30 May '06 -Un fragmento de "La tumba de Keats", de Juan Carlos Mestre

Ahí os va un fragmento del que considero el mayor poema de nuestra literatura (no sabría decir muy bien en qué consiste esa "nuestra") en los últimos, pongamos, 30 años: el poema-libro "La tumba de Keats" (1999):

(...)

Me he perdido en la noche de un laberinto eléctrico,
el sufrimiento ahora son los cuerpos cubiertos con cartón,
la melancolía de los enfermos a la puerta de los hospitales, los bares inmundos,
todo lo que la transparente ideología de los gestos llama tribu de la noche,
la multitud indolente ante las verjas cerradas, el vapor de la pesadumbre.
Roma y las basílicas de Roma enchapadas de oro, la alhaja de los poderosos
contra la divinidad de los justos, el resplandor de los privilegios seráficos.
Roma como una piedra hambrienta en el cortejo diabólico,
los que se abrazan en la alucinación de las plantaciones de yodo,
los que escupen sangre sobre los mismos mosaicos que besó Virgilio,
el jardín de las hespérides donde el descendiente maya roba las manzanas de Juno,
los que se refugian entre las ruinas y entre las ruinas vagan en busca de patria,
los hambrientos a deshora que tras un largo viaje por toda propiedad declaran una bolsa de plástico,
. .
los que iluminados por la desesperación aguardan tras un muro al monarca blanco,
y ésa es entonces su abundancia de bien y ése es entonces el arroz que reparten los dominicos la tarde del sábado,
la tarde reservada a la compasión por los emigrantes del Este,
los miserables parias que cerca del foro de Adriano aguardan la resurrección del anciano Papa polaco,
el espejismo con el que se reviste la fe para sobrevivir,
cerca de los envoltorios con que se reviste la divinidad para sobrevivir,
Roma ha muerto y entre el desorden sexual de las cúpulas
la sombra de Shelley es un barco del que se arrojan contra el acantilado los albaneses,
la casta ínfima de los acosados por el hastío retórico de la justicia social,
los comensales de las copiosas sobras, los sedientos acosados por la policía.
Como la sustancia insomne de un cuerpo que se repone de la fatiga y considera toda ilusión despreciable,
hablas el dialecto de quien ha padecido un sueño, nombras la facturación de las aves,
ese encargo irrefutable del cielo, la extraña materia del sufrimiento hecha presagio en la bandada de pájaros,
eso dices, y mutuamente están en ti el díscolo y el salvaje,
mutuamente el cuerno de violetas blancas y el gancho en U del que penden los héroes,
en ti el que bajo la falsificación de las obsesiones visuales
niega su placer a la comida muerta, el que llama a Eva perra capitolina,
emperador con los ojos encharcados de mármol al apóstol de Cristo.
Ésa la curiosidad del que nombra ante la curia la erección de Trajano,
el que en la sala de los cónclaves declara: mi Vaticano es la tumba de John Keats,
y considera un ultraje el propósito de la eternidad ante el que se devoran los hombres.
Hablas, pronuncias esta bujía que ningún oyente entenderá bajo los códigos de la razón,
pero igual que estas piedras expían su lugar en la historia
y nadie es capaz de devolverles la semejanza de su trono perdido
y permanecen erguidas sobre la significante ruina de los palacios barrocos,
recubiertas por el estigma de la noche lunar, empapadas en lo vertiginoso,
lamidas por la felpa verde de la humedad insaciable,
así también has de permanecer tú, inmóvil en la fisura que hacen en otro rostro las lágrimas,
tú el indeciso que al dar dos pasos te desplazas fuera de mí y desconoces el regreso,
tú la dificultad, la venda helada que une al místico con el romántico,
la simpatía carnal entre la rosa de bronce y el ruiseñor que Alan Sydney Robinson oye en la muerte,
esa la agilidad del fakir bajo la ganzúa de Piranesi y su cabaña moral recubierta de yeso,
el oficio del arte para la aristocracia difunta, el hedor del privilegio feudal de los Caballeros de Malta,
las letrinas donde acuña su esfinge un imperio erigido sobre la violencia,
la posesión de los excrementos que rentabiliza la usura,
el ácaro de la mafia sobre las alfombras de la judicatura
y el gobierno de los mercaderes sobre los restos de la democracia.

