Filosofía, Género y Pensamiento crítico,
Alicia H. Puleo


 

Fragmento del libro con el mismo título publicado en:
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2000.
Fragmento de la Introducción, pp.17-21.
 

 Este libro se propone ser una introducción a la cuestión de las implicaciones de la teoría de género en la Filosofía. Explora, por lo tanto, el ámbito abierto por una serie de interrogantes que podemos resumir en los siguientes: ¿Tiene algo que aportar el concepto de género al conocimiento filosófico? ¿Nos permite explicar algunas contradicciones, por lo general púdicamente ocultadas, en las teorías de ciertos grandes pensadores como Rousseau o Kant? ¿La categoría de género surgió fuera de la Filosofía y se trata de un elemento externo a ella o ha tenido su origen lejano en algún momento de su desarrollo histórico? ¿Cómo ha pensado los sexos el discurso filosófico? ¿Qué interdependencia existe entre el tratamiento de los sexos en la Ontología, la Etica, la Filosofía Política y las relaciones sociales de género? ¿La Filosofía es neutral con respecto al género o "tiene género"? ¿Lo tiene incluso la Epistemología?  ¿Qué propuestas político-sociales se han hecho y pueden hacerse desde el pensamiento feminista o pensamiento crítico de la estratificación de género?

 He dividido este libro en dos partes. La primera, titulada Relaciones entre poder, género y saber constituye una introducción a la conciencia de que las ciencias humanas y la Filosofía tienen un sesgo de género. Se trata de facilitar el abandono de una postura ingenua al respecto, postura todavía muy extendida. La segunda parte _Hacia una Filosofía no androcéntrica_ explica y expone, a través de ejemplos, las diferentes tareas investigadoras que se llevan a cabo actualmente desde el enfoque de género en Filosofía.

 El sesgo de género aparece de dos maneras: como sexismo o ideología de la inferioridad de uno de los sexos, históricamente el femenino, y como androcentrismo o punto de vista parcial masculino que hace del varón y su experiencia la medida de todas las cosas.

 Mientras que los discursos de legitimación de la desigualdad de clase o de raza suelen ser rápidamente detectados y neutralizados por la crítica, los discursos de legitimación de la desigualdad entre los sexos pasan todavía, por lo común, desapercibidos y continúan, por lo tanto, activos. Sólo cuando se trata de lo que he llamado el discurso del insulto _presente, por ejemplo, en la obra de Schopenhauer o Weininger_ produce alguna reacción crítica que se limita a dejar de lado ciertos pasajes como si no fueran relevantes, como si se tratara de simples peculiaridades extemporáneas sin vínculo alguno con el discurso filosófico hegemónico ni el acontecer histórico.

 El título elegido para este libro busca subrayar uno de los aspectos de la categoría de género no siempre presente en la utilización de ésta: el carácter de enfoque crítico feminista. Género puede tener un uso meramente descriptivo que se limita a constatar la existencia de formas sexuadas de la cultura. La crítica feminista, en cambio, está animada por una ética y una filosofía política que podrán tomar diversas formas pero nunca estar ausentes.

 Esta concepción del enfoque de género, a mi juicio la más prometedora y rica_ incluye necesariamente un análisis de las relaciones de poder. Cuando esto se omite, se incurre en graves distorsiones de la realidad y, a menudo, se camina rápidamente hacia un discurso mistificador.

 Actualmente se están realizando excelentes análisis desde el enfoque feminista en los centros universitarios llamados de Estudios de género, o Estudios feministas, o Estudios de la mujer o Estudios de las mujeres. Hay teóricas que consideran que estas dos últimas denominaciones son una manera de hacer clara referencia a la aportación del feminismo como movimiento de las mujeres que ha transformado la perspectiva tradicional de las ciencias sociales. Como se puede ver, pues, la terminología utilizada puede ser distinta pero el objetivo y el enfoque ser los mismos, y también ser idéntica pero con una perspectiva muy diferente e incluso opuesta. No es tan importante el nombre como lo que se haga bajo ese nombre.

 El término género puede, quizás, facilitar la tarea de despejar el error del público no iniciado que cree que este enfoque crítico se limita a hablar de las mujeres intercalando, eventualmente, alguna expresión indignada sobre las injusticias masculinas. Estudiar a pensadoras o centrarse en la descripción de actividades femeninas no es necesariamente sinónimo de practicar el enfoque crítico de género o hermenéutica feminista.

 Utilizar la categoría crítica de género significa mucho más. Entre otros elementos de análisis implica una teoría de la construcción social de las identidades sexuadas e, insisto nuevamente, una teoría de las relaciones de poder entre los sexos y una voluntad ética y política de denuncia de las deformaciones conceptuales de un discurso hegemónico basado en la exclusión e inferiorización de la mitad de la especie humana.

