¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                                Octavo manifiesto a todos los pueblos del mundo - Movimiento Indio Peruano 

 
                                                 

23/06/06

PRIMERO.- Como es sabido, hasta la bestial invasión hispánica del siglo XVI, la cultura Kolla-Inca, en la costa del Pacífico llegaba hasta el río Maule. Pero cuando aquélla invasión ocurrió, los bárbaros godos de España sobrepasaron el río Maule y atacaron a nuestro hermanos Mapuches, en una guerra que cubrió toda la época colonial. Y cuando se produjo la llamada Independencia (que fue un logro de los heroicos soldados indios, nuestros hermanos mayores, que dieron su vida por expulsar a los coloniales). Así surgieron, además de Chile, las repúblicas de Bolivia y el Perú, a los que el gran mariscal Santa Cruz quiso reunificar, vía la Confederación Perú-Boliviana, la cual se quebró por obra de la intervención de las tropas chilenas, coaligadas con los insignes traidores Ramón Castilla y Agustín Gamarra. El hecho es que en los tiempos republicanos Bolivia contaba con acceso al Océano Pacífico por su provincia litoral de Atacama, la cual, por el norte tenía como límite la provincia peruana de Tarapacá.

SEGUNDO.- Estando las cosas así es que, a partir de la sexta década del siglo XIX se empiezan a explotar en esas provincias el salitre, a cuyos yacimientos empiezan a llegar también trabajadores chilenos, hasta que en la provincia de Atacama se descubren no solo yacimientos de cobre sino también de plata, los que se empiezan a explotar con la participación de una compañía ferroviaria inglesa. El hecho es que la empresa británica esa, asociada con capitalistas chilenos (con quienes constituyen la Cía. “Melbourne Kark & Co.”) empieza a conspirar con los capitalistas chilenos, quienes en conexión con su gobierno traman apoderarse de los yacimientos bolivianos y, adicionalmente también, de los peruanos, para cuyo efecto provocan al gobierno boliviano, negándose a pagar una tasa municipal, de modo que cuando las autoridades altiplánicas deciden hacer efectiva esa contribución edilicia, las tropas chilenas desembarcan y ocupan abusivamente la provincia boliviana de Antofagasta. Ante este hecho, el gobierno peruano ofrece su mediación, que Chile acepta, pero cuando las negociaciones se estaban realizando, los negociadores chilenos sorpresivamente reclaman contra un Tratado Defensivo Peruano-Boliviano y tomando ese pretexto le declaran la guerra al Perú y Bolivia, el 5 de abril de 1879. La pregunta obvia es la siguiente: ¿un tratado defensivo puede justificar el desencadenamiento de una guerra de agresión? Obviamente no, por la simple razón de que un tratado de defensa (por su propio carácter) no es de agresión, no se le formula para atacar. La prueba de que no era de naturaleza ofensiva es que, cuando Chile inicia esa guerra, el Perú estaba desarmado, pues, de hecho, los dos navíos militares existentes se hallaban en proceso de reparación, en los astilleros de el Callao, y en cuanto al ejército ocurría que éste, prácticamente había sido desmovilizado por el Presidente Pardo, durante su gobierno, de allí que cuando Chile inicia su guerra, de hecho, el Perú solo contaba con “Guardias Departamentales” (como es el caso de Cáceres, que no era oficial del ejército peruano sino de la Guardia Departamental del Cusco). Por eso es que resulta una proeza gigantesca peruano-boliviana haber podido encarar esa infausta guerra, porque:

EN PRIMER LUGAR, es una proeza, sin parangón en la historia marítima universal, que únicamente un pequeño monitor como el “Huascar” pusiera en jaque durante largos meses a toda una poderosa escuadra como la chilena, compuesta por varios acorazados, blindados, monitores y otros navíos auxiliares.

