de los nuevos tiempos, se les quiere describir como naufragos del siglo de la lucha de clases por excelencia, atrabilados nostálgicos que no asumen los decretos terminales de los conflictos sociales. Primo de Rivera dijo: "La lucha de clases ha terminado" en los años veinte, Franco en los cuarenta y Tony Blair al final de los noventa. ¿Cómo es posible entonces que tanta coincidencia de talentos y profetas no sea atendida por los manifestantes de Seattle?

Luis Sebastian advierte que la Organización del Comercio Mundial debe salvarse porque de lo contrario el comercio quedaria exclusivamente en manos del imperio y el imperio debemos entenderlo no como una sola gran potencia sino como una hidra economicista globalizada.Pero hay que escuchar a los disidentes del capitalismo uno grande y libre y no desacreditarles, como se ha hecho, porque utilicen las ventajas mediaticas de la globalización, incluso Internet y el teléfono movil renunciando al uso del tam tam. Los más molestos son los que al haber sido insurgentes cuando tocaba serlo, en el 68 por ejemplo, no toleran que algunos lo sigan siendo cuando no toca y además que lo sean por Internet. Hasta los indígenas de Chiapas utilizan Internet y es que tal vez sean pobres pero no tontos.Está históricamente demostrado que los insumisos se apoderan de los instrumentos y los códigos de las clases dominantes y los usan en su provecho si no las matan antes.

Lo de Seattle o lo Chiapas o la próxima reunión de los sin tierra en Brasil no es resaca de inconformismos obsoletos sino anuncio de la dialéctica entre globalizados y globalizadores. Curioso que el presidente del pais anfitrión sea un ex progre, Clinton, y que el alcalde de Seattle sea otro ex progre. Es la raza más pateticamente sorprendida y disgutada por el hecho de que la Historia no haya terminado