05 Nov '06 -Levántense el borde del vestido, señoras mías, atravesamos el infierno* (Uberto Stabile)

( de Empire Eleison, libro que tenéis completo aquí )

Poesía y Poder

Las recientes transformaciones sociales, económicas, culturales, los cambios experimentados en terrenos tan dispares como la geopolítica, la carrera tecnológica, las nuevas fronteras de la información, o la aparición en escena de nuevas formas de conflicto, agudizados quizá por la nueva reestructuración de los sistemas socioeconómicos ( los nacionalismos, la xenofobia, el sida, etc...) han dado pie a especular con toda clase de teorías, por lo general de caracter conservador y desarrolladas todas ellas, curiosa que no casualmente, desde occidente. Se habla del "fin de la historia". A todos nos viene a la memoria las filosofías catastrofistas extendidas en Europa ante el final del primer milenio. Ahora a las puertas del segundo milenio parece que la historia, como tantas otras veces, se repite. Creo, sin embargo, que no se trate del final de nada. Cambios más profundos se han producido en otras épocas. Estamos, más bien, ante una nueva curva de la historia, una curva trazada por la recesión, no sólo económica sino política, social y moral, de marcado carácter conservador. El desmantelamiento de los estados comunistas, de las economías socialistas, a nadie le ha dado la razón. Simplemente han puesto en evidencia la cara oculta de lo que tradicionalmente nos han querido vender como progreso. .

Difícil es creerse el "estado del bienestar" en un país con uno de los índices de paro más elevados de Europa, y aún cuando no lo tuviéramos resultaría igualmente difícil entender que se pudiera conseguir ese estado manteniendo para ello en la miseria a las tres cuartas partes del resto del planeta. El único camino de transformación posible empieza por un cambio en las ideas, en la visión del mundo, del planeta y no del Estado. Un cambio de mentalidad en el seno de las filosofías progresistas. Una nueva distribución de la riqueza y un uso más racional, pero sobre todo más solidario y humano, de las nuevas tecnologías y energías. El culto al progreso se desvirtuó progresivamente desde la revolución industrial, en culto a la riqueza, al consumismo y a la acumulación de capital. La ostentación de esta riqueza no es ningún orgullo mientras existan profundas desigualdades en cualquier parte del planeta, es una vergüenza para la condición humana.

El escritor inglés Oscar Wilde no sólo escribió en el siglo pasado parte de las mejores páginas para la literatura, también ilustró de manera lúcida y ejemplar el comportamiento humano, anticipándose a su época en ensayos poco conocidos como "La reforma en las cárceles" o "El alma del hombre bajo el socialismo". Oscar Wilde comparó el dinero al estiércol, pues sólo es bueno y útil si está bien repartido. Nunca el Estado, instituido más como forma de poder que como forma de gobierno, ha impulsado los cambios necesarios para dignificar la vida de sus ciudadanos. Como decía Goethe en sus Epigramas Venecianos: "Por desgracia, difícil es decir y pensar lo que es justo sin grave ofensa del Estado, los dioses y costumbres". El Estado es siempre el último lugar en el que se producen los cambios que la sociedad exige y necesita. Este anacronismo cotidiano invita a realizar la siguiente reflexión: ¿por qué quién debe preocuparse por el bienestar de sus ciudadanos es simpre el último en hacerlo?. La maquinaría estatal es obsoleta, diariamente nos enfrentamos a este ser maquiavélico con la indefensión del pequeño salvaje rousseauniano ante un funcionariado burocrático que asemeja más la cara oculta de la intolerancia pasiva que la del constructor social que en alguna perdida revolución fuera ideada. Los abusos de poder, la corrupción, la negligencia institucional, la utilización de cargos y fondos públicos para lucro personal, el absentismo laboral, la desviación de fondos, son moneda de cambio en la mayoría de los Estados. Incluso se tuvo que imponer la figura del Defensor del Pueblo para proteger al ciudadano de esta delincuencia institucionalizada en países que se dicen desarrollados. Esta rueda del Poder dificilmente genera progreso. Por el contrario, da pie a nuevas mafias. Como recientemente declaró el poeta Allen Ginsberg en su visita a España "hoy todo el mundo entiende que la famosa guerra a las drogas es un timo, puesto que los últimos presidentes han estado involucrados en el uso de las ganacias del tráfico de cocaína centroamericana o veinte años antes, en Vietnam, del opio del Triángulo de oro, para financiar sus operaciones secretas y de espionaje". A nadie se le escapa ya que los gobiernos cada vez gobiernan menos, endeudados, hipotecados a los intereses de multinacionales y bancos, a penas pueden lavar la cara a este supuesto "estado del bienestar".

