Los amigos de Walter Chávez
Noticia Principal:
El caso de Walter Chávez es otra movida dentro la escalada fascista
Ramón Rocha Monroy / Bolpress - Revista Mariátegui
05/02/07
Conocí a Walter Chávez a fines de 1998, cuando me hizo una entrevista para el matutino Hoy. Alumno de Letras de la Universidad de San Marcos, había propuesto secciones interesantes pero Hoy se cerró. Un tiempo después, me lo encontré en La Razón, como consejero de su finado director, Raúl Garafulic, y responsable de
El Malpensante, una revista de lecturas y reflexiones culturales.
No había sido poco, hasta entonces, ganarse la confianza de dos empresarios importantes, como eran Samuel Doria Medina y Garafulic. Sin embargo, Walter prefirió tener su propio órgano de prensa y fundó El Juguete Rabioso junto a Sergio Cáceres y a Luis Gómez, dos comunicadores jóvenes y llenos de ideas ágiles y oportunas, como que pronto El Juguete se convirtió en lectura favorita de intelectuales y artistas, y de clasemedieros progresistas que cultivaban o aparentaban un aire de no estar de acuerdo con el Sistema.
Por entonces me invitó a escribir una sección de crónica gastronómica que Walter bautizó con el nombre de Crítica de la Sazón Pura, sutileza tomada del gran Rodolfo Hinostroza, poeta y cronista peruano cuyas sabrosas notas todavía se pueden encontrar en Internet. Gracias a esta relación, el lanzamiento de mi novela Ladies Night e incluso una edición frustrada de la Sazón Pura merecieron separatas o páginas completas en este ya célebre quincenario al cual a veces lo llamábamos El Rabiete Jugoso. Muchos escritores y artistas le estamos agradecidos por sus generosos auspicios.
¿Por qué cambió El Juguete luego de su diseño inicial más proclive al debate cultural que al movimiento político? Es fácil atribuirle a Walter el haberse convertido en agitador; pero, ¿no era, más bien, la clase media de entonces la que se radicalizó contra los partidos tradicionales, la democracia pactada y los líderes del antiguo régimen? Podíamos no estar de acuerdo con "las preguntitas" de Sergio Cáceres o los reportajes de fondo de Walter Chávez o los análisis de la Redacción del Juguete, pero expresaban un ánimo común del cual participaba una mayoría de esa clase media que radicalizó su posición cavilosa en la lectura de esas páginas que invariablemente defendieron los movimientos sociales.
La cresta de la ola del empute llevó al poder a Evo Morales, y arrastró a escritores, músicos, periodistas, artistas plásticos y, por supuesto, a los ávidos lectores del Juguete Rabioso. ¿Cómo sorprendernos luego de que Walter asesorara al Presidente Evo Morales en los conceptos de sus discursos? ¿No será que los disidentes del gobierno, que antes elogiaban con creces su trabajo periodístico y político, hoy lo miran como un chivo expiatorio? Uno entiende muy bien que la oposición lo ataque en defensa implícita de un ciudadano cubano que el gobierno deportó; pero, ¿hasta dónde llega el tupé de quienes fueron coautores del ascenso de Evo y los movimientos sociales y ahora se lavan las manos echándole toda la culpa a Walter Chávez?
Walter es una persona extremadamente austera y frugal; carece de ambiciones de figuración o de fortuna. Conversé con él hace poco en Cochabamba, tan sólo para comprobar que las únicas pasiones que le conozco siguen siendo las mismas: la lectura del Quijote y las letras clásicas, la tertulia dispersa y en sordina, y el cariño por su compañero inseparable: un perro boxer a quien bautizó con el nombre de Malatesta, lo mismo que a la editorial que fundó.
Mariátegui.
La revista de las ideas.
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