¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
        Salida Necesaria 

                 

                   Punto de quiebre. El rechazo de Lima al régimen aprista consolida el repudio nacional. (Foto: La Primera)

Nota Principal:
Alan García saca los tanques a las calles

A propósito de la Jornada Nacional de Lucha del 11 de Julio

Raúl Wiener / Mariátegui
 27/07/07

No había visto una marcha de las dimensiones de la que el miércoles 11 de julio recorrió Lima desde los tiempos de Morales Bermúdez, hace más o menos treinta años. Con esto Alan superó a Alan, que en la segunda mitad de los ochenta rompió varios récords de huelga pero nunca tuvo tantas personas en las calles como ayer por la mañana.

Lima fue la ciudad que eligió a García en la segunda vuelta del 2006, por una diferencia de un millón de votos, que con los datos nacionales se redujo a 600 mil votos, lo que quiere decir que sin el factor limeño Humala hubiera ganado la Presidencia. No sólo eso: la capital fue el pretexto para el giro conservador del régimen, ya que aquí se supone que están los satisfechos del modelo y la masa asustadiza apta para campañas como la de la pena de muerte.

Pero el 11 de julio Lima se peleó con el Presidente. No sólo hablo de los marchantes que deben haber sobrepasado las 50 mil almas, sino del ánimo general que los acompañaba. En los taxis que usé para llegar y para retirarme, los choferes hablaban de lo burro que puede ser el Presidente de decirle comechados a los maestros en las vísperas de la movilización.

Y es que si hay algo de qué admirarse es la capacidad de García para unir gente en su contra. A Muñoz y Huaynalaya, por ejemplo. Era de ver a este último calmando a sus huestes para que no hicieran problemas. En otras circunstancias hubieran tal vez roto la marcha. Y no digo nada de la unidad de nacionalistas e izquierdistas, que hasta hace poco parecía un círculo cuadrado y que ahora era un hecho evidente.

La mejor forma de unir al adversario es despreciándolo y provocándolo: picones, perdedores, enemigos del cambio, revoltosos, primitivos, etc. Con cada una de estas frases García ha roto los escasos hilos de diálogo y entendimiento que podía existir con las regiones, los movimientos sociales y los partidos de oposición con ligazón de masas. El resultado es que se ha abierto una brecha insalvable, que se va a agudizar si el gobierno no hace algún gesto político ante la presión social. Cambiar a Del Castillo podría ser un factor de desfogue. Pero la pregunta es si a García no se le ocurrirá reemplazarlo con PPK u otro que empeore las cosas.

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.