¿Y qué tiene que ver la poesía con todo esto? se preguntarán ustedes. Desde que el Poder existe como concepto de jerarquía social, todos los gobernantes han necesitado de alguien que les magnificase. Primero fueron escribas, después poetas, más tarde historiadores, pero siempre mercenarios. De ellos heredamos la mayoría de las distorsiones que la historia produjo en beneficio de los Poderosos. Hans Magnus Enzensberger lo describe perfectamente en su ensayo sobre Poesía y política: "La razón de ser del mecenazgo no se debe, en modo alguno, a la predilección de los señores por los poetas, el gesto del mecenas siempre guarda relación con la mentira piadosa, cuanto tiene un carácter oficial. Su verdadera naturaleza no procede del sentimiento artístico o de la magnanimidad de los príncipes o de los señores. En última instancia, el protector se sirve del mecenazgo como una defensa contra su protegido, como un recurso frente a la amenaza a su poder que entraña la poesía". No es tampoco casual que los poetas sean víctimas predilectas de las más intransigentes regresiones de la historia. Han llenado cárceles, han desfilado ante pelotones de ejecución y en el mejor de los casos han visto arder sus versos en hogueras de barbarie. Baste a la memoria los nombres de García Lorca, Miguel Hernández, Víctor Jara, Pablo Neruda, Oscar Wilde, Verlaine, Boris Pasternak, Vladimir Hölan, Sade, Juan de la Cruz, Ed Sanders, Allen Ginsberg, Bertolt Brecht, .... y un largo y maldito etcétera. Esta tensa y desigual relación entre la Poesía y el Poder Político se manifiesta con toda su descarnada crueldad en los momentos álgidos de enfrentamiento social. Ahora bien, en el llamado "estado del bienestar" este enfrentamiento es más sutil, más refinado si se quiere, pero no menos real. Como dice Enzerbsberger, el Poder necesita de alguna forma silenciar de manera no violenta su propio cuestionamiento. Y si la tenaza económica, si la marginación social no surten efecto, siempre les queda recurrir a su máxima más baja: "Todos tienen un precio". De esta manera podemos asistir en la actualidad a una auténtica pantomima de la poesía, poesía preciosista y retórica, poesía sin alma ni pasión, una poesía escrita desde el ocio y para el ocio. Los poetas no llegan nunca a ser ricos, ¿cuál es su precio?, son exhibidos como pequeños prodígios en círculos políticos, ya no son los malditos bastardos del poder, el precio del éxito fácil es suficiente para tenerlos todo el día dando saltos alrededor de algún notorio. Como dijo Gibbon, hablando con la irónica sabiduría de la Ilustración, "entre los pueblos civilizados la poesía es más bien una diversión de la fantasía que una pasión del alma".