(...)

Editado por quique, el día 30 Mayo '06 - 18:20, en Poemas.

Han dicho algo al respecto:

Comentario de dmg - 31 Mayo '06 - 18:11



Este poema de Mestre (gracias por darlo a conocer) me recuerda (salvando las distancias y honrando cada cual sus propios amores) a aquel otro “Aumenta la criminalidad infantil en los EE.UU.”. Las resonancias entre ambos son quizá más de ritmo (y del tipo de imágenes) que en otros aspectos, pero al menos yo las percibo. ¿Conoces el poema al que me refiero?



Comentario de Ramón Satrústegui () - 03 Junio '06 - 18:37



Sobregogedor,hasta hoy no había leído nada de Mestre, solo lohabía escuchado hace poco en la Estación Azul un programa de poesía de Radio Nacional Nacional leer un poema a Amiri baraka el líder del movimiento de los derechos civiles de los afroamericanos, realmente espectacular, y que no sé si lo tiene publicado en libro. Buscaré más cosas de este raro, gracias por la pista.



Comentario de Quique - 06 Junio '06 - 19:55



Querido David:
no, no conozco ese poema (“Aumenta la criminalidad infantil en los EE.UU.”): ¿nos lo subes?

Querido Ramón:
tienes reproducido un buen fragmento de “La tumba de Keats” en el chileno “Cyber Humanitatis” (núm 16), en:
http://www.uchile.cl/facultades/filosofi..

Otro poemario recomendadísimo de Juan Carlos Mestre: “La poesía ha caido en desgracia” (es del año 1992, publicado en Visor). También tienes publicado (en Calambur, reedición de 2004) su libro “Antífona del otoño en el Valle del Bierzo” (esta edición se acompaña de un cojonudo CD-Rom con poemas de Mestre musicados por Amancio Prada, Luis Delgado, Pedro Sarmiento y otros).

ánimo y salud

q.



Comentario de dmg () - 08 Junio '06 - 11:19



Buscaré, buscaré los poemarios (sobre todo en papel), en cuanto esta ciudad en que vivo me dé un respiro.

Por supuesto, los parecidos entre el poema de Mestre y este que sigue (Aumenta la criminalidad infantil…) son fundamentalmente atribuibles a la cabeza de quien esto escribe. En cuanto al texto de Cortázar, lo interpretábamos en los primeros chous del MLRS. Pronto dejamos de hacerlo porque sentíamos que ese tono (no sé cómo calificarlo, aunque creo que lo comparte con el de Mestre), especialmente intenso, lavaba el resto de las lecturas/reinterpretaciones.

He aquí, Cortázar:

Aumenta la criminalidad infantil en los Estados Unidos
(Según informa la prensa)


Una moneda cae cara o cruz
como la cruz de Cristo o los ladrones,
como la cara cae gracia o sombra
como la luna cae estatua o perro,
y al pie de ese deslinde
vela la Gran Costumbre

La Gran Costumbre con capucha de avestruz vela al pie del deslinde
para que una moneda caiga siempre cara
y toda cara siempre sombra caiga,
para que toda cruz sea Cristo,
para que el pie no salga de su huella vela la Gran Costumbre,
vela con largos dientes colgando sobre el labio cuneiforme,
baskerville, elzevir: el Código, ese nombre
del hombre vuelto Historia.

-Salud, maravillosos niños norteamericanos
llamados a lavar la lepra hereditaria,
irrumpiendo en la sala cuando el padre y la madre miraban la TV
con una sana, perfecta puñalada, con un fierrazo en las cabezas
donde Kolynos o Goodyear vaciaban sus gusanos de manteca podrida.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a Dick pecoso y sucio,
y a Lana Turner junior, capaz de hacer lo que no hará la silla eléctrica.
Salud, jóvenes héroes, asesinos de un tiempo proxeneta.

