19 Mar '08 -Son las últimas - un poema de John Berger

Para Beverly


Detrás de su lengua
con su idioma de hierba
y su pasión por la sal,
detrás de su pesada lengua
hábil, no obstante,
como la mano de un ciego,
una vaca sana mastica
unas cincuenta veces
antes de volver a tragar el alimento.




Parece, Beverly,
que los animales están emigrando:
su América
las constelaciones estelares
el Lagarto, el León, la Osa Mayor,
Aries, Tauro, el Cuervo
la Liebre...
Puede que las más prudentes
como los agutís
hayan escogido la Vía Láctea.


Pega la oreja a su lomo
y oirás
el oleaje de sus cuatro estómagos.
El segundo, en forma de red,
tiene el nombre de una constelación:
Retículo. El tercero
parece un libro abierto.


Cuando enferma
y pierde las ganas de masticar
sus cuatro estómagos enmudecen
como las colmenas en invierno.

Cada año son más los animales que parten.


Sólo quedan los pequeños
animales falderos y los
cadáveres,
y los cadáveres vivos o muertos
desde que nacen transformados
irremediablemente,
invisiblemente en carne.
"Creo que es perfectamente
viable",
decía Bob Rust
de la Universidad de Iowa,
"diseñar un animal
específico para hamburguesas".


En otras partes
los animales de los pobres
mueren con los pobres
por falta de proteínas.

Cuando las entras de los pastos
traen el calor del huerto
al frescor del establo
y el aliento cálido del ajo silvestre.
Para limpiar el establo
esparce un poco
del estiércol de la yegua
absorbe sus excrementos
verdes de hierba
y líquidos como la primavera.


Y átalas bien esta noche
hazles un lecho de hojas de haya
Beverly
éstas son las últimas.


* * *

Ahora que se han ido
echamos de menos su resistencia.
Diferentes del árbol
del río o de la nube
los animales tenían ojos
y en su mirada
veíamos permanencia.


Era el mismo zorro por siempre
jamás.
Matarlo
significaba sacarlo a rastras
momentáneamente
de la tierra
de su eternidad.


Las moscas y los cuervos de
antaño
cuando devoraban los corderos
muertos
empezaban por los ojos.
Pero la oveja
ya había parido
su permanencia.


El buitre sobrevolaba
esperando el eterno momento
oportuno
con la insistencia
de la montaña.


Una sola noche engendraba
la apariencia del día,
la cautelosa mirada animal
por todos lados.


Antes los animales manaban
como su leche.


Ahora que se han ido
echamos de menos su resistencia.


* * *

Dicen que "se debe comparar a
la puerca
con una valiosa máquina
de bombear cochinillos
y como tal tratarla".


* * *

A veces todavía
cuando viertes
la leche
de la jarra blanca
pienso en las ocas
que como perros
guardaban la casa.

Editado por german, el día 19 Marzo '08 - 22:56, en Poemas.

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