Cuando el Poder ha destruido cualquier forma de identidad para establecerse como tal, sólo teme al individuo. Es así como el poeta se convierte en un ser incómodo y provocador para el mismo Poder. No son menos crueles las dictaduras económicas que las políticas, ambas siguen el mismo principio: el miedo. Miedo a perder la libertad, miedo a perder el trabajo que da la libertad... en definitiva el miedo que desintegra la conciencia colectiva y convierte al colectivo social en parte viva de esas dictaduras. La poesía se convierte entonces en una resistencia a ese miedo, Martin Bubber la llama "la más íntima de todas las resitencias, la resistencia ante la soledad colectiva, la soledad de la masa". Se nos ha querido vender demasiado rápido cuanto es bueno y cuanto es malo, cuanto es bello y cuanto no lo es. Existe demasiada prisa en crear unos cuadros de referencias para controlar lo que nunca necesitó de leyes ni principios. Se nos quiere hacer ver la cultura a través de escaparates megalíticos, cuando lo que necesitamos es una cultura viva, una cultura con señas de identidad propias y no con banderas redentoras. Es necesario perder este miedo ancestral al Poder. “Es en los detalles donde hay que buscar a Dios”, les comentaba el historiador de arte Aby Warburg a sus alumnos. Es en los detalles, en las “pequeñas hojas de hierba” de Whitman, en donde reside la poesía, donde se dignifica la condición humana y desde donde se puede construir una nueva cultura bien cimentada en la solidaridad y el auténtico progreso, el que permite transformar el estiércol en riqueza. Lo demás no es ni siquiera estiércol.

Huelva, 5 de febrero de 1994

* Palabras con las que concluye William Carlos Williams la introducción para el poema “Aullido” de Allen Ginsberg.

( Uberto Stabile, en Empire Eleison, libro que tenéis completo aquí )

Editado por quique, el día 05 Noviembre '06 - 23:18, en Poemas.

Han dicho algo al respecto:

Comentario de vicesátrapa Ph - 08 Noviembre '06 - 17:45



Compañeros todos:

Con alguna seguridad se podría negar que sea la estrategia del mecenazgo la que discipline las filas de los Artistas hoy. Por más notorio, público y aún escandaloso que sea la distribución de honores, premios y otras prebendas dentro de los diversos círculos (Literarios, Pictóricos, Museísticos…), no lo es menos que el mecenazgo supone la existencia de un Poder Mecenas, visible para todos, que reparte los premios.

El imperio casi total del actual sistema capitalista hace que el mecenazgo no sólo no sea necesario, sino que sería contraproducente para los intereses del Capital. Las condiciones materiales en que funciona el Espectáculo Total del capitalismo valida, en primer lugar, como bueno cualquier forma creativa que se pueda consumir y como mejor aquellas que se consuman de forma masiva. Hoy existen, por ello, infinidad de Obras Aptas para el Consumo: libros y pinturas comunistas, performances anarquistas, libelos fascistas, etc. se igualan en el momento en que son bienes de consumo. Obviamente son aplastantemente mayoritarios los discursos simbólicos que avalan las tesis del capitalismo (desde un poema de L.A. de Cuenca hasta la recientemente famosa serie House, pasando por un anuncio de Coca-Cola), pero (hoy por hoy) ninguna obra creativa se produce o distribuye fuera de la lógica del Capital. Y esta estimula la creación de identidades individuales y la integración social vía consumo.

El Capital es un poder concreto, ejercido de formas concretas, por clases sociales concretas, con condiciones materiales concretas. La postmodernidad se esfuerza por convencernos de lo contrario diariamente, y en tanto lo consigue, triunfa el Capital.

El Capital descubrió hace tiempo que podía asegurar su dominio sobre los discursos (y, más importante, convertirlos en mercancias reales y beneficiosísimas) si controlaba sus condiciones de recepción. Esto lo sabemos todos. No importa qué se diga, sino lo que se entienda. El Capital controla cómo se produce, cómo se distribuyen y cómo se recepcionan los discursos (un buen ejemplo, puntual pero claro y de fácil analogía con otros contextos, podría ser el estudio de Ecologistas en Acción sobre valores capitalistas en libros de textos http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/p..).

La producción y distribucción de discursos es una de las tecnologías de poder fundamentales del capitalismo.