EN SEGUNDO LUGAR, es otra proeza gigantesca de los soldados indios peruanos y bolivianos que, sin zapatos, ni alimentos, ni apoyo marítimo y sin caballería, hayan ejecutado la gran campaña de Tarapacá en la que, además, unos heroicos soldados exhaustos y harapientos derrotaran al ejército agresor en la quebrada de Tarapacá, pese a la traición del Presidente Daza de Bolivia (quien, abandonó su misión militar, huyendo a Bolivia, hecho que después provocó el justo castigo del pueblo boliviano). También es admirable la lucha hasta el final de los soldados indios peruanos y de los “colorados” sin zapatos de Bolivia, en la Batalla del Cerro Inti Orqo o del Alto de la Alianza, en Tacna. Y también lo es, por supuesto, la Batalla sin esperanzas del Morro de Arica, en que las indias, compañeras inseparables de sus soldados (al típico estilo andino), supieron morir con sus arma en las manos, despedazadas con los corvos del bestial adversario.

EN TERCER LUGAR, también es una proeza la Batalla de Lima, en que los soldados indios del Perú demostraron que, en su sencillez, están entre los más heroicos del universo. Y lo es, asimismo, porque en ese momento la oligarquía limeña, causante de los desastres y del estado en que se encontraba el Perú, demostró su infinita cobardía cuando rogaba a las naves extranjeras surtas en el puerto del Callao que los protegiera de la bestialidad del ejército chileno, que había mostrado su carácter bestial y genocida cuando incendiaron y destruyeron Chorrillos, a cuyos habitante los mataron con sus armas blancas. Esas mismas gentes, en el colmo de su cobardía y servilismo, le pusieron banderas extranjeras a sus grandes residencias, con el efecto de que, cuando Lima fue ocupada por las tropas invasoras, toda la ciudad estaba embanderada con las enseñas de todas las potencias europeas. Y cuando los ocupantes les impusieron cupos a los señorones de Lima, esas mismas gentes, tan indignas, que se habían negado a pagar impuestos para solventar la Guerra (por cuya causa habían depuesto al Ministro de Hacienda Quimper), le pagaron al ocupante, sin ninguna vergüenza, los mismos cupos que los pueblos indios de las serranías se negaron a pagar, por lo que eran asesinados y sus viviendas eran incendiadas (en castigo por su sublime heroísmo).

EN CUARTO LUGAR, es una magistral proeza, la ejecución de toda la “Campaña de la Breña” en que diversas partidas de indios heroicos, sin contar con los medios suficientes, los indios combatientes del Perú demostramos, una vez más, que somos invencibles. En esa oportunidad, a mediados del mes de abril de 1882, todas las comunidades de la margen derecha del río Mantaro se confederaron para guerrear, teniendo como su fuerza móvil a las partidas guerrilleras dirigidas por el gran indio Tomás Laymes, todas estas fuerza se enfrentaron al ejército de línea chileno mandado por el coronel Estanislao del Canto, a quien combatieron al estilo indio: luchaban hombres, mujeres y niños, todos juntos (al más puro estilo nuestro). El hecho es que desde la batalla de Marcavalle (9-7-1882) hasta Chosica todas las tropas invasoras fueron derrotadas y tuvieron que huir vergonzosamente de la sierra Central. Pero a partir de ese momento, los peruanos no solo tuvimos delante al enemigo extranjero sino que los terratenientes, aliados con el invasor, al mando del insigne traidor Luis Millón Duarte, organizaron sus propias fuerzas, aliadas con el enemigo, para combatir a las partidas de indios peruanos libres. La culminación de esta fase de la guerra fue la Batalla de Huamachuco, que se libró precisamente cuando Cáceres había emprendido su campaña contra las tropas colaboracionistas con el enemigo, dirigidas por el traidor Miguel Iglesias, quien en conexión con Montero habían ya convenido en capitular, (este mismo Montero huyó de Arequipa dejando a los chilenos todo el enorme equipo que le habían remitido de Bolivia para enfrentar al enemigo y que, en actitud sucia y traidora se negó a entregarle a Cáceres). Luego vino el Tratado de Ancón en que la oligarquía capituladota y ruin se rindió ante los agresores. En esa guerra, pues, nunca fue vencido el pueblo indio del Perú, que haciendo honor a su gran tradición nunca se rindió (como nunca nos rendimos, ni nos rendiremos), el Perú, pues, nunca se rindió, aquí los únicos rendidos fueron los cobardes oligarcas, encabezados por el más vergonzante de todos: Miguel Iglesias.

