¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
              Poema en honor a los desalojados de Santa Anita

                      

         Sin compasión. La Policía Nacional no titubeo en arrancar a los niños de los brazos de sus padres, sólo para demostrar autoridad ante los medios de desinformación. 

Jimmy Calla Colana * / Revista Mariátegui
11/06/07

Santa Anita 


Del ande llegamos a la ciudad, 
hombres, mujeres, niños, ancianos; 
marginados por los pudientes y por esta capital 
incomprendidos por los "cagaleche" 
invadimos un pedazo de tierra 
para poder trabajar. 

Era lo único que teníamos 
hasta que se oyó la voz del blanco 
que pedía el desalojo 
amparándose en la ley. 

Como si la ley defendiera al indio, 
al provinciano, al humilde. 

Hasta que de Palacio, el blanco mayor 
que como Poncio Pilatos, lavándose las manos en sangre, 
se preocupaba hipócritamente de los niños 
que según ellos se alquilaban a 40 soles 
para que defendieran lo poco que tenían. 

Pero al gringo de arriba si le abren la puerta, 
ante ellos son mansos y hasta les besan sus pies. 

Llego la hora del desalojo 
Iban montados en caballos 
como demonios del mal 
iban con fuego en las manos 
y cubiertos todos de metal 
nadie opuso resistencia 
ellos eran 10 mil, cetenas de tanques, 
helicóteros, camiones portatropas. 

Y los grandes mandamases 
todos cobardemente amparados por la solemnidad, 
se orinaban de miedo en la clandestinidad. 

Y nosotros 300, más eran niños y mujeres. 

Y al mirar que eramos indefensos se llenaron de vergüenza 
en menos de 20 minutos ya todo estaba acabado. 

Y todos lloramos, porque destruian nuestros sueños, nuestro trabajo, 
nuestro pan, nuestra cultura, nuestro dinero. 
Nos quitaron nuestras ropas, utiles escolares y todos nuestros enseres. 

Hoy en pleno siglo XXI, año 2007 
siguen llegando gringos y les abrimos nuestro país 
no importa que destruyan nuestras tierras y nuestra ecología 
para llevarse todo el oro 
y los llamamos amigos, con toda sinvergonzonería. 

Pero si llega cansado un andino de andar de la Sierra 
lo humillamos, lo escupimos 
y lo votamos de su tierra. 

Tú, hipócrita, televisor que te muestras 
humilde ante el extranjero 
pero te vuelves soberbio 
con tus hermanos del pueblo. 
bajo el pretexto de la libertad de empresa 
y no de la libertad de expresión 
no te quejes cuando expropiemos 
tu empresa para dársela a la nación. 

Y tu niñito de Santa Anita, 
que veías tus lágrimas perdidas, entre tus dulces harapos 
señalando al enérgumeno robocó, 
sin miedo gritastes: 

¡Cuando sea grande me vengaré de esta injusticia!. 

Yo poeta marginal te digo que nunca he llorado 
como esa mañana perdida, 
sequemos nuestras lágrimas 
y juremos luchar contra esta injusticia 
que pronto llegará a su final 
por la victoria final. 

* Poeta y docente. 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.