Mostrar menú / Recargar
Una aproximación a la poesía en resistencia.
La palabra itinerante.
I
Seguir la corriente, sumar ruido al ruido, incluirse en la tramoya , en la
farsa, en el escaparate de los discursos huecos, vanos, innecesarios,
narcisistas, es cómodo, es fácil (basta afinar con la clave vacía, con las
formas autorizadas y recomendadas de banalidad, y su temperatura exacta), es
cobarde, es injusto, y es una pena.
Por eso múltiples resistencias hilan y exponen sus discursos y sus actos de
insumisión cívica, ejercicios de conciencia práctica, de pública reflexión. Los
textos con tramas y pretensiones artísticas no pueden ser indiferentes al estado
de las cosas, no deben (auto)silenciarse ni silenciar la permanente construcción
de un mundo injusto. Por todas partes numerosas minorías hacen asomar sus
tentativas, sus voces, y hacen evidente el conflicto en un mundo que tantas
veces se nos quiere presentar como terminado e inamovible.
II
Poesía en resistencia es un concepto escurridizo -voluntariamente escurridizo-,
borroso, permanentemente en fuga, (pero) que tal vez pueda ser útil para
agavillar las prácticas literarias y vitales de algunos autores y
sensibilidades: numerosos poetas repartidos por todo el Estado, colectivos
sociales y culturales, publicaciones... que parecen tantear similares búsquedas
estéticas y sociales e investigaciones en los procesos de creación y difusión de
la expresión artística.
Une a estos implicados: una conciencia de la responsabilidad y de la función
social de los discursos estéticos y de quienes los fabrican; un compromiso
decidido con la hondura, honestidad y alcances comunicativos (conscientes e
inconscientes) de las prácticas estéticas, y sus búsquedas; una confianza en la
utilidad de las palabras para hacer: para negar los tendenciosos discursos que
hace imperar la Dominación, y construir así fisuras, posibilidades, dudas,
indefiniciones que permitan la interrogación y la reflexión; una fuerte
implicación con el entorno y sus conflictos, con las experiencias de
sufrimiento, injusticia y opresión, partiendo desde la vivencia local y
no-espectacular; en este último sentido, comparten una especial preocupación por
la expresión libre y reflexiva (¿De qué sirve la libre expresión de un
pensamiento esclavo?, nos advertía Juan de Mairena) de aquellos que menos
probabilidades y recursos tienen para hacerlo, promoviendo tiempos, espacios y
prácticas que la permitan. Les une asimismo la creación y/o participación en
redes de trabajo, apoyo y colaboración para conjugar esfuerzos de pensamiento y
acción y hacer más eficaces las propuestas aisladas, procurando la superación
con ello de egoístas y estériles lógicas individualistas: huyen pues de la
sacralización de la autoría, el solipsismo, la resignación y sus componendas – o
las componendas y su resignación-, y otras formas de conservadurismo; les une
también, creemos, la pretensión de centrar el protagonismo sobre la creación
textual y no sobre su autor, y al mismo tiempo, la búsqueda de mejores prácticas
para accionar el texto, para ponerlo en juego y realizarlo socialmente, para
conseguir el desarrollo máximo de sus potencialidades de revelación y
alumbramiento. Esquivan por tanto los rancios rituales huecos y su cenicienta,
aburrida, mortuoria impostura .
No es el objetivo de estos escritores obtener un hueco personal en el
Espectáculo, un pequeño lugarcito de gloria en el informativo, en el cambalache
del mercado y sus etiquetas. Por el contrario, su condición de personas
dedicadas a la escritura les obliga a asumir con rigor ético y compromiso moral
el difícil y conflictivo equilibrio entre supervivencia económica y rechazo del
orden y lógicas institucionales y espectaculares, tratando de mantener en lo
posible sin merma ni negociación sus objetivos y prácticas.
III
¿Cómo desarrollar proyectos de acción, difusión y realización de poesía en
resistencia y hacerlas conciliar con unas estructuras sociales y culturales
profundamente penetradas, contaminadas, por poderes y discursos desactivantes,
paralizantes, pacificadores, vaciadores de sentido? El método más común entre
los poetas en resistencia es el de la guerrilla: incursiones rápidas en
territorio hostil para cubrir los objetivos, y luego regresar a terreno seguro.
Como decía un músico de jazz: Llega, toca, lárgate. Se trata de usar el
Espectáculo tratando de inyectar vida y negaciones en el vaciado de discurso que
le es propio sin instalarse en su lógica. Se trata asimismo de buscar y
encontrar lugares y ocasiones propios y propicios para maniobrar. Más allá de la
queja contra el mercado, más allá de la resignación, más allá de lamentar que el
poder no ceda, no conceda, sus lugares y sus tiempos: multiplicar los frentes y
las posibilidades, compartir o crear nuevos espacios, distintos espacios y
tiempos, ajenos o periféricos a la Dominación, y recuperar aquellos que
creemos/creen que nos han arrebatado. Se trata pues de inventar formas y
actividades más allá de los rituales heredados (otras maneras de entender la
publicación, la recitación, la pedagogía literaria...), y, en la confrontación
con lo institucional, rechazar posturas de absoluta deserción –asumir la
marginalidad es muchas veces callar- y por supuesto rechazar las de absoluta
dependencia –que es casi siempre callar-.
