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                 Sobre la Delimitación Marítima con Chile
 

Lo que Torre Tagle deberá tener en cuenta

Víctor Mejía Franco * / Mariátegui
 13/02/08

El apresuramiento con que el gobierno ha decidido presentar la demanda del Perú en la Corte Internacional de Justicia de La Haya no tiene justificación aparente. Tampoco se ha dado un espacio mínimo para reunir a quienes tienen algo que decir. Ni siquiera los congresistas de oposición han atinado a organizar una audiencia pública sobre éste punto, y no por falta de iniciativa ni de solicitudes oficiosas. No sabemos si existe algún dictamen de especialistas del Colegio de Abogados de Lima sobre éste tema, como cuando se pensaba en la Convención del Mar. Este asunto que compromete la soberanía nacional no debería ser tratado como esotérico, porque la experiencia histórica es aleccionadora. Todas las cuestiones sobre límites que gobiernos anteriores resolvieron en secreto con la Cancillería tuvieron amargos despertares. El último ocurrido en 1999 sobre la cuestión de Arica culminó en una traición. Un jurista muy conocido reveló que Torre Tagle no ha ganado un solo juicio internacional en los últimos cien años.

Con estos antecedentes podría sospecharse que la demanda del Perú no ha sido ampliamente consultada, y aún si estuviera muy bien planteada, no pueda ser sostenida por el endeble grupo que el gobierno ha confiado al Sr. Allan Wagner Tizón, a la Jefa del Equipo Dra. Marisol Agüero Colunga y al "Consejo Consultivo" de 14 personas. Como comenta un conocido periodista, a La Haya no se a va negociar sino a litigar. Por tanto, necesitamos juristas experimentados, no negociadores. Que se sepa de todo ese grupo humano, sólo dos ó tres son juristas genuinos, la mayoría sólo son diplomáticos y aspirantes a juristas que las circunstancias o el prestigio político han colocado en tales posiciones. Algunos de ellos son reconocidamente pro chilenos, otros están involucrados directa ó indirectamente en la traición de 1999, ó son acérrimos partidarios de la Convención del Mar, aquel tratado mutilador en el que se ha intentado embutir al Perú, pese a su evidente incompatibilidad con la Constitución del Estado. 

El tema que nos preocupa es de la mayor importancia para nuestro país, que viene perdiendo en todo terreno frente a Chile desde la guerra de 1879, conflicto que el Tratado de Paz de 1929 debió haber solucionado, pero que no ha tenido cabal cumplimiento; al contrario, Chile niega ahora que la frontera terrestre termina en el Hito Concordia a la orilla del mar, e insiste en que el punto terminal es el Hito No.1, cientos de metros tierra adentro, errónea posición que debe quedar perfectamente rectificada en la sentencia de La Haya, porque de suyo, es una violación más de ese Tratado de Paz de 1929. Lo mismo, al tener derechos soberanos sobre un puerto libre en Arica, nos corresponde también un acceso marítimo soberano a dicho puerto, reserva que debe quedar planteada al demandar sobre los límites marítimos.

Pasar por alto la necesaria petición para que la Corte Internacional se pronuncie sobre estos extremos traería como consecuencia que su fallo tampoco los incluya, como conviene a nuestro país, ya que la Corte en ningún caso podría resolver con una sentencia "extrapetita". Nuestra demanda debe contener también previsiones adecuadamente sustentadas para evitar que a pedido de parte contraria, la Corte pudiera declararse incompetente para resolver sobre el diferendo de límites marítimos. Porque el Perú, pese a tener sólidos argumentos y jurisprudencia favorable, podría terminar como perdedor de un proceso que debe ganarse sí ó sí. 

Tampoco podemos disimular la sospecha que el equipo de juristas extranjeros contratados para asesorar a nuestra delegación en La Haya incluya especialistas británicos o norteamericanos, riesgo evidente dada la proclividad de sus países hacia Chile, del que son aliados estratégicos. En cambio, no se habría pensado en ningún jurista español ó argentino, con quienes habría más confianza, si se tiene en cuenta que pese a la teórica imparcialidad que impone la ética profesional a los consultores, podría existir subyacente en ellos la preferencia subjetiva y la "afinidad geopolítica" a favor de nuestro adversario.

Si Torre Tagle tuviera capacidad de autocrítica podría superar aquella etapa de 100 años antes referida para alcanzar esta vez, como una reivindicación histórica, con honestidad y patriotismo, un merecido éxito en La Haya, que tonifique la moral de quienes tienen perdida la fe en el Perú y su futuro. 

* De la Comisión Patriótica para la Defensa del Mar de Grau


http://www.comisionpatriotica.org





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