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                 Neuquén, un ejemplo de la lucha argentina 


                                                                    

              Ni olvido ni perdón. Los docentes protestarán hasta conseguir la renuncia de Sobisch.

Luego del asesinato del maestro

Roberto Aguirre / Agencia Periodística del Mercosur - Revista Mariátegui
Desde Neuquén, Argentina 
 14/04/07


Los docentes continúan con el acampe en la Casa de Gobierno, y exigen la renuncia del gobernador Sobisch. La historia de una provincia que marca el pulso de la beligerancia popular en el país. 

Pocas veces llueve en la provincia argentina de Neuquén. Cada vez que se nubla, se observan algunos relámpagos en el horizonte y se levantan furiosas ráfagas de viento que barren el polvo y las hojas del asfalto. Pero, en la estepa patagónica, casi nunca cae agua. 

Sin embargo, la madrugada del miércoles, el cielo se desangró. Por cuatro o cinco horas llovió incesantemente, y las temperaturas rozaron los cero grados. Los docentes, que desde hace dos días acampan frente a la Casa de Gobierno, exigiendo la renuncia del gobernador de la provincia y candidato a presidente de la nación, Jorge Sobisch, soportaron estoicamente la estocada climática. 

La violenta represión ordenada por el gobernador, que terminó con el asesinato del docente Carlos Fuentealba, es el motor que impide que bajen los brazos. "No nos vamos a ir hasta que Sobisch renuncie", comenta una maestra de geografía, "no importa que la lluvia esté de su lado". 

El motivo original de la protesta -un reclamo salarial- quedó en un segundo plano luego de la muerte de Fuentealba, que conmovió a todo el país. Las distintas asambleas de los gremios realizadas la noche del martes, decidieron desbloquear las rutas (cortadas desde hace varios días), y concentrar todas las fuerzas en la Casa de Gobierno, realizando un acampe en las inmediaciones. "No vamos a dejar que entre, si quiere venir nos va a tener que sacar por la fuerza", manifiesta un militante, con una remera que tiene estampada la cara del docente asesinado, y la leyenda que ya se adoptó como himno de lucha: "las tizas no se manchan con sangre". 

El gobierno de la provincia parece acéfalo. Desde la semana pasada, Sobisch no pisa la casa de gobierno. Sólo aparece, esporádicamente, en alguna comunicación con los medios nacionales, desde su refugio en la residencia oficial. 

"Estamos cansados, pero queremos que Sobisch renuncie. Él es el asesino de Carlos, él tiene que hacerse responsable", dice una maestra casi a los gritos en medio del humo que largan los improvisados fogones. "No vamos a tomar la Casa de Gobierno, no queremos ser violentos como el gobierno" agrega otra docente mientras sirve un mate, infusión típicamente argentina. 

Entre medio de las carpas apostadas en las veredas, y los refugios creados con lonas de color negro, varios niños corren y juegan a la pelota. Las calles están cortadas y los docentes han ocupado la plaza que está en frente de la Casa de Gobierno. Los comerciantes de la zona, en señal de apoyo, les acercan frazadas, comida y les permiten usar sus instalaciones sanitarias. 

También han recibido apoyo de otros gremios estatales, así como de trabajadores sin agremiación ni bandera política, que llegan al lugar para apoyar la medida de fuerza y las exigencias, de gran repercusión en el país por estos días. 

Pero las experiencias de lucha del pueblo neuquino no son nuevas. Esta provincia argentina parece ser un polo de beligerancia popular, donde distintas manifestaciones de resistencia se han sucedido en los últimos 15 años. 

En junio de 1996, los pueblos neuquinos de Cutral-Có y Plaza Huincul estallaron en una poblada con pocos precedentes en el país. Casi la totalidad de los habitantes se lanzaron a las calles a pedir trabajo, luego de que la empresa nacional Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) fuera privatizada, y miles de empleados quedaran en la calle. Esta experiencia es reconocida como el antecedente de lo que luego se conoció como los "piquetes": cortes de rutas para interrumpir el sistema productivo, como modo de protesta. 

La convulsionada argentina de los años `90 encontró en los "piquetes" una verdadera herramienta de acción social. El sociólogo argentino Javier Auyero, describió los episodios de Cutral-Có y Plaza Huincul como elementos paradigmáticos en la historia de este modo adoptado por la beligerancia popular argentina. 

Un año más tarde, en 1997, los docentes neuquinos encabezaron una lucha en contra de la Ley Federal de Educación que impulsó el ex presidente Carlos Menem, de la mano del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Luego de violentas represiones y el trágico episodio que terminó con la muerte de Teresa Rodríguez, víctima de un disparo policial, el gremio de los maestros consiguió que el gobierno provincial dé marcha atrás con la reforma educativa, logrando que Neuquén tenga uno de los mejores sistemas escolares de país. 

Tiempo después, en 2000, comenzó un conflicto gremial entre los trabajadores de la fábrica de cerámicos Zanon y la patronal. En 2001, cuando el subsidio a las empresas se cortó, de la mano de la crisis desatada con el gobierno del ex presidente Fernando de la Rúa, la empresa cerró sus puertas y despidió a todos los trabajadores sin pagar subsidios. 

Sin embargo, desde 2002, Zanon se convirtió en una fábrica recuperada por sus obreros. Los trabajadores se hicieron cargo de la empresa, produciendo sin dueño, sin jefes y sin directivos, y hoy son un ejemplo de lucha que se extiende desde Neuquén a toda Latinoamérica. 

Hoy, como hace 10 años, los docentes encabezan una lucha para pedir justicia y una mejora de salario. La provincia de Neuquén, una vez más, se coló en la agenda nacional, demostrando que la resistencia de su pueblo marca un camino para toda la Argentina. 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.