 Género alude a la relación dialéctica entre los sexos y, por lo tanto, no sólo al estudio de la mujer y lo femenino, sino de hombres y mujeres en sus relaciones sociales. Si la célebre frase de Simone de Beauvoir es "no se nace mujer, se llega a serlo", hoy los estudios de la condición masculina _con una historia más breve y, consecuentemente, menos desarrollados que los estudios feministas_ afirman "no se nace hombre, se llega a serlo". Aplicando el concepto de género, analizan críticamente la construcción histórico-social de la masculinidad, abriendo nuevas perspectivas tanto teóricas como prácticas. Los estudios de género incluyen, pues, este examen crítico de la identidad viril, de sus actuaciones y sus símbolos, examen que tiene su origen teórico en la hermenéutica feminista.

 ¿Cómo se traduce esta auténtica revolución del conocimiento que supone la categoría de género en el ámbito de la Filosofía? ¿Cómo se inició este trabajo académico en los años setenta y qué tareas están hoy en curso?

 Es difícil diferenciar y separar de manera tajante los distintos aspectos metodológicos propios del enfoque de género. Sin embargo, en atención a la claridad expositiva y al objetivo introductorio de este libro, procedo, de una manera un tanto artificial y esquemática, a clasificar los trabajos existentes según el predominio de uno u otro de los principales procedimientos.

 Como resultado del proceso social de cambio puesto en marcha por el feminismo a partir de los años setenta, las ciencias humanas y la Filosofía han comenzado a revisar gran parte de sus presupuestos y teorías. Así, por ejemplo, en el ámbito de la educación se han realizado numerosos estudios para erradicar los materiales y las conductas sexistas. Hoy el término de coeducación nos remite a una serie de esfuerzos conscientes para que la escuela mixta ofrezca verdadera igualdad de oportunidades para ambos sexos en el aprendizaje. La Sociología ha corregido graves deformaciones de sus estudios debidas a la invisibilización de las mujeres. En el caso que aquí nos interesa, el de la Filosofía, se han desarrollado diferentes tipos de investigación cada uno de los cuales será objeto de un tratamiento específico en la segunda parte de este libro. Por el momento, sólo quiero señalar que ha habido una evolución en los objetivos y en el objeto de interés. Me limitaré, pues, a enumerar los tipos de trabajos existentes.

 Muchos de los primeros trabajos realizados a partir de los años setenta pueden ser caracterizados como la búsqueda de "perlas de la misoginia". Se identificaban y recopilaban pasajes particularmente desfavorables a las mujeres en la obra de filósofos famosos, pasajes púdicamente silenciados, en general, por los manuales. Pero esta tarea pronto se convirtió en algo más complejo y elaborado. La identificación del sexismo ha tomado la forma de genealogía y análisis de conceptos y teorías, así como de detección de contradicciones internas en el discurso universalista del filósofo. El capítulo tercero ilustra este tipo de análisis crítico.

 También se ha procedido a rastrear en el pasado para reconstituir una línea filosófica emancipatoria perdida una y otra vez en los corsi e ricorsi de la Historia. Recuperar los nombres y los textos de pensadoras y pensadores que fueron capaces de criticar el orden estratificado de género en épocas anteriores al surgimiento del feminismo contemporáneo ha sido una tarea importante.

 La formación de una conciencia de género requería, asimismo, luchar contra tópicos arraigados como el de la inexistencia de filósofas. Rescatar del olvido o de la sombra de algún gran hombre a pensadoras de mérito es otro de los modos que ha tomado la investigación de género. Ambas tareas _constitución de un corpus filosófico no sexista y reconocimiento de la obra filosófica realizada por mujeres_ constituyen el tema del capítulo cuarto.

 El análisis de las teorías consagradas no se limitaría a señalar incoherencias o falsos universalismos constitutivos de sexismo. También comenzaría a sospechar sobre la existencia de un sesgo androcéntrico, es decir, de un presupuesto general no consciente por el que las experiencias y valores masculinos se constituyen en norma, modelo y centro de la construcción teórica. Esta crítica al androcentrismo se ha desarrollado tanto en el ámbito de la ética como en el de la epistemología, la metafísica o la Historia de la Filosofía.

 Cabe señalar que, hoy en día, el arraigo y la fuerza del pensamiento feminista en Filosofía son tan grandes que éste ya no se limita únicamente a denunciar el sexismo y el androcentrismo, sino que mantiene debates internos entre distintas corrientes de interpretación del sistema de género y realiza propuestas de Filosofía Política que están siendo discutidas en los Parlamentos occidentales. Este es el caso, por ejemplo, de la democracia paritaria. Presento un breve panorama de la crítica al androcentrismo y de estos debates y propuestas en el quinto y último capítulo.