¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                   Una vez, las mentiras sobre el 11-S 

                   

        Mentira la verdad. Una excelente justificación de los neoconservadores para desplegar una guerra preventiva a nivel mundial y ampliar su poder geopolítico. 

Bush ya no sabe como ocultar la verdad 

Víctor Ego Ducrot / Agencia Periodística del Mercosur - Mariátegui
 24/09/07 

Desde un primer momento lo afirmamos. Bin Laden es hombre del poder estadounidense y los atentados surgieron desde dentro mismo del gobierno republicano. Ya no lo pueden ocultar. 

Una vez más, como todos los años desde el 2001, cada víspera del 11 de septiembre, tanto la Administración de George W. Bush como el complejo mediático-militar-financiero inundan los ojos y los oídos globales con las mismas operaciones de prensa, alertando sobre los peligros que corren Estados Unidos y el mundo frente al "terrorismo" de un Osama Bin Laden muy devaluado, y para quién en esta oportunidad hasta fallaron los productores periodísticos, tanto que en su último famoso video se olvidaron de encanecerle las barbas. 
El año pasado, la cadena CNN cometió un desliz. Difundió, no durante mucho tiempo, una encuesta que había realizado acerca de la epidermis receptora de los estadounidenses. Arrojo el siguiente guarismo: el 87 por ciento de los consultados no cree en la versión oficial sobre lo sucedido el 11 de septiembre de 2001. 

En forma inmediata, y por orden de la misma Casa Blanca, esa encuesta salió de pantalla, y nunca más volvió a hablarse de ella. 

Hace pocos horas, un despacho de la agencia francesa AFP daba cuenta de una medición realizada por la compañía Zogby Internacional, según la cual seis años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 la mayoría de los estadounidenses califican al secuestro de los aviones y la muerte de unas 3.000 personas como el evento más significativo de todas sus vidas. 

Un 81 por ciento de aquellos encuestados dijeron que los ataques representan el hecho histórico más importante, incluso de sus propias vidas, con más personas de la costa este -90 por ciento- escogiendo esta opción en comparación con un 75 por ciento de la costa oeste. 

La medición de Zogby International consistió en una encuesta telefónica en un universo de 938 personas entre el 6 y el 9 de septiembre, con un margen de error del tres por ciento. 

El sondeo también revela que el 61 por ciento de los encuestados piensa al menos una vez por semana en los ataques y un 16 por ciento lo hace diariamente. Un total del 91 por ciento afirma estar convencido que Estados Unidos será atacado nuevamente en su territorio. 

Pero lo más significativo del trabajo de Zogby International consiste en que, "aunque el gobierno defiende la culpabilidad de elementos islámicos en los atentados y da por zanjadas las pesquisas, la mayoría de los estadounidenses opina que ese capítulo de la historia nacional presenta demasiadas lagunas y datos contradictorios como para pasar la página. La medición arrojó que "dos tercios de los estadounidenses objetan a la Comisión Nacional encargada de investigar los hechos y consideran que los mismos no se han esclarecido de forma convincente". 

La pesquisa de Zogby arrojó que el 51 por ciento de las personas consultadas culpa al presidente Bush y al vicepresidente Richard Cheney en lo que considera una autoagresión para sacar al país del atolladero económico y rebasar la impopularidad del ejecutivo, destacó el ya mencionado reporte de la agencia AFP. 

"La realidad demuestra que los mayores beneficiados con la caída de los edificios neoyorquinos fueron los empresarios y políticos vinculados a la industria petrolera, que obtuvieron una justificación para poner sus manos sobre los hidrocarburos del Medio Oriente. Especulan que la mano de la Casa Blanca y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) están detrás de los atentados. Otras responsabilizan a agentes secretos de Israel y Pakistán", añade el informe de la consultora. 

En tanto, Morgan Reynolds, ex consejero de Bush durante su primer mandato, afirmó que ningún avión por muy cargado de combustible que estuviera podía derretir la estructura de acero de los rascacielos, y que "únicamente una demolición profesional, controlada, puede explicar todos los elementos probados en la investigación sobre el desplome de los tres edificios". 

Científicos que intentan explicar por qué esas tres construcciones se precipitaron con tanta facilidad, sólo encuentran una respuesta: manos desconocidas colocaron el detonante Thermite en los cimientos para respaldar la versión de un ataque terrorista., señalan distintos reportes de agencias en los últimos días. 

Andreas von Vulgo, ex ministro de Defensa alemán y experto en operaciones secretas, afirmó en abril de 2006 que agentes de la CIA perpetraron los ataques, utilizaron la torre 7 como centro de control, y luego la demolieron para borrar evidencias. 

El ex subsecretario del Tesoro, Paul Roberts, indicó en una ocasión: "Ingenieros cualificados han dicho que el Centro Mundial de Comercio se derrumbó a causa de cargas explosivas. De hecho, si se mira la forma en que cayeron las torres no hay más remedio que creerlo". 

