La casa del sur
Al sur del sur hay una casa
de párpados indigentes
escrutando el cielo
que arriesga sus tejas
y hunde los pies
sin reservas en el barro.
La casa tiembla
su magnetismo de barranco insolente
llamando revueltas
por una selva de abrigos.
La casa al sur del olvido habita desheredados.
Tiene tormenta y relámpago,
un cuarto de leyendas,
dos piezas desnutridas
que ensanchan alforjas de aleves vecinos.
Al sur del sur hay una casa
de islas que navegan por las urgencias.
No tienen vigía
para el atolladero de la añoranza.
A veces,
las paredes del norte
se inclinan al sur sin disimulo
en su hambruna de hormigas
y de vientos.
Esgrimen su anemia de soles,
la incesante orfandad de tierra.
Al sur los vértices giran
más agudos,
estrechan sus contornos
ensanchando todos los desvelos.
Una casa al sur del sur
sobre un mapa imposible
acomoda el azote de los elementos
y custodia un centro diminuto
olvidado por pasos que se imantan
por un norte falso.
Mientras las monotonías
gastan sus días por las noches
y el desencanto gana jornales,
una casa al sur del sur
con los postigos rotos
sigue esperando aquel habitanteque vuelva a escrutar sus cobijos.
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