Esta tecnología de control, que no precisa ni de censura ni de mecenazgos, como otras cruciales para el Capital (el modelo económico especulativo, la fabricación de armas y mantenimiento de ejércitos, el control de medios básicos de subsistencia, etc.) es completamente ajena al control de los Estados. Por otra parte, el sistema Espectáculo/Consumo pibota en gran medida sobre la construcción de las Identidades Individuales, sobre la construcción de Masas de Espectadores Individuales (sobre esto ha reflexionado profundamente el feminismo postmoderno y la teoría queer, por poner dos ejemplos). Menos Estado y más Individuos es una ecuación de la que se sirve el Capital.

Por ello, esta vicesatrapía insiste denodadamente en un aspecto tal vez menor, pero no carente de importancia: la idea del Creador Individual, del Artista, y en nuestro caso, del Poeta, como instancias de producción y distribución capitalistas.

En las actuales condiciones, Poeta es una instancia que apuntala el Capitalismo simbólico (y en menor medida, el económico), porque pertenece a la esfera de producción y distribución capitalista.

La pregunta sería, pues ¿cómo construir una instancia de producción y distribución de discursos que no fuera capitalista, que no tuviera nada que ver con el Autor, el Artista, el Poeta…?

Ubú les proteja. Lenin les inspire.



Comentario de Fructidor () - 10 Noviembre '06 - 16:56



Estimados todos, vicesátrapa PH:

“La pregunta sería, pues ¿cómo construir una instancia de producción y distribución de discursos que no fuera capitalista, que no tuviera nada que ver con el Autor, el Artista, el Poeta…?”

Su pregunta nos conduce al Nirvana. Meses después, años después, siglos después que el individuo Sidharta abandonase el palacio paterno para dirigirse a la busquéda del no yo y de la evitación posible del sufrimiento.

Hace varios años que Fructidor escribe sobre el calendario revolucionario francés habiendo distribuido (él, no yo) sus versos entre los amigos. Todo esto dicho desde el esquizoanálisis y el narcisismo más agudo.Sin descuidar la deconstrucción, la antipsiquiatría y cualquier anti. Incluso la relación antipoder versus perverso polimorfo.

No estamos en la hora de Termidor, lo siento, sátrapa termidor, es una opinión obscenamente individual la mía. Nos hallamos en la hora de Brumario, sin que eso implique que no se deribe en cualquier momento, en cualquier lugar del mapamundi a la hora de Termidor sin la intervención de Lenin.
– Carlos Marx escribió El Capital y fundó el capitalismo, dijo mi profesora de Historia de alguna España.

Entonces lo escuché como algo chocante. Qué ignorancia la mía. Esa señorita era una avanzadilla.

Hoy no debemos desdeñar el bien que ha hecho el marxismo a las ideologías capitalistas. Hemos conseguido, compañeros, de cada cual según sus posibilidades, y el capital a cambio obtiene de cada cual todas su necesidades, ¿no es una aportación fabulosa al darwinismo social?.

El capital ha conseguido, compañeros, un reparto justísimo de la riqueza y de las propiedades, jóvenes de hasta treinta y tantos años viven felizmente en comunidad con otros compañeros, pagando cada uno el alquiler de su pequeña y proletaria habitación.

El lumpen, mucho más allá de las espectativas marxistas, es un lumpen ilustrado.

No tengo la menor idea que es lo que apuntala un solo poeta, pero me gustaría averiguarlo, me lo pregunto a diario.

Y por fin, estimando que “partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria” saludo al grouchomarxismo como el primer germen de pensamiento anarquista derivado del colonialismo.

Un saludo desde 14 Brumario, faltan cuatro días para que Napoleón llegue a Santa Elena. El autor de los meses del calendario fue ajusticiado por sus propios compañeros.

Un saludo, y felicidades a Stabile por su clarividencia y contemplación visionaria de lo dantesco posible.

Fructidor (el otro)

P. D. : Como ve vicesátrapa Ph no puedo responder a su pregunta pero espero sus opiniones con el máximo interés.



Comentario de Fructidor () - 10 Noviembre '06 - 17:26



Otrosí, no tengo nada que objetar al W.C.W, no creo que nos hallemos al fin de la Historia, esta es una falacia (la del fin de la Historia) que promueve la decadencia y el desencanto. Nos hallamos, en efecto, ante otra curva de la Historia.