EN QUINTO LUGAR, ocurrió, como es sabido, que los gobernantes capituladores de Bolivia y Perú firmaron infames tratados por los que le cedieron territorios a Chile, razón por la cual, Atacama, Tarapacá y Arica pasaron a la jurisdicción de ese país, las mismas que contravienen el principio universalmente reconocido de que no se pueden reconocer anexiones territoriales, impuestas por las armas. Por eso es que para nosotros los indios tales cesiones son inaceptables porque, además, en esas provincias siguen vivas nuestra cultura, costumbres y tradiciones que las identifican como nuestras. 

TERCERO.- Hoy, Bolivia, con justa razón, exige una salida al mar porque sin la vía marítima no tiene acceso al mercado mundial y sin eso sus posibilidades de desarrollo se hallan totalmente recortadas. Ante tal exigencia, los gobiernos capituladotes, vergonzantes y traidores del Perú han declarado su neutralidad, como si el pueblo boliviano fuera distinto al pueblo peruano. Como si su problema no nos concerniera también a nosotros. PERO ESA ACTITUD, SIEMPRE CAPITULADORA, TAN PROPIA DE LA OLIGARQUÍA PERUANA, ES AJENA A NOSOTROS LOS INDIOS DEL PERÚ, DEL PAÍS DE LOS INCAS. PARA NOSOTROS LOS PERUANOS DE RAIGAMBRE, BOLIVIA ES UN PAÍS MARÍTIMO Y NOS COMPROMETEMOS A HACER QUE ASÍ SEA, A TRAVÉS DE UNA POLÍTICA COMO LA QUE PASAMOS A DISEÑAR:

A) En principio, nosotros no recurriremos a la guerra para hacer valer nuestros derechos, porque para nosotros SOLO SON LÍCITAS LAS GUERRAS DEFENSIVAS, por eso nunca emprenderemos ninguna guerra. Solo guerrearemos, sin capitular jamás, si somos atacados. Esto como cuestión fundamental.

B)En segundo lugar, exigimos y exigiremos, sin dejar nunca de hacerlo, que Chile nos pida disculpas por las atrocidades cometidas contra el pueblo peruano en la guerra genocida que emprendió contra el Perú y Bolivia, en el conflicto que desató contra nuestros países entre 1879 y 1884. Esto, porque no podemos olvidar (sin traicionar la memoria de nuestros antecesores muertos) el arrasamiento de Mollendo (en que los cañones de la marina chilena no dejaron ninguna casa en pie, ni los infantes chilenos perdonaron a ninguna persona que encontraron en su camino), el arrasamiento de todos los puertos y las haciendas del norte del país, a los que la marina de Lynch los aniquiló y esquilmó (imponiéndoles cupos leoninos), el incendio y destrucción de Chorrillos y Miraflores y de todos los poblados indios de todo el valle del Mantaro, a los que se les incendió sus viviendas y se les aniquiló, sin perdonar ni a los niños, ni a las mujeres, ni a los ancianos.

C)En tercer lugar, exigimos la devolución de todas las presas, bienes y libros que se robaron las tropas chilenas de instituciones tales como la Biblioteca Nacional del Perú, la Universidad Nacional de San Marcos (de la que no solo se robaron los instrumentos científicos de los laboratorios y gabinetes, sino que también hicieron de las aulas de estudio cuadras para la caballería militar) y de los archivos y municipalidades de las localidades que invadieron.

D)En cuarto lugar, planteamos que los territorios que fueron de Bolivia y el Perú sean declarados tierras de la cultura andina, en que los ciudadanos de Bolivia, Perú y Chile sean tratados como ciudadanos locales, en un territorio cuya administración cultural sea tripartita (aunque en lo político haya una primacía política chilena) y en que los ciudadanos y las mercancías bolivianas puedan trasladarse libremente, como territorio propio. Es nuestro criterio que únicamente de este modo podremos establecer una hermandad efectiva, peruano, boliviana y chilena, enmarcada en una forma de convivencia muy propia de nuestra mentalidad india, hondamente familiar y humana.

Limamanta Pacha, 15 de Hatun Kuski Killa (junio) del año 10,006 de la cultura Andino Amazónica.
Coordinadores Alternos:
Virgilio Roel
Ingrid Ccoyllo
Adela Príncipe. 


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