02 Jul '06 -"Maricones y bolleras también somos clase obrera"

La perplejidad/complejidad de lo que supone (por mencionarlo de alguna manera) la manifestación del orgullo gay es enorme. Cierto que la estrategia de lucha que nació en Stonewall ha acabado por convertirse en la construcción de una identidad gay (fundamentalmente masculina -y tal vez machista) que, a lo que parece, es fácilmente absorbible por el capitalismo más neoliberal y salvaje. También es verdad que la multicolor berkana, que trataba de simbolizar la diversidad sexual, corre el riesgo de ser una bandera más con que cubrir una indisimulada homogeneidad uniforme y normalizada. No menos acertado, y tal vez esto sea lo más grave, es que esta construcción de la aceptación vía "la pela rosa", sigue dejando atrás a las mujeres en todas sus condiciones, al tiempo que aceptando, en una parte importante, las reglas del juego del patriarcado. Al menos cuando se vive en el barrio Chueca de Madrid (como el que esto escribe), todo esto es más o menos palpable.

Sin embargo, entre las muchas personas que ayer celebraron (y rechazaron celebrar, como el movimiento queer israelita) el día del orgullo, siguen dándose voces de oposición a la regularización capitalista de la realidad; incluso desde posiciones, muy minoritarias, de corte marxista (el título de esta entrada era una de las muchas consignas que ayer se coreaban en Madrid, junto con otras, a la manera posmoderna queer: "Todos lo somos" o "La heterosexualidad es el opio del pueblo"). Por otra parte, traigo aquí de nuevo a colación el contundente poema de Pedro Lemebel -Chile- Manifiesto, donde se nos recuerda que el patriarcado y la represión homofóbica nunca fue patrimonio exclusivo del capitalismo, ni el nacionalcatolicismo, sino que estuvo presente en prácticamente todas las construcciones del socialismo real.

Para mayor perplejidad, también parece evidente que incluso el modelo de normalización (pseudo)capitalista de la homosexualidad (fundamentalmente masculina, insisto) ayuda, de manera importantísima, a mejorar situaciones perentorias respectos de la criminalización de las prácticas homosexuales. No olvidemos (ni heteros, ni homos, bis, trans, queers, etc.) que las prácticas homosexuales se condenan con la muerte en no pocos lugares y que, por ejemplo, aquí al lado, en Europa, en Polonia, la facción ultramontana en el poder manifiesta su deseo de criminalizar legalmente las prácticas homosexuales, con lo que las agresiones homofóbicas, durísimas, se practican a diario. Tampoco nos conviene olvidar que un rechazo frontal a esta suerte de (des)activismo rosa nos situa más cerca del muy organizado frente español homofóbico, intrasigente y ultraconservador Foro de la Familia (con toda la suerte de conexiones que este tiene con otras posturas ultramontanas), que de posturas emancipatorias, en todos los sentidos.

A veces hay que tener la valentía y la humildad de elegir. El que esto escribe lo hizo ayer sin querer (arrastrado por una buena amiga), y en la fiesta/manifestación de ayer volví a sentir que, bajo el amparo de ese signo aterrador del triángulo rosa, tenía mucho más en común con estos presuntos capitalistas rosas que con aquellos camisas negras.

No está de menos recordar, a manera de cierre de esta perplejidad que apunto aquí, que en el asunto del patriarcado, el machismo y la homofobia, para muchos también central en una ofensiva contra el signo del capitalismo salvaje en que nos toca vivir, está, sino ausente en la obra de los compañeros que por aquí paramos, sí desleído. Hasta el punto, última perplejidad, que cuando he felicitado a algunas amigas poetas sobre el enfoque feminista de su obra, estas se han desembarazado del término como si esa lucha fuera una antigualla. Lo que es, desde luego, harina del mismo costal.

Editado por dmg, el día 02 Julio '06 - 15:51, en Critica Comentario.