Repito mis más sinceras felicitaciones a Uberto.

Fructidor fructidor



Comentario de Sátrapa Mesidor - 10 Noviembre '06 - 21:33



Etimado fructidor;

He de reconocer que a pesar de que esta insignificancia cometira antaño la insensatez de leer los anti-edipos y las mil mesetas, de haber admirado a Laing, Derridá e incluso a Julia Kiristeva, me cuesta seguir su discurso. Dudo mucho que su insignificancia Ph, apunte a ningún nirvana, sino a instancias más mundanas y materiales. Permitame decirle que confunde usted el Yo, sujeto de la enunciación, es decir cualquiera (ya que le gustan las referencias doctas consulte Hegel), con el Individuo (sujeto fundamentalmente de enunciados, realidad de realidades: sigamos con las referencias y consulte Lacan, si es que le gustan los palabros, y encontrará algo al respecto en la construcción de la identidad, aunque yo le sugiero simplemente a Kant, para distinguir entre sujeto trascendental, cualquiera, y sujeto empírico, necesariamente cosificado por pertenecer al ámbito de lo fenoménico). Nada tiene la congregación en contra del sujeto de la enunciación, aunque prefiera la primera del plural a la del singular (al fin y al cabo somos nosotros los que decimos yo). Pero he de reconocerle que el discurso es más político que ontológico y nada tiene de misticismos pseudo-orientalistas.

Ya que menciona usted la historia, supongo que no habrá caido en que la poesía no dependió de la autoría personal en todo momento, y que el boca oreja era un medio de difusión ajeno al Capitalismo; a ese teléfono escacharrado le debemos probablemente la mejor lírica posible ¿quién la compuso? desde luego no un poeta.

En cuanto a lo del Marxismo no se me ocurre qué decirle (tenga en cuenta que sus insignificancias no sotienen opiniones, es decir algo que se piensa pero no se sabe si es cierto, por lo tanto no nos las pida; tenemos certezas, dudas y argumentos para ambas, pero no somos tan insensatos para ir por ahí esgrimiendo opiniones personales; el conocimiento no es cosmética, y no hay que tenerle miedo al error). Le diré que es interesante el ejercicio de sobreodentificación que usted lleva a cabo, pero se me escapa su propósito.

Supongo que sabrá usted que el calendario republicano Francés no tuvo un solo autor; fue obra de matemáticos y astrónomos (creo que un Laplace andaba por allí) aunque creo que usted debe referirse a Fabre d’Églantine que fue el poeta que dio nombre a los meses y los días. También Robespierre fue ajusticiado y éste mando ajusticiar a Anacharsis Cloos. ¿Y bien? Por desgracia parece que andamos lejos, muy lejos de Brumario, instalados en algo peor que el Antiguo Régimen, el IV Reich, que poco a poco va tomando forma de un feudalismo tecnicolor y telemático. !Ay, cuanto se echa de menos a un Napoleón auto coronado y mandando al carajo un día de nivoso el calendario republicano, en estos tiempos de posmodernos deconstructivismos y personalismos hermeneúticos!

Disculpe la incoherencia de esta respuesta, es la única que de momento puedo darle; le agradezco que escriba al menos unas cuantas líneas para exponer sus consideraciones, pero permitame, desde la más fraternal amistad, que le pida, que pese a proclamarse usted anarquista, su discurso fuera menos anárquico – Nada hay de anárquico en la obra de Kropotkin. No conviene confundir anarquismo con anarquinaje.

Esperando con ilusión una más detallada exposición de su parecer, se despide cordialmente
su insignificancia el Sátrapa Mesidor.



