¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                 Refutación a Javier Valle Riestra sobre la delimitación fronteriza con Chile


                                                

        Ominosa ocupación. Los peruanos del sur no tienen el acceso que les corresponde para incursionar y beneficiarse de los recursos de nuestro mar territorial.

Víctor Mejía Franco * / Revista Mariátegui
 14/02/07

En un diario de la ciudad (4 Febrero 2007) aparece un artículo del tribuno mencionado, que es necesario refutar porque detrás de datos históricos esconde torcidas interpretaciones acerca de dos temas diferentes pero vitales para el país.

En primer lugar se refiere al famoso triángulo de mar de aprox. 38,038 km2 ocupado por Chile con el pretexto de que existe una delimitación marítima con el Perú a lo largo del paralelo que pasar por el "Hito No.1" de la frontera terrestre. Y se refiere a la posición peruana de plantear como delimitación marítima la línea media o equidistante por tratarse del método más idóneo "para llegar a una solución equitativa". En estricta aplicación de la práctica diplomática peruana, nunca el Perú acudió a plantear soluciones de equidad por ser susceptibles de interpretación subjetiva, nos basta con plantear soluciones de derecho. 

En ese sentido, si se apelara a la jurisprudencia internacional en la Corte de La Haya se podría constatar que la aplicación de la línea equidistante es la solución uniformemente recomendada por la Corte desde el año 1909, para caso de fronteras marítimas que quiebran a menos de 180 grados que es el caso de Perú con Chile, desde 73 años antes que existiera la Convención del Mar. De modo tal que si esa es la solución que ha copiado la Convención del Mar, ello carece de significación para nuestro caso. 

Remata este punto afirmando que: "Demandar ante la CIJ (La Haya) es viable". Sí, es viable, pero eventualmente (ahora) poco recomendable. Me explico. El gobierno actual parece carecer de una política internacional definida con respecto a nuestras relaciones con Chile, y, en todo caso, definidas por un insensato favoritismo a favor de los intereses chilenos. Así, vemos cómo se trata de encubrir el incumplimiento del Tratado de 1929 por parte de Chile, que ha escamoteado en 1999, con la complicidad traidora del gobierno peruano de turno, la afirmación de los derechos peruanos en Arica, privándose a Tacna del puerto natural que le corresponde por derecho y por historia.

Es evidente cómo durante los últimos años se ha tratado de callar la ominosa ocupación del triángulo de mar antes referido, en perjuicio de los peruanos del sur que no tienen el acceso que les corresponde para incursionar y beneficiarse de los recursos del mar territorial peruano. Recordemos que en el 2005, el 60% de la producción pesquera chilena exportada se originó en el mar peruano indebidamente ocupado. 

También vemos otras muestras de pro-chilenismo clamorosas: la entrega sin condiciones del mercado peruano a Chile por medio de un TLC y la anunciada venta del gas de Camisea ó yacimientos vecinos, con cuyos recursos Chile va a impulsar su desarrollo e incluso, a constituir reservas estratégicas, mientras en nuestro país no existe siquiera una planificación del desarrollo a base de gas, que es un recurso no renovable.

En estas condiciones, es dudosa la capacidad del actual gobierno peruano de formar un equipo de juristas con la camiseta del Perú bien puesta y suficiente nivel profesional para conducirnos en un proceso judicial internacional, habida cuenta que el Perú no ha ganado un solo proceso judicial internacional en los últimos 100 años. 

Una medida quizá más adecuada a nuestra realidad sería recuperar de inmediato las cartas económicas y políticas, antes citadas, que le hemos venido regalando a Chile en los últimos 20 años, tan sólo a cambio de unas menguadas condecoraciones para los chilenófilos más destacados de nuestra casta política y militar; y una vez con las cartas en nuestro poder, sentar a Chile en una mesa de negociación directa, ó nada. Esa es la vía que considero más idónea por el momento. Pero otra vez, aquí el principal escollo sería nuestro propio gobierno y sus ideales neoliberales. Porque no sólo podríamos recuperar el mar ocupado sino también la extraviada dignidad nacional. De todas formas, acudir a la Corte Internacional seguirá siempre como una posibilidad a nuestra disposición, para cuando estemos realmente listos. 

