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                Perú, puerto seguro para la IV Flota

                       

                  

Consecuencias del TLC con Washington

Leonardo Montero / Agencia Periodística del Mercosur - Mariátegui
 18/02/09

El gobierno de Alan García permitirá que los buques estadounidenses ingresen a las costas peruanas. Una medida que afianza al eje Bogota-Lima como el brazo de la Casa Blanca en Sudamérica.

El primer día de febrero de 2009, entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y Perú. Una de las últimas conquistas de la administración estadounidense de George W. Bush, quien días antes de su salida del poder aprobó el acuerdo. 

La puesta en funcionamiento del TLC debió sortear varios obstáculos. Entre los últimos, se destacan las leyes que el Parlamento peruano debió aprobar o modificar como exigencias finales.

Por iniciativa del gobierno de Alan García, el Congreso sancionó de urgencia modificaciones al Código Penal, a la Ley Forestal y de Fauna Silvestre, a la Ley General de Salud, a la Ley de Facilitación del Comercio Exterior, entre otras normas que fueron "retocadas".

En último término, se aprobó una resolución que autoriza el ingreso de unidades de personal militar extranjero con armas y barcos de guerra al territorio peruano. Esta medida forma parte del "Programa de Actividades Operacionales de las Fuerzas Armadas del Perú con Fuerzas Armadas Extranjeras 2009".

Cabe destacar que estas normativas fueron aprobadas en medio de duras críticas del Partido Nacionalista Peruano (PNP), que denunció que no se permitió el debate ni el trabajo en las respectivas comisiones del Congreso. Los legisladores oficialistas, los fujimoristas y los de Unidad Nacional, actuaron en bloque y aprobaron todas las medidas.

La aprobación del ingreso de tropas extranjeras, tiene un inocultable objetivo: Permitir que la IV Flota de la Marina de Estados Unidos utilice los puertos peruanos para reabastecerse en medio de sus patrullajes por el Océano Pacífico. 

De este modo, los barcos estadounidenses tendrán las puertas abiertas de las dársenas de El Callao, cercano a Lima, y Salaverry, 600 kilómetros al norte de la capital peruana. 

Según lo informado por el diario argentino Página/12, durante el transcurso de esta semana arribará la primera fragata estadounidense, la cual permanecerá por diez días en suelo peruano.

Así de fácil resulto para Washington conseguir un puerto amigo para la IV Flota. Esa era una de las preocupaciones para la Marina estadounidense. El TLC con Perú, resolvió el problema.

Al mismo tiempo, la Casa de Pizarro aprobó el ingreso de militares estadounidense armados para misiones de "entrenamiento táctico" y "apoyo informativo", según lo publicado en Página/12 y el diario peruano La Primera. 

¿Cuáles son los argumentos? Dar apoyo al Ejército peruano en las zonas donde opera el narcotráfico y combatir los últimos grupos ligados a Sendero Luminoso. Argumentos habituales para las injerencias de Washington en la región.

El año pasado, más de mil marines operaron en Perú. Según el vocero de la bancada del PNP, el legislador Fredy Otárola, "son más de cuatro mil extranjeros los que van a ingresar (…) y todavía no sabemos cuántos militares más van a ingresar sin armas".

Para Otárola esta situación "es preocupante, porque se están dando todas las condiciones para instalar una base estadounidense en territorio nacional".

Una de las principales críticas vertidas por la oposición peruana es que la norma aprobada por el Congreso para el ingreso de militares extranjeros, autoriza modificaciones mediante resolución ministerial "cuando existan causas imprevistas".

Es decir, el Ejecutivo peruano podría pasar por alto el requerimiento de autorización legislativa para la entrada de tropas extranjeras, consagrado en el artículo 102 de la Constitución de ese país.

En este mismo sentido, el apartado 175 de la Carta Magna peruana establece que "Sólo las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional pueden poseer y usar armas de guerra". 

Por lo tanto, la presencia de los catorce buques de guerra, las trece fragatas misileras y el crucero de la marina estadounidense que integran la IV Flota, afecta las normas constitucionales.

El eje Bogotá - Lima
La apertura de Perú a los soldados de Washington no sólo responde a las necesidades propias de la IV Flota para llevar adelante sus actividades, sino también al cierre de la base militar de Manta, Ecuador. 

La decisión del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa de finalizar las operaciones estadounidenses en Manta, obligó a Washington a relocalizar a sus fuerzas. En principio, la posibilidad más viable fue reubicarse en Ayacucho, Perú. Sin embargo, la oposición de los peruanos complicó la idea de Washington.

Ahora, con la autorización para el ingreso de miles de soldados y para la utilización de los puertos peruanos, Estados Unidos logra reubicar su base de operaciones sin necesidad de instalar una base militar estable.

Por otro lado, se confirmó que los ejércitos de Perú y Colombia continuaran realizando operaciones conjuntas en la zona fronteriza. El objetivo, según ambos gobiernos, es controlar las actividades del narcotráfico y los "grupos terroristas". En julio de este año se llevarán a cabo los ejercicios PerúCol II, en zonas (casualmente o no) con presencia del ejército estadounidense.

El especialista en temas de seguridad del Transnational Institute (TNI), Ricardo Soberón, aseguró a La Primera que la realización de estos ejercicios, involucran a Perú en la guerra interna colombiana. 

"Esto significa un quiebre de la política de Seguridad y Defensa del Estado peruano respecto a lo que ha venido haciéndose en los últimos quince años. Durante ese lapso, el Perú decidió inteligentemente no involucrarse de ninguna forma en el desarrollo del conflicto armado en Colombia, lo cual evitó que se produjeran acciones en la frontera con el Perú", manifestó Soberón.

Asimismo, el especialista entiende que estas maniobras ratifican la alianza entre Colombia, Perú y Estados Unidos. Es decir, Bogotá y Lima se constituyen como los impulsores de las políticas estadounidenses en la región. (Ver: "Perú adopta el concepto de acción militar preventiva". APM 20/06/2008)

El entreguismo y el apresuramiento demostrado por Alan García para firmar el TLC con Estados Unidos, fue aprovechado por Washington para rearmar (y consolidar) su estrategia militar en Sudamérica. 

La concreción del eje Bogotá-Lima es, para la Casa Blanca, la herramienta fundamental para contrarrestar el peso de los gobiernos que impulsan mecanismos autónomos a la política de Washington. En ese sentido, es un duro revés para la conformación del Consejo Sudamericano de Defensa que tiene entre sus objetivos disminuir las injerencias extranjeras.

En definitiva, las decisiones del actual gobierno peruano representan un nuevo paso atrás en el proceso de transformación que emprende América Latina frente al mal vecino del Norte.












                         

 

                         

                




                  


 

 

 

 

 

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