Comentario de Fructidor () - 10 Noviembre '06 - 23:11



Estimado Mesidor:

No me hable usted de Kant a quien leí sin uso de razón. No confundo yo con individuo, no confunda usted persona-máscara con ninguna otra cosa. Ni el yo con el sí mismo.
No creo que Fructidor (el otro) tenga afanes pseudorientalistas, es persona sensible (en exceso) que le gusta intercambiar personajes históricos en las contiendas. Ejemplo:

Te cambio un buda por un robespierre, y así (que cuando se lo cargaron no lo lloró su madre).

No sé que es lo que le hace deducir que me declaro anarquista. Me suelo declarar en privado y no me suele ir bien.
Kropotkin era un príncipe, por tanto, puede que no se le note lo mucho que le importaba el reino de la espiga, así grosso modo.

Sátrapa Mesidor, entiendo que eche de menos a Napoleón, que no le agrada a usted amanecer con Bakunin. Aquí no gustó mucho el señor Botella (¿tuvo algún descendiente-a?, creo que no) y aunque la cosa se dirimía entre afrancesados y castizos siempre hubo un pueblo-pueblo (ovejuno señor Orihuela, tiene usted toda la razón, saludos) dispuesto para el “Vivan las caenas”.

No me acuerdo de los astrólogos y demás gestores esotéricos de la confección de la Couture del calendario, pero del pobre Eglantine sí, que aunque mediocre, su persona-máscara acabó bajo la cuchilla como la de cualquier poeta de vecino que apuntala todo lo más su pluma (aquí ,Oscar Wilde, que la pluma, decía, pesa más que un adoquín, no lo dudo).

Qué quiere decir Fructidor (el otro), no lo sé , porque ahora se halla fuera del esquizoanálisis. Cuando vuelva le responderá por sí mismo. Pero creo que sus relaciones con Lacan son aburridísimas.

Mire, lo del IV Reich me preocupa mucho, porque todavía a Fructidor (el otro) le traumatiza el III y además cree que se encuentra en Brumario y no despeja niebla.
Por lo pronto, la Uni de Santiago le ha retirado a Franco su título Honoris Causa por no encontrarle talentos póstumos, por el bien de lo que Salamanca no presta, esperemos que esta última haga lo mismo. No sé si eso nos conduce al IV Reich o es el retiro de Le Pen.

Un saludo atravesando la noche de los tiempos

Fructidor fructidor



Comentario de sátrapa Frimario - 11 Noviembre '06 - 17:29



Me deja helado así que me cambio el nombre. Y sintiéndolo mucho he de reiterar la total incapacidad de esta insignificancia para comprender su discurso. Permitame el atrevimiento de presuponer que realmente usted no quiere decir nada, sino a lo sumo marear la perdiz (si me equivoco no dude usted en corregirme, y condescender a apearse de tan altas simas posmoderno literarias para ilustrar a esta humilde insignificancia anclada en viejos modos ilustrados). Si cometí la imprudencia de lanzarle a usted a la cara una serie de nombres propios fue simplemente para, siguiendo su ejemplo de sobreidentificación y abuso de la referencia docta, demostrarle que en ningún caso tal actitud favorece el entendimiento; como usted afirma, no es más que el viejo juego infantil de intercambio de cromos (éste sile, éste nole) y siento comunicarle, que por aquí pensamos que el conocimiento (siempre fruto del dialogo) no es contienda sin más (desde luego no lo es en el sentido de torneo); piense usted que el que pierde (es decir, ve sus argumentos invalidados en un diálogo) realmente gana al ser sacado del error. Pero quizá usted sí cree en el carácter cosmético del conocimiento y no entiende la tiranía de la opinión como no entiende que la idea de Autor-talento apuntala el sistema meritocrático que es justificación ideológica de la injusticia reinante.

Verá, todos somos mediocres y todos somos geniales; no hay héroes sino actos heróicos, y un sólo acto de bondad y contricción no elimina ciento de maldad y desprecio: esas son precisamente las cuentas del debe y haber de las posturas esencialistas del individuo. Sí tiene usted argumentos sobre algunas de las cuestiones que aquí se intentan tratar, le rogaría las expusiese con la mayor simplicidad que le sea posible. Si por otro lado lo que usted quiere es ver quien la tiene más grande sepa desde ya, que no puedo medirmela porque no la tengo, y si la tuviere preferiría darle otros usos.

Un saludo desde la claridad vespertina del día de hoy.

su insignificancia Sátrapa frimario de la vicesatrapía “Judas Tadeo” para la recuperación de las causas perdidas.



Comentario de Fructidor () - 11 Noviembre '06 - 23:33



“Pero quizá usted sí cree en el carácter cosmético del conocimiento y no entiende la tiranía de la opinión como no entiende que la idea de Autor-talento apuntala el sistema meritocrático que es justificación ideológica de la injusticia reinante”.

Estimado Frimario, le aseguro que no tengo ningún interés en marear perdices, que por otra parte, están en el imaginario colectivo de las mentes infantiles como pajaritos comestibles a la recherche de la felicidad perdida…me da igual lo que piensen Freud ,Lacan, o los medidores de cosas ( ¿no es su afirmación “el tamaño no importa” una especie de conflicto Desmond Morris sobre las cualidades del mono macho desnudo? ¿no menciona usted el poder en esa expresión? )
Lo que yo quisiera de verdad entender es qué entiende (valga la redundancia) usted por “conocimiento cosmético”. Porque la segunda parte de la parte contratante “el Autor-Talento apuntala el sistema meritocrático que es justificación ideológica de la injusticia reinante” requiere al menos una tesina, y una reunión sindical de escritores.

Tal vez desde ahí pudiésemos continuar un diálogo fructífero.Con la mejor voluntad.

Un saludo

Fructidor fructidor



Comentario de sátrapa Frimario - 12 Noviembre '06 - 20:40



Lo ignoro todo sobre el conflicto Morris (una prueba más de que la referencia mediante el autor no facilita el entendimiento: si usted expusiese aquí tal polémica, igual sabría de qué me está hablando y podría darle una respuesta). Jamás he afirmado que el tamaño no importara; la metáfora manida y de uso común, apunta a que no se pretende desde esta vicesatrapía jugar a ver quién es más guapa, más sabia o más lista, ya que estos son asuntos que carecen de interés. Se busca el entendimiento común y el común acercamiento a la verdad, nos importan los argumentos y los razonamientos. Usted insiste en llevar al terreno personal y aún personalista el debate, cuando se intenta discutir precisamente la noción de lo personal, entre otras cosas. Intentaré aclararle los conceptos que me pide.

El caracter cosmético del conocimiento: Entender la cultura como un medio de construcción de la identidad individual, elejir los autores, las lecturas, los pintores, las músicas, como quien elije un look en su tienda favorita de moda, como el que prefiere pepsi a coca, o camel a malboro. Es decir, utilizar el conocimiento como un modo de diferenciación personal en el supermercado del mundo. Es éste hoy el uso más difundido de la cultura y pasa necesariamente por vaciar de contenido todo producto cultural al convertirlo en mercancía (lo que importa aquí es su valor de cambio -simbólico en este caso – frente a su contenido material y su valor de uso. Se convierte el conocimiento en cosmética en la contienda de identidades del mundo intelectual, ya que no se confrontan argumentos, sino que el individuo se confunde con los conocimientos adquiridos llegando a entender cualquier crítica a éstos como una crítica personal. Éste es el imperio de la opinión, donde toda opinión es respetable (siempre supusimos por aquí que todas las ideas eran cuestionables y criticables) ya que individuo y opinión se confunden.

Qué sea usted feliz y coma alguna perdiz.