De manera sospechosa, el 11-S el Centro de Defensa Aeroespacial de Estados Unidos estaba apagado, y los terroristas escogieron como diana el ala oeste del Pentágono que, debido a reparaciones, contaba con menos personal del acostumbrado, recuerdan las fuentes, entre ellas despachos de la agencia latinoamericana de noticias Prensa Latina. 

En noviembre de 2001, pocas semanas después de los atentados, apareció en Buenos Aires el libro "Bush & Ben Laden S.A (Editorial Norma), de quien esto escribe. Ese trabajo fue quizá el primero en sistematizar y probar los indicios acerca del autoatentado, sobre todo a partir de la información surgida de los ámbitos corporativos, económicos y financieros. 

Según el investigador y académico estadounidense, Michel Chossudovsky, un nuevo 11-S en Estados Unidos serviría como justificativo para lanzar ataques militares contra Irán y otros objetivos identificados como centros impulsores del "terrorismo internacional".

En un artículo escrito en Global Research, Chossudovsky, afirma que este "plan de contingencia" usará el pretexto de un "segundo 11 de septiembre", que es un hecho que todavía no ha sucedido, para ir preparando operaciones militares de gran envergadura contra Irán, mientras en simultáneo ejercen presión sobre Teherán en relación con su por ahora inexistente programa de armas nucleares. 

En el mes siguiente a los atentados de Londres del 7 de julio se informó que el vicepresidente Dick Cheney dio instrucciones al USSTRATCOOM de preparar un plan de contingencia para ser "empleado en respuesta a otro ataque terrorista del tipo del 11 de septiembre sobre suelo americano". En este plan está implícito que Irán estará detrás del segundo 11 de septiembre, afirma Chossudovsky. 

El plan incluye ataques aéreos de gran escala sobre Irán, empleando ambos tipos de armas, armas convencionales y armas nucleares tácticas. Dentro de Irán hay más de 450 objetivos estratégicos, incluyendo numerosos sitios sospechosos de desarrollar programas de armas nucleares. 

Para el investigador del país norteamericano, como en el caso de Irak, la respuesta no está condicionada a que Irán esté realmente implicado en algún acto de terrorismo contra Estados Unidos. 

¿Estaremos comprendiendo bien que los planificadores militares de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel están esperando que suceda un "Segundo 11 de Septiembre" para extender la guerra aún más allá de las fronteras del Líbano, hasta lanzar un operación militar directa contra Siria e Irán?, se pregunta Chossudovsky. 

De acuerdo con Chossudovsky, en abril de 2006, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, lanzó un vasto plan de reequipamiento militar para luchar contra el terrorismo en todas partes del mundo, con vistas a contragolpear en caso de un segundo gran ataque terrorista a Estados Unidos. 

El anuncio del 10 de agosto de la Oficina de Seguridad Interior Británica (British Home Office) de haber acabado de frustrar un ataque terrorista de amplia escala que se habría propuesto hacer estallar simultáneamente 10 aviones, transmite la impresión de que es el mundo Occidental el que se encuentra bajo ataque, no Medio Oriente, señala el académico estadounidense. 

En enero del año pasado, la Red Voltaire.net informaba que, en Estados Unidos, los "Científicos por la Verdad sobre el 11 de Septiembre" (Scholars for 9/11 Truth) ponen en duda la versión oficial sobre los atentados del 11 de septiembre, señalando que ésta viola los principios de la física y de la ingeniería. 

Después de varios años de investigaciones y la publicación de artículos y libros, esta asociación de universitarios, que reúne a personalidades del mundo científico y de medios militares, está convencida de que el World Trade Center sólo pudo ser destruido mediante una demolición controlada, decía esa publicación electrónica. 

Las investigaciones han llevado a estos científicos a la conclusión de que el gobierno estadounidense no sólo sabía de los atentados (como afirmó el autor de esta nota en su libro "Bush & Bin Laden S.A."), sino que los planificó. Ahora se han dado a la tarea de utilizar todos los medios a su alcance, como la organización de conferencias y la publicación de artículos, para hacerlo saber al pueblo. 

Esta semana, en Madrid, el director de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, lamentó la restricción de libertades que, a su juicio, está sufriendo el planeta tras los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, hace seis años, y denunció que, aunque el 11-S "nos vendió que un recorte de las libertades podía dar lugar a un mundo más seguro", la realidad ha sido "muy distinta". En declaraciones a Servimedia, Beltrán aseguró que, desde que se produjeron estos ataques, "ha aumentado el número de países que restringe las libertades" de los ciudadanos. 

"Desde el 11-S, la tortura ha dejado de ser clandestina", lamentó Beltrán, citando como ejemplos la aprobación en Estados Unidos de una ley de Comisiones Militares que, según explicó, "permite la práctica de la tortura de forma legal", destacó Servimedia. 

Este año, una vez, más el gobierno de Estados Unidos pretende tapar al sol con un dedo. Pero cada vez le resulta más difícil. 

 

 

 

 

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