IV
La poesía en resistencia es una poesía desafío, una poesía tentativa. Lo dijo
Deleuze: No hay lugar para el temor, ni para la esperanza. Sólo cabe buscar
nuevas armas. Nuevas armas: incendios propagándose desde los márgenes. Es,
también, una poesía en derrota –necesariamente en derrota-, pero, siguiendo a
Claudio Rodríguez, nunca en doma.
V
Proponen estos autores acudir a la cita cotidiana con el mundo con la voluntad
de distinguir, sentir y participar de la verdadera vida, la que emerge bajo
simulacros y falsificaciones, y hacerlo colectivamente, compartidamente. Esto es
ya una vivencia de la transformación social, un latido de otros mundos posibles.
Practican pues un conflictivo y violento diálogo con/contra la capacidad
devoradora de sentido y verdad que tienen las ideas y los nombres que sustituyen
a la experiencia y la materia, enmascarándolas.
El primer y más constante combate (además del ya citado, el que mantiene frente
al lenguaje) que emprende el poeta en resistencia es el de sí mismo contra sí
mismo, el de su propia transformación. Luego, esta lucha será materia para su
expresión. Podrá así contarla, compartirla, tomar nota de las dificultades y dar
fe de barreras y posibilidades, y hacerlo, como es su labor y ambición,
levantando incendios en los matorrales del lenguaje (Nietzsche). En poemas que
persiguen intensidad emocional y comunicación verdadera. En poemas que combinan
el arañazo al pensamiento y el corazón, esa punzada luminosa que tiembla en las
entrañas, con el compromiso: el señalamiento y la denuncia de las heridas y
opresiones de nuestro tiempo, haciendo, así, a partir de la palabra, un acto de
cuestionamiento de la Realidad.
La poesía en resistencia es una búsqueda de la voz común del poema útil: esas
pocas palabras que nos convocan y nos incluyen, y nos ayudan a vivir. Es,
siguiendo a Agustín García Calvo, intentar dejar que la voz común hable de veras
contra la Realidad, aunque sea a través de mi boca o de mis manos. Es tratar de
vivir mereciendo nuestras ansias: vivir poéticamente, dejarse arrastrar por la
aventura de lo que no está hecho, de lo que no se sabe.
VI
Toda poesía es social. Toda poesía es política. Todo acto de discurso parte de
unas premisas, de un marco, de unas circunstancias históricas y vitales, de unas
intenciones. Los poetas en resistencia intentan –se hizo siempre, se está
haciendo, siempre se hará- una poesía (social) ambiciosa en su capacidad
comunicativa y esforzada en su lucha cuerpo a cuerpo con el idioma.
Y, ¿cómo encontrar una comunicación transformadora? (y para explicar qué es
comunicación transformadora Jorge Riechmann nos regala esta hermosa cita de René
Char: Hacer soñar largamente a quienes por lo general no sueñan, y sumergir en
la actualidad a aquellos en cuyo espíritu prevalecen los juegos perdidos del
sueño). Trabajando. Trabajando duro. Y tratando de hacerlo cada vez mejor. Y
para ello aprender con otros, junto a otros. Para ello, dice Foucault: Crear y
recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso: eso es
resistir.
VII
Poesía en resistencia no es una poesía instrumental: No está al servicio de
nadie, de ninguna idea o entidad, respira desde la conciencia, desde esa herida
abierta, en guerra, que llamamos conciencia.
La poesía en resistencia no se justifica por la inocencia (¿quién es inocente?)
de sus ideas o sus buenas intenciones. Sólo su acierto poético puede convertirlo
en buena poesía, en poesía útil, necesaria.
Y sí, la poesía en resistencia se sitúa contra la poesía del bienestar, contra
la poesía cómplice con el estado de las cosas. Y lo hace realizando su trabajo,
afinando y afilando sus versos navegables. Prescindiendo de polémicas gratuitas,
de estériles y rutinarios coloquios agotados.
VIII
La poesía en resistencia está en permanente cuestionamiento, su
conceptualización no es una etiqueta, es un marco borroso donde indagar, seguir
buscando líneas de fuga, potencialidades, nuevas acciones.
Poesía en resistencia no es un concepto que quiera solidificar magmas ni
enjaular nombres o voces. Es una pista donde aterrizar para armarse de
combustible. Es una manera de señalar, con un vistazo, ciertos, múltiples
vuelos.
Poesía en resistencia es un puñado de inquietudes diversas que aprenden de sus
diferencias, y que saben que lo que realmente importa es lo que les une, si esto
es raíz y es savia.
Poesía en resistencia es proceso abierto, en construcción. Usted también puede
ser un poeta en resistencia.
IX
Queda mucho por hacer. ¿Quién quiere jugar a desnombrar y a nombrar de nuevo
todo, preguntando de todo por qué? ¿Quién quiere apostar por la ternura y sus
violencias, por la confrontación que pone la comprensión como factor en juego, a
la búsqueda? ¿Quién quiere tantear sus límites, abrazar sus dudas, abrir los
ojos al conflicto y su desgarro, y frente a él, dejarse el tiempo -la vida- en
la respiración de un verso, en su horizonte, en su llama?
Queda seguir cuestionándonos sobre el lenguaje y el hecho creativo, sobre las
violencias constantes y criminales que nos asolan y acechan, sobre el amor y el
desamor, sobre el tiempo y su injusticia, sobre la belleza, sobre los frentes de
lucha abiertos contra la opresión.
Queda seguir escribiendo por amor. Escribir para entender el mundo. Escribir
para cambiarlo.
|