Comentario de Fructidor fructidor fructidor - 13 Noviembre '06 - 17:48



Eh, voila. He aquí como quienes parten y reparten premios y etiquetas (yo soy comunista, Vd. anarquista y aquel filibusteo) pide y suplica que el umbral del dolor-lenguaje se rebaje a la medida de su audición. Imagino por imaginar, que Vd. para poder decir lo que dice e intentar lo que intenta, precisa de tan manidas etiquetas, del orden de la frase, de los nexos y los embustes. Pero hete aquí que hay quien habla desde la esquirla, la fractura y la falla. Lo suyo es la vieja tectónica de placas, la Couture (del realismo social, aunque tanto daría que fuera desde la tecnología del pan consagrado) donde otros balbucen desde los atómonos prearistotélicos, y aún desde el plasma ígneo y destructor (sí, también desde el plasma sagrado de las pantallas extraplanas). Aquí dejo un “arg” entreplumado y siempre vendrá la Couture ha encorsetarlo.

Que los nombres propios no sirvan para entendernos no avala que ningún pespunte dogmático de la Couture marxista venga a poner los puntos sobre las estrellas. La revolución permanente trollskyana habita en otras fuentes y otras pléyades. ¿Anarquista seremos por esto? El nombrecito a los entomólogos les interesara. Pero bastante bien se sabe (si se supiera historia, incluso de la beatífica Internacional, se vería) que este es su oficio: disparar sobre lo inerme. Sea. Disparen sobre mí. Un padre de familia no es en realidad un padre de familia. Como un asesino no es nunca de verdad un asesino. Juegan, ¿entiende?, juegan. Un muerto, en cambio sí es de verdad un muerto. Ser o no ser, ¿eh? Ya sabe lo que quiero decir. No hay nada que se pueda ser excepto un muerto con tres metros de tierra sobre la cabeza. Lo demás es una comedia. Y esto también es una comedia. Todo esto. Todo lo que digo… una comedia. Creerá Vd. que estoy desesperado. Estoy interpretando la comedia de la desesperación.

Y gentes como Vds., con su préstamo de sabueso royendo eternamente el mismo hueso, desean suturar esta herida de la comedia de la desesperación.

El alarde suturante de que hace gala, esa confianza vidente en las conjunciones, aquella necesidad de orden y de encuentro en la intemperie es la perdición de lo único que se puede buscar y a lo que jamás se le pondrá nombre. Lo suyo es imposible no porque habite un sistema demodé, sino porque es un sistema y no se atenta contre el sistema para construir otro que tire menos de la sisa. Ya sabe: todos somos iguales, pero siempre habrá los que sean más iguales y más diferentes.

Mientras Vd. trata de poner en pie el edificio de lo bueno, siempre habrá habitantes de lo otro (fructidores otros de lo otros de los otros), desplegando su inaccesibilidad, su impedimento, su fuga, su esquizoanálisis y su demolición. Demolición sin empresa de demoliciones.

El mundo me duele como un hematoma. Todo rostro es una herida. Y habito en ese hematoma y en esa herida con el valor del que no necesita Couture ni realismo. Nunca emprenderé nada que ya haya comenzado y me aleje de ese dolor. Y sí, me vendo al capital y luego me lo introduzco por las fosas nasales, por el ano y por el sexo. Para no estar muriendo constatemente hay que morirse de una vez por todas.

La esperanza, la unión hace la fuerza, el cencerro de la vaca sagrada Utopía son emblemas de una empresa de sosiego. Un mito en pugna con otros mitos que desean dejar de ser mitos. Pero nadie les sacará jamás de ese círculo kármico y cómico. Petrum tu es, y sobre ti edificaré mi Iglesia. Habitar lo abierto a lo abierto nos aleja de un universo tan pétreo, sin la pesadilla florida de tantas razones y obediencias. Es también habitar el envés: la nada que en la nada se desmorona.

Se ofrecen todos Vds. como mensajeros de no sé qué esperanzas cuando no son más que nuevos constructores de catedrales y Kremlims. Ofertan como alternativa a la obscenidad del individuo sueños de un palacio para todos. Pero siempre habrá quien habite a la intemperie.

Todo lo demás es su imperio (imperio al fin y al cabo junto con otros imperios): una comedia que se toma en serio. He aquí porque el Buda siempre ríe.

Fructidor fructidor fructidor.



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