Legítima defensa, muchachito, están tratando de violarte,
te acorralan
con un bozal de enciclopedias, promoción y De Soto,
con el dentífrico perfecto, el telegrama en fórmula de lujo,
con discos de Sinatra o del Cuarteto Húngaro,
ve, gánales de mano,
no te vendo palabras, mátalos de verdad para que vivan,
quiero decir: arráncalos de cuajo,
haz pedazos la rueda de las ruedas, destruye a escupitajos una historia
que masturba sus monos al ritmo de las máquinas de Time,
que entroniza princesas de ruleta católica,
que engendra putas para despreciarlas desde el lecho legítimo
con un desprecio que no irá jamás a un almirante o a un obispo.
Oh niños asesinos, oh salvajes antorchas
fulminando a las tías comedoras de estampas y pantallas floreadas,
a los abuelitos con medallas de honor en la entrepierna,
a los papás que pontifican experiencia,
a las mamás que cosen los botones con aire de martirio.
Una lata de nafta, un fósforo y se acaba: la hoguera es una rosa,
la noche de San Juan empieza, hosanna!

Mientras se viva así, en la Gran Costumbre,
mientras la historia siga su cópula gomosa con la Historia,
mientras el tiempo sea hijo del Tiempo
y preservemos las podridas efemérides
y los podridos héroes de desfile,
las caras serán sombras, las cruces
serán Cristo, y la luz el amargo kilowatio, y el amor
revancha y no leopardo.
(Algunos, pocos, viven desacostumbrándose.
Los matan a montones, pero siempre hay alguno
que escapa, que espera a la salida de la escuela
para alentar al colegial de ojos de hielo
y regalarle un cortaplumas).

J. Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos, Tomo I (SXXI editores).



Comentario de Juan Perez Carrillo - 13 Junio '06 - 18:10



dandole vueltas me he perdido en el laberinto, he buscado el libro de Mestre, que por cierto tiene agotado hiperión, y bueno, una de cal y otra de arena, el poema largo es extrordinario en su dicción pero, pero, pero, ese intento imposible, via Pasolini, de intentar congeniar cristianismo y marxismo es total mente inutil y fuera de lugar, pues son dos tesis antiteicas e irreconciliables, Mestre pretende un humanismo cuya ruina es manifiesta y cuyos resultados serían, aparte de imposibles, de unas consecuencias terribles dada la herencia del marxismo del que no queda nada que rescatar. es una pena que el libro se enfangue tanto en la ideología y salve a los prohobres, publicos y anonimos, del llamado pensamiento de izquierda, mientras denigra, por decir lo menos, a una institución tan respetable, en el pensamiento humanista de hoy, como el vaticano.



Comentario de Alberto_García-Teresa () - 16 Junio '06 - 02:33



He mirado en el ISBN y he encontrado otra edición de este poemario, de 2004, en Lunwerg Editores. Cuenta con fotografías de José Antonio Robes Cuadrado y cuesta, uf, 38 eurazos. Me temo que no es una alternativa a la edición de Hiperión. Espero que lo reediten.



Comentario de Luis Gonzalez S. () - 19 Junio '06 - 21:07



Amigo Juan pues a ver si encuentras la salida del laberinto, plantear a estas alturas la honradez espiritual del Vaticano es un empeño tan inútil como, perdón, desafortunado, al menos para alguien con una mínima conciencia crítica de época. No creo que Mestre intente reconciliar nada, es más, creo que su libro que he leido con máximo interés, disuelve precisamente el discurso ideológico dominante con su princi`pal acierto, el de hablar desde la interioridad ética del ciudadno anónimo y plural, desde el lugar sin héroe, desde la alianza con las victimas del poder, y saber, ideológico. quiero recordar un verso de Mestre que dice más o menos así: mi Vaticano es la tumba de John Keats. Pues eso, señor Pérez Carrillo, tome nota de lo oído tras los funerales del romanticismo.



Comentario de luis arias () - 28 Diciembre '06 - 18:59



estupendo poema,ciertamente,



Comentario de Plusvalíadelaestrella () - 29 Diciembre '06 - 00:00



si al menos tú estuvieras viva en la desobediencia de quien no ha hecho ningún pacto…

Juan Carlos Mestre



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