16 Oct '07 -Un poema de José Watanabe

EL GUARDIÁN DEL HIELO

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.

Oh cuidar lo fugaz bajo el sol…

El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.

No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo.




(De Cosas del cuerpo)


José Watanabe (1946 - 2007), nacido en Laredo, Trujillo (norte del Perú).

Editado por palabra, el día 16 Octubre '07 - 02:11, en Poemas.

Han dicho algo al respecto:

Comentario de laedadelainocencia () - 16 Octubre '07 - 15:49



El inocente

José Watanabe

Bien voluntarioso es el sol
en los arenales de Chicama.
Anuda, pues, las cuatro puntas del pañuelo sobre tu cabeza
y anda tras la lagartija inútil
entre esos árboles ya muertos por la sollama.
De delicadezas, la del sol la más cruel
que consume árboles y lagartijas respetando su cáscara.
Fija en tu memoria esa enseñanza del paisaje,
y esta otra:
de cuando acercaste al árbol reseco un fosforito trivial
y ardió demasiado súbito y desmedido
como si fuera de pólvora.
No te culpes, quien iba a calcular tamaño estropicio!
Y acepta: el fuego ya estaba allí,
tenso y contenido bajo la corteza,
esperando tu gesto trivial, tu mataperrada.
Recuerda, pues, ese repentino estrago (su intraducible belleza)
sin arrepentimientos
porque fuiste tú, pero tampoco.
Así
en todo.



Comentario de octopato i - 17 Octubre '07 - 10:01



El primer poema me parece estupendo, lo clava ahí con la fugacidad y el apego, y todas esas cosas. Clavado, ya digo. Pero del segundo se me queda una sensación un poco negra, tal vez por conexiones mentales mías que igual debo a ciertas veleidades ecologistas. Disculpen:

¿Cómo? ¿”Tu gesto trivial”? ¿”El fuego ya estaba allí”? No, miren, esto se parece demasiado a una justificación de horrores al portador. Imaginen este poema en una página de “Poesía liberal y conservadora”, imaginen a algún prócer (de aquellos latinoamericanos o de los de otra cara y mismo cieno, del lado europeo) recitándolo al final de un discurso.

“Fuiste tú, pero tampoco”, venga ya, fuiste tú y nos jodiste a todas, el “repentino estrago” fue para siempre, su “intraducible belleza” absolutamente prescindible. “Quién iba a calcular tamaño estropicio”. Así nos fue y así nos va.



Comentario de pleamar - 17 Octubre '07 - 13:56



Pues estoy de acuerdo con octopato: parece un poema de justificación de la irresponsabilidad. Sobre todo cuando acaba diciendo “porque fuiste tú, pero tampoco. / Así / en todo”. La verdad es que es muy llamativo que el mismo poeta diga más arriba (al menos a mí me lo parece) todo lo contrario: que es guardian de lo frágil, responsable, por lo tanto. Pero ya tenemos visto que los poetas son así: unas veces dicen una cosa y otras justo la contraria. Suelen afirmar los poetas que se dejan llevar por las palabras, pero, ¡ay!, a veces pienso que ignoran que también las palabras tienen dueño.



Comentario de laedadelainocencia () - 17 Octubre '07 - 15:22



Es contradictorio, ¿verdad?. Y el mundo funciona mal a causa de las contradicciones de los poetas, ¿no?.
Por eso Hegel y sus contradicciones no tuvieron ningún impacto en el materialismo histórico, ¿cierto?.



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