Toca seguidamente el Dr. Valle Riestra la supuesta conveniencia de ingresar a la Convención del Mar. Arranca con el trillado dato que 148 estados lo han ratificado. Nadie ha demostrado que tal hecho tenga algún efecto en pro o en contra de la hipótesis que plantea de ingresar a la Convemar.

Aquí viene el cuento: Dice Valle Riestra que "nuestra legislación nunca habló explícitamente de mar territorial, ni mencionó el paso inocente de naves…". Remata con mucha fuerza creyendo cortar orejas y rabo: "Dos cenáculos constituyentes, el de 1978-79 y el de 1993, han excluido esa terminología con el propósito de adecuarnos a la Convención". Esta expresión en boca de aspirantes a juristas, como por ejemplo Fabián Novak ó Enrique Bernales les produciría un cero bien ganado en una clase de derecho, donde los principios mandan y no se aceptan suposiciones. Pero en boca de un "tribuno" con algunas décadas ejerciendo como constitucionalista, no tiene perdón de Dios.

En primer lugar, cualquiera que fuera su interpretación personal ó la que ahora trate de acomodar junto con sus amigos convencionistas, tal aseveración choca frontalmente con la lógica jurídica de los hechos: a) Ambas constituciones expresan textualmente que el dominio marítimo - de 200 millas - es parte del territorio nacional, y b) El Perú ejerce soberanía y jurisdicción plenas e irrestrictas en dicho dominio marítimo. 

Por lo tanto, si el dominio marítimo es parte del territorio nacional y éste es, de acuerdo a la constitución vigente "inalienable e inviolable", jamás podría deducirse con lógica que dicha terminología -el "dominio marítimo"- pudiera haberse colocado en los textos constitucionales como una manera "tramposa" de adecuarse a la Convención del Mar. Porque en ambas ocasiones históricas, la Convención del Mar fue primero un fantasma que proyectaba sombras siniestras sobre la soberanía del Perú y en la segunda oportunidad era un hecho declarado que constituía una imposibilidad jurídica para el Perú, en tanto y cuanto pretendía eliminar la soberanía nacional, no obstante la falsificación del termino soberanía para engañar intonsos y hacernos creer, con fantasías semánticas, que se puede ser soberano sin serlo completamente. 

Concluye el Dr. Valle Riestra que "nuestro aislacionismo" nos impide formar parte de la Autoridad de los Fondos Marinos. Qué objeto tendría pertenecer a dicha autoridad, si las riquezas de los fondos marinos más allá de las 200 millas están muy lejos de nuestras posibilidades tecnológicas y económicas, tanto como los depósitos de uranio que pudiera haber en Marte ó en la Luna. Es patética su cita acerca de los nódulos polimetálicos que se encuentran a 500 millas de nuestras costas. Si no podemos explotar los que se encuentran dentro de nuestras 200 millas, qué nos importa los que pudieran existir a 500 millas. Esas cuantiosas reservas asignadas ahora como "patrimonio común de la humanidad", que no necesitamos envidiar, sin duda alguna serán explotadas por y para las grandes potencias. 

Si el Dr. Valle Riestra está dispuesto a participar como eventual limosnero en el hipotético reparto de migajas de dichas lejanas riquezas, dentro de unos 200 ó 300 años, a cambio de ingresar a la Convemar para compartir con todo el mundo, desde ahora, los ingentes recursos hidrobiológicos, mineros y petroleros que existen dentro las 200 millas de nuestro mar territorial, los peruanos le decimos, gracias por la iniciativa para inscribirnos en la "minería del futuro de cuya explotación y utilidades estamos autoproscritos". Ese cuento no va con nosotros. Y yo añadiría respetuosamente: A otro perro con ese hueso.

Lima, febrero del 2007. 

* De la Comisión Patriótica para la Defensa del Mar de Grau 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.