01 Jul '09 -Un poema de Antonio Orihuela
A su abuelo, como al general,
no le temblaba el dedo
cuando señalaba a quien había que llevarse por delante.
Más de quinientos,
mujeres y niños incluidos,
asesinaron en las tapias del cementerio.
A ver si así se les quitaba a los rojos las ganas de tocarles los cojones.
El nieto
se contenta de momento
con denunciar a mi perro por ir sin bozal ni cadena.
Excelencias de